Conocer a Rachel había marcado un antes y un después en mi vida tan drástico que, no me imaginaba cómo seguir sin ella. Quería saber qué estaba haciendo, si estaba bien, si me necesitaba, pero a pesar del dolor tan fuerte que sentía debía avanzar sin ella. Además, no quería mi ayuda.
―¿Podemos hablar? ―dijo Miguel tras tocar la puerta de la oficina en Viena a las pocas horas de mi regreso.
―Adelante―dije algo serio y confundido con su visita.
―¿Cómo estás?
―Bien―respondí sin ningún ánimo―. ¿Qué haces aquí?
―Es muy evidente que no quieres verme y te entiendo, no quiero que nuestra amistad se arruine… pero me enamoré de Alicia.
―Ese no es mi problema.
―Lo sé… pero ¿tampoco quieres saber de ella?
―En realidad, no.
―Es tu hermana… Ella te ex
Robert: Al día siguiente me encontré con Miguel en la oficina de la agencia de viajes. Me sentía muy ansioso por ayudar a Rachel. Era lo mejor que podía hacer por ella.En la reunión, pensamos en varias sugerencias, pero la más rápida y acertada era ofrecerle dinero a Connor, no podía esperar soluciones legales o correctas. Al final, nada me importaba más que Rachel estuviera bien. No quería esperar un segundo más y viajé a argentina con Miguel, para ver a Connor lo más rápido posible.Miguel lo citó con la excusa de solucionar un problema con el terreno del centro comercial.Llegamos al lugar del encuentro y me sentía muy nervioso. A los pocos minutos vi a Connor llegar y fue inevitable sentir rencor y mucha rabia por él. Miguel estaba a mi lado y golpeó sutilmente mi pierna al ver que mi semblante
Rachel: Todo estaba empezando a salir bien a pesar de todo, pero recibí una llamada que cambió mi vida. Una llamada que desearía borrar de mis recuerdos y de mi corazón para siempre.―¿Rachel?―Sí, soy yo…―Soy alicia… Robert tuvo un grave accidente. ―Mi corazón latió como loco sin parar.―¿Cómo? ―grité y me senté muy rápido.―Está vivo, pero fue muy grave.―¡No puede ser! ¿Dónde está?―En el Hospital Privado, acá en Argentina.―¿Aquí? ―susurré…Tomé rápidamente mi cartera y llamé a un taxi. No creía lo que estaba pasando, era una pesadilla. Mientras iba camino al hospital, llamé a Andrea:―Rachel ¿Estás bien? ¿Qué sucede? ―dijo Andrea desesperada escuchand
―Ra…Chel —dijo con un poco de esfuerzo. Aún no podía moverse, pero escucharlo decir mi nombre fue una gran alegría—. Estás… aquí…―Claro que estoy aquí…—Lloré, tomé su mano con fuerza, acaricié su cabello y besé su frente.―Te … amo —susurró.―Yo también te amo… ¡Vas a estar bien!Aunque los días pasaban como años sentía en mi corazón que volveríamos a ser tan, o más felices que antes, solo debíamos esperar y tener paciencia. No era nada fácil, pero no había retroceso en su salud y eso era lo más importante. Quería que despertara completamente, decirle que no quería estar sin él y escuchar lo mismo de sus labios.Por otro lado, su abogado y mejor amigo, Miguel, estaba haciendo las averiguaciones para saber
RachelLlegué al hospital con mucho miedo, pero no podía seguir más así, debía ver a Robert; por lo menos de lejos. No sabía si sería capaz de acercarme y hablarle, pero dos días era mucho tiempo sin verlo, pero quizás era el tiempo que él necesitada para recapacitar. No quería alejarme de él por nada del mundo.Llegando a la habitación, escuché unas voces y decidí esperar un poco afuera. Intenté tomar fuerzas para entrar, pero mientras aún esperaba, llegó Alicia, su hermana.―¿Qué hacera aquí afuera? ―preguntó extrañada.―No me atrevo a entrar. Al parecer tiene visita…―No pasa nada, tranquila ―Me abrazó―… ¡Vamos! ―dijo tomando mi mano.―No quiero su desprecio –Solté su mano mientras me ponía de pie lista para ir
Intenté volver a mi rutina, pero recordar la habitación vacía del hospital era un dolor muy fuerte. Jamás me imaginé que todo terminara así, y que se fuera de nuevo a Viena sin decir adiós. Pero no podía evitar sentir que mi corazón le pertenecía y no perdía las esperanzas de volver a verlo.Andrea me visitaba con frecuencia a mi nueva casa, había estado conmigo en todos los altos y bajos que, era normal invitarla a cenar de vez en cuando, incluyendo a su futuro esposo, Jorge. Sin embargo, ese día ella estaba un poco extraña.Mi mamá estaba sonriente, alegre, y siempre cocinaba algo especial para ella, la consideraba una hija más.Cenamos todos juntos y mis padres se retiraron a la cocina.―Estás muy sonriente… ―Le dije a Andrea y me observó sin decir una palabra; mientras aún estábamos sentadas en la mesa del
Se acercaba el gran día de la boda y debía ir a comprar mi vestido. Junto con Andrea y mi mamé observé algunas ideas en algunas revistas y fuimos a una de las tiendas más emblemáticas de Viena, para encontrar el vestido ideal.Caminé sola en medio de cientos de vestidos y no sabía cuál elegir, quería ver el vestido y enamorarme de el a primera vista; solo así sabría que era el vestido que usaría para ser la esposa del amor de mi vida. Caminé un poco más y un vestido en especial llamó mi atención.La encargada de la tienda me acompañó a medírmelo y cuando me vi con el vestido frente al gran espejo, sentí un tierno cosquilleo en mi estómago y en mi corazón. Había encontrado el vestido.Llegó el día de la boda y por supuesto elegimos Viena para sellar nuestro gran amor, el lugar donde t
Rachel Trells:Llegué al último piso para ir a mi despacho en la constructora, y estaba mi mejor amiga y asistente, Andrea, sentada en su escritorio. Pasé a su lado, la saludé con un gran abrazo, tomé el café de su mesa que siempre preparaba para mí, algunos papeles; y entramos juntas a la oficina.―¿Alguna llamada importante? ―dije con miedo de escuchar su respuesta y me senté detrás el escritorio, mientras ella se sentaba al frente. ―Ninguna ―Acompañó su respuesta con leves movimientos de su cabeza de un lado a otro―. ¡Estás muy nerviosa! ―añadió, ante mi evidente preocupación.―¡Como nunca! ¡Necesitamos la llamada del Sr. Dugés! ―Suspiré y bebí un poco de mi café.―Tranquila, ya llamará ―respondió para intenta
Robert White:Pasaban las dos de la mañana y me levanté de la cama para despejar la mente e intentar dormir, no lograba conciliar el sueño. Estaba preocupado por mi papá.Volví a la cama, conseguí dormir; y al despertar, sentí que había cerrado los ojos por cinco segundos. Me esperaba un día difícil.Viena era una ciudad tranquila, pero encontrar las calles despejadas era parte de mi rutina diaria y por eso siempre salía temprano de casa. Al llegar a mi despacho en la Agencia de Viajes que fundó mi padre, me preparé la primera taza de café del día. Tenía una reunión importante en la mañana con gran parte del personal.—¿Se puede? —Interrumpió mi mejor amigo y compañero de trabajo, Miguel, tras darme los buenos días. Él es el abogado de la agencia.—Claro,