Capítulo 6 – Un perdón silencioso

Mis labios temblaron y él seguía esperando alguna respuesta.

—No —respondí, sus dedos se alejaron de mi mejilla y con los labios entreabiertos me observo—. Lo lamento —susurre atemorizada, segundos después agache la cabeza

Esperaba un grito feroz de su parte, un insulto, algún golpe o simplemente el silencio, pero no podía mentir ante aquello. No quería un matrimonio como agradecimiento, yo quería amar y conocer que era el amor.

Aunque nunca me cuestione sobre aquello ni lo soñé, ahora que podía sentir la brisa acariciar mi piel y sentirme cerca de la libertad quería conocer el amor.

Sentirlo.

Vivirlo.

—¿Por qué? —cuestiono serenamente

—Porque deseo conocer el amor —una lágrima surco mi mejilla y mi corazón fue atormentado por adoloridas palpitaciones—. ¿Acaso usted no desea amar?

—Yo siento ahora el amor, —lentamente respondió— aquella mujer apareció en mis sueños y se apodero de mi frío corazón. Esa mujer es tan bella ante mis ojos que me odio por no haberla protegido antes del mismo infierno

Sus palabras eran tristes y culposas. Su voz cada vez más salía con melancolía.

—Sol —pronuncio mi nombre— ¿podrías amarme algún día? —sorprendida lentamente alce mi rostro y nuestras miradas se sostuvieron

¿Amarlo?

—Yo… —titubee— Majestad, yo… ¿Usted me ama?

Caleb asintió con lentitud, sus manos tomaron mi rostro acunándola y seguimos observándonos fijamente.

—Con toda mi alma, tu dolor ahora es mi dolor, tu tristeza ahora es la mía y mi deber es hacerte feliz. Yo solo quiero demostrarte que puedo curar tu entristecido corazón, por eso cuestiono ¿podrías amarme algún día?

—No sé lo que es amar —respondí sin miedo

—Déjame enseñarte el amor

Anhele sentir sus labios rozar los míos nuevamente y que aquella desconocida sensación invada mi corazón, pero Caleb solo me observo fugazmente. Acerco sus labios hasta mi frente y deposito un cálido beso. Su aroma se mezcló en mis fosas nasales, cerré mis ojos y luego sentí el vacío.

Caleb había alejado su presencia de la mía, su calma abandono mi alcoba y la culpa me invadió.

¿Por qué guarde silencio?

¿Por qué temía?

Abrí lentamente mis ojos aún confundida y atemorizada.

No sé cuánto permanecí ahí en silencio, pero solo la voz cantarina de Macarena logro sacarme de mis culpables preguntas.

—Alteza —una sonrisa yacía plasmada en sus labios, lágrimas surcaban sus mejillas y nuevamente pronuncio— me alegra saber que se encuentra bien, es una calma en mi alma

—Gracias —respondí

Ella negó rápidamente, se acercó y tomo delicadamente mis manos. Seguía sollozando, sus achocolatados ojos brillaban ante las lágrimas y sus mejillas lucían enrojecidas. Abrace delicadamente su cuerpo y ella correspondió el abrazo, sollozo en mi hombro murmurando repetidas veces cuanto lamentaba lo ocurrido.

Pero mi mente se perdió en los anhelantes ojos de Caleb mientras la voz de Macarena desaparecía y solo escuchaba el palpitar de mi corazón.

Caleb reflejo el anhelo en sus ojos como si deseara desde hace mucho probar mis labios y sentirme cerca, pero de pronto el silencio que provoco fue tormentoso. Ya no eran mis sueños, era su silencio.

Caleb.

Mi mente pronuncio su nombre esperando la llegada de su presencia, pero solo estábamos Macarena y yo, en un abrazo confortante y los sollozos de mi doncella mientras iba murmurando un perdón.

Ella se alejó lentamente rompiendo el abrazo, eleve mis manos y con suavidad limpie sus mejillas.

—Gracias por preocuparte —ella absorbió su nariz y negó lentamente

—No agradezca alteza, es mi deber —sus labios formaban una sonrisa, sostuvo mis manos y hablo—. La princesa Jazmín partirá hoy a su nuevo hogar —fruncí el ceño ante su confesión

—¿Jazmín se irá? —ella asintió

—¿Desea despedirse de la princesa? —agache la cabeza entristecida, mi hermana partiría hoy a su nuevo hogar para convertirse en la esposa del general Alec y tal vez esta sea la última vez que vea su rostro, pero cuando las intenciones de abrazarla crecían en mí de pronto el rostro de mi padre apareció

Negué lentamente sin observar a mi doncella.

—No puedo Macarena, temo ver a mi padre —un nudo fue formándose en mi garganta

—Alteza, su padre no volverá a molestarla. El príncipe Caleb ordeno que no se acerque a usted o será destituido como rey —alce mi rostro sorprendida

¿Caleb hizo aquello?

—Tiene mucha suerte alteza, aquel príncipe realmente la quiere. Cuando usted se desmayó rápidamente la trajo hasta el palacio y se culpaba en cada momento al verla así —mi corazón palpito con fuerza atenta a cada palabra

—¿Él hizo aquello?

—El príncipe la salvo

Entonces me sentí culpable, sus sentimientos eran bellos y verdaderos. Sus palabras no eran prácticas ni escrituras habituales, él dijo la verdad. Caleb dijo que me amaba.

Pero ¿qué debía hacer?

Aquel sentimiento es desconocido para mí y solo he interactuado con él una vez. ¿Cómo podría amarme si tan solo me vio dos veces?

Quería cuestionarle aquello, saber su respuesta y su motivo para decirme aquello.

—Alteza —gire sobre mis talones y observe a Macarena quien yacía en el ventanal con una sonrisa en sus labios– venga

Me acerque lentamente ante su llamado, mis cabellos negros revolotearon ante la brisa y un relinchido capto mi atención.

Un carruaje dorado se preparaba para partir, el general Alec deslumbraba entre algunos hombres. Su armadura plateada brillaba, sus cabellos negros caían hasta sus hombros y su porte firme era admirable.

De pronto observe a Jazmín caminar hacia él con lentitud, un vestido verde ahora decoraba su cuerpo, sobre sus cabellos se posaba una corona dorada y mantenía sus manos entrelazadas. Una doncella ayudaba a que sus pasos fueran firmes y delicados, evitando que tropezara con pliegues de aquel elegante vestido.

Jazmín reverencio, el general Alec extendió su mano con caballerosidad. Sus miradas se cruzaron fugazmente para luego ver como ella sostenía su mano con nerviosismo. Los labios del general se movieron pronunciando algunas palabras indescriptibles para mí, Jazmín asintió con lentitud y luego su mirada se posó en mi presencia.

Ella observaba mi ventana con un brillo en sus ojos, curvo sus labios en una sonrisa para luego y alzo su mano agitándola en el aire.

—Lo lamento —me disculpe en voz baja sabiendo que mis palabras no serían escuchadas por Jazmín y que tal vez el viento podría llevar aquellas palabras para luego susurrarlas en los oídos de ella

Agache la cabeza incapaz de seguir observándola, lágrimas surcaban mis mejillas apresuradamente, apreté mis labios sintiendo una reconfortante caricia dejada en mi brazo por mi doncella y luego escuche el sonido de las ruedas.

Fue ahí que con temor observe el carruaje dorado alejarse lentamente, algunos guardias montados en caballo iban delante y otros atrás resguardando la seguridad de Jazmín. 

Las puertas del palacio yacían abiertas, pero pronto envueltos en un sonido agudo fueron cerrados nuevamente y así Jazmín partía a su nuevo hogar, con un corazón esperanzado, melancolía en sus ojos y un perdón silencioso que se plasmó en sus labios.

—Ella estará bien —pronuncio mi doncella como si supiera lo que Jazmín viviría en el reino felino. Asentí en silencio y seguí observando aquella puerta esperanzada por verla abrirse hasta que la figura de mi hermana se formara en el silencio. Así podría correr a sus brazos y pedirle perdón por ser cobarde, por permanecer lejos en su último día en este palacio

Cuando la noche cayo con lentitud las palabras de Caleb seguían retumbando mi mente, aunque la noche estuviera plagada del cantar de aquellos misteriosos grillos y las aves que se refugiaban en las copas de los árboles.

Caleb.

Quería pronunciar su nombre en mis labios cada segundo que sus ojos provocaban un palpitar en mi corazón.

Esta noche había cenado en compañía mientras Guadalupe me contaba lo educado que era su prometido y mi nana acariciaba mis manos con alegría. Me sentí a salvo al verlas sonreír, me sentí en paz, pero con un pequeño temor al no saber si mi padre me odiaba más de lo habitual.

Observe con atención el techo para luego cerrar mis ojos dispuesta a dejar que los sueños nuevamente me embargaran.

Fue cuando sentí aquella caricia rozar mi piel con delicadeza, pronunciaba algo desconocido para mí y luego solo sentí el abandono de aquella caricia.

Me sentí vacía y temerosa en medio de la noche.

Nuevamente antes de abrir mis ojos cuando la mañana se posaba con una brisa suave y delicada escuche aquel cántico, pero al final la desconocida voz pronuncio: Sigue la voz, ellos esperan por ti.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo