Capítulo 6

Enseguida Ignacio emprendió marcha y al cabo de una hora llegaron al lujoso salón. Del brazo de él ingresaron al lugar. Las luces de las lámparas aún no bajaban su intensidad por completo, por lo que Laura pudo apreciar cómo estaba decorado el sitio. 

En una esquina se mostraba la reluciente barra con los licores para esa noche, en medio del salón se hallaba el escenario y frente a este la pista de baile, a su alrededor estaban apostadas las mesas que lucían finos manteles en color dorado. 

Varios chicos se quedaron impresionados con la belleza de la joven que acompañaba al apuesto Ignacio Grimaldi.

Los labios de Johanna Blake dibujaron una gran O arrugó la nariz y recorrió con sus azules ojos de pies a cabeza a la hermosa chica que acompañaba a Ignacio.

—¿Esa es la huérfana? —inquirió mirando a Nico.

 El joven también estaba esa noche ahí para tocar con sus amigos de la banda, quedó anonadado al ver a Laura. 

—Sí es ella —murmuró. 

—Se supone que la ibas a convencer de no acompañar a Ignacio —reclamó—, esa infeliz debe darse cuenta de que él no es hombre para ella. —Gruñó bebiendo una copa con champaña. 

—A mí no me vengas con tus reclamos —espetó Nico iracundo—. Que por lo visto Ignacio no te hace caso —soltó y giró para acercarse más a donde estaba Laura. 

En ese instante el organizador del evento tomó el micrófono y mencionó que el número musical estaba por comenzar.  

Ignacio de la mano de Laura la condujo hacia la mesa. 

—Discúlpame debo subir al escenario, te pido no te muevas de aquí —solicitó él, y besó la mejilla de la chica. 

—No conozco a nadie en este lugar, así que no me pienso mover tranquilo —manifestó ella con esa característica dulzura.

Las luces bajaron la intensidad y él se perdió entre la gente. Laura permanecía en la mesa cuando percibió que se le acercaba una joven alta, de muy buena figura de cabello claro, y ojos azules muy elegante. 

—¿Se puede saber qué haces con mi novio? —inquirió la rubia, refiriéndose de esa manera a Ignacio, quien en ese momento estaba ya en el escenario con el micrófono en la mano.

La inocente muchacha no sabía que contestar; según ella su acompañante no tenía novia, en el momento que iba a pronunciar palabra Nacho por el micrófono interrumpió.

—Hola a todos, esta canción que vamos a tocar mis amigos y yo, va dedicada para una persona muy especial, quien hizo el honor de acompañarme esta noche; para ti Laura. 

La jovencita sintió como su corazón se aceleraba de emoción. Se sostuvo de la silla para no desmayarse de la impresión, su salud no era muy buena y cuando recibía ese tipo de emociones, sentía que de un momento a otro iba a desfallecer.

Entre tanto Johanna le dedicó una mirada llena de ira, giró y se alejó de la chica.

 «Si yo fuera tu by Servando y Florentino» empezó a sonar en las voces de Ignacio y de Fernando.

El joven agente dio inicio a la primera estrofa de la canción:

—Sé que un día no basta para conocernos. Que falta tiempo para comprendernos. Que no es un beso apasionado. Lo que dicta a un amor eterno...

La segunda parte la entonó Ignacio, quien con la mirada le dedicaba la canción a Laurita.

—Sé que es muy temprano para lo que digo. Más de mi parte yo estoy convencido. Que eres mi vida y la daría toda entera para estar contigo...

Fernando e Ignacio cantaron juntos la siguiente estrofa:

—Sé que poco a poco te iré conquistando. Que beso a beso te iré enamorando. Hasta que ya no puedas más mi amor de tanto amor...

Al momento que los muchachos seguían entonando la melodía, en una gran pantalla se reflejó un anuncio. 

«Laura... ¿Quieres ser mi novia?»

La muchacha se llevó las manos a la boca, no podía dar crédito a lo que sus hermosos ojos veían, su corazón latía desbocado, las piernas le temblaban, no sabía qué hacer. 

Johanna la observaba con profundo odio y Nico sentía su sangre arder de los celos y envidia; sin embargo, para Laura e Ignacio el mundo se detuvo. El joven Grimaldi había utilizado ese recurso para que ella no siguiera negándose a su propuesta. 

Ignacio terminó la canción y de inmediato bajó del escenario, caminó en dirección a Laura quien sentía que de un momento a otro se iba a desmayar de la emoción. El joven Grimaldi también notaba como su corazón se iba acelerando mientras se acercaba a ella a espera de su respuesta. 

Los invitados observaban a la pareja. Él se paró frente a Laura y la tomó de la mano, e hizo que la chica se pusiera de pie, entonces Fernando habló por el micrófono.

—¿Cuál es tu respuesta Laura? —La joven no sabía qué responder—. Que le diga que si ¿verdad? —alentó Fernando al público. 

—Si —gritaron los compañeros de Ignacio, y Laura lo único que hizo fue lanzarse a los brazos de él.

El joven Grimaldi la estrechó, y le acarició el cabello. 

—¿Eso significa que quieres ser mi novia? —preguntó al oído de la chica, ya que ella tenía su rostro escondido en el cuello de él.

—Sí, si deseo serlo —respondió ella, ya no podía seguirse negando a lo que sentía. 

—¡Declaró que si! —exclamó Ignacio. 

Los invitados aplaudieron por la felicidad de la nueva pareja.

—Entonces la siguiente canción es para los novios y así iniciamos el baile —expresó Fernando. «Amo by Axel» se escuchó en la voz del agente García.

Laura temblaba en los brazos de su chico, él la cogió de la cintura, tomó de las manos a la joven e hizo que las colocara alrededor de su cuello, entonces se pusieron a bailar al ritmo de la música, fue de este modo que los amigos del joven Grimaldi empezaron a gritar:

—¡BESO! ¡BESO!

Laurita enrojeció, sin embargo, ese instante lo había esperado por años. 

—Tranquila Laura si no quieres, no pasa nada. —Sonrió él.

—Me da vergüenza que nos vean tus amigos —expresó la jovencita con nerviosismo.

—No tengas miedo Laura —recomendó él, y acarició la mejilla de su novia entonces él acercó sus labios a los de ella. 

La joven percibió su estómago encogerse y sus piernas temblar al momento que Ignacio la besó, ella era torpe en ese sentido, sin embargo, siguió el ritmo de los labios de él, y ambos sintieron como su corazón sonaba tan fuerte que acompañaba a la melodía que Fer cantaba. 

****

En otra parte del salón Johanna bebía una copa de licor y con la mirada aniquilaba a Laura, al contemplar el momento en que Ignacio la besó, la joven resopló molesta.

—¿Qué te pasa Johanna, por qué estas de mal genio? —preguntó Kate a su prima.

—¿En qué planeta vives? —cuestionó resoplando—. Mi Ignacio le acaba de dedicar una canción a esa huérfana inmunda —vociferó la joven molesta.

En ese momento Kate pudo divisar el escenario. Sus labios se abrieron y su mirada se clavó en el vocalista de la banda, quedó impresionada al darse cuenta de que su guardaespaldas cantaba en un grupo musical y lo hacía de manera excepcional. 

Él era una verdadera caja de sorpresas, serio, enigmático, de pocas palabras, a veces era un caballero y en otras un patán, pero desde el día que la ayudó con lo de los golpes, ambos habían cambiado de actitud con el otro. A pesar de que casi no se dirigían la palabra, ya no peleaban como cuando se conocieron.

— ¡Kate! ¿Me escuchas? —Sacudió Johanna a su prima.

—Ese que está cantando es mi guardaespaldas —advirtió Katherine asombrada.

—¿Fernando es tu escolta? —preguntó arqueando una ceja Johanna.

—Sí, lo es —manifestó la otra chica sin dejar de observar al agente García. — ¿Lo conoces? —indagó Katherine. 

—Claro él es amigo de Ignacio, tengo entendido que lo son desde niños, ellos son los vocalistas de la banda. 

Kate se quedó pensativa.

—¿Me escuchas? —indagó Joha. 

—Sí, si te oigo solo que cada día ese guardaespaldas me sorprende— murmuró Kate. — ¡Vamos Johana!

— ¿A dónde?

—A verlos cantar de más cerca, así puedes ver a tu Ignacio — sugirió Katherine claro que su verdadera intención era llamar la atención de Fernando.

— ¿Qué no acabas de contemplar el mensaje pidiéndole a la huérfana esa ser su novia? —indago Johanna llena de celos, mientras Kate no dejaba de admirar a Fernando.

—¡Katherine Blake te gusta tu guardaespaldas! —exclamó la joven rubia llevándose la mano a la boca—. ¡No me lo niegues!

—Estás loca, no tengo malos gustos, estoy buscando a James quedó en venir eso es todo. 

Kate caminaba al escenario y cada vez que se acercaba podía admirar como esa noche su guardaespaldas había abandonado su traje negro y llevaba unos vaqueros azules que le quedaban de maravilla y que hacían juego con su camisa blanca. Suspiró bajito. 

—Pues la verdad yo no lo veo feo, Kate, es muy atractivo, aquí en la universidad muchas suspiran por él, pero no le hace caso a nadie, es muy serio.

— ¿Entonces no tiene novia o es casado? —investigó Kate.

—¡Oh te interesa! ¡Lo sabía! — exclamo Johanna burlándose de su prima. 

—Qué no, solo es curiosidad— afirmó Kate, algo nerviosa. No quería que su prima se diera cuenta de que en realidad sí le interesaba Fernando, él tenía una especie de imán para ella, a pesar de que a veces era muy frío y seco, aquel día que la ayudó y la llevó a curarse de los golpes, hizo que en Kate él despertara sentimientos desconocidos para ella hasta ese entonces.

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