Capítulo 3

Madelaine

La alarma suena a las seis de la mañana como cada día. Me cuesta levantarme de la cama, solo deseo, por una vez, quedarme acostada toda la mañana. Pedir pizza y beber soda hasta reventar, llamar a Giselle y ver juntas alguna serie. Quiero, desesperadamente, volver a ser una chica normal. Sin embargo eso no se puede ahora, así que me levanto a empezar un nuevo y largo día. Me cuesta despertar a Noah como siempre, y llevarlo a duchar, pero cuando lo tengo listo le doy un desayuno rápido y un rato más tarde estamos saliendo de la casa.

Hoy a diferencia de los demás días, tengo que ir al restaurante antes que al hospital, pues toca hacer inventario y aunque el padre de mi amiga, el señor Coleman, es el encargado, debo estar presente en representación de mi madre. 

Cuando arribamos al local, apenas están abriendo. Siento a mi hermano en una de las mesas cercanas a la caja y dejo los bolsos cerca de él.

Hoy iremos más tarde a ver a mami, pues tengo que hacer algo importante le digo peinando su rubio cabello. Él asiente

Está bien.

Quiero que te portes bien mientras estamos aquí le sonrío y él me devuelve el gesto. Está demás pedírselo, Noah es un niño muy obediente, nunca me ha hecho pasar malos ratos y eso debo compensárselo algún día. 

Tengo hambre, Elle frunzo el ceño. Ya ha comido bastante antes

Ya desayunaste, Noah le recrimino y hace un puchero

Pero quiero más. 

¡Hey! Una voz tras de mí me hace girar para descubrir a su portador. Wilson Grant con sus risueños ojos oscuros nos sonríe a ambos—. Buenos días a los jefes. ¿Puedo tomar su orden? ¿Y tal vez su número, señorita?

Me acomodo en la silla frente a la de Noah y le sonrío al chico que desde siempre le he gustado. 

Sí a la primera pregunta y no, a la segunda contesto y él finge una expresión de dolor que hace reír a mi hermano.

Tenía que intentarlo, le tiende una mano a Noah dame cinco, campeón. 

Mi hermanito choca sus manos con energía y alegría. Will es lo más cercano a un amigo que tiene. 

Hola, Will lo saluda—. Quiero hot cakes.

¿Con forma de dinosaurio? Le guiña un ojo y el pequeño asiente emocionado. Me río ante su entusiasmo. Son estos pequeños momentos que me hacen olvidar mis problemas por unos segundos  ¿Y para la jefa?

Ruedo los ojos. Desde que trabaja aquí, hace cuatro años, no para de decirme así y lo odio. No soy su jefa, de hecho no soy nadie. 

Deja de llamarme así, Wilson. Y solo tráeme jugo de naranja él entrecierra los ojos. Odia su nombre completo y yo amo molestarlo. Sonrío con malicia

De eso nada, debes alimentarte, cariño la voz de la señora Coleman llega a mí al mismo tiempo que sus manos en mis hombros—. Erin no me perdonaría que te dejara morir de hambre. Tráele huevos y tostadas, y unas salchichas vegetarianas. 

Will asiente y suspiro. No se va a negar nunca ante Debby, es su empleadora, no querría perder su trabajo.

De inmediato dice. Le acaricia el pelo a Noah y se marcha a otra mesa

No es necesario, Debby. No tengo hambre. 

Ella aparece en mi campo de visión con una mirada maternal y severa. Toda mi vida la he visto, es como mi segunda madre y le agradezco que se preocupe. Pero mi vida es mía. Yo sé cómo la llevo. 

Necesitas energía para estar con Noah ambas miramos a mi hermano jugar con los saleros y sus carritos—. También para estar con Erin. Si no te alimentas vas a desfallecer.

¿Crees que con todo esto me quedan ganas para comer? Tú has estado ahí, Debby. Conoces ese nudo en el estómago que no deja pasar comida. 

Ella baja la mirada. Sabe que tengo razón, con cada minuto que pasa la ansiedad crece, pues mi madre puede empeorar en cualquier momento. Es justo esa preocupación que no me deja comer, beber, ni siquiera dormir. Soy consciente de los estragos de eso, mi cuerpo ha perdido peso, soy más débil, pero es que no puedo. Mi sistema no asimila los alimentos y los expulsa de inmediato. 

Debes ser fuerte, Madelaine. Todo va a pasar ella aprieta mi mano y sonrío con amargura.

Llevo escuchando eso tres largos años. 

Lo sé, cariñoposa su mano en mi mejilla y me transmite el amor de madre que justo ahora necesito. Cierro los ojos unos segundos y me permito disfrutar de ese amor que es exclusivo de Gisselle. —Alfred te atenderá en unos minutos, mientras, come algo. Hazlo por mí.

La observo marcharse hacia la cocina, dejándome un poco mal. Recordando cuando mi madre era la que estaba en este lugar, haciendo lo mismo que ahora ella hace. Cuando velaba por mi alimentación y mi salud. Extraño tanto esos momentos.

Will llega con nuestra comida e intenta bromear, mas se da cuenta de inmediato que la situación ha cambiado drásticamente. La sonrisa de mi rostro se ha marchado y el buen humor se ha extinguido. El único que continúa alegre y positivo es Noah. Quien chilla encantado al recibir sus Dino-hot cakes.

Juego con mi comida. No tengo ganas de nada, solo estar con mi madre y que este día ya termine. 

Me sobresalto cuando una mochila cae de golpe en la mesa. El olor dulzón del perfume favorito de Gisselle llega a mi nariz y pongo los ojos en blanco al ver la cara sonrojada de mi hermano. Es demasiado extraño que un niño de solo cuatro años se escandalice tanto al ver a una mujer. Porque es obvio que mi hermano tiene un enamoramiento por mi mejor amiga, aunque él no sepa qué significa eso. 

Hola, hola su tono demasiado alegre y alto taladra mis oídos y llama la atención de los demás comensales. Su cabello rizado es lo primero que captan mis ojos cuando se sienta a mi lado, luego su perfecta piel morena, más tarde su sonrisa de un millón de libras. Mejor amiga besa mi mejilla y luego mira a NoahMi novio le guiña un ojo y el pequeño se sonroja más si es posible.

Lo vas a hacer explotar. Mira su cara.

Es que me ama, Elle. Solo míralo, es adorable le pellizca una mejilla y él se deja hacer. Es demasiado sumiso con Gisselle.

Creí que estarías en la universidad cambio de tema y ella hace una mueca

Hoy solo tenía matemáticas y ya tengo la materia comprada susurra lo último como si fuera secreto de confesiónNo es necesario que vaya. Así que vine porque supe que te encontraría aquí. Tengo algo que mostrarte. 

Me mira emocionada y comienza a sacar su laptop. Seguro me mostrará alguna página de modelos porno que ha encontrado. No sé ni siquiera por qué le interesa eso, pero cada que encuentra una, me muestra su descubrimiento como si fuera la mismísima tumba de Cleopatra. 

No tengo tiempo para ver hombres desnudos, Gisse.

No son hombres desnudos, es mejor explica muy emocionada. Últimamente he descubierto que mi amiga puede ser deslumbrada con cualquier cosa y no sé si eso sea bueno o malo. Estaba haciendo mi tarea de economía y el tema a tratar eran las subastas. Y encontré esta joyita.

Voltea hacia mí la pantalla de la portátil donde se muestra una página web con tonos borgoña y negro, y letras cursivas color dorado. El nombre brilla en grandes letras: Inocencia Subastada. Frunzo el ceño. 

¿Qué es?

Es un sitio web de subastas. Pero esta es especial, subastan citas y la guinda del pastel, chicas vírgenes ¿Qué? Observo la página escandalizada. ¿Venden mujeres? Y antes de que tu moral se eleve por los cielos, déjame decirte que es un acto voluntario. Cada chica que se inscribe en la subasta lo hace completamente consciente y de acuerdo ella suspira soñadora. Si hubiera conocido esta página antes, hubiera ganado dinero por mi virginidad y no la hubiera perdido con el idiota de Nick. 

Me río al notar su rabia con su ex. Sé que no lo supera aún.

Estás loca murmuro y deslizo hacia abajo el website, hay docenas de chicas con grandes cifras bajo sus fotografías. Esto es una locura—. ¿Cómo funciona?

Una entusiasmada Gisselle comienza a explicarme el funcionamiento de la página. El primer link es el de la subasta madre: las chicas vírgenes. Deben crear un perfil y enviar sus fotografías, si son elegidas se le envía un contrato electrónico donde confirman su virginidad y su compromiso con la subasta. Ellas proponen una oferta inicial y los miembros interesados pujarán en línea hasta que sea vendida al mejor postor. La empresa se queda con un veinticinco por ciento de las ganancias y el resto será depositado en una cuenta de banco a la candidata. 

También está el link de las compañeras, que solo son chicas para compañía y luego el grupo especial, las subasta de las no vírgenes, valen menos y no son tan populares como las castas y puras. 

Esto es una locura, es un prostíbulo en línea. ¿Acaso es legal? Observo y escucho a mi amiga horrorizada.

Hay cientos de chicas inscritas y hombres interesados, pero el plato fuerte es la subasta madre finaliza Gisselle y solo puedo alzar las cejas.

¿De verdad hay personas dispuestas a estar con un desconocido solo por dinero? Pregunto incrédula y mi amiga se encoge de hombros.

Yo lo haría.

La contemplo con indignación. ¿Cómo puede ser tan descarada?

Gisse la reprendo y ella ríe—. No es gracioso. Esto es bizarro.

Es genial, de hecho. 

¿Y si el comprador es un asesino serial? Ella hace un puchero

Vale la pena el riesgo ruedo los ojos y le doy otro vistazo a la página. 

¿Cuándo el mundo llegó a esto? ¿Por qué nos vemos el uno al otro como mercancía? Esto es una completa desfachatez. Lo más bajo que he visto en mi vida. Pero, aunque me avergüence decirlo, si se ve genial en cierto punto. Me causa curiosidad la valentía de aquellas chicas. 

¿Solo son chicas? Inquiero. 

Hay un link inhabilitado para hombres. Supongo que no hay tantos candidatos interesados. 

Tomo el cursor del computador y clickeo una chica al azar. Me sorprende enormemente ver la cantidad de usuarios ofreciendo miles de euros. La oferta inicial era de cien mil, pero ya van por doscientos cincuenta y contando. Es increíble y escalofriante. ¿Cuántos de esos hombres no son traficantes? ¿O secuestradores? Y no solo eso, ¿cuántos de esos no están enfermos?

Es aterrador. 

Chicas el llamado a nuestras espaldas del señor Coleman nos hace asustar a ambas. Gisselle cierra la portátil de inmediato y nos giramos con nuestra mejor sonrisa inocente. 

Buenos días, Alfred saludo.

Hola, papá.

Él nos observa con ojo crítico. Sabe que ocultamos algo pero no va a preguntar qué es, al menos no ahora. 

Conozco esas sonrisas, pero no diré nada al respecto. ¿Puedes acompañarme, Madelaine?

Me pongo de pie de inmediato. Es hora de volver a mi realidad, el momento de ocio con mi amiga ha terminado. 

¿Cuidas a Noah por mí? Le pido.

¡Claro! Sabes que me gusta pasar tiempo con mi novio me guiña un ojo y le doy una mirada de desaprobación.

Deja a Noah en paz le advierte su padre, pero las palabras de él nunca la han detenido.

Nos vemos en un rato, peque mi hermano asiente, concentrado en sus carritos.

Sigo al señor Coleman hasta la pequeña oficina del restaurante. Como siempre esta se encuentra llena de facturas y papeles por todos lados. Nunca en mi vida la he visto ordenada. 

Alfred me ofrece asiento frente a él y con solo su mirada abatida puedo deducir que todo está mal. 

No quiero suavizar las cosas ni mentirte, Madelaine. Así que voy a ser claro trago saliva esperando lo peor—. La contabilidad del restaurante ha dado solo lo justo para la compra de inventario y la paga de la nómina. Este mes ha sido incluso peor que el anterior y las ganancias han quedado casi en cero. La cuenta del hospital y el préstamo del banco están absorbiendo completamente todo y me temo que si continúa así, perderemos dinero para abastecernos y eso llevaría a la quiebra el negocio. Las ventas están muy bien, pero pronto llegará el invierno y sabes que es temporada baja. 

Lo sé contesto desesperanzada. 

Soy consciente de que el tratamiento de mi madre es costoso y que el restaurante no puede con todo, pero es la única fuente de dinero que tengo. ¿Cómo podría pagar si no es con lo que genera el negocio? No tengo empleo, no sé hacer nada y tampoco un sueldo mínimo va servirme para las cuentas. 

Me voy a volver loca, no sé qué más soluciones tomar. Si el restaurante quiebra, nos caemos junto con él.

Haremos todo lo posible por subsistir, pero estamos en un mal momento, Madelaine. Tal vez debamos reducir personal en un futuro y eliminar algunos platillos del menú. 

Asiento a todas sus palabras, pero lo único que puedo pensar es que la fuente de dinero se está agotando y si se acaba, la vida de mi madre puede peligrar. Y eso… eso nunca lo permitiré.

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