Capítulo 10

—¡Ah, soy un imbécil! Arruiné lo que estaba pasando entre nosotros. Solo faltaba una cita, una  cita y la tendría. Pero no, tuve que acostarme con esa chica. ¿Y de que sirvió? De nada, porque solo pensaba en ella, en esa calienta pelotas que me tiene obsesionado  —se reprochó en los vestidores del instituto.

«Al carajo el juego, la voy a buscar. Ella no sabe lo que me está matando recordar esa mirada. La lastimé tanto.»

Nunca, jamás en la vida le había importado herir los sentimientos de ninguna chica, hasta que la conoció a ella.

—¡Axx! ¿A dónde vas? El entrenamiento va a comenzar — advirtió Maison.

—Soy un jodido idiota, Maison.

—Oye, no sé de qué hablas, pero te necesito en diez minutos en el campo, ya arreglarás tu asunto luego.

«Como si eso fuese posible.»

Pateó su locker y lo siguió al campo de entrenamiento.

No sabía para qué se había quedado si lo único que hacía era pensar en Melanie, en sus ojos grises cargados de dolor y en cómo podría reparar el daño.

El entrenamiento terminó y Axxel se fue a dar una ducha, pensando en una forma de lograr que lo perdonase. Cerró el grifo y salió al vestidor con la toalla enrollada en su cintura.

—¿Qué haces aquí? —bufó al ver a Sabrina.

—Axxy. ¿Por qué me tratas así? No te hagas el duro —ronroneó con voz ronca y se pegó a él.

—¿Qué haces? —preguntó cuando ella intentó quitarle la toalla.

—Cariño, no creo que tenga que decirlo —susurró seductora.

—No sigas, Sabrina. Quiero que te vayas.

«¿Pero es que ella no se cansa de que la rechace? Estoy harto de Sabrina, estoy harto de acostarme con quién sea cuando solo necesito a una.»

—¿Esto es por ella?, ¿es por la estúpida de Melanie?

—Primero, ella no es una estúpida. Y, segundo, eso no es tu problema. ¡Vete! 

—Lamentarás esto, Axx. Cuando vuelvas a buscarme, lo lamentarás.

—Hazte un favor, deja de ser tan zorra. —La ira de Sabrina hirvió ante sus palabras y le dio una fuerte cachetada en el rostro.

—¡Imbécil! —gritó antes de marcharse.

Merecía ese golpe y muchos más por ser un cretino al juzgarla. Él se aprovechó de ella las veces que quiso y luego la dejó a un lado, pero ya no quería seguir así, deseaba intentar algo  real con Melanie.

—Idiota —gruñó, golpeando su puño contra la pared de hormigón.

—¡Eh, hombre! ¿Qué te pasa?

—No es nada, Maison.

—¿No? No sé en qué lío estás metido, pero más te vale que mañana te concentres en el partido. Es uno de los más importantes, Axxel.

—Lo que digas —bufó elevando los hombros y salió de los vestidores para ir a su última clase del día.

***

—Axxel, cariño. Te guardé lasaña —ofreció su madre cuando cruzó la cocina.

—No tengo hambre, Gracias —respondió serio y sacó una cerveza de la heladera.

—¿A dónde vas con eso? —Le reclamó, pero él no le dio ninguna respuesta—. ¿Viste lo que hizo tu hermano? —le preguntó a Hayley con los ojos entornados.

—A mí ni me preguntes, mamá. Yo de la vida de Axx no sé nada —contestó Hayley y subió las escaleras, dejando a su madre con la boca abierta.

Axx se encerró en la habitación y encendió la música a tope para no escuchar el sermón que le daría su mamá por llevarse una cerveza. Si Helen supiese lo que hacía su hijo los fines de semana, sufriría un infarto.

A las nueve de la noche, salió de su cueva y se subió al Mustang para ir a Joe´s, como todas las noches. La esperó en su puesto habitual por una hora, pero ya comenzaba a perder la paciencia.

«Bien, ahí viene. Tranquilo, Axx. Le dirás que lo lamentas, que fue un desliz y que no volverá a pasar y ella…»

—¿Qué hace ese imbécil abrazando a mi chica? 

Él se había imaginado que Mel le pondría resistencia, pero no pensó que estaría viéndose de nuevo con Nick. Eso era algo que no iba a permitir.

Axxel caminó hacia ellos, dispuesto a enfrentar al soldadito, porque no tenía intención de entregársela en bandeja de plata. Aunque al parecer, ya era demasiado tarde, él mismo se lo buscó al no controlar sus impulsos. 

«¿Qué hace Axxel aquí? No, no y no. Le dije que se alejara… Es… Lo quiero matar.»

—¿Qué haces aquí? —preguntó antes que él pudiera decir nada.

—Vine por ti, princesa.

—No pedí que vinieses por mí —espetó, frunciendo los labios.

«Genial. Esto era lo que me faltaba: Axxel hablando de más delante de Nick. Es mejor que mantenga la boca cerrada porque yo…»

Nick cerró las manos en dos puños cerrados y habló—:¿Quién eres tú?

—Hola, soy Axxel Wilson, el novio de Melanie —respondió con el pecho inflado de orgullo.

—¡¿Qué?! —gritaron los dos sincronizados.

—El novio de Melanie, dije —repitió con petulancia. 

—Estás loco, Axxel. Tú y yo no somos nada. Vete a buscar a una de tus amiguitas —señaló Mel en forma de reclamo.

«¿De dónde salió eso de que es mi novio? Nunca me lo pidió».

Ella no sabía si reír o llorar por la ironía. Si él la consideraba «su novia», no debió acostarse con la primera chica que se le abrió de piernas.

—Mel, princesa. Déjame explicarte —suplicó arrepentido.

Ella había roto todos sus esquemas. Axxel nunca rogaba, nunca daba explicaciones y mucho menos se refería a nadie como su novia.

—¡No me digas princesa y lárgate de una buena vez, Axx! —gritó, olvidando que había un testigo de su discusión.

Axxel dio dos pasos adelante para tomarle la mano, pero ella se apartó sin dejar que la tocase.

—Mel…—susurró compungido, dolido por su rechazo.

—Ya la escuchaste, amigo —advirtió Nick, interponiéndose en su camino.

—Yo no soy tu amigo, idiota. ¡Esto es entre ella y yo!

«¿Quién carajo se cree él para meterse?»

—Pues déjame decirte que sí es mi problema. —Aseguró y eso fue todo para Axxel, no iba a soportar a ese imbécil. Levantó el puño cerrado para golpearlo, pero Mel se interpuso.

—¡Basta, Axx! Vete, por favor —pidió, empujándolo lejos.

«Bien. ¿Eso es lo que quieres? Quédate con ese entonces porque yo no me arrastraré más ante ti».

Se alejó de ellos, maldiciendo en voz baja por haberse humillado al rogarle por una segunda oportunidad.

—¿Estás bien, Melanie?

—Sí, gracias. Lo siento tanto, Nick. Yo no sabía que él vendría. Estoy tan apenada contigo —admitió, cubriéndose el rostro con las manos.

—Tranquila, bebé. Ven aquí.

Mel se echó a llorar en los brazos que le ofrecía su amigo y lamentó haberse enamorado de Axxel Wilson.

«¿Por qué fui tan tonta?, ¿por qué no puedo querer a Nick como merece?»

Axxel seguía en el estacionamiento viendo como aquellos dos se abrazaban, con el deseo de arrancarle las manos al malnacido de Benson. Golpeó el volante y encendió el auto para largarse de ahí y evitar cometer un homicidio.

***

Los días pasaron y Melanie volvió a la vieja rutina de estudiar y trabajar. Se había reunido un par de veces con Nick, pero solo en plan de amigos, no lo podría ver de otra manera. Aunque lo intentase, seguía enamorada del idiota de Axxel.

Aprendió a la mala que en las cuestiones del corazón no manda la razón y, a diario, luchaba con el imperioso deseo de echarse a los brazos del castaño que le rompió el corazón y devorarle esa boca que tantas veces la había llevado al límite.

—¿No te da pena? Míralo ahí solito. He escuchado algunos rumores, Mel. Dicen que Axxel se ha perdido tres fiestas. ¡Tres! No se le ha visto con nadie en estas dos semanas —comentó Emma con la intención de abogar por él.

—¿Y a qué viene eso? Ya te lo he dicho, lo que haga o deje de hacer no es mi problema —sentenció y se levantó de la mesa para dejar sola a la traidora de su amiga.

«¿Por qué se empeña en defenderlo? Su amiga soy yo, no él».

—Melanie, espera. Solo lo decía porque creo que él en verdad te quiere. ¿No ves cómo te mira? ¿No te has dado cuenta que no deja de hacerlo cada vez que entras aquí?

«¿Será verdad lo que dice? ¡No! Es mentira y no me va a convencer».

—No te vayas, Mel. Siéntate —Ella aceptó con una condición: que no le hablase más de él—. ¿Qué tienes planeado para mañana?

—Nada. Ir a casa, ver una peli y luego dormir.

—¡No te pases! Cumples dieciocho. No puedes quedarte encerrada.

—Emma, sabes que nunca celebro mis cumpleaños.

—Déjate de tonterías. Mañana será épico, de eso me encargo yo. —Si ella lo decía, debía ser cierto. Las fiestas de Emma siempre estaban en boca de todos.

Mel desvió la mirada a la mesa de Axxel y su estómago se volvió un nudo cuando sus ojos hicieron contacto. A pesar de lo cretino que él era, lo seguía queriendo como una tonta.

«No cedas, Mel. No te dejes seducir por esos hermosos ojos pardos».

Por suerte, Hayley se interpuso en su campo de visión y se le hizo más fácil apartar la mirada de aquel.

—Hayley es un bicho solitario desde que Maison eligió a Rebeca. Me da un poco de pena —susurró Emma, ganándose una mirada rabiosa de Mel.

—¡Emma! No seas tan cruel. Por ahí la he visto algunas veces con Evan. 

—¡Eh! Yo solo digo la verdad, es patético que ella ponga esos ojitos de gato abandonado cuando lo ve.

—¡Dios, Emma! Tienes que buscarte una vida propia —apuntó enojada por la forma en que se refería a Hayley. Ella no sabía lo difícil que era estar enamorada de alguien y no poder estar con esa persona.

Se levantó de la mesa, sin intención de seguir en ese cafetín mientras Axxel la miraba con aquella tristeza en los ojos, esa que la tentaba a ir hasta él y abrazarlo.

—¡Melanie, espera! —gritó cuando ella estaba cerca de la puerta.

«¡Oh mi Dios! Me muero. Yo me muero aquí mismo», pensó cuando escuchó su voz y, por una razón inexplicable, se detuvo a dos pasos de la salida.

—Te espero en el auto, Mel —anunció su amiga con un guiño.

«Gracias por dejarme sola con él. Eres una gran amiga».

—Dejaste tu teléfono en la mesa.

—Gracias, Axx. —Se limitó a decir y extendió la mano para recibir su móvil. Un escalofrío la recorrió desde sus dedos hasta su punto más sensible cuando sintió aquel pequeño roce con su piel.

—Mel, yo… Lo arruiné, lo sé. Pero, por favor, déjame demostrarte que puedo ser esa persona que necesitas. Me estoy volviendo loco sin ti; extraño tu risa, ver como enredas tu dedo en el pelo cuando estás nerviosa y, que la mayoría de las veces, yo lo causo. Extraño como me miras cuando digo algo estúpido y también abrazarte todas las noches antes de irme a casa. Puedo seguir si quieres, porque adoro el olor de tu cabello, huele como el inicio de la primavera. Y tus ojos, son tan dulces, cálidos... Necesito verlos todos los días. No es por el sexo, Mel. Ya no se trata de eso.

Lo que decía Axxel era increíble. Más que eso, era perfecto, pero no podía ser real. ¿Cómo creer en él de nuevo?

 —Bien por ti, Axxel. Quizás Sabrina crea en tus palabras o tal vez la morena de la fiesta, pero no yo. Las personas como tú no cambian.

—No lo dije para que lo creyeras, lo hice para que lo sepas. Soy un idiota, lo sé, pero comienzo a pensar que más por el hecho de no haberme enamorado antes de ti que por ser un estúpido Playboy.

—¿Qué dijiste? —preguntó, esperando que lo repitiera.

—¿Un estúpido playboy?

—No, lo de antes, Axx.

—Melanie. ¿Qué más quieres que te diga? ¿Quieres que grite delante de todos que te quiero? Si eso quieres, entonces lo haré. —Abrió la boca para gritar, pero ella lo detuvo, poniéndole los dedos en los labios.

«¿Se volvió loco? Pero es tan lindo lo que dijo. Me quiere y mi sensible corazón cayó rendido a sus pies.»

—Te creo, Axx. Te daré una segunda oportunidad, pero no lo arruines porque no habrá una tercera. 

—¿De verdad? ¿No me estás engañando, Mel? —preguntó sin creer que aceptara salir con él de nuevo.

—Claro que es cierto, no seas tonto. Te espero en casa mañana a las seis —contestó, controlando el impulso de besarlo delante de todos.

—Pudiera besarte aquí mismo, Mel. Me has hecho tanta falta —murmuró con la mirada cargada de deseo.

—Pues te aguantas, Axx. No quiero ir a parar a detención de nuevo —bromeó, mordiéndose el labio inferior.

—¿Y qué tiene de malo que vaya contigo a casa ahora mismo?  

—Eso no va a pasar. Mañana a las seis, Axx. No llegues tarde.

«No, princesa. Estaré ahí mucho antes que eso».

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