Amor y mafia
Amor y mafia
Por: Brenda Balzac
CAPÍTULO 1 — EL SECUESTRO

"Tentar a lo ilícito es como jugar con el peligro, una vez que entras en su juego, es como un depredador que se esconde para cazarte".

Manhattan-Nueva York, año 2019

SALVATORE

Tengo pensado conducir a casa, pero el timbre de mi teléfono me lleva a estacionarme en una ladera. Se trata de Melanie, mi insoportable y adorada hermanita.

—¿Ocurre algo, brujita? —respondo con un tono juguetón, me encanta hacerla enojar de vez en cuando.

—¡No me gusta que me llames así! En fin… Oye hermanito, ¿no me llevarás al concierto?, mira que lo prometiste. —Su aguda voz se oye fuerte, normalmente habla muy alto.

—Claro que sí, linda, sabes que nunca te he defraudado. Esta noche me verás en casa a las seis en punto, ni más ni menos. Iré a buscar a mi princesita…

Grita molesta.

—¿Sabes cuál es tu problema? —pregunta con enojo.

—No —río ante su tono maternal.

—Qué eres un tonto...

Suspiro antes de dejar el móvil a un lado y retomar el camino a la carretera principal, tiempo más tarde estaciono en el parking de la universidad, recordé que tenía que venir a buscar la certificación de mi doctorado en psicología, ya que cuando debí venir, me encontraba al otro lado del mundo resolviendo unos problemas de la industria de mi padre en Dubai. Mi padre Farah quiere que yo herede todo, pero se va a quedar con las ganas, porque el trabajo que tengo me da más dinero, y mucho más rápido, solo tengo que ser un poco cuidadoso.

Cuando ya tengo todo lo necesario, regreso a mi auto y guardo todo allí. Una llamada de mi socio me anima mucho más, seguro me dará buenas noticias.

—¿Y bien? Dime que aceptó, porque espero que lo haya hecho, le hice una buena oferta —respondo.

Mike chasquea la lengua.

—Claro que sí. ¡Aquí tengo el maletín con un botín de los grandes, amigo! —dice con emoción.

Lanzo un puño al aire, a modo de celebración.

—¿Lo ves? Te dije que la táctica era buena. Más tarde pediré más mercancía, no mucha. Ya sabes que cuando reunamos todo, nos saldremos de toda esa m****a. Nos falta poco —advierto.

—Lo sé jefe, lo sé. —Su tono de voz se vuelve serio.

No me convence que quiera hacerlo, es demasiado ambicioso, mucho más que yo.

—No te escucho muy convencido —suspiro—. Si nos quedamos más tiempo, la policía nos va a atrapar, y no solo la policía, idiota...

Me cansa su forma de ser, es un poco fresco.

—Hubiéramos robado aquel banco en ese entonces, no estaríamos temiendo por tonterías ahora —murmura.

—Ay... ¿Vas a empezar de nuevo con eso?

Enciendo la camioneta.

—Olvídalo amigo… ¿Celebramos con algunas nenas a la noche?

—Sabes que sí, eso no se pregunta.

—Seguro… Nos vemos donde siempre.

—Bien, nos vemos. —Cuelgo.

Desvío mi camino hacia el escondite de Paul, necesito más mercancía y él es quien me surte de ella. Al bajar del auto me pongo los lentes de sol y toco el sucio portón de zinc, con mis cuatro toques característicos. Es un lugar casi abandonado, no viven personas cerca de aquí. La puerta se abre luego de algunos segundos.

—¡Hey! ¿Qué hay de nuevo? Tienes cara de venir por más, ¿eh?

Paul me tiende la mano y yo la estrecho con firmeza.

—Sí, necesito unas tres cajas más por ahora. Surtidas, ya sabes, como me gusta. —Tomo asiento en uno de los viejos divanes.

—Hecho. —El hombre de mediana edad va hacia una habitación que hay al fondo.

Relajo mi espalda y muerdo una de las patas de mis lentes. Minutos después regresa con las cajas y las deja a mi lado.

—Aquí tienes. —Le entrego el dinero y las tomo rápidamente.

—Espero verte por aquí pronto. —Acomoda el habano humeante entre sus labios.

Asiento levemente y sonrío antes de dar la espalda y entrar a la camioneta. Arranco a toda prisa y piso el acelerador con fuerza para salir de allí pronto. Normalmente esto no lo hago yo, sino mis hombres, pero ya que estaba cerca decidí venir por lo que faltaba...

Tarde por la noche, dejo a mi hermana en el concierto y me voy al lugar donde siempre celebro con mi amigo, un pub al norte de Manhattan.

—¿Qué tal el ambiente? —interpelo a Mike por la espalda, tomándolo por sorpresa.

Tomo asiento en un banquillo que hay a su lado.

—Increíble, hermano. —Me saluda con un choque de puños—. ¿Ya viste todas las linduras que hay? Tenemos hasta para escoger… ¡Hey, una cerveza para mi amigo! —llama la atención del barman.

Echo un vistazo al lugar y concuerdo con él.

—Ya lo creo. —Bebo un sorbo de la burbujeante cerveza que han dejado frente a mí.

—¿Bailamos...?

El cálido aliento de una boca acompañada de una voz muy sensual y femenina, me hace sonreír. Se trata de una hermosa pelinegra, sus ojos asiáticos parecen brillar cuando sonrío levemente.

—Encantado, linda. —Tomo un gran sorbo de la bebida y la dejo a un lado—. Mira y aprende… —Le susurro a Mike.

—Eres un perro… —dice él, mostrando una sonrisa pícara.

La chica me toma de la mano y lleva hacia la pista con suavidad, con la característica delicadeza de una mujer que sabe a lo que viene. A veces permito que piensen que pueden llevarme a donde quieran y hacerme lo que deseen, pero después tomo el mando yo. Es como si les quitara su dulce favorito y eso les encanta.

Se escucha a tope una canción bastante movida, de esas tipo mezcla. Entre el bullicio y los cuerpos sudorosos, dos ojos avellana que se clavan en los míos atraen mi total atención, es una diosa de cabello negro y corto, curvas pronunciadas, labios rojos y carnosos. Contonea su cuerpo en medio de la pista, enfundada es un sexy enterizo de cuero, robándose hasta la atención de las mujeres. Pero, de repente desaparece entre la gente, dejándome totalmente contrariado y demasiado interesado en ella.

—Hey... —La pelinegra me roba un beso fugaz y trae a la realidad de nuevo.

SALVATORE

Tomo a la jovencita por la cintura y la atraigo con fuerza hacia mi pecho, ella se mueve al ritmo de la música mientras deja sus manos sobre mis hombros. Observo con mucho interés cómo sus buenas curvan se insinúan ante mí, provocándome, así que la tomo por las caderas y le doy la media vuelta. Respiro sobre su cuello y me muevo a su ritmo acompasado, dejando que con sus glúteos se mueva contra mis pantalones. Es tan sencillo ponerlas asi de calientes, ninguna se niega a mí.

—¿Vamos a un lugar más privado? —Le pregunto minutos después de haber jugado un poco con su lindo trasero.

Ella sonríe, a lo que yo le insisto con una pequeña mordida en el cuello, insinuando ya de por sí las fuertes intenciones que se esconden bajo mi cremallera.

—Está bien. —Se gira hacia mí y muerde su labio inferior.

Ese gesto solo consigue ponerme más duro. Ahora soy yo quien la toma de la mano, pero antes de encaminarme con ella hacia la salida trasera, le doy un vistazo a Mike, quien charla con una mujer y se ríe cuando me ve. Él sabe que mujer que me gusta, termina en mi cama o en algún lugar oscuro jadeando para mí.

Camino entre las personas que bailan siendo iluminadas por las luces de neón, y para mí sorpresa, ubico el sonriente rostro de Melanie. Un hombre más o menos de mi edad besa su cuello y aprieta su pequeña cintura sin un atisbo de vergüenza. Suelto la mano de la mujer, y antes de que mi hermana me note aquí, tomo al tipo por el cuello y lo empujo de cabeza contra el suelo, demostrando todo el enojo que siento ahora.

—¡No la toques! —grito exacerbado, casi al borde de la ira.

—¡Hermano, no! —Me agarra por el brazo, impidiendo que me lance sobre el maldito que la estaba tocando, el cual ahora huye como una rata cobarde.

Ahora me giro hacia ella, furibundo.

—Agradece… que no te doy una bofetada porque jamás sería capaz de golpearte. ¡Pero m*****a sea! ¿Qué haces tú aqui? Eres menor de edad, Melanie, ¿cómo es que puedes hacer todo lo que se te da la gana?

Exhalo profundo. La observo con atención, viendo cómo mantiene la cabeza gacha y solloza a punto de llorar, me acerco a ella para decirle que hablemos, pero me esquiva.

—¡Nadie me entiende, ni tú ni papá! ¡Déjame en paz! —Da la media vuelta y echa a correr junto a sus dos mejores amigas.

De repente se escuchan disparos y en menos de un segundo el lugar se vuelve un caos. Escucho el sonido de las botellas de vidrio quebrarse, la música se detiene y la gente empieza a agolparse en la salida. Busco a Melanie con la mirada por todas partes.

—¡Melanie! —grito a todo pulmón y corro tratando de alcanzarla, pero la gente huye despavorida, empujándose y cayendo al suelo en un intento por salir de aquí.

La pierdo de vista. De nuevo aquellos ensordecedores disparos regresan y me agacho para protegerme de alguna bala perdida, mientras continúo observando a todos aquí siendo baleados por hombres encapuchados, los cuales reparten balas como dulces. Escucho gritos a los lejos, por lo que me oculto tras unas sillas que han quedado arrumadas una sobre la otra. La mujer de ojos avellana y cabello corto aparece en la escena junto con otros hombres y mujeres más, se enfrentan en una lluvia de balas con los encapuchados que llevan entre ellos a dos chicas jóvenes, de las cuales no logro ver sus rostros debido a la oscuridad.

—Oh, vamos... Saben que no les queda mucho tiempo. —La mujer ríe con sorna y apunta con dos revólveres a quienes tiene en frente.

Sí que tiene agallas.

—¿No te cansas de jugar al gato y al ratón, muñeca? —Uno de los hombres se le acerca a paso lento.

Ella espeta con furia:

—Deja a esas chicas y entrégate ahora que tienes oportunidad, quizá así consigues una rebaja de pena, ¿no crees? Aunque una cucaracha como tú se merece morir con un hoyo en la frente, uno muy redondo que haré yo algún día.

​​​​—Cuida tus palabras. —El hombre ríe.

Ahora es cuando me pregunto qué es lo que en realidad ocurre aquí. Es muy confuso. Me pregunto si son mafiosos o narcotraficantes tal vez.

​​​​«¡Salvatore! ¡Hermano ayúdame!», gritos desgarradores de mi hermana hacen eco en el lugar casi vacío. Rápidamente ubico su cuerpo siendo cargado por un corpulento hombre, se la lleva a la fuerza por la puerta trasera, junto a otra chica inconsciente que es arrastrada como un costal. Me levanto con prisa y desenfundo mi pistola, corriendo detrás de los hombres que huyen con ellas y disparo cuantas veces me permite el arma, no me importa que me maten aquí...

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