Capítulo 6

Camino con el iPad en mano, observando de vez en cuando el teatro armado. No me pasa desapercibido que todos tienen su vista puesta en mí, pues es obvio, no tengo el rostro cubierto, y camino como sin nada por el lugar.

Este ambiente es el del show, es como el sector Vip, en el centro, los actores del teatro erótico, y alrededor las personas observando cómo le dan un orgasmo a la mujer, así mismo voy anotando las ideas que se me ocurren, como las pantallas, para que puedan tener mejor visibilidad de lo que hacen.

Pude notar que el lugar se divide en cinco pisos, el primero, un bar común y corriente, en el segundo, un antro donde puedes estar con damas de compañías u hombres. En el tercero, ya empiezan los bailes eróticos, pero no puedes tocar a las mujeres. Quiero ingresar para ver más, pero sin mi pase no puedo, como tampoco puedo volver a subir, ya que no tengo. Es ridículo, el hombre me vio bajar.

Unas manos me sobresaltan. Se trata de Ronin, quien se encuentra rodeado de dos mujeres y su amigo Andrei.

-¿Te gusta? – me pregunta, y se a lo que se refiere. – El BDSM es una práctica sexual que te libera, rompiendo de ese modo los tabús que lo envolvían.

-¿A las mujeres les excita que las maltraten? - pregunto ingenuamente, el me mira sonriente. – No me mires así, entiendo más o menos el tema, pero es la primera vez que veo algo como esto. – haciendo referencia al lugar y sus personales.

-¿Así que tienes curiosidad? – sonríe pícaramente – No necesariamente debes ser la sumisa, tambien puedes ser el dominante, el amo. – se acerca a mi oído. – es cuestión de que lo experimentes. – susurra. Mira a Andrei, quien en ningún momento me ha quitado la mirada de encima, y asiente. El asiático se va, y yo me quedo pensando en sus palabras.

Él me extiende una tarjeta dorada, lo miro atentamente para segundos después tomarlo.

-Es tu acceso para todo el lugar y consumición libre. – mis ojos se abren.

-No es necesario, no estaré mucho tiempo aquí.

-Cortesía de la casa, para cada vez que quieras venir, no necesariamente a practicarlo. – me extiende ahora un carnet, con un código bajo el seudónimo de Cielo. Mi ceño se frunce, y cuando lo voy a tomar, me lo arrebata nuevamente y se acerca para colocármelo el mismo en el pecho izquierdo.

-¿Cielo? – susurro bajito, y me sonríe.

-Por el azul de tus ojos. – responde coqueto, para después alejarse, no sin antes acariciar mi rostro. ¿Qué fue eso?

Volví a trabajar, esta vez con Andrei explicándome todo y mostrándome lo que le encantaría que tuviera el lugar. Del mismo modo me explico que aquí, el piso tres, solo mostraban los bailes sensuales y si querían algo más debía acceder al piso cuatro para más placer, que es el lugar donde se realiza los shows.

El piso cinco están las habitaciones privadas, así como hay algunos en el piso cuatro. Todas las ideas que me daba, que me surgían, y lo que veía y creía interesantes e importantes lo iba anotando.

Quise volver donde estaba el jefe para despedirme, pero lo vi con una mujer besándose, por lo que decidí retirarme de allí. Guarde el iPad, y me acerque al barman a pedir un trago de coñac, mientras observaba otro teatro pornográfico en el lugar.

-Tengo curiosidad de saber que pasa por tu cabecita. – habla nuevamente el hombre que me había acompañado casi toda la noche. Si supiera lo que pienso, estoy segura que sus ojos no tendrían el brillo que tienen.

-Nada. – respondo. – solo hago hora para marcharme. Mi jefe me dio horas libres. – confieso

-¿Nunca descansas?

-Nou. – confieso sonriente. El asiente con una sonrisa. Miro por inercia a donde se encontraba mi jefe, y puedo ver cómo me observa, con su conocido rostro frío. - ¿Podemos conocer las instalaciones?  - pregunto, con tal de salir de allí, el sonríe y me indica que lo siga.

Empieza a mostrarme y explicarme todo lo que ofrece el lugar, aparte de reiterarme varias veces que el principal objetivo es encontrar el placer de ambos.

En el mismo piso, me muestra un pasillo donde se encuentran las habitaciones. Me ofrece una máscara y no entiendo porque, pero me explica que ingresaremos a la habitación.

-Eso no está prohibido? – pregunto incrédula.

-Claro que sí, pero soy el jodido mano derecha del dueño. – responde sonriente. No puedo evitar compararlo con mi jefe, Andrei es un alma libre que ríe por todo y mi jefe es tempano de hielo.

Caminamos por el angosto pasillo, donde no existe ni un ruido a parte de la música de antro, hasta que mi acompañante se detiene frente a una puerta y la abre como sin nada, recibiéndonos los gritos de una mujer. Los gemidos de la pelirroja se detienen y ambos nos observan a excepción de la mujer, pero Andrei les ordena que sigan en lo suyo.

La mujer, muy hermosa, cabe destacar, se encuentra totalmente desnuda, con los ojos vendados, las manos atadas por la cabecera de la cama, y los tobillos esposados por una barra de metal.

El hombre me explica que todos los artefactos son esterilizados y cambiados por nuevos cada mes, las sabanas del mismo también son cambiadas con cada acto.

No negare que sentí cierta curiosidad de saber que se siente estar en esa posición de sumisa, la humedad entre mis piernas es prueba de ello.

De allí pasamos a otro sector, y cuando abrió la puerta, me sorprendí al ver a todos desnudos, y cuando digo todos, me refiero a todos. Era la orgia de las orgias, tanto que me dio asco.

-¿No les duele? – pregunto, mientras observo a una mujer atada de manos, y amordazada, arriba de un hombre que la penetraba duro, del mismo modo, otro sujeto la embestía por detrás.

-El dolor les excita. – responde. – Ellas decidieron ser sumisa, y aquellas. – dice, señalándome a las mujeres del hombre. – son las dominantes. Aunque a veces son ambos.

Salimos del lugar no sin antes susurrarle que no me animo a las orgías, pero el ríe, diciéndome que mientras no pruebe no puedo decidir. Seguimos caminando hasta que me lleva a una habitación vacía, con un aroma exquisito, en el centro se encuentra una cama amplia con sabanas de color rojo y de seda, y espejos a su alrededor, teniendo un panorama espectacular en la cama. Veo su reflejo a través del espejo, quien me observa como un león. Sus ojos grises realmente te hipnotizan.

-Entonces, dime cielo. – susurra, mientras se acerca hacia mí. – Después de todo lo que te mostré. ¿Te gustaría descubrir tus gustos más oscuros?

Realmente no sé qué decir, el hombre es apuesto, imponente, fornido y alto. La debilidad de cualquier mujer, y la curiosidad de querer probar está ahí, palpitando.

-¿Te gustaría se mi sumisa por esta noche? – pregunta, pera después besarme, se separa nuevamente solo para posicionar sus manos en mi rostro, mirarme fijamente a los ojos y susurrarme un por favor. Y cuando planea que volverá a unir sus labios con los míos la puerta se abre estrepitosamente.

Del susto retrocedo de mi lugar, dejando a Andrei con un rostro que indica que está molesto por tal atrevimiento, con las manos en el aire donde estaba mi rostro y con una sonrisa que demuestra todo menos amabilidad o felicidad. Observa al sujeto que hizo tal interrupción quien por obvias razones ya sé de quién se trata.

-¿En qué le puedo ayudar Señor Brown?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo