Capítulo 7

Laboratorios Karlson. Se encuentran casi igual que el año pasado, la única diferencia es que reemplazaron los adornos de navidad, y siguen siendo sobrios y elegantes de muy buen gusto. Dejé todas mis tareas hechas, citas programadas e información enviada, también les avisé a mis dos empleadores que necesitaba este tiempo libre y que cualquier cosa que requirieran de manera urgente, les pedí que me contacten en el celular. Espero concluir esta reunión lo más rápido posible y continuar con mis actividades rutinarias para cerrar el día.

Buenos días, señorita Karlson; el señor Connors la espera menciona la recepcionista al verme llegar, ella actúa tan amable como siempre.

Buenos días a ti y gracias, Mary. —Subo a las oficinas saludando al personal, todos me conocen y me devuelven una sonrisa al pasar frente a ellos.

El despacho del tío Adam está al lado del de mi papá. Un espacio que permanece cerrado, esperando por su dueño que no regresará. Una punzada de dolor me recorre al ver la puerta y mi sonrisa titubea, pero sigo mi camino y llamo a la puerta contigua antes de entrar.

Adelante. Resuena la inconfundible voz de Adam Connors.

—Hola, tío, ¿puedo pasar? —Sin esperar a que me responda, cruzó el umbral para saludarlo, y me llevo una enorme sorpresa, al ver del otro lado de su escritorio a Mark Connors su hijo, quien creí que estaba en la universidad. Mientras tanto él, se levanta a la espera de un abrazo.

—¡Mark! —pronuncio emocionada y recorro a prisa el espacio que nos separa para abrazarme a él.

Es menor que yo por tres años, sin embargo, no lo parece. Su tamaño y contextura han cambiado desde la última vez que lo vi, lo hacen ver más maduro. Es muy guapo, tiene el cabello negro y un buen corte que lo hace ver todo un hombre hecho y derecho. Esos ojazos azules, tan transparentes y su rostro risueño, siempre me han dado paz.

—¿Cómo estás, Vi? —pregunta al sepáranos con el apodo con el que solo él me llama.

Siendo niños vivía impresionado con el color de mis ojos y, cuando aprendí los colores pude decirle que eran violetas y que Violet es mi segundo nombre, así que, desde entonces me dice Vi, por ambas razones.

—No tan bien como tú, por lo que veo. ¿Cuándo creciste tanto?

—Las horas en el gimnasio hacen milagros por los chicos enclenques como yo, ¿¡no te parece!? —dice abriendo los brazos y me regala una sonrisa sacando a pasear sus hermosos hoyuelos.

—Por supuesto que sí. ¿Hace cuánto que no te veo? ¿Año y medio? —inquiero al pensar cómo pasa el tiempo, porque de verdad que el cambio es notable.

—Dos años tres meses, para ser exactos, porque el año pasado no pude venir a la reunión. Los exámenes finales me lo impidieron. Y el anterior pasó lo mismo.

—Bueno chicos, ya tendrán tiempo para ponerse al día, ahora vamos a lo que nos compete —interrumpe mi tío y enseguida se dirige a mí. McKenzie, te agradezco que vinieras y me disculpo por no avisarte de la llegada de Mark, que, aprovechando las vacaciones de navidad, lo hice venir para que se vaya empapando de lo que también será su legado.

—No tienes que darme explicaciones, sabes que te apoyo en tus decisiones y, respecto a Mark, es una muy grata sorpresa, además sé que se desempeñará de manera correcta, que para eso está terminando su posgrado, ¿no?

—Ya veremos, todavía le falta medio año y que pruebe su valía dentro de la empresa —Siento aquí un claro desafío por parte de tío—. Sin embargo, estoy seguro de que bajo mi mando y con el buen cerebro que sé que tiene, lo logrará —concluye con orgullo.

—¡Vaya! ¿Cero presiones, eh, Vi? Vamos, se hace tarde y a esos viejos cascarrabias de la junta no les gusta perder ni un solo minuto, incluyéndote, papá.

—¡Mark! —reclamo en tono de broma —Que el tío está viejo, pero no es ningún cascarrabias. —Los tres nos reímos a carcajadas y así salimos hacia la sala de juntas.

Los socios se encuentran acomodados en sus lugares. El señor Henderson, el señor Townsend y la señora Kennedy, son accionistas minoritarios, ya que, entre mi tío y yo, representamos el cincuenta y cinco por ciento de las acciones de los Laboratorios Karlson.

La reunión fue rápida, más que todo es para cerrar el año laboral, resaltando los progresos y los logros alcanzados, se fijan metas y, ante un notario hago constar que no quiero tomar las riendas de la compañía.

—Mi tío está más que capacitado para seguir con el cargo y, en el caso de que suceda lo contrario, he decidido que su hijo Mark Connors, tome el puesto.

Mark me mira y sonríe, noto admiración en sus ojos y algo más que no sé cómo interpretar. Los demás socios se alteran un poco por lo que he dispuesto. Bien lo dijo Mark; «viejos cascarrabias».

—Tranquilos —pide el tío Adam—. Todo esto es por ahora, hipotético. A mi hijo le falta poco para culminar su posgrado y es mi intención que venga a trabajar con nosotros. Entiendo que tengan dudas sobre su capacidad, pero no será mañana que tome el cargo, debe demostrar primero su valía y competencia, además, no estoy con un pie en la tumba —Toma las palabras que le dije ayer para aligerar el ambiente y da por concluida la reunión.

—Vamos por algo de comer y nos ponemos al día. —Propone Mark y yo encantada acepto.

Tío Adam se queda y nosotros salimos a comer. Llegamos, pedimos nuestros alimentos y esperamos a que nos sirvan, para hacer tiempo y que no nos interrumpan.

—¿Cómo estás, Vi? Pero, dime en verdad, cómo estás.

No puedo ocultarle el torbellino que tengo entre el cerebro y mi corazón a pesar de que casi no nos hemos visto durante estos últimos años. Él fue uno de los pilares más fuertes que tuve de no ser por Mark, tía Anna y el tío Adam, yo no estaría aquí. Aún con todo y lo que significa para mí, no puedo aclararle mis sentimientos, porque ni yo misma sé lo que me sucede.

—Estoy bien, en serio. Trabajando mucho. Me encuentro bastante entretenida, ya sabes que no me gusta tener tiempo de ocio. Y, ¿tú? Imagino que tendrás un harem en la universidad, pero ¿hay alguna chica en especial? —Sonríe y niega con la cabeza, sabe que estoy tratando de desviar la conversación.

—Puedes hacerlo mejor, Vi. —escupe un poco dolido con mis evasivas.

—¡Vamos, Mark! Dame un respiro. Sabes que odio estas fechas, el accidente lo arruinó todo para mí y lo recuerdos duelen… todavía duele mucho —ruego cargada de tristeza. Mis ojos se humedecen y él acepta darme el respiro que le solicito. Toma mi mano y me da un apretón suave.

—Bueno, la verdad es que tanto como un harem no, pero si hay varias interesadas. Y… sí, hay alguien especial, pero creo que no me registra en su rango de posibilidades, así que estoy en espera de que me note algún día.

Suspiro al pensar en la pobre tonta, que no se fija en un hombre como Mark.

—¿En serio? Debe de estar ciega para no verte.

—No lo descarto. —Bromea y nos reímos a carcajada limpia, él todavía continúa tomando mi mano.

De repente el ambiente cambia y un escalofrío me recorre el cuerpo y la risa se me congela, al ver en la entrada del restaurante unos ojos oscuros como la noche, que me observan fijo. Está esperando a que lo atiendan y tomen su abrigo. Pero en su mirada noto algo extraño, algo como… ¿ira contenida?

Mark se da cuenta de mi repentino silencio y se remueve un tanto incómodo en su asiento y me interroga cuando ve mi mirada puesta en la persona que acaban de llegar.

—¿Vi…? ¿Conoces a la rubia, o al tipo que la acompaña? —cuestiona confuso ante la situación.

¿Rubia? ¿Qué rubia? apenas y escucho su pregunta. No logro desviar mi mirada de Viktor, quien camina en línea recta hacia nuestra mesa como una pantera en dominio de su hábitat. Despacio con seguridad y ese toque peligroso que sigue irradiando. Lleva puesto el pantalón y la camisa en tono negro, que le ajusta a su cuerpo a la perfección y, una corbata dorada que resalta mucho el color ónice de sus ojos.

Mark y yo nos levantamos y ni siquiera me percaté de la presencia de Irina, quien se le adelanta a su hermano y sin mediar distancias colisiona conmigo, y me ofrece un efusivo abrazo de oso.

—¡McKenzie! Jamás en toda mi vida pude haber imaginado encontrarte aquí, de manera tan casual y por segunda vez. Es el destino que nos quiere como amigas. ¡Oh disculpa! —Se dirige a Mark y regresa a la plática inicial—. Mi hermano no quería que interrumpiera tu reunión, pero no puedo saber que estás aquí y no acercarme a saludar, como mínimo de respeto y buena educación. —Como siempre habla sin respirar.

—Hola, Irina —contesto su saludo aún aturdida con el encuentro—, no hay problema —Desvío la mirada hacia mi jefe para saludarlo—. Buenas tardes, señor Novikov.

—Viktor, por favor, que no estamos trabajando —dice con su acento tan seductor, sonríe, tendiéndome la mano a manera de saludo. Es la primera vez que tendré contacto con él, y estoy obnubilada.

Se la tomo y un zumbido eléctrico me recorre desde la mano hasta la nuca, dejando una sensación de calidez en todo mi cuerpo. Él es alto, alrededor de un metro con noventa y cinco, lo que me hace sentir como un duende a su lado con mi metro sesenta y cinco. A penas le llego al hombro y eso que llevo tacones.

—Viktor —repito y me suelto de su mano, momento en el que Mark se aclara la garganta y me regresa a la realidad de la situación. —Eh…, déjenme presentarles a un amigo, Mark Connors. —lo señalo con la mano y continúo con las presentaciones—. Mark, ellos son Viktor Novikov, mi jefe y ella es Irina, su hermana.

Puedo notar mucha tensión entre Mark y Viktor, decido dejarlo por la paz, sin darle mayor importancia.

—¿Quieren acompañarnos? Apenas vamos a comenzar —propone Mark sorprendiéndome con su decisión, me giro hacia él, y veo que tiene su mirada apreciativa puesta en la rubia y ella en él. Por lo tanto, apoyo su decisión, aunque me siento un tanto nerviosa de tener a Viktor sentado a mi lado.

Después del incómodo comienzo de la cena y que tanto Viktor, como Irina, ordenan lo que consumirán, se instala en el ambiente un silencio extraño.

—Entonces… ¿a qué te dedicas, Mark? —rompe Irina el incómodo silencio.

—Ahora mismo estoy estudiando un posgrado en administración de empresas, al terminar, espero poder entrar a trabajar en la compañía con mi padre —responde con toda la seguridad y orgullo. Pateo su pie y le hago señas tocándome la oreja izquierda, como cuando éramos niños, para que no se le ocurra nombrar los laboratorios. Y para mi fortuna, como siempre, me entiende y continúa con la charla—. Me falta solo un semestre para poder apoyar mi padre. Y ¿tú…? ¿Ustedes en qué trabajan? —pregunta para desviar la conversación.

—Yo trabajo para Viktor, sin embargo, pretendo montar mi propio negocio en cuanto termine mis estudios en diseño de modas; tan solo me falta un año.

Mientras Mark e Irina dominan la charla, yo me obligo a empujar la comida a por la tráquea que se encuentra cerrada por el escrutinio que mantiene sobre mí el señor Novikov. Cuando termina de explicarle sus proyectos, Viktor toma la palabra.

—Tengo mi propia empresa con tres sucursales más en el país y una en Rusia, que se dedica a la compraventa de toda clase de cosas. Irina, junto con un grupo de empleados, se encargan de captar potenciales clientes y yo apruebo que se compra y que se vende. —Me tiene atenta, como si estuviera hipnotizada con cada una de sus palabras, aunque suena un poco fanfarrón, en realidad es lo que hace. Todos estan bajo sus pies, y es él quien da la última palabra. Me pierdo fantaseando, con esa voz diciéndome cosas hermosas.

—¿Verdad, McKenzie?  —es lo único que logro registrar de lo que menciona de Irina.

—Eh… ¿De qué me hablas? Disculpa, estaba distraída.

—¡No tienes que jurarlo! —afirma confirmando lo que acabo de responder y suelta la risa que me contagia y termino carcajeándome, más por los nervios de la absurda situación, que por cualquier otra cosa.

—Te preguntaba qué si no tendrás inconveniente para reunirnos mañana ¿verdad? Me hace mucha ilusión poder ir contigo de compras.

—Irina, ya te dije, que esta semana la tengo muy ocupada. No creo pod…

—¡Claro que puedes! Y creo que te dije que no acepto un «no» como respuesta —Me corta, e insiste. Si es por Viktor, ni te preocupes, ya le dije nuestros planes y estuvo de acuerdo. ¿Verdad, hermanito? —Se dirige a él con un tono muy meloso para que concuerde con lo que dice.

—No tengo ningún problema con que te ausentes por unas horas, McKenzie, puedo arreglármelas. Complace a mi hermana, por favor, y trata de sobrevivir a la aventura —Termina con una sonrisa de oreja a oreja que no le pasa desapercibida a Irina, y esta aplaude como foca, y me quedo como piedra, con lo atractivo que se ve cuando sonríe en vivo y en directo.

—Trataré de adelantar el trabajo y te aviso, ¿está bien? —respondo a Irina.

—¡Perfecto! —exclama emocionada—. Bien, tenemos que irnos ya, Viktor. Fue un placer conocerte Mark, nos vemos y, McKenzie…, me encantó coincidir contigo, te lo digo; es el universo que nos quiere juntas.

Mientras Mark e Irina, hacen su despedida, Viktor se aprovecha toma mi mano se inclina para acercarse a mi oído y decirme en tono bajo.

—Esta vez, estoy total y en absoluto de acuerdo con mi hermana; «es el universo».

Miles de descargas recorren mi cuerpo, y mi pobre corazón está decidido a irse con los hermanos rusos, latiendo tan fuerte que se saldrá de mi pecho.

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