Rachel
Llegué a casa y esperaba encontrar a mi madre en su sofá como cada día, pero esta vez vi que estaba en el piso y salí corriendo hacia ella.
Mi padre estaba ahí.
―¡Mamá! ―Me arrodillé junto a ella para levantarla―. ¡¿Qué le hiciste?! ―Miré con odio a mi padre que permanecía de pie a pocos metros de nosotras. Hace mucho que no lo veía.
―¡No le hice nada! ―gritó ante mi acusación con su voz entrecortada, sosteniendo una botella de whisky entre sus manos―. ¡No la lastimé! ¡Ni siquiera la toqué!
—¡Mejor cállate! —Le grité.
Mi teléfono no paraba de sonar. Era Robert llamando.
―¡No me voy a callar! ¡Es mi casa! ―dijo alzando la voz, pero con su mirada perdida.
―¡Ésta dejó de ser tu casa desde que no pagaste más nunca una factura, desde que dejaste la deuda con el banco y desde que te fuiste!
El teléfono continuaba sonando.
―No pasó… nada… ―dijo mi madre llorando. Parecía muy desorientada.
―Algo tiene que haber pasado… ―dije emocionada por sus palabras.
―Vi a tu padre… y por mi mente… pasaron muchos… recuerdos… ― Tocó su rostro, palpando ligeramente algunas de sus bellas arrugas.
Lloré y la abracé.
A pesar del rencor que tenía hacia mi padre, su presencia había traído de vuelta a mi mamá; aunque fuera un momento.
Robert volvió a llamar, pero no le atendí, no podría mentirle y no me sentía bien para hablar como si nada estuviera pasando.
Mi “padre” seguía en la sala, pero dormido. Eso me daba una tranquilidad momentánea. Mi madre se quedó dormida también. Me acosté junto a ella, pero no tenía sueño. Las lágrimas eran incontrolables y no podía calmarme. Me puse de pie, busqué un poco de agua y observé en el pasillo la repisa de las fotos que mi mamá acostumbraba limpiar y acomodar.
Fotos de su boda, algunos cumpleaños, mi primer regalo y el de mi hermano; mis abuelos, nuestra familia cuando era feliz; y algunas otras de mi niñez junto a Dylan.
Tomé una de las fotos de navidad y la abracé con fuerza en mi pecho, recordando la frase que me decía mi papá todos los días: “buenos días, mi niña de ojos galácticos”, él decía que mis ojos parecían una galaxia de millones de estrellas… Detuve mis recuerdos y observé la foto con profunda nostalgia. Lloré y coloqué la foto en su lugar con cuidado. No quería hacer ruido.
Ver ahora a mi padre hundido en la bebida, en deudas; era doloroso, no era para nada ese padre ejemplar que se veía en las fotos ni el padre que recordaba. Si Dylan estuviera vivo nada sería igual, seríamos felices, pero la culpa de su muerte no lo ha dejado salir adelante. Recuerdo claramente que mi padre le había negado el auto a mi hermano en cumpleaños anteriores, pero ahora ya estaba listo. Pocos días después, ese regalo le arrebató su vida.
Volví al sofá de la habitación de mi madre y me quedé dormida. Al despertar, mi padre no estaba, se había ido de nuevo. A pesar de la noche fatal, debía que seguir adelante. A la mañana siguiente tenía de nuevo una reunión con Connor para mostrarle el avance del diseño y la maqueta. Estaba todo quedando tal como él y su padre lo querían.
Connor llegó con unos lentes de sol oscuros sobre su cabeza; y con su cabello rubio que caía a un lado de su frente, sin duda era algo que hacía apropósito.
Lo invité a pasar al despacho.
―¿Está todo bien? ―preguntó mientras me sentaba en mi silla― . Estás un poco diferente.
―Solo nos hemos visto dos veces, no podrías saber si estoy diferente.
―Claro que podría darme cuenta.
―No pasa nada… ―Me puse de pie y encendí la pantalla para mostrarle el diseño, ignorando su extraño interés.
―Es maravilloso ―Se levantó y aplaudió.
―En un par de semanas tendremos todo listo. Le voy a enviar una copia a su correo―Seguimos de pie y señalé al fondo una mesa cubierta con una tela blanca―. Ahora quiero mostrarte la maqueta. Aún no está terminada, pero es un gran avance.
―¿Segura que estás bien? ¿Estuviste llorando? — Me observó preocupado luego de interrumpirme.
―Esta reunión no es para hablar de mí.
―¿Estuviste o no llorando? ―Volvió a insistir acercándose mucho a mi espacio personal.
―¿Puedo mostrarle la maqueta?
Las lágrimas amenazaban con salir al solo pensar en la palabra “llorar”.
―¿Es tan difícil la pregunta? ―Me tomó con un poco de fuerza y colocó mi espalda despacio contra la pared―. Creo que sí te pasa algo y puedes decirme qué es. No tengas miedo.
―Por favor, limítese al trabajo ―Le dije molesta y lo alejé.
―Puedes confiar en mi … ―Me miró fijamente y se acercó tanto que mi pulso se descontroló. Sus labios estaban muy cerca, pero giré mi cabeza y salí de su espacio.
―Mejor retírese, Sr. Dugés.
―Connor.
―¡No!... Sr. Dugés ―repliqué molesta, pero volvió a acercarse, y rodeó sus brazos en mi cintura―. ¿Qué haces? ―Lo empujé tratando de soltarme.
―Nada ―Me observó y me soltó―. Discúlpame, Rachel, no pienses que yo...
―Está bien. No pasa nada. Mejor retírate.
―Muéstrame la maqueta.
―No es el momento ―respondí acariciando mi cabello con mis manos temblorosas.
―Por favor.
Levanté la tela de la maqueta muy enojada y a la vez desconcertada con su actitud irrespetuosa. Por un momento temí que cancelara el contrato y eso no podía pasar por nada del mundo.
―Es impresionante ―Se acercó más a la maqueta―. ¡Qué detalles! ―Me observó―. No quiero que me malinterpretes… ―Acomodó un poco su saco y de nuevo se acercó más de lo que debería―. Eres hermosa, Rachel… ―Intentó tocar mi cabello, pero no lo dejé.
―Gracias por venir Sr. Dugés…. ―Caminé hacia la puerta del despacho, la abrí y le señalé la salida.
―Gracias a ti ―Sonrió y se retiró sin cuestionar.
Andrea entró al despacho y le confesé lo que había pasado con Connor.
―Creo que Connor intentó besarme durante la reunión.
―¿Qué? ―Ni yo misma entendía qué había pasado, pero le expliqué con detalles y se quedó en silencio―. ¡Le gustas! ―exclamó suave para que su voz no se escuchara afuera de la oficina.
―¿Qué? ¡No!
―No seas ingenua, ¿no te das cuenta? Creo que ahora es muy obvio.
Quedé pensativa recordando sus palabras “eres hermosa, Rachel”.
Al parecer Andrea tenía razón y Connor quería algo más.
―Debo pagar mis deudas y la casa ―dije llorando.
―Solo te pido que no hagas nada que no quieras hacer―replicó, Andrea casi suplicando.
―Si pierdo este proyecto no sé qué haré.
Sentí miedo.
―Tranquila...no quiero decir “te lo dije” … pero... ―Dio un paso hacia adelante y cruzó sus brazos―, no vendas tu corazón por dinero. Connor es muy guapo y todo lo que tú quieras, pero si no te gusta, mejor evítalo―Me abrazó―. Él tendrá que aceptar que no quieres nada con él, y ser profesional cuando esté contigo.
―Y ¿qué hago cuando él y Robert se encuentren?
―No lo sé ―Frotó su cabeza―. No te preocupes ahora por eso. No tienes ningún compromiso con Connor, solo laboral. Robert es quien te interesa. Y hay algo que no te he dicho.
―¿Qué pasó ahora? ―Acaricié mi frente.
―Vas a tener que ver a Connor más seguido. Le asigné la oficina de al lado por unos días para que puedan avanzar más rápido en el proyecto.
―¿Por qué no hablaste conmigo antes?
―Creí que…
―Olvídalo.
De nuevo frotaba mis manos una y otra vez, ahora Connor debía estar en la empresa por para elaborar juntos algunos detalles del proyecto. Tenía que soportarlo solo un poco más.
Se acercaba la hora de irme, pero el proyecto necesitaba tiempo extra, era algo enorme que recaía sobre mis hombros al ser la arquitecta; y así podía cobrar la primera parte más rápido.
Terminé con algunos apuntes y enseguida Connor interrumpió mi tranquilidad.
―¿Se puede?
―Adelante.
Entró despacio con sus manos detrás de su espalda.
―Vengo a…―Extendió sus manos y me entregó una caja de chocolates―. Quiero hacer las cosas bien contigo.
―No digas eso ―Crucé mis brazos y me alejé de él.
―¿Por qué no?
―No sé qué es lo que quieres. Estamos juntos en un proyecto importante, solo eso ―Pero mis palabras parecieron no tener ningún sentido para él. Se acercó mucho más y me tomó por la cintura. Me alejé de él sacudiendo mis manos―. Debemos irnos, es tarde.
Quería salir de ahí y tomé mi bolso.
Recogí mi cartera y di un par de pasos.
―¡Espera, por favor!…. ―Me miró y acarició mi cabello.
―¡No me toques! ―Lo aparté.
―Discúlpame…
―¡Basta de disculpas! ―dije muy molesta tocando mi cabello sin ningún control, y colocando la tira de mi bolso sobre mi hombro que resbalaba continuamente.
―No te molestes conmigo, por favor ―Juntó sus manos frente a mí y colocó su pie en la puerta―. Espero que te gusten los chocolates―Tocó su cabello un par de veces, abrió la caja de chocolates y extendió su mano para darme uno―. Vamos a trabajar un tiempo juntos, tienes que acostumbrarte a tenerme cerca. Por cierto, la oficina es perfecta, gracias. Prueba uno de los chocolates y me apartaré de la puerta―dijo sonriendo sin mostrar sus dientes, sosteniendo la cajita entre sus manos.
Tomé un chocolate, bastante molesta, le quité la envoltura naranja de aluminio y se podía sentir el olor a miel. Mordí un poco y el centro resbaló por mis dedos y parte de mi labio.
Me limpié un poco.
―¿Feliz? ―dije con un trozo de chocolate en mi mano.
―¿Te gustó? Huele muy bien ―No le respondí nada y se acercó―. Me gustaría probar.
Le extendí el chocolate.
―Tengo otra manera de probarlo. Apartó mi mano, humedeció sus labios y se acercó despacio.
―¿Qué haces?
―Muero por… ―Y enseguida sentí su respiración sobre mis labios.
―¡Connor! ―Lo alejé con fuerza―. ¡No! ¡Casi me besas! ¡Déjame salir!
Se acercó de nuevo y sentí su suave respiración sobre mi rostro. Mis piernas estaban débiles.
―Tienes un poco de miel aquí― Tocó con la punta de sus dedos la orilla de mis labios y luego lo llevó a su boca―. ¡Deliciosa!
―¡Ya! ¡Para!… ― Inclinó su cabeza y me sonrió―. ¡Detén este juego!
―No estoy jugando… ―Acercó su cuerpo al mío.
Intenté mil veces pasar a la puerta que estaba a escasos metros, pero me detenía en cada intento.
Éramos los únicos en el edificio. Usando sus dos manos tomó mi rostro y no pude liberarme.
****
Al día siguiente tenía miedo de ver a Connor, de recordar todo lo que había pasado, o de vivirlo otra vez. Pero mi gran temor era perder el contrato; era mi única gran posible salida de las deudas, o por lo menos una gran esperanza de tomar el control de nuevo de mi situación financiera.
Llegué a la oficina y Connor no estaba, su brusco beso visitaba mi mente como un recuerdo que quería olvidar; tocaba mis labios para intentar borrar ese momento, pero era inútil, solo conseguía lastimarme. Debía aceptar su presencia un poco más.
Pronto se cumpliría el plazo del banco y perderíamos todo. Aunque no quería, necesitaba reunirme con Connor para el primer pago. Habíamos firmado, pero aún no me entregaba el dinero acordado.
Quería alejarme del mundo, pero no dejaba de pensar en Robert. Él nunca podía conocer mi realidad ni mis problemas. Ahora no tenía fuerzas para hablar con él. Me conocía muy bien y reconocería mi tristeza con solo el tono de mi voz. No quería eso. Quizás era momento de alejarlo de mi vida. No estaba segura de nada.
Desvié mi mirada al piso, me senté y escuché unos pasos, era Connor.
―Quería disculparme por lo que pasó―Palpó sus labios y se sentó, pero inmediatamente se puso de pie y se colocó de rodillas a la altura de mi silla, mirándome a los ojos ―. Perdóname, fui un idiota… siento algo por ti y lo arruiné.
Observé a Connor a mi lado y ante sus palabras me puse de pie enojada y le pedí que se alejara. Él no podía sentir nada por mí.―Yo no siento lo mismo por ti…―Podrías sentirlo, solo dame la oportunidad.―Creo que es momento de trabajar―. Me acerqué al escritorio a buscar unos papeles.―¿Podemos hablar de trabajo? ―Sonrió y se alejó levantando las manos en son de paz.―De trabajo, sí…―Quiero que vayas a Milán, tengo dos casas y un terreno que quiero comprar. Las casas necesitan una remodelación, y el otro terreno necesita tu aprobación y una casa. ¿Puedes ir? Sé que la constructora está enfocada en centros comerciales, pero estoy seguro de que lograrás unas casas únicas.―¿Tú vas?―No… pero yo me encargaría de todos tus gastos, hospedaje y de todo lo que
Tomé una ducha para relajarme y me sentía más tranquila. Caminé a la sala buscando a mi madre, y me recibió con una enorme y hermosa sonrisa que había olvidado que tenía.―¿Mamá? ―dije colocándome frente a ella.―Anoche no cenaste, hija ―Mi pecho saltó de alegría al escucharla hablarme de nuevo.―No te preocupes ―Acaricié su rostro tibio y la besé en la frente mientras mis ojos de nuevo estaban repletos de gotas saladas.―Tu padre ―Señaló al sofá grande donde él estaba sentado.―Sí, ahí está… ―dije sosteniendo su mano y él se puso de pie cerca de ella.―Acá estoy, Leticia…Tenía años que no escuchaba que mi padre pronunciara su hermoso nombre. Se acercó y tomó la otra mano de mi madre y la besó sin quitar la mirada de sus
―No cuelgues, por favor—dijo, Robert y Mantuve el teléfono en mi oreja algunos segundos mientras sentía como las gotas de mis ojos caían en la orilla de la pantalla del móvil—. Quiero verte…—¿Para …qué?—Te fallé y necesito verte. No he estado para ti como te lo prometí… traes mi mundo de cabeza.—¿Cómo puede esto funcionar? ¡Estamos a kilómetros de distancia!—Es cierto, pero siento cada segundo que te pierdo y no puedo soportarlo… dime algo, por favor.—¿Qué quieres que diga? Pensé que todo había quedado claro con la última conversación.—No he podido estar tranquilo. El viaje a Argentina sigue en pie. Solo dime de frente que no sientes nada por mí, que todo lo que vivimos fue una ilusión; y juro que desapareceré de tu v
―Lamento mi actitud―dije dentro del auto para romper el hielo.―¿De qué hablas? ―respondió serio.―Sabes a qué me refiero.―Es que no quiero que salgas corriendo tan rápido ―Y me sonrió con dulzura.―No voy a huir. No todavía ―Su sonrisa desapareció.Estacionó el auto y llegamos a una pequeña plaza rodeada de tiendas y restaurantes.―Aún no puedo creer que estés aquí ―dijo sorprendido― El Sr. Trid nos contactó para plantear la construcción del centro comercial en Viena; y hace algunos días llamaron a mi abogado, a Miguel, para preguntar por la compra de otro terreno. Tenemos varios en diferentes países.—Una gran casualidad…―No hablemos de trabajo… ¿Cómo estás? ―Acarició su cabello algo nervioso, mientras aun estábamos dentro del auto.―Bien…
Rachel:Llegamos a Argentina, fui a casa, vi a mi madre como siempre, pero mi padre no estaba. Llegó la noche y no regresó. Debía dormir para ir a la constructora muy temprano al día siguiente.En la oficina, sobre el escritorio de mi despacho había una nota de Connor: “Hola preciosa, tuve que salir urgente de viaje nuevamente. La “sorpresa” debe esperar un poco más. No sé cuándo regreso, pero al volver te la daré. ¡Te encantará! Y recuerda que debemos hablar algo importante”.Esa “sorpresa” o lo que sea que necesita decirme no me quitaba el sueño, pero me daba un poco de miedo pensar qué podía ser. Ahora mi gran molestia era el pago de lo acordado.Andrea llegó enseguida y no pude ocultarle nada de Robert.―¿No te creo? ―decía repetidas veces―. El destino los unió
RachelNormalmente Robert me llevaba a lujosos restaurantes, pero esta vez compartir junto a él en un parque de diversiones era algo totalmente diferente. Gracias a él, fui niña de nuevo.―Quiero ganar el oso panda, para ti —dijo y señaló varios peluches en la sección de tiro al blanco con dardos.―Está bien —dije un poco incrédula―. ¿Crees que puedes lograrlo?―¿Dudas de mi puntería? —exclamó acercándose a escasos centímetros de mis labios—. Lo lograré ―Señaló al oso de nuevo―. Ese oso será para ti. Te lo prometo ―sonreí y me besó―. El oso tendrá el privilegio de dormir contigo esta noche. Ante sus palabras, sentí un ligero calor subir desde mi estomago a mis mejillas.Sin dudarlo, tomó el dardo con su mano derecha; tenía tres oportunidades p
Andrea se retiró de la oficina por un momento y quedé sola con mis pensamientos. No podía con tantos recuerdos hermosos que tenía de Robert, pero la tristeza de Andrea no era normal, siempre tenía una gran sonrisa en su rostro y el optimismo era parte de ella. Algo le pasaba.Llegó la tarde y Andrea volvió a mi despacho.―Hay algo que no te he contado ―bajó su mirada y dejó caer una lágrima.―¿Qué sucede? ―Me acerqué un poco a ella preocupada.No sabía qué hacer, nunca la había visto así; pero me contó una hermosa historia y a la vez muy triste:―Hace mucho tiempo amé tanto a un hombre que, aún me arrepiento de las decisiones que tomé. Fue amor a primera vista. Me enamoré de él en la universidad. Sentí que mi vida estaba perfecta a su lado, pero descubrí que no era la &u
En ese momento, sentí sus brazos tibios en mi cintura; y sus dedos poco a poco subieron por mi espalda. Con solo sentir su roce, mi cuerpo tembló al mismo ritmo que mi corazón; incontrolablemente.Me acercó a él y pude sentir su respiración suave y a la vez agitada; al mismo tiempo que sus ojos me miraban sin parpadear. Abrió un poco sus labios y se acercó un poco más.Con su boca acarició unos segundos mi oreja, y escuché el leve susurro de un te amo que se escapó de sus labios. Estaba despertando miles de sensaciones que ni siquiera sabía que podían ser sentidas.De pronto entramos en una atmósfera diferente.Sus besos y sus manos recorrían mi cuerpo con euforia, cada centímetro, todo era de él. Lo deseaba y se lo hice saber.Me tomó fuerte entre sus brazos y me sentó sobre una mesa rectangular que adornaba l