CAPÍTULO 3

Me suelta y se va rápidamente, dejándome ahora mucho más molesta.

Tiempo después llego a casa, mis amigas ni siquiera han llegado. No me imagino lo que dirán cuando se enteren que ahora soy la nueva asistente de mi ex. 

El pitido del despertador me hace dar un respingo sobre la cama. Lo apago con movimientos casi frenéticos y me acurruco contra las sábanas de nuevo, pero de repente me despierto abruptamente, ya que alguien ha golpeado mis pies.

—Ahí vas de nuevo… —murmura. 

Clarissa ha osado golpearme de nuevo.

—¡Clarissa! —Me quejo.

—Son las siete y media de la mañana, ¿no que habías encontrado un empleo?

Mis ojos terminan de abrirse mucho más y me levanto de golpe, corro hacia el baño a toda prisa. Me desvisto con agilidad y voy bajo el agua helada de la regadera, porque ni siquiera me da tiempo de encender el calentador.

—¿Y en dónde conseguiste el trabajo? Anoche salí muy tarde del restaurante y no pude preguntarte… 

Escucho su voz al otro lado de la puerta.

—¡Derek ahora es mi estúpido jefe! —grito con furia mientras me aplico el jabón.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás loca?! —Su grito chillón me hace reír.

—¡Todo lo hizo adrede! En la noche les contaré todo. Ahora debo salir pitando de aquí, o si no, creo que me despedirá… 

Agarro la bata como puedo y salgo del baño. Mi amiga ya se ha ido, seguro está atónita por lo que acabo de decirle. Me visto rápidamente con una camisa de lino, una falda corta y unos zapatos de tacón un poco altos. No peino mi cabello ni tampoco me maquillo, solo aplico humectante sobre mis labios y me voy corriendo antes de recoger el bolso.

—Buenos días. —El susodicho pasa por mi lado, pero no se detiene.

Si no eran buenos, ahora son peores. 

—Buenos días. —Me detengo a su lado y ambos caminamos hacia el pasillo que lleva a la oficina.

Cuando hemos entrado, él se sienta en su mullida silla y yo en la mia, dentro de mi cubículo rebosante de paz infinita, la cual en estos momentos ha sido opacada por su  voz varonil.

—La agenda de hoy, por favor… —carraspea.

Miro dudosa hacia ambos lados, no entiendo a qué se refiere.

—Em… —Me rasco la cabeza.

—En el correo que creé para ti ayer están reunidas todas mis obligaciones. Creí que lo habías organizado, porque necesito tener un orden diario. Si no lo hiciste, te doy cinco minutos para que lo hagas. —Regresa a su sitio.

Abro el correo y efectivamente, allí hay un documento de texto bastante extenso, lo descargo y comienzo a repartir el montón de tareas que hay. Apenas me doy cuenta de lo ocupado que es Derek, me pregunto cómo es capaz de apartar tanto tiempo para tantos compromisos. Es casi insufrible su trabajo. 

Al finalizar, le envío solamente lo que organicé para hoy. No recibo una respuesta ni tampoco lo veo reprochando frente a mí, así que pienso que está bien lo que hice.

El estómago ha comenzado a gruñirme terriblemente y creo que se ha escuchado en toda la oficina. Me encojo sobre el asiento, debido al dolor de estómago que ahora me hace querer correr hacia alguna cafetería y desayunar algo.

—¿Sigues con la mala costumbre de no desayunar? Ve y come algo, vuelve después. —Escucho su profunda voz.

Pongo los ojos en blanco. Es muy mandón, pero a veces amable.

—Gracias… —canturreo antes de salir de la oficina.

Caminando por el pasillo me he enterado que hay una cafetería aquí mismo, así que voy hacia allá. Me encuentro con un lugar bastante básico, todavía se nota que no han acabado de hacer las decoraciones. Un grupo de hombres con uniformes de obrero van de un lado a otro, al igual que los que llevan uniforme ejecutivo.

Miro algunos bollos, pero prefiero tomar un café con uno de esos croissants que se ven deliciosos. Mi estómago ruge fuerte de nuevo, eso me hace avergonzar.

—Buen apetito. 

Una profunda voz me hace dar la media vuelta. Y ahí está Derek, atrapando mi mirada en la suya como siempre. 

Bebo un gran sorbo de mi café bajo su atenta mirada.

—Ya voy a terminar, en un momento regreso… —Mastico algo rápido, por lo que me lleno de migajas.

Levanta su brazo y las remueve con su mano alrededor de mis labios y barbilla. De nuevo me encuentro pestañeando sin parar, muy perturbada por su gesto y toque. Desvío la mirada, notando cómo los demás empleados nos observan con atención. Rápidamente desecho el vaso y la servilleta, para después sonreír levemente a Derek, quien continúa viéndome de manera insistente. Se me eriza la piel, esto es extraño. 

Suspiro y retomo mi camino hacia la oficina, escuchando detrás de mí sus firmes pasos.

—¿Ahora eres mi niñera? —Hago aquel chiste riendo—. No, en serio, ¿por qué fuiste allá?

Me giro hacia él, pero me llevo la sorpresa de sentir sus tibias manos acunar mis mejillas y acercar mi rostro al suyo. Trato de alejarme, sin embargo, me aprieta con más fuerza. Comienzo a hiperventilar y abro los ojos buscando su mirada que ahora parece encendida en llamas. Me quejo y le susurro que me deje en paz. Intento soltarme de su agarre y alejarme de nuevo, pero no me lo permite. 

—Cállate… —demanda y presiona con fuerza mi cabello.

Me empuja sobre el escritorio y no opongo resistencia al hecho, puesto que me encuentro tan conmocionada como excitada a estas alturas. Derek me besa en los labios como si yo fuera su adicción, y es que en realidad él es mi adicción, pero eso jamás se lo diré. Deslizo mis manos sobre su ancha espalda y cuando llego a su cabello, tiro de el con fuerza, arrancándole un sonoro quejido. Segundos después lo encuentro acariciando mis piernas y caderas. Sube a mis senos, los cuales claman por su toque y los besa con sus tibios labios. Me desviste con parsimonia mientras huele mi piel, volviéndome casi jadeante. Las yemas de sus dedos son como filosas agujas ardientes creadas para torturarme y volverme una desquiciada. La ropa de ambos desaparece por completo y acariciamos nuestros cuerpos en silencio, admirándonos como si fuera la primera vez; y en verdad se siente así, porque creo que jamás nos habíamos detenido para hacer esto. Jamás hemos hecho el amor. 

Ahora soy yo quien me acerco a su boca y beso sus labios con delicadeza. De repente la fiereza de tener intimidad ha desaparecido y es reemplazada por un cúmulo de sentimientos confusos y abrumadores. Porque solo quiero sentir que me quiere, que me demuestre lo que siente al igual que empiezo a hacerlo yo. 

Su cálido aliento me acaricia la piel, sus ojos recorren cada rincón de mí como lo haría alguien a quien le han dicho que jamás volvería a ver, como tratando de memorizar todo mi cuerpo. Me levanta y se apodera de mis labios, en un beso tan apasionado que siento mariposas en el estómago como nunca antes. Me lleva la espalda contra la pared y desliza su boca sobre mi piel hasta llegar a mi entrada totalmente húmeda, abre mis piernas y desliza su lengua sobre mí, saboreándome. Araño su espalda con fuerza y me prendo de su cabello, disfrutando de aquella rica calidez. Regresa a mi boca y ahora son sus dedos los que juegan conmigo. 

—Derek… —susurro contra sus labios.

—¿Hmm? —gruñe introduciendo una vez más su lengua en mi boca.

—¿Me amas? —pregunto, con un poco de dificultad. 

Lo veo sonreír levemente.

—Como un loco…

Se agacha un poco y acaricia mis piernas con dulces besos cargados de amor, luego me sujeta de ambas y entra en mí con delicadeza, moviéndose lento y profundo. Entrelazamos nuestras manos mientras hacemos el amor con frenesí y éxtasis, tanto como para olvidar que nos encontramos en su oficina y que ahora alguien llama a la puerta. Quien ha dejado de tocar, debe haberse devuelto un poco traumatizado por el pasillo. Aquello parece hacerme regresar a la realidad, por lo que me aparto lentamente de su cuerpo. 

Ambos nos recostamos en el suelo, mirando hacia el pulido techo y respirando con dificultad. 

Esto no debió pasar. ¿Qué es lo que tengo en la cabeza? ¡Por Dios! 

Volteo a ver a Derek, quien me mira con una expresión extraña. Lo observo de pies a cabeza, no dejo de pensar en lo hermoso que es. 

—¿Ocurre algo? —pregunto. 

Extiendo la mano para tocar su hombro, pero se aleja. Arrugo el entrecejo.

—No. Anda, hay que vestirnos… —Se levanta de inmediato y comienza a buscar sus prendas, con una expresión fría en el rostro.

Sin poder evitarlo me siento fatal y como una completa tonta. Mis ojos se humedecen, pero me levanto y también comienzo a vestirme, sintiendo un horrible nudo en la garganta. ¿Cómo pude ser tan tonta? Ahora él se ha burlado de mí... 

No debí caer tan fácil. En todo este tórrido momento se me olvidó por completo que él es mi ex, que estoy obligada a ser su asistente y que tenemos a nuestra hija en el medio, a la cual queremos proteger de nuestra mala relación.

De repente, el recuerdo del día que me marché de la mansión viene a mi mente. Corroboro que Derek es un completo rencoroso.

—Lo del engaño en el contrato y lo que acaba de suceder…, ¿se debe a que te estás vengando?, porque si es así… —susurro muy bajito. 

Mueve la mano en señal para que me calle y no me permite seguir hablando.

—Puedes pensar lo que mejor te parezca. ¿Contenta con la respuesta? —Desvía la mirada.

Se me encoge el corazón, siento que se me parte en dos. De verdad me abrí a él, aún con toda la frialdad y falta de afecto que siempre ha demostrado. 

—Pensé que lo que acaba de pasar iba a significar para ti lo mismo que significó para mí, porque fue diferente esta vez… Tú no eras vengativo, hemos sido un desastre pero jamás vengativos. —Niego con la cabeza. Una lágrima se me escapa. —Entonces, ¿por qué me dijiste que me amabas hace un momento? ¿Todo fue mentira? 

Ríe con amargura y empuña las manos.

—Ahora sientes lo mismo que yo sentí cuando me dejaste, ¿lo sientes, Ava?

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