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-¿Y si está metido en algo ilegal?

Pensé por un momento la sugerencia de Dallas, pero no sonaba coherente.

-No lo creo—respondí—Andrew ni siquiera deja su plato del almuerzo en la mesa, siempre lo regresa a la cocinera. ¿Cómo alguien tan amable haría algo ilegal?

Dallas torció los ojos ante mi respuesta y continuamos con la lluvia de ideas.

-¿Trabajo?

-Puede ser, pero no tendría sentido que lo ocultara.

-Tal vez es vergonzoso.

-¿Qué clase de trabajo da vergüenza?

-Puede que sea prostituto.

No pude evitar reírme a carcajadas pero el hecho de que Dallas no se riera conmigo me dijo que no estaba bromeando. La sola idea era ridícula, tentadora, pero ridícula.

                                            “¡CODY CONCENTRATE!”

-Definitivamente Andrew no se está prostituyendo—dije intentando controlar mi risa.

-Quizás mató a alguien.

Dejé de revisar los trabajos de esta mañana que se encontraban en mi escritorio y mire a Dallas severamente.

-No eres gracioso Dallas.

-Admite que puede ser una posibilidad—insistió— ¿Por qué otra razón no tendría amigos o socializa?

-Por la misma razón que antes de mí,  no le hablabas a nadie—dije seguro—Porque no le agradan las personas.

Dallas suspiro derrotado y continuó trabajando en su laptop. Quiero mucho a mi amigo y estoy seguro que sin su compañía sería igual que Andrew: me la pasaría sentado sin hablar con nadie.

-Disculpen, ¿quién de ustedes es Cody Held?

Ambos volteamos a ver al chico que sostenía un ramo de flores bastante generoso. Dallas y yo nos miramos confundidos y curiosos.

-Amm, soy yo—dije poniéndome de pie— ¿Quién las envía?

-No me dijeron, solo me pidieron entregarlo. Pero viene con una tarjeta.

Tomé el ramo y el chico se fue. Leí la tarjeta esperando que tuviera el nombre de la persona que las enviaba y cuando lo descubrí simplemente me di la vuelta y las arroje al primer bote de basura que encontré.

-¿Rob?—preguntó Dallas.

-Hmm—dije asintiendo con la cabeza.

-Si sigue molestando avísame. Pero por favor, no regreses con él.

Me sentí ofendido por su sugerencia, me molestaba que me creyera tan estúpido o débil de mente como para volver con Rob.

-¿Por qué volvería con alguien que, en primer lugar, solo se acercó a mí para sacarme dinero?

Dallas cerró su laptop y me observó como lo hace siempre que va a regañarme o ponerme un ultimátum.

-Porque le tienes miedo—dijo serio—Y no me refería a que volverías con él por gusto, te chantajeó para que no lo dejaras, puede hacer lo mismo para hacer que vuelvas.

Antes de terminar con Rob, me amenazó con decirles a todos que era gay. No es que me avergüence serlo, pero no estaba listo para que el mundo lo supiera, además, no es como que quisiera que se enteraran. Es mi vida y lo que haga con ella me corresponde solo a mí. Después de decirle que eso no me importaba, comenzó a chantajearme con decirles a mis padres y ese sí que era un problema.

No me preocupaba que mi madre lo supiera, pero mi padre era otra historia. Así que lo soporté por otras dos semanas, le di el dinero que me pedía sin importar las cantidades ridículas y exageradas, pero llegó un punto en el que me harté y le conté todo a mi mamá. Después de eso, él ya no tuvo con que retenerme.

El timbre que anunciaba la hora de salida sonó y una sonrisa se formó en mi rostro.

-Nos vemos mañana—le dije a Dallas mientras recogía mis cosas.

-Suerte—dijo sin mirarme.

Camine lo más rápido que pude hasta la cafetería, sabía que Andrew aún no regresaba de donde quiera que estuviera, así que hice una pequeña parada por comida.

Llevábamos una semana del castigo y en todo ese tiempo nunca lo vi comer algo. Yo normalmente me saltaba las comidas, así que no tenía problema con comer hasta llegar a casa, pero Andrew es diferente. Es un deportista, necesita alimentarse bien.

Pagué la comida y caminé hasta la biblioteca. La bibliotecaria me recibió como siempre y me dio las indicaciones de lo que correspondía hacer hoy. Dejé la comida sobre una mesa y comencé a limpiar las repisas.

Casi media hora después, Andrew entró por la puerta, agitado por haber corrido intentando llegar más rápido.

-Lo siento—dijo apoyándose sobre sus rodillas—Se me hizo tarde.

Tenía el cabello alborotado y, si la vista no me falla, a su camisa le faltaba un botón.

-Hola—salude apartando la vista con las mejillas enrojecidas—Está bien, ya había terminado. 

Andrew dejó su mochila y caminó hacia mí con una mirada extraña.

-De verdad lo siento—dijo con un tono culpable—Te estoy dejando todo el trabajo cuando debería ayudarte.

Sus ojos se veían tristes y su cara reflejaba vergüenza.

-No te preocupes, yo entiendo que tienes cosas que hacer—intente consolarlo—Pero si te hace sentir mejor, no es todo lo que tenemos que hacer hoy.

Andrew levantó la vista y jamás creí ver a alguien complacido de que aun tuviera que trabajar en un castigo.

-Dime que es, esta vez lo hare yo.

El tono firme y decidido de su voz me hizo sonreír. No sé si “tierno” sea la palabra adecuada, pero sin duda algo en él llenaba de calor mi pecho.

-Tenemos que documentar los libros que se entregaron y los que salieron—expliqué—Son bastantes así que deberíamos hacerlo juntos.

-No—dijo de manera autoritaria—Yo lo hare.

Andrew caminó hasta el escritorio de la bibliotecaria y tomó las hojas que contenían el código de los libros y la libreta donde tenía que separarlos por sección, género y fecha.

-Andrew es demasiado, déjame ayudarte—insistí.

-Dije que no. Tú ya hiciste tu parte, es mi turno de hacer la mía.

Se fue a sentar a la mesa donde vi la bolsa de comida y haciendo uso de toda mi confianza, recordé que iba a invitarlo a comer.

-Andrew.

El nombrado aparto la vista de los papeles y me miro directamente, haciendo que por un segundo olvidara como hablar.

-Yo… Me preguntaba… Solo si quieres… Amm…

Andrew frunció el ceño ante mi inútil intento de formular una simple pregunta.

-Solo quería saber, si tú… ¿Quieres almorzar conmigo?

                                               “Listo, lo dije. Dios ayúdame.”

La pequeña sonrisa que se formó en la comisura de sus labios se volvió de mis favoritas.

-Claro, iré por algo a la cafetería.

-¡Andrew espera!—lo detuve antes de que se fuera—Yo… Es que… Y-Ya compre la comida.

No había pensado en que me vería demasiado desesperado con todo esto. Debí invitarlo y después comprar todo, ahora es como si prácticamente lo obligara a comer conmigo.

-Eres muy lindo, ¿lo sabias?

Mis ojos se abrieron ante la sorpresa de sus palabras y ahora sentía el calor de mi rostro cubrirme hasta las orejas.

-Tú… ¿Piensas que soy lindo?

                “¿Por qué rayos pregunte eso? Trágame tierra y escúpeme lejos de aquí.”

-Sí—contestó—Pienso que eres lindo.

Su afirmación terminó por acelerar mi corazón, ¿o lo detuvo? Bueno, qué más da. El punto es que siento que podría desmayarme en cualquier momento.

-¿Esta es la bolsa?—preguntó Andrew mirando el interior de la bolsa blanca sobre la mesa.

-S-Si—respondí sacudiendo mi nerviosismo.

Andrew comenzó a sacar la comida de la bolsa y vi una gran sonrisa formarse en su boca.

-¿Cómo sabias qué me encantan los burritos de la cafetería?

“Porque llevo casi un año acosándote y eso es lo que pides con más frecuencia en la cafetería.”

-Solo adivine.

Andrew me sonrió de nuevo y nos sentamos juntos a compartir el almuerzo.

Mi primer almuerzo con Andrew.

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