6

Hoy no es mi día.

Me pase todo el fin de semana planeando mil formas de invitar a salir a Andrew. Creo que en estas dos semanas ya somos amigos, entonces no es raro invitarlo a algún lugar, ¿cierto?

Aunque eso no importa ahora, porqué Andrew no se apareció en todo el día. No fue a la clase de inglés, no lo vi en el almuerzo y el castigo acaba de terminar hace cinco minutos y él nunca apareció.

No estoy molesto con él, al contrario, estoy preocupado. Recuerdo que Andrew faltó unas veces a las clases, pero siempre lo veía en algún punto del día, pero ahora… ¡Incluso me animé a mandarle un mensaje!

Pero como era de esperarse, no respondió.

Estaba hablando con Dallas camino al estacionamiento, arrastraba los pies desganado por el pésimo día que estaba teniendo. Moría de ganas por llegar a mi casa y tumbarme en la cama hasta la mañana siguiente.

-¿Entonces el enano nunca apareció?

-No, acabo de salir de la biblioteca—expliqué.

-De seguro solo no tenía ganas de ir. Podrás invitarlo mañana.

-¿Y si esta es mi señal de que debo dejar de hacerme ilusiones?

-No seas dramático.

Imaginé la cara molesta de Dallas por mis palabras y fue suficiente para hacerme sonreír. Sabía que no estaba molesto en serio, solo que él es así, práctico y directo. No le gustan las exageraciones ni los dramas, en otras palabras, no es como yo.

-Invítalo mañana—insistió.

-No lo sé, qué tal si…

Detuve mi pregunta al ver a alguien parado junto a mi auto. Aún estaba lejos así que no podía saber de quien se trataba, pero la bicicleta estacionada a un lado de esa persona hizo brincar mi corazón.

-Dallas, te llamo luego.

No supe si Dallas se despidió porque no dejaba de pensar en que Andrew estaba parado junto a mi auto, esperándome.

Camine más rápido y al irme acercando pude ver claramente quien era y poco a poco la sonrisa en mi cara se desvaneció.

-¿Qué estás haciendo aquí  Rob?

El nombrado volteo a verme ya que hasta ese momento me daba la espalda. La sonrisa malévola que alguna vez me pareció atractiva me provocó escalofríos.

-Te estaba esperando—dijo acercándose a mí.

-Y yo te dije que no quería volver a verte.

Intente ignorarlo pero bloqueaba mi camino para llegar hasta la puerta de mi auto mientras trataba de ocultar mis manos que comenzaban a temblar por tenerlo tan cerca, no quería darle la satisfacción de saber que le tenía miedo.

-Oh vamos Cody, quiero arreglar las cosas—insistió— ¿Querías un novio, no es así? Bueno, aquí estoy.

Torcí los ojos e intente empujarlo para finalmente irme de ahí, pero sus manos me tomaron fuerte de los brazos y me arrojó contra mi auto, impidiendo que me librara de él.

-No te atrevas a rechazarme de nuevo—dijo perdiendo la paciencia.

-N-No me interesa lo que tengas que decir—intente sonar decidido—Dije que no.

La sonrisa burlona ante mis palabras me puso más nervioso y cuando me miró supe que el Rob tranquilo y meloso que intentaba persuadirme para que regresara con él se había ido.

-¿En serio crees que estas en posición de rechazarme?—se burló—Por lo que sé, soy el único que ha mostrado un pequeño interés en ti. Si yo no me hubiera acercado, seguirías solo, porque nadie quiere estar contigo Cody.

Odie que sus palabras me hirieran, porque una parte de mí sentía que tenía razón. Las chicas de vez en cuando se me acercaban, intentaban coquetear conmigo pero nunca pude interesarme en una. Rob fue el único chico que se me acercó con intenciones de querer algo más que una amistad, algo que creí jamás pasaría.

Fue amable al principio, caballeroso, atento, pero desde que accedí a ser su novio se volvió frio, cruel y distante, porque claro, él solo quería mi dinero.

-Prefiero mil veces quedarme solo a estar con alguien como tú.

Esta vez no titube, no hubo tartamudeos porque era la verdad. Si Rob era el único hombre con el que iba a salir en mi vida, era preferible no tener a nadie.

-Debiste quedarte callado Cody.

Sin darme tiempo a reaccionar, Rob me golpeo en el estómago tan fuerte que me sacó el aire. Aun doblegado por el dolor, una de sus manos me tomo por el cabello y me arrastró lejos de mi auto a la parte trasera de unos edificios. Me soltó con brusquedad y me caí al suelo aun intentando recuperar el aliento.

-Intente ser amable—dijo colocándose sobre mí—Fui paciente, pero ahora me darás lo que quiero por las malas.

Planeaba gritarle que se fuera al diablo, pero en esta ocasión, su puño se impactó en mi cara impidiéndome hablar. Sentí un dolor agudo en mi rostro por lo constante de sus golpes, no sabría decir cuántos fueron.

Sentí su peso quitándose de encima y sus manos hurgando en mi pantalón. Abrí los ojos lentamente y vi que tenía mi cartera en sus manos junto con mi teléfono.

-Si me lo hubieras dado cuando te lo pedí, esto no habría pasado—dijo sacando el dinero de mi cartera y guardándolo en sus bolsillos—Si realmente quieres librarte de mí, no le dirás a nadie de esto, ¿entendido?

No podía hablar, sentía la lengua entumida y los ojos pesados, el día había estado nublado desde la mañana así que no tenía mucha iluminación para tratar de averiguar lo que estaba pasando, no me sentía capaz de moverme. Y como un toque final, Rob decidió patearme en el estómago un par de veces antes de irse.

Me quedé ahí, tirado en el suelo con el cuerpo adolorido y siendo rodeado por una inmensa oscuridad. Al parecer, estaba perdiendo la conciencia.

-¡Cody!

Escuche que alguien me llamaba, intente levantarme del suelo pero todo me dolía, solo sentí las manos de alguien en mis hombros agitándome para permanecer despierto.

-¡Cody! ¿Qué pasó? ¡Cody háblame!

La voz me era familiar, pero mi vista era algo borrosa. Solo pude identificar a la persona cuando ésta acerco su cara a la mía y sostuvo mi rostro con sus manos.

-¿A-Andrew?

El chico frente a mi sonrió y suspiró aliviado.

-Sí, soy yo—mi vista se fue aclarando y pude ver su pequeña sonrisa— ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás en el suelo?

Andrew me ayudó a incorporarme poco a poco, primero me quede sentado hasta recuperar el aliento y no me pare hasta que mi cabeza dejo de dar vueltas.

-Estoy bien Andrew—mentí—Creo, que debería ir a casa.

-¿Estás loco? No puedes llegar a casa así, a tu madre le dará un infarto.

Pensé en lo que acababa de decir y tenía razón. Mi mamá no sabía nada de mi relación con Rob y llegar en mi estado solo la preocuparía más.

Inesperadamente, un trueno azotó en el cielo anunciando una lluvia que cayó en cuestión de segundos. Debí de hacerle caso a mamá cuando me dijo que llevara un paraguas esta mañana.  

-Tengo una idea, ven conmigo.

Andrew coloco su mano alrededor de mi cintura, pasó mi brazo sobre sus hombros y me ayudó a caminar hasta mi auto. Le dije donde estaban las llaves y me dejó en el asiento del copiloto para él poder conducir. Una vez los dos adentro me di cuenta de que no había dejado de temblar, como si una parte de mí aun estuviera asustado por lo que acababa de pasar.

-Ok, tenemos dos opciones, puedo llevarte hasta tu casa si realmente quieres ir allá o podemos ir a la mía. Mi madre no está pero no creo que haya algún problema.

Después de escucharlo hablar solo hubo una respuesta casi inmediata en mi cabeza.

-Mi casa, está más cerca.

Andrew asintió con la cabeza y salimos del estacionamiento casi vació de la universidad. El dolor de cabeza que comenzaba a palpitar en mi sien se hacía cada vez más fuerte, tanto mi abdomen como mis piernas se sentían como si hubieran sido arrolladas, sin mencionar lo entumecida que se sentía mi cara por los golpes, Dios, debo verme como un desastre.

-Tengo algunas pastillas para el dolor en mi mochila—habló Andrew mirándome a mí y luego de regreso al camino—No harán mucho pero creo que es mejor a nada.

Su sonrisa suave me regresó un poco el calor al cuerpo y me dispuse a buscar en su mochila lo que había dicho.

Cuando por fin miré al frente, me di cuenta de que ahora teníamos otro problema, el clima.

La ligera lluvia ahora era una tormenta que parecía no tener fin, el tráfico no avanzaba en lo absoluto y comenzaba a oscurecer.

-Lo siento—me disculpe al ver las dificultades.

-¿Por qué te disculpas?—responde Andrew con una ligera sonrisa—Nada de esto es tu culpa.

-Claro que sí, debí irme a casa antes de arrastrare conmigo a este desastre.

Su cálida mano se puso sobre mi pierna y le dio un ligero apretón, gesto que me impidió seguir respirando.

-Como dije, no es tu culpa, así que relájate, tengo una idea—retiró su mano y tuve que repetirme mil veces que debía tranquilizarme—Además, no me molesta pasar tiempo extra contigo.

Inmediatamente mi cara comenzó a ponerse roja de la vergüenza. Ni en un millón de años habría pensado que podría estar tan cerca de Andrew. Bueno, si lo pensé, pero jamás creí que pasaría.

Intente despejar mi mente de esos pensamientos para que mi corazón latiera a un ritmo normal, entonces entendí a dónde íbamos. Andrew salió de la calle principal y se dirigió a la zona hotelera, tardamos al menos otros diez minutos en siquiera encontrar estacionamiento.

Andrew salió del auto rápidamente y me ayudó a salir para caminar rápido, el agua caía con violencia sobre nosotros y aunque caminé lo más rápido que podía igual terminamos empapados.

Una vez que conseguimos una habitación, aún con sus manos alrededor de mi cintura, caminamos despacio con el sonido de la lluvia hasta estar en la tranquilidad del cuarto. Andrew me llevó hasta la cama y ayudó a que me sentara en ella con cuidado.

-Espérame aquí, no tardo—dijo mirándome preocupado—Iré por unas cosas, deberías darte una ducha, ayudara a que tus músculos se relajen.

Andrew no me dio tiempo de contestar nada, me dedicó una sonrisa y salió de la habitación corriendo.  Yo lo obedecí, tomé una ducha rápida ya que no podía moverme mucho, pero fue exactamente lo que Andrew dijo, mi cuerpo ya no se sentía tan pesado, aun dolía mucho, pero me sentía menos atrofiado.

Tome una bata y mi ropa interior, porque por nada del mundo saldría desnudo de este baño con Andrew afuera esperándome y mi camisa, como no estaba tan mojada podía dejarla extendida sobre alguna parte y una vez que estuviera seca volver a ponérmela.

Pero, cuando salí y vi lo que estaba esperándome, se me cortó la respiración.

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