Capitulo 2. El viaje

No es que desconfiara de Fernando, pero algo muy dentro de ella le decía que debía aguardar. Que aún no era el momento.

—Pero aún no quiero, lo lamento Fernando.

Intento levantarse pero este se lo impidió, la tomo de los hombros acostándola bruscamente. Ella lo miro a los ojos confundida, pero él estaba serio.

—¿Qué estas intentando hacer? Suéltame.

—Ya me canse de que estés aguardando, que pretendes que pase años a tu lado y solo me conforme con unos besos, así no funcionan las cosas. Hoy mismo vamos a resolver ese asunto y veras que después que pruebes te aseguro que querrás hacerlo todos los días.

Ella estaba horrorizada con cada palabra que salía de la boca de su novio, del hombre quien decía que la amaba, nunca imagino que él podría decirle una cosa semejante.

—No basta ¿Qué te sucede? Tú no eres así suéltame por favor.

El tomo el botón de sus vaqueros soltándolo y a la vez bajando la cremallera, ella forcejeo para librarse pero no lo consiguió. Él se quitó la franela y ella intento huir pero él estaba encima de ella, con la franela le cubrió la boca. Andrómeda no podía creer lo que estaba pasando, él pensaba abusar de ella, que aquello no era un simple juego o una broma de mal gusto. Cuando reacciono forcejeo con más fuerza pero él era más grande que ella.

—Quédate quieta, te prometo que lo vas a disfrutar. La verdad es que no quería que fuera así pero no me colaboras, somos novios es normal que esto pase, además quien es virgen a los veintidós años.

Intentaba bajar sus vaqueros a toda costa junto con sus bragas, los llevaba a mitad de muslo cuando vio a su mejor amigo a espaldas de Fernando jalándolo del brazo mientras lo tiraba al suelo. Ella al verlo se quejó con los ojos llenos de lágrimas fijos en él. Ella se subió los vaqueros y se quitó la mordaza.

—¿Qué rayos están haciendo ustedes dos? Experimentando como hacerlo al estilo porno.

—¿Qué carajos estás haciendo tú en mi casa?

—Tú aléjate patán. Le amenazo Peter serio. –Andrómeda me pidió que la recogiera y llevo esperando afuera más de media hora subí para buscarla y me encuentro con esto.

Vio nuevamente a su amiga recogiendo las cosas, estaba muy nerviosa, estaba más pálida de lo normal. Lo que estaba ocurriendo allí al parecer no era de su consentimiento.

—Por favor Peter llévame  a casa. Lo tomo del brazo y este la miro a ella y luego a Fernando. Él estaba fijamente mirándola a ella nada más.

—¿Te vas a ir? Le pregunto su novio.

—Sí y no volveré nunca más, hemos terminado.

—¿Piensas que puedes terminarme así?

—¡Ya la oíste! Peter tomo del brazo de su amiga arrastrándola hasta la puerta de la salida.

—Este asunto no te concierne, Peter. Le grito Fernando.

—Más te vale que te quedes quieto donde estas, si no me veré obligado a partirte la cara de idiota que tienes.

Este no se movió, era lógico Peter le ganaba en tamaño y musculatura, no se iba arriesgar a quedar con la nariz partida.

—Ya nos volveremos a ver, mi amor.

Ella no respondió estaba tan asustada, dolida, decepcionada de su novio. Intento forzarla hacer algo de lo que no estaba segura. Temblaba como gelatina, sino le hubiera pedido a su amigo que la recogiera seguramente Fernando hubiera terminado su misión. Tenía tanto que agradecerle a Peter, una vez en su coche ella rompió en llanto, estaba desconsolada y tan avergonzada. Sintiendo los brazos de su mejor amigo alrededor de sus hombros mientras le susurraba palabras para tranquilizarla.

Un par de meses después…

—Vamos mujer no puedes permanecer por mas semanas encerrada, debes salir, tomar aire y trabajar.

—No tengo ánimos de nada. Ella estaba acostada boca abajo abrazando a su almohada con los ojos más que rojos.

—Estas hecha un asco lo sabias, de verdad te lo digo nunca te había visto así. No puedes tirarte a morir por un patán.

—Pero es que él era perfecto.

—Claro que no, nadie es perfecto. Recuerda lo que pretendía hacerte ¿Quién rayos puede ser perfecto siendo así?

—Ya no me lo recuerdes. Se hundió más en la almohada.

Su amigo suspiro y se sentó en la orilla de la cama sobándole la espalda como consuelo.

—Tengo una solución para tu problema de depresión, lo primero es que te levantes y hagas tu maleta te recomiendo ropa fresca y todos tus trajes de baño y un buen bloqueador. Lo segundo es que tu vuelo sale mañana mismo para Atenas.

Y así fue como  se vio sentada en un asiento de un avión directo a Atenas, por todo lo que había pasado con su ex su amigo pensó que era una solución viable para eliminar todo ese dolor que sentía. También por tener que mentirle a sus padres diciéndole que habían discutido y por ello habían terminado su relación, sus padres estaban tan desanimados.

No sabía que le había dicho a sus padres al respecto pero la verdad es que le tenía sin cuidado estaba tan dolida que ya no le interesaba nada. Su amigo había sido muy bueno con ella al haberle hecho semejante obsequio, hacía mucho que le decía que deseaba viajar a Grecia ya que su madre era griega pero a raíz que se enamoró de su padre decidió vivir en Estados Unidos con él y nunca más volvió a regresar.

Pero ella si deseaba ir a conocer sus orígenes, y como los padres de Peter tenían una casa en una isla llamada Serifos aprovecho la oportunidad. Era muy pequeña la isla griega del mar Egeo, localizada en las Cicladas occidentales pero con eso se conformaba estaría en Grecia y eso le bastaba lejos de todo el mundo y del imbécil de su ex.

Peter le había dado una serie de instrucciones para llegar a la isla sin perderse, al parecer el avión no la dejaría ni cerca de esta, la única manera de llegar es por su único puerto Livadi, situado a 170km del puerto de Pireo en Atenas. Así que él le compro boletos directos y de allí tendría que embarcarse en un ferry, ya que ella no contaba con su propio medio de transporte. No parecía tan difícil después de todo.

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