Tras la mañana siguiente mis ánimos no tenían comparación, mientras esas nubes grisáceas adornaban los cielos mi triste corazón se derrumbaba. Ahora no podía dejar de ver el paisaje exterior tan cohibida de lo sucedido ayer cuando esa mujer de cabellos dorados había esperado el silencio de mis labios mas obtuvo el reclamo del dolor.
Camine tras la charla hacia el bosque encontrándome con la misma derrumbada escena, Naidaly seguía recostada en el pasto acariciando el cuerpo sombrío de la bella ave. Sonreía entre lágrimas sin poder frenarlas, sus ojos vagaron hacia los míos murmurando entristecida su dolor.
Sonreí sin mostrarme tan derrumbada.
Esa tarde acaricie el rostro pálido del fauno, sus ojos dejaban de brillar y se apagaban entre los largos minutos. Él sonreía débilmente pronunciando mi nombre, mis dedos mostraban consuelo rec
Narrado en tercera personaElla lloro en silencio mirando esa desgarradora escena.Sus ojos miraron ese frio cuerpo y en su mente el recuerdo más triste llego, vio a su amado entre los suelos mojados con los ojos apagados, el alma vagando entre las nubes y su voz siendo solo inaudible. Ella elevo su mano hacia su corazón, ahí donde retumbaba su desconsolada alma rogando al dolor.Vete, —ella había murmurado una noche cuando desconsolada miraba a esos seres reír, inocentes y alejados de todo el mundo que los rodeaba. Ese mundo que alguna vez perteneció a sus recuerdos— por favor dolor vete La muchacha reprimió los sollozos, esos que no serían escuchados porque solo eran un alma vagando entre dolor.Camino entre esa sombría habitación, un corazón había dejado de latir dentro del lugar y ahora l
Narrado en tercera personaVolvió a la vida esa mañana sombría donde los cielos lentamente dejaban de llorar.Sus ojos se abrieron con rapidez, un débil pitido envolvió sus oídos y luego ante esa luz tenue, pero cegadora escucho aquellos lamentos.Esa dulce voz que alguna vez había dicho su nombre entre besos apasionados y delicados, parpadeó creyendo que tal vez soñaba, sin embargo, una voz surgió en su mente mientras seguía tan quieto sobre aquellas mantas.Una voz murmuro su nombre en su mente y Caleb supo quién era aquel ser.—Caleb—¿Fauno? —escucho una débil risa, tan pulcra y jovial siendo solo un susurro fugaz en sus oídos—Somos uno —dijo el susodicho afirmando lo sentido y Caleb sonrió sintiendo sus ojos cristalizarse—Somos uno &mdash
Mire el exterior, esas flores volvían a nacer brillando bajo los mansos cielos que hoy lucían alegres.Sonreí sintiendo mis mejillas llenarse de gruesas lágrimas, esas que alguna vez lloraron las desdichas y hoy se teñían de felicidad. Mis ojos vagaron brevemente en los claros cielos, algunas aves revoloteaban tan alegres y el bullicio volvía a ser escuchado.Un bullicio calmado y bello.Entonces mis manos fueron guiados hacia mi abultado vientre, los días corrieron tornándose largos meses, meses en los cuales la calma retomo su camino, aunque supiéramos que alguna vez algo ocurriría nuevamente alertándonos, pero podíamos suspirar.Suspirar sabiendo que aquel ser formándose en mi vientre sonreiría viendo los bellos ojos de su padre.—Princesa Sol —dijo una voz tan dulce y nerviosa de la bella mañana. Gire sobre mis talones dej
Largos años y mire cómodamente ese bello paisaje antes de suspirar.La melancolía me invadió mientras volvía a sentir mi corazón palpitar desenfrenado resonando bajo mi ser, en mis labios una sonrisa se plasmó y nuevamente quede en el silencio escuchando a las aves cantar tan lejanas a mí.Sin embargo, fue difícil evitar sentir como una lágrima surcaba mi mejilla sonrojada y otras se perdían acariciando mi cicatriz que durante estos 7 años fue dejando de ser tan visible sobre mi piel para lentamente desaparecer. Seguía ahí, tan vivaz y marcada, pero podía sentir al temor alejado de mi corazón.Ya no temía a los murmullos ni frías miradas que descontrolarían mi ser.Estaba en paz, aunque parte de mi corazón estuviera vagando entre esos cielos mansos.Fue hace un año que Caleb soltó su último
El nacimiento de Photine:Despertó con un dolor recorriendo su cuerpo, Sol tomo asiento entre las colchas claras murmurando con premura el nombre de su amado, ese pequeño ser resguardo en su vientre golpeteaba ansioso de salir, de ver a su madre y buscar su consuelo.Sol grito con temor mientras el castillo se removía.Gente apresurada gritaba, Fermio miraba todo con atención alejado de su propio hijo y avergonzado todavía de las miradas. Suspiro alejándose.La mujer grito con los ojos cristalizados y el sudor corriendo por su piel. Sus manos apretaban las blanquecinas sábanas, su cuerpo entero temblaba mientras los murmullos seguían a su alrededor.Era una fresca mañana donde los cielos mansos lucían despejados, el sol tan brillante observaba a los curiosos seres, algunos alegres, otros perdidos en sus propios caminos y el resto corriendo al
La noche bajo nuestro propio cielo:Ella sentía temor mirando la oscuridad que alumbraba los cielos, Gustavo sonrió mirándola con atención antes de suspirar y ser ese llamado de atención.—¿Qué pasa? —pregunto la mujer de cabellos dorados—Te encuentras asustada y preocupada. ¿Verdad? —ella asintió con timidez—Es la primera vez que dormiré lejos del castillo y sin escuchar la voz de mi doncella —con pena confeso agachando su cabeza para perderse en su regazo. Sus dorados cabellos cayeron como cascadas que lentamente se movían por el viento silenciosoGustavo se colocó de cuclillas a un lado de su amada, sostuvo esas manos temblorosas dejando entre los nudillos fugaces besos. Ella preocupada posó sus ojos en los suyos quedándose en silencio cuando la voz de su amado volvió
Deseaba la libertad y muchas veces me cuestionaba: ¿Qué era ser libre? Las mañanas eran tristezas, las tardes deprimentes y las noches tormentosas. Quería refugiarme en algunos cálidos brazos y llorar en silencio, tal vez escuchar una voz pidiendo calma, unas manos acariciando mis enmarañados cabellos y sentir un delicado beso ser depositado en mi frente. Pero debía borrar aquellos anhelos porque yo seguía soñando. Era una tarde fresca, el sol se posaba en lo más de los cielos, podía escuchar el cántico de las aves mientras mi padre me observaba con ternura, sus labios pronunciarían mi nombre sin odio y podía recorrer los pasillos de mi hogar sin miedo, pero todo era solo un sueño. Porque cada vez que mi rostro era visto por mi padre el repudio se impregnaba en su mirada, prefería ocultarme en la oscuridad y llorar en silencio. Nunca supe el motivo de aquella cicatriz que se marcaba en la parte derecha de mi rostro, pero el silencio de mi padre provocaba que aquella pregunta nunca
Y nuevamente como cada tarde me perdí en mis sueños. Imposibles y lejanos. Esta vez corría por los jardines mientras mis cabellos se movían al compás de mis movimientos, sonreía y el aire fresco rozaba mi piel. Por un momento mis labios formaron una sonrisa hasta que al abrir mis ojos caí en la realidad amarga de mi vida. Solo estaba soñando. —Sol —la suave voz de mi nana resonó en mi alcoba, gire mi rostro para observarla. Ella yacía frente a mí de pie y con una sonrisa en sus labios— ¿cómo amaneciste hoy? —Bien, —ella asintió, mi doncella ingreso al lugar sosteniendo entre sus manos una bandeja plateada. Reverencio con una dulce sonrisa— ¿cómo están las cosas? Mi nana soltó un suspiro y sabía que pronto recriminaría a mi padre. —Todo bien, doncellas decorando y limpiando cada centímetro de este palacio. Y ya sabes tu padre esta emocionado con todo esto… —bruscamente freno sus palabras arrepentida Asentí en silencio, dejé de observarla para captar las cortinas blancas. No se