Capítulo 37

Intenté volver a mi rutina, pero recordar la habitación vacía del hospital era un dolor muy fuerte. Jamás me imaginé que todo terminara así, y que se fuera de nuevo a Viena sin decir adiós. Pero no podía evitar sentir que mi corazón le pertenecía y no perdía las esperanzas de volver a verlo.

Andrea me visitaba con frecuencia a mi nueva casa, había estado conmigo en todos los altos y bajos que, era normal invitarla a cenar de vez en cuando, incluyendo a su futuro esposo, Jorge. Sin embargo, ese día ella estaba un poco extraña.

Mi mamá estaba sonriente, alegre, y siempre cocinaba algo especial para ella, la consideraba una hija más.

Cenamos todos juntos y mis padres se retiraron a la cocina.

―Estás muy sonriente… ―Le dije a Andrea y me observó sin decir una palabra; mientras aún estábamos sentadas en la mesa del

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