Observé a Connor a mi lado y ante sus palabras me puse de pie enojada y le pedí que se alejara. Él no podía sentir nada por mí.
―Yo no siento lo mismo por ti…
―Podrías sentirlo, solo dame la oportunidad.
―Creo que es momento de trabajar―. Me acerqué al escritorio a buscar unos papeles.
―¿Podemos hablar de trabajo? ―Sonrió y se alejó levantando las manos en son de paz.
―De trabajo, sí…
―Quiero que vayas a Milán, tengo dos casas y un terreno que quiero comprar. Las casas necesitan una remodelación, y el otro terreno necesita tu aprobación y una casa. ¿Puedes ir? Sé que la constructora está enfocada en centros comerciales, pero estoy seguro de que lograrás unas casas únicas.
―¿Tú vas?
―No… pero yo me encargaría de todos tus gastos, hospedaje y de todo lo que
Tomé una ducha para relajarme y me sentía más tranquila. Caminé a la sala buscando a mi madre, y me recibió con una enorme y hermosa sonrisa que había olvidado que tenía.―¿Mamá? ―dije colocándome frente a ella.―Anoche no cenaste, hija ―Mi pecho saltó de alegría al escucharla hablarme de nuevo.―No te preocupes ―Acaricié su rostro tibio y la besé en la frente mientras mis ojos de nuevo estaban repletos de gotas saladas.―Tu padre ―Señaló al sofá grande donde él estaba sentado.―Sí, ahí está… ―dije sosteniendo su mano y él se puso de pie cerca de ella.―Acá estoy, Leticia…Tenía años que no escuchaba que mi padre pronunciara su hermoso nombre. Se acercó y tomó la otra mano de mi madre y la besó sin quitar la mirada de sus
―No cuelgues, por favor—dijo, Robert y Mantuve el teléfono en mi oreja algunos segundos mientras sentía como las gotas de mis ojos caían en la orilla de la pantalla del móvil—. Quiero verte…—¿Para …qué?—Te fallé y necesito verte. No he estado para ti como te lo prometí… traes mi mundo de cabeza.—¿Cómo puede esto funcionar? ¡Estamos a kilómetros de distancia!—Es cierto, pero siento cada segundo que te pierdo y no puedo soportarlo… dime algo, por favor.—¿Qué quieres que diga? Pensé que todo había quedado claro con la última conversación.—No he podido estar tranquilo. El viaje a Argentina sigue en pie. Solo dime de frente que no sientes nada por mí, que todo lo que vivimos fue una ilusión; y juro que desapareceré de tu v
―Lamento mi actitud―dije dentro del auto para romper el hielo.―¿De qué hablas? ―respondió serio.―Sabes a qué me refiero.―Es que no quiero que salgas corriendo tan rápido ―Y me sonrió con dulzura.―No voy a huir. No todavía ―Su sonrisa desapareció.Estacionó el auto y llegamos a una pequeña plaza rodeada de tiendas y restaurantes.―Aún no puedo creer que estés aquí ―dijo sorprendido― El Sr. Trid nos contactó para plantear la construcción del centro comercial en Viena; y hace algunos días llamaron a mi abogado, a Miguel, para preguntar por la compra de otro terreno. Tenemos varios en diferentes países.—Una gran casualidad…―No hablemos de trabajo… ¿Cómo estás? ―Acarició su cabello algo nervioso, mientras aun estábamos dentro del auto.―Bien…
Rachel:Llegamos a Argentina, fui a casa, vi a mi madre como siempre, pero mi padre no estaba. Llegó la noche y no regresó. Debía dormir para ir a la constructora muy temprano al día siguiente.En la oficina, sobre el escritorio de mi despacho había una nota de Connor: “Hola preciosa, tuve que salir urgente de viaje nuevamente. La “sorpresa” debe esperar un poco más. No sé cuándo regreso, pero al volver te la daré. ¡Te encantará! Y recuerda que debemos hablar algo importante”.Esa “sorpresa” o lo que sea que necesita decirme no me quitaba el sueño, pero me daba un poco de miedo pensar qué podía ser. Ahora mi gran molestia era el pago de lo acordado.Andrea llegó enseguida y no pude ocultarle nada de Robert.―¿No te creo? ―decía repetidas veces―. El destino los unió
RachelNormalmente Robert me llevaba a lujosos restaurantes, pero esta vez compartir junto a él en un parque de diversiones era algo totalmente diferente. Gracias a él, fui niña de nuevo.―Quiero ganar el oso panda, para ti —dijo y señaló varios peluches en la sección de tiro al blanco con dardos.―Está bien —dije un poco incrédula―. ¿Crees que puedes lograrlo?―¿Dudas de mi puntería? —exclamó acercándose a escasos centímetros de mis labios—. Lo lograré ―Señaló al oso de nuevo―. Ese oso será para ti. Te lo prometo ―sonreí y me besó―. El oso tendrá el privilegio de dormir contigo esta noche. Ante sus palabras, sentí un ligero calor subir desde mi estomago a mis mejillas.Sin dudarlo, tomó el dardo con su mano derecha; tenía tres oportunidades p
Andrea se retiró de la oficina por un momento y quedé sola con mis pensamientos. No podía con tantos recuerdos hermosos que tenía de Robert, pero la tristeza de Andrea no era normal, siempre tenía una gran sonrisa en su rostro y el optimismo era parte de ella. Algo le pasaba.Llegó la tarde y Andrea volvió a mi despacho.―Hay algo que no te he contado ―bajó su mirada y dejó caer una lágrima.―¿Qué sucede? ―Me acerqué un poco a ella preocupada.No sabía qué hacer, nunca la había visto así; pero me contó una hermosa historia y a la vez muy triste:―Hace mucho tiempo amé tanto a un hombre que, aún me arrepiento de las decisiones que tomé. Fue amor a primera vista. Me enamoré de él en la universidad. Sentí que mi vida estaba perfecta a su lado, pero descubrí que no era la &u
En ese momento, sentí sus brazos tibios en mi cintura; y sus dedos poco a poco subieron por mi espalda. Con solo sentir su roce, mi cuerpo tembló al mismo ritmo que mi corazón; incontrolablemente.Me acercó a él y pude sentir su respiración suave y a la vez agitada; al mismo tiempo que sus ojos me miraban sin parpadear. Abrió un poco sus labios y se acercó un poco más.Con su boca acarició unos segundos mi oreja, y escuché el leve susurro de un te amo que se escapó de sus labios. Estaba despertando miles de sensaciones que ni siquiera sabía que podían ser sentidas.De pronto entramos en una atmósfera diferente.Sus besos y sus manos recorrían mi cuerpo con euforia, cada centímetro, todo era de él. Lo deseaba y se lo hice saber.Me tomó fuerte entre sus brazos y me sentó sobre una mesa rectangular que adornaba l
El encuentro con su familia era en la hacienda de sus padres, una casa a pocos minutos de Viena. Llegando, vi que era una casa enorme y muy lujosa rodeada de enormes jardines con flores de muchos colores.La entrada era con rosas de diferentes tamaños, antes de llegar a la puerta, eran rosas rojas; y al fondo se veían unas flores amarillas. El piso era con piedras blancas, al parecer, cuidadosamente seleccionadas que se acoplaban con cada paso. Eran unas piedras perfectas que marcaban la gran entrada a la casa.Como era el cumpleaños de su madre, la Señora Miranda, no podía llegar con las manos vacías y le compré un brazalete antes de viajar. Quizás no era el más caro ni bello de todos, pero deseaba que aceptara el obsequio con mucho cariño.―¡Bienvenida, querida! ¡Al fin te conozco! ―dijo al acercarse a nosotros en la puerta.―Muchas gracias Sra. Miranda. Lo mismo digo. Fel