CAPITULO 2

Noah estaba listo justo 20 minutos antes de las 8:00 de la mañana. Subió nuevamente a su auto dirigiéndose a la empresa dónde su padre lo estaba esperando, ya que ese día le otorgaría la presidencia de la empresa familiar. Noah, había trabajado arduamente para merecer ese puesto.

Noah Márquez Quivera, era el hijo mayor de José Antonio Márquez Rincón, uno de los empresarios más ricos de México, con una de las empresas tequileras más grande del país e internacionalmente.

José Antonio había dirigido la empresa por 30 años y ese 2018 le daría la presidencia de la empresa ubicada en Nayarit, México a Noah, su hijo de 30 años.

Noah había llegado a la empresa a tiempo y al hacerlo su secretaria Ariel, una mujer muy atractiva, alta y de cabello marrón obscuro, lo saludó.

—Buenos días, señor. Su papá lo está esperando en la sala de juntas, me pidió que le informara una vez que llegara.

— Buenos días, señorita, muchas gracias ahora voy.

Al entrar Noah a la sala de juntas, su padre estaba sentado en el asiento de presidente.

— Buenos días, papá.

—Hijo bueno días, ¿estás listo para sentarte en esta silla? Has trabajado mucho para eso, eso lo sé muy bien.

— Si papá muy listó. Te prometo que no te defraudaré. Daré todo de mí, así como lo has hecho tú.

— Estar al frente de esta empresa es una responsabilidad muy grande, lo sabes; tu hermano Rodrigo, que dirige la compañía que está en los Estados Unidos, lo ha hecho muy bien, ahora es tu turno de hacerlo tú aquí.

Rodrigo Márquez Quivera se había hecho cargo de la empresa fundada hacía dos años en estados unidos, ya que él había estudiado por muchos años allá. La empresa situada en México importaba el tequila a la que estaba en Estados Unidos, y esta se dedicaba a destruir y promocionar el tequila en dicho país extranjero. Rodrigo tenía 27 años en la actualidad.

—Si papá, no te preocupes, yo sé que es difícil para ti dejar la empresa.

—Claro que lo es, pero ahora más que nada debo de estar con tu madre, además confió en ti.

— Así es papá, te agradezco la confianza.

Hubo un ambiente de tristeza.

—Bueno hijo, mañana será la junta con la plantilla ejecutiva, hay algunos nuevos socios que entraran a trabajar en la empresa aprovechando la nueva presidencia. Realice algunas llamadas y cité a todos por ti... Hice mi último mandato como presidente.

— Gracias, papá.

—Me voy hijo. Hoy sale mi vuelo a España y tu madre ya está esperándome.

— Si papá. Buen viaje, salúdame a mamá con un beso de mi parte, dile que espero verla pronto.

—Bien. Nos vemos… Por cierto, te encargo a tu hermana, de todos modos pronto nos veremos.

— Si papá.

Los dos hombres se dieron un abrazo fuerte para luego salir de la sala de juntas. Noah se detuvo en presidencia mientras su padre continuo su camino. Al entrar Noah a su nueva oficina se sintió emocionado, aunque un poco temeroso del nuevo cargo del que era responsable ahora. Había sido vicepresidente, pero claramente no era lo mismo. Se sentó en su silla, sintiéndose orgulloso de sí mismo y poderoso.

Se movía en su silla de un lado para el otro jugando un poco. Introdujo su mano, la mano en su saco negro, sacando el pendiente que esa mañana por alguna extraña razón lo había colocado ahí después de vestirse, lo acercó a su rostro. Estaba admirándolo el pendiente frente al cuándo su celular comenzó a sonar, al ver que la llamada venía de Carlos, su amigo desde la universidad puso una cara de fastidio porque ya sabia de que trataría la llamada, aun así él la contestó.

— ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Noah mintió.

— ¡Ay disculpé! Se me olvidaba que hoy era su primer día como presidente de la empresa más grande de tequila "CORVUS".

Dijo con tono burlón, tono que Noah siempre le había desagradado de su amigo.

—¿Qué Pasó? ¿Qué quieres tan temprano? ¿Qué acaso no trabajas?

—Solo para saber si aún seguías vivo, te fuiste ayer sin decir nada, te fuiste con aquella chica, ¿Qué pasó con ella?

— Nada del otro mundo, las cosas que suceden entre un hombre y una mujer, cosas que no te contaré.

Noah decía esto mientras aún miraba el pendiente y sonreía. Esa chica era muy pasional.

—Que aguafiestas eres, por cierto, ¿Quién era? Nunca la había visto, y siempre vamos al mismo sitio.

— No lo sé, alguna Stripe nueva me imagino, aunque no debí de irme con ella. No es mi naturaleza hacer ese tipo de cosas.

— Bueno hermano, la chica era muy guapa, además "Una vez al año no hace daño".

— Supongo, bueno, te dejo. Te veo, después estamos en contacto.

— Sí, sí, señor presidente.

Noah colgó el teléfono, guardo el pendiente nuevamente en su saco. Tenía algunos papeles que firmar y su secretaria le informó que tenía una comida con un gerente, además debía ir a registrar su firma como nuevo presidente a todos los bancos para evitar cualquier problema en el futuro.

Noah realizó todas sus actividades que tenía pendiente en ese día. Ya caía la tarde, así que fue a su baño para colocarse un poco de loción, ya que tenía una cita esa noche. Al salir de su oficina su secretaria se despidió de él coquetamente, él le respondió igualmente con coquetería. No había pasado nada entre ellos, pero a él le gustaba seguirle el juego, era una mujer muy bella.

Noah salió de las oficinas, subió a su auto y lo puso en marcha.

El celular comenzó a sonar con la melodía "Umbrela" de Beyoncé, Hayami lo había elegido para el tono de su alarma. Hayami buscó con su mano el teléfono para detener el sonido que le fastidiaba porque aún se sentía cansada a pesar de haber dormido prácticamente todo el día. Al momento de que ella no encontró con el tacto el teléfono levantó su cabeza, su cabello estaba enmarañado y con su vista logro ubicarlo por fin, lo sostuvo en sus manos y detuvo el sonido para posteriormente mirar la hora con algo de dificultad.

Al mirar que eran las 5: 30 de la tarde, se levantó con cansancio para darse una ducha y estar lista para la cena con su hermana. Se frotó la cara con las manos, después se quitó uno de sus pendientes, pero al sentir que le faltaba un término por despertar.

"¡Mierda! ¿Mi otro pendiente?... No puede ser Hayami lo perdiste"

Ella resopló después de hacerse el reclamo. Se acercó a la cama revisándola con su mano y al no encontrarlo supo donde se le pudo haber caído. Después de suspirar dejo de lado el asunto sabiendo que no tenía caso preocuparse por algo que no recuperaría. Se quitó la ropa y se metió a dar un baño. Al salir de la ducha se colocó un short café y una blusa blanca con unas zapatillas con el tacón pequeño, se cepilló su cabello rojo ondulado y largo. Resoplo con fastidio porque no tenía ganas de esa cena, pero se lo había prometido a su hermana.

Noah se detuvo en esa casa enorme y elegante, salió del auto y se acercó a la puerta. Al tocar, una de las empleadas le abrió la puerta, haciéndolo pasar a la sala de estar, donde se sentó con las piernas cruzadas. A pocos minutos de su llegada vio acercarse a un joven chica de cabello negro y corto que rosada, su claro hombro, era su prometida

Isabel, quien apareció, lo saludó amablemente.

—¡Noah! Qué gusto que viniste a cenar.

— Te dije que haría un espacio. Siempre tengo tiempo para ti.

Sonrió el hombre amablemente.

—Gracias. Ahora vienen mis padres.

— Perfecto.

Isabel se sentó a su lado sin decir mucho, el padre y la madre de la chica se acercaron a la pareja, el hombre mayor con el cabello negro con algunas canas se acercó a Noah extendiéndole la mano.

— Señor, Rivera.

Contestó Noah al saludo con el apretón de manos.

Alberto Eduardo Rivera Acuña, era un hombre alto, de cabello negro, al igual que sus ojos, tenía 60 años, pero tenía un aspecto de algunos años menor, se había casado muy joven con Jazmín Méndez Piñero. Habían tenido dos hijas, Isabel, que en la actualidad tenía 25 años, y Hayami de 30 años recién cumplidos.

La familia Rivera era una de las familias más adineradas de la ciudad, su riqueza se debía a los diferentes hoteles de lujo que tenían en todo el país.

—Gracias por aceptar la invitación a cenar.

Dijo el hombre. Jazmín se acercó a Noah, le dio un beso en la mejilla. Ella era una mujer muy guapa, de tez blanca, su cabello natural castaño claro.

— Siempre eres bienvenido en esta casa.

—Gracias, señora.

Isabel le sonrió a Noah con timidez.

Hayami estaba recostada mirando su celular, sé moría del aburrimiento, el sonido de su puerta la hizo levantarse. Quien tocaba era una empleada que le avisaba que ya era la hora de la cena.

—Gracias Rosa, ahora bajo, ¿ya llegó el novio de Isa?

— Si señorita, está abajo con sus padres.

—Está bien, gracias por avisarme.

Hayami salió de la habitación, bajó las escaleras pensando que sería una cena aburrida.

Al acercarse a la sala de estar vio a su hermana y sus padres conversar con un chico que estaba de espaldas.

—Buenas noches, ¿Quién me presentará a mi cuña... di...to?

Hayami sonrió con gracia cuando el chico volteó y se vieron a los ojos reconociéndose de inmediato.

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