Capítulo 53

Entro a la iglesia, del brazo de mi madre, y caminamos hasta el altar para esperar a mi princesa. Las notas clásicas de la marcha nupcial comienzan a sonar, anunciando la llegada de Mel. Sonrío al ver la luz que iluminó mi penumbra, esa luz que solo puede irradiar ella: mi sol.

Me conmuevo al ver, que en lugar de Maison, la acompaña nuestro pequeño Ryan con la barbilla en alto, orgulloso de ser quien la entregue en el altar. Ellos dos son lo único que necesito para ser feliz.

Mel siempre ha sido bella ante mis ojos, pero hoy está radiante, es como ver un ángel de cabello dorado y mejillas sonrosadas. Y sus ojos, esos ojos grises brillan con tanto poder que me siento pequeñito, como un granito de arena en el mar.

Nos prometemos amor con un sí y sellamos nuestro pacto con un beso. Uno no apto para menores y me importa una mierda, ella es mi mujer, nadie me dirá cómo y cuándo

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