CAPITULO 2 LA MALAGÜERA

CAPÍTULO 2 LA MALAGUERA

Ámbar

22 de mayo 2018

09:35 a.m.

Cuando te das cuenta 

Que hay gente con más m****a

De lo que tú tienes

— Dos cafés medianos por favor — me acerco a la barra con el ticket del pedido que en la caja se pidió. Mily lo toma y asiente dando la orden a los chicos que están en la cocina, me muevo hacia la mesa cuatro de la cafetería, recojo el desayuno sin acabar de la pareja que se va y veo unas monedas en la mesa, me giro hacia la puerta, pero ellos se van sin voltear atrás ignorando mi reclamo silencioso, que es por cortesía nomas.

Es raro, acá no tenemos propinas, aunque varias veces me ha tocado que dejan algunas monedas cuando recojo sus cosas, meto las tres monedas de cinco y unas de dos a mis bolsillos de mi delantal y corro con los utensilios hacia los lavados cuando la campana del pedido dado ya está preparado.

— Ve tú, me duele el estómago demasiado — Mateo niega inclinado sobre el lavado, dejo a su lado los platos sucios y voy saliendo hacia la barra apresurada dejando de lado la mueca que se quiere formar, pero la alejó con una sonrisa así los clientes que están aún desayunando en la barra.

La bandeja con los cafés servidos, una bolsa de papel con empanadas de queso me esperan listos, tomó la bandeja y me acerco a la mesa marcada, que es la siete, donde un hombre con traje me da la espalda y es quien mueve su mano con el celular.

Mateo siempre ha sido de los que atiende a ellos, ya que son de las empresas que están no muy lejos de nosotros, temo fallar con mis palabras que salen, según Mily soy más camba que la yuca por mis palabras toscas o simplemente que no tengo el tic de tratar con ellos, reclamarle que no es cierto, ya me ha cansado así que prefiero alejarme de aquellos clientes.

— Bienvenido a Dulces Encantos, aquí tienes tu pedido — dejo los cafés en la mesa esperando a que me diga algo. Cuando dejo de estar inclinada, un par de ojos verdes casi amarillos se topan con los míos sorprendidos.

El abre los ojos sorprendidos al notar el color de los míos, tal vez, o porque soy mujer.

— Wow… — Suelto una risita por su reacción al color de mis ojos ya que es lo mas seguro que noto. Interactúa con el cliente, que no se te salga alguna tontería.

— Los tuyos también son maravillosos — suelto el halago con una sonrisa mientras dejo que la bandeja quede apoyada en mi estómago. Siempre surge algo tras los pedidos, debo esperar — ¿Algo más que desees? Espero que nuestro café sea de tu agrado junto a las empanadas — No recuerdo haberlo visto antes, pero parece ser habitual ya que toma de su vaso con naturalidad. Su cabello castaño y sus cejas de casi el mismo color se mueven cuando sus ojos notan que le miro.

— Gracias, este… — Levanta el vaso que no bebió — Es para mi amigo — señala al que le deje solo. Asiento con la cabeza y me muevo cuando Mateo vuelve a aparecer, las campanas de la puerta siendo abiertas me llaman, es hora de alejarme.

Me alejo de él con un asentimiento de cabeza y caminó apresurada hacia la mesa que se sienta tras tomar su pedido.

Un dolor agudo en la espalda por agacharme hacia las mesas me punza, pero lo ignoro cuando pide un desayuno tradicional de la casa.

Asiento y corro hacia los cocineros ya que digo las especificaciones de las personas

Mañana, mañana será mi día para poder tener un mejor trabajo si paso la entrevista, espero que mi currículum sea de su agrado.

……

16:35 p.m.

Miro el cielo a través de la ventana mientras apoyo mi cabeza en la ventana del micro, bostezo cansada a pesar de las sacudidas y movimientos bruscos del micro, pero mas bien no está lleno a estas horas, mi turno terminó y tuve que esperar a que lleguen los del turno de la media tarde.

Cuando estoy por darle un abrazo al sueño que me consume, el micro frena de golpe haciendo casi golpear el marco de la ventana por el frenazo.

— ¡Oiga tenga cuidado, puej! — grito alto al igual que los demás pasajeros que se mierdean con el chofer agarró con fuerza mi mochila dejando de lado mi sueño que se hizo humo por el frenazo, sacó la cabeza un poco, para ver como por mi lado para otro micro del mismo color, casi volando.

Sus malditas carreras de estos y ni siquiera es la hora pico.

Tras sus maldiciones lanzadas, el recorrido a casa es rápido, cuando llego las voces de las gemelas y las tratadas de Alexis para que hagan sus tareas me hacen borrar la mueca que de seguro ha quedado plasmada en mi cara desde que desperté.

La reemplazó con una sonrisa y tocó la reja.

Todo se pone en silencio antes de que mi nombre sea escuchado por toda la cuadra y corren despavoridas con las llaves en mano.

— Hola Am — dijo Hanna con dos coletas mal hechas y un peine en mano

— Hola Am — quita el candado Anahí trayendo en el cuello su toalla de flores, aparentemente ambas están con el pelo húmedo por su travesura.

Cuando me abren la puerta no tardan en abrazarme y me inclino para recibir mi beso en ambas mejillas.

— ¿Alexis? — me doy la vuelta y la cierra pegando el candado en su lugar, cuando me giro, este aparece de no muy lejos con pequeñas coletas paradas en su cabello, donde los colores de las ligas lo relucen, no puedo evitar reírme mientras trata de quitarlas.

— Anahí se las dio de peluquera, otra vez — se queja Alexis, la pequeña no tarda en responder.

— Tú pelo es feo — la veo hacerle pucheros mientras nos acercamos a la sala y dejo caer mi mochila, me quito las zapatillas y las medias, caigo en el sofá mientras las dos salen a corretear por el patio al escuchar que Hanna dice que le arde un ojo. En cambio, Alexis se queda parado delante de mí y me mira, esperando algo, parpadeó repetidas veces evitando que bostece.

— Creo que pusieron mucho de tu gel — señaló su pelo, este no se inmuta a mi comentario y sé que se debe a lo otro — ¿Qué? — digo cansada cuando su mirada es muy acusatoria.

— No deberías intentarlo… — agito mis brazos en forma de que se calle antes de decir algunas palabras más sobre que no vaya, pase la prueba previa y tengo más chances en pasar con el que llegaría a ser mi jefe tras verme y hacer algunas preguntas.

— No más, en serio — digo poniendo fin a cualquier charla que salga si quiere decirme algo que me enfade, estoy cansada y eso no es bueno.

Se calla y no replica cuando nota mi mirada que no se aparta de la suya, nunca puede aguantar cuando hago eso, verle fijamente determinando mi respuesta a cualquier berrinche que se le salga.

Tiene 17 años, no puede intentar pensar lo que es o no bueno para mí.

……

23 de mayo 2018

07:55 a.m.

 Muevo en círculos mi cabeza, para aliviar el intenso dolor que tiene mi nuca, Dios me voy a marear si sigo así, estoy a metros de adentrarme a aquel edificio de 34 pisos, cubierto de vidrio junto a unas pilastras negras que van de punta en punta . Es una de las empresas más famosas de mi país, creyendo o no, la arquitectura está tomando más racha no tanto en nuestras tierras sino en la de los países vecinos, pero están asentados aquí.

La duda no ha muerto aún, porque el jefe nunca ha respondido a las preguntas que pocas veces ha dado entrevistas.

Aplicar no fue nada fácil, estuve en las entrevistas previas más veces de lo que alguna vez estuve en mis trabajos temporales, y si que lo han puesto difícil. Pero vale la pena, lo vale hoy.

Trato de ignorar la vocecita que me dice lo que se me puede avecinar con el tipo de jefe que se me asigne, por favor debo tener suerte esta vez.

Examino una última vez la ropa que me puse para hoy, una camisa blanca muy ceñida con unos simple pantalones de tela color negro y zapatos de tacón negros que me hacen ser unos centímetros más alta de lo baja que soy.

Profesionalismo y confianza es lo que siento transmite, y no me equivoco, algunas de las que salen de las puertas de vidrios llevan unas faldas tubo que están muy por arriba de lo que deberían de estar según creo, sus camisas llevan el logo de la empresa, donde claramente se ve a una B y una J juntas . Prácticamente en toda la empresa están el logo que caracteriza a todos.

Son sus cosas Am

Tome el valor y entre, lo primero que pasaban por delante mío eran las mismas mujeres de afuera, me acerqué hasta aquel lugar donde decía:

Recepción

Caminé hasta aquel lugar y la mirada de una chica tímida fue lo primero que pude notar tras aquel escritorio de trabajo.

— Hola, buenos días soy — lento,no te apresures tonta — Soy la candidata 36, Pirrie — digo apresurada esperando a que diga algo mientras me mira fijamente, una mujer de casi mí misma edad, asiente mientras teclea bajando la mirada la pantalla del ordenador, estoy impaciente que se me hace difícil reprimir mover mi pierna.

Tras un largo periodo que se me hace difícil de manejar, ella habla:

— Claro un momento — ni siquiera me inclino a ver que hace — Piiso 14 planificación de proyectos, directora Alexa Zagthep — asiento repetidas veces mientras se me pasa en gafete por el mostrador, solo tiene las palabras que dice pasante y mi apellido recién impreso — Te dejará pasar por los controles de acceso de la empresa — me señala hacia los pilares con puertas cortas, veo como varias pasan esas tarjetas y se les abre para dejarlas pasar a los ascensores.

Wow.

La vuelvo a ver, pero esta se concentra en su pantalla sin decirme nada más.

Bueno, sigo sola de aquí en adelante, me alejo de recepción caminó hacia aquellos controles, a mi costado antes de pasar, veo como lo hace un señor, un código en barra es el que roza al sensor verde, se coloca azul y se le abren las puertas.

Fácil, tú puedes Am.

Cuando llega mi turno, hago exactamente lo que hizo el señor, y espero a que se me abran las minis puertas, tres segundos más, y se me abren.

Si

Suelto un suspiro de alivio y caminó apresurada hacia los ascensores, uno de ellos está por cerrarse, así que estiro mi brazo hacia las puertas para que no lo haga, causando que mi bolso casi caiga, entro y veo que el piso 14 ya está marcado.

Las puertas se cierran y empieza a subir, me coloco en el cuello el gafete y este queda colgado. Tras que bajan algunos empleados, espero llegar al piso 14 ya que hay un montón de pisos marcados, la sorpresa no tarda al darme cuenta de lo grande que son los ascensores, cuando se abren las puertas en ese piso, salgo junto a dos chicas, que me esquivan y salen disparadas, se me hace difícil mantener la boca cerrada por el inmenso lugar que me rodea.

Tu entrevista, no te distraigas tonta.

Esquivo al montón de escritorios que están en el centro, las puertas están a los costados así que me acerco a cada uno buscando el nombre de la directora que se me designó.

A la sexta puerta, encuentro su nombre, antes de pensarla dos veces, mi mano tocaba la puerta, haciendo golpes suaves a aquella madera.

— Adelante — La voz femenina me hizo tener un poquito de seguridad. Tomo el pomo y lo bajó rápido abriendo la gran puerta de aquella oficina, cierro con cuidado la puerta y me acomodo un poco la falda para poder verla a los ojos. — ¿Ámbar Pirrie?

— Buenos días, directora Alexa — Saludo antes de que hable de más. Es una mujer de unos 32 o 33 años, es muy joven ciertamente.

¿Será mi jefa si entro?

Me acerco hacia el asiento delante suyo, espero mientras ella hojea una carpeta, antes de hablar.

— Bien Ámbar… ¿Puedes hablarme de ti? — la pregunta llega mientras deja la carpeta en la mesa.

Bien, he estado en entrevistas de trabajos, pero este es mucho más formal.

Me pongo recta y dejo que ella vea la confianza que le debo mostrar para tener mi puesto en la empresa.

— Claro, mi nombre es Ámbar Lucia Pirrie Salvatierra tengo estudio en el Instituto Nacional De Empresas Y Corporaciones, me gradúe en Secretariado Ejecutivo. Hice varias pasantías en varias empresas, por tres meses trabajé en una empresa de imprentas junto a una pasantía en Morely por dos meses, tengo experiencia en el manejo de cualquier dispositivo electrónico, se manejar todas las ramas del Office — más lento, debemos estar serena — Me considero una persona muy responsable, tenaz y puntual con tareas encomendadas, y… hablo cinco idiomas distintos — sus ojos muestran ciertamente la sorpresa y duda a mi palabra — Aprendí como un hobby en mis tiempos libres — omito cualquier palabra engañosa que la haga dudar de ello, ella asiente mientras vuelve a checar mi curriculum, dejo de hablar cuando suelta un sonido de aprobación respecto a mis distintos idiomas aprendidos que de seguro ha llegado ver.

Hay diplomas de las clases previas que tome, para que se me oficialice que si son mis conocimientos. Inglés, ruso, portugués, alemán e italiano.

— ¿Podrías mostrarme? — asiento con la cabeza antes de hablarle:

Good morning, my name is Ámbar, nice to meet you director Zagthep, I look forward to working with you — ella sonríe mientras escucha lo que le digo, saca su celular y teclea algo en él para luego seguir cuando me señala el celular, me inclinó para hablarle.

Normal, mantengámonos relax.

Доброе утро, меня зовут Амбар, приятно познакомиться, директор Загтеп, я с нетерпением жду возможности поработать с вами. — sonríe satisfecha cuando el traductor le dice en español lo mismo que el inglés de hace rato me vuelve a señalar el celular así que sigo

Bom dia, meu nome é Ámbar, prazer em conhecê-lo diretor Zagthep, estou ansioso para trabalhar com você — digo en portugués, sinto como mi pulso vuela por la adrenalina de decir todo bien.

Trato de hacer espacio en cada palabras que se me están cruzando por la cabeza.

Guten Morgen, mein Name ist Ámbar, ich freue mich, Sie kennenzulernen, Direktor Zagthep, ich hoffe, mit Ihnen in der Firma zusammenzuarbeiten — digo en un murmuro casi entrecortado, pero se me entiende el alemán claramente.

Cálmate Am

— Mi chiamo Ámbar Pirrie, piacere di conoscerti regista Zagthep, spero che andiamo d'accordo, sarei felice di lavorare con te — Baja el celular tras escuchar la traducción del italiano al español.

— Excelente Ámbar — nada es definitivo, entiende que falta más —Tienes un buen curriculum, pero tienes trabajos a medio tiempo que no van con el área en que te especializaste ¿Puedo saber porque no trabajaste en empresas oficialmente? — la pregunta que previne desde hace una semana ha llegado.

Suspiro antes de decir que:

— Tuve varias ofertas de empleo, solo que el dinero se me entregaría cada quincena o cada mes y… tengo una familia que come cada día, así que no podía darme el lujo de hacer esperar, el dinero era más importante y… — no suenes como para que tenga pena — Abandone esos puestos, entre en los de medio tiempo ya que la paga es cada fin de semana, y ya tenía para cubrir los gastos de mi familia — agradezco sonar más segura de lo que pensé.

— Sabes que el pago es cada mes ¿cierto? — asiento dos veces con la cabeza — ¿No sería lo mismo que los puestos que rechazaste? — el nudo en mi garganta se intensifica no dejándome hablar, pero su mirada impaciente tapada con amabilidad no se me pasa desapercibida me obliga a hablar.

— Estos años ahorre, tengo dinero ahorrado para unos meses, hasta que se me de mis primeros pagos y cubro lo ahorrado, pensé mucho antes de venir, la empresa es una de las mejores en la ciudad, tenía que aplicar aquí para tener una oportunidad, para no hacer que todo no valga nada — digo sin el toque de desesperación que pensé que se notaría.

 No menciones más, no deben saber nada de ti.

— Bueno, el puesto para secretaria no está disponible ya — ese era una de mis opciones, el pecho se me aprieta con fuerza al solo escuchar que llegue demasiado tarde al puesto, me llamaran después, seguro que lo dirá — Pero puedo con el de asistente aún tenemos habilitado ¿Si te interesa? — espero no haber dicho todo demasiado rápido para asimilar, no hay mi cargo, pero puede ver la posibilidad de entrar como asistente — Ya hablaríamos con recursos humanos para trazar lo de tu sueldo, el horario sería el de oficina como normalmente está establecido — asiento cuando su mirada es la que pregunta, sus ojos marrones son oscuros pero no son cargados de enfado ni repulsión.

Eso significa que… ¿Pase?

— Dígame qué haría directora, le entro a todo — Ella sonríe cuando digo ello con entusiasmo.

— Bueno, mi secretaria haría todo lo de papeleos y atender mis llamadas, tu sería quien los lleve... Además, cierto que hablas varios idiomas eso nos traería muchos beneficios dentro de nuestra área — expresa muy alegremente moviendo las manos en el aire como si ya lo viera lo que ayudará.

Asiento sin rechistar.

—Perfecto, hay veces en que nos reunimos con inversionistas extranjeros y es muy difícil encontrar traductores para las reuniones extraoficiales, claro sería un pago aparte por tus servicios, no habría duda de ello — sonrío un poco más.

Está reconociendo mis conocimientos

Lo hiciste para no caer en la depresión

— Entonces acepto.... No tengo problema con nada — ella sonríe, nuevamente complaciente.

— Bien, me parece perfecto. Necesito que me hagas un favor entonces — empieza a buscar algo en su mesa y sé que no debería decirlo, pero se me sale de todos modos.

— ¿Em-Empezamos hoy? — me sorprendí cuando selló mis labios que se me habían salido las palabras.

— Claro, si quieres... — dice alargando lo último, como si dudara de mí, es lo menos que necesito ahora, asiento mientras dejo en una silla mi cartera.

— Dígame... ¿Qué puedo hacer por usted? — acomodo mechones de pelo detrás de mi oreja ya que los nervios se suben desde mis pies a mis manos que tiemblan sin que se dé cuenta de ello.

— Bien, necesito que lleves estos documentos rápidamente al piso 34, que el jefe lo lea y lo firme de inmediato, es muy importante... En la oficina que está frente al elevador, la del presidente es la única más grande del piso — Me pasa una carpeta roja con muchos papeles dentro.

Asiento

— Claro, no hay problema — la tomo y hago el esfuerzo de que no se caiga de mis manos

— No lo olvides, es la oficina frente al ascensor — asiento con la cabeza nuevamente tras la indicación suya y salgo rápido de la sala.

Camino apresurado hacía el elevador y aprieto el botón.

Es el último piso

Espero impaciente a que me lleve a aquel piso rápidamente.

Obtuve el puesto

Sonrío para mí misma, mientras pienso en que puedo hacer por ello ahora que si encontré un trabajo más fijo, mi reflejo en las puerta me dejan ver la gran sonrisa que traigo en la cara.

Llegó a aquel piso y las puertas se abrieron.

Se borra mi sonrisa.

Una chica con un pequeño bolso y con la misma ropa que todas viene corriendo hacia el elevador, casi choca conmigo sino fuera que logró esquivar.

— Renunció, no pienso estar ni un minuto más en este lugar, que bruto es — dice entre medio de su llanto sin notarme.

¿Qué le pasó?

Salgo del elevador a tiempo que ella entra y aprieta el botón.

Miro por última vez a la chica quien logra limpiar sus lágrimas estando cabizbaja.

¿Algo malo?

Me giro y camino hacia la puerta que está enfrente, es grande, los ventanales están cerrados. Llegó a la puerta, como dijo y miró el letrero plateado de la puerta

Joseph Octavio Black James

Presidente

Respiro hondo antes de tocar la puerta, la mesa cerca de su puerta está con los documentos dispersos en ella, veo que si abandonó su puesta.

Tal vez me pasarían a esta puesta si la directora se enterara de la que acaba de abandonar.

No seas codiciosa, podrían notar nuestro deseo

— Pase — al escuchar aquella voz mi piel se erizo por completo y borró tal idea sobre dar una sugerencia, las ganas de voltearme e ir hacia al elevador no me parece mala idea. Cobarde no somos, recuerda ello Am. Tomé una bocanada de aire, agarré el pomo de aquella puerta, y le di el giro a la derecha para que esta se abriera lentamente, no haciendo ningún sonido audible para nadie. Mis tacones, no tan altos, avanzaron por sí solos, adentrándonos a aquella oficina sin levantar el rostro, temerosa a quien me topare, lo espaciosa que es me golpea con sorpresa cargada, pero antes si quiera decir algo, vuelve a hablar — Anota rápido — Ordena. Cerré no con tanta fuerza aquella puerta, su voz se había metido en alguna parte de mi piel, reconociéndola, que no dejaba de estar tensa a estar a algunos metros de él. Me di la vuelta completa ante la orden, levantando mi rostro y poder mirar esta oficina que parece mi casa, echo una mirada apresurada a todo y luego al hombre que se encontraba tras de él, me mira brevemente con impaciencia y me tiende un lapicero, camino apresurada hasta su escritorio, los pequeños escalones casi me hacen tropezar y pienso quien m****a hace escalones dentro de una oficina, borró cualquier maldición y tomo la libreta cerca suyo que yace abierta y agarró el lapicero, él vuelve a la llamada — Como dicen César, el pago es de 20.000.000 de dólares por estructura, además que los planos se entregarán según la fecha establecida, no son fáciles de trabajar, hay que llegar a un acuerdo con tu empresa, ¿no te parece? — sonrió cuando anoto todo en inglés tal y como habla — Deberías pensar con tu padre, no es fácil hacerlo y no pienso hacer que mi apellido quede en el suelo al entregar algo no verificado — la mano me tiembla cuando anotó: — Rusia no pudo, España está en espera si quieres saber sobre ello, tengo entendido que no estás en la mejor parte de meter a los Debatro en esto, sabes que su trabajo no es la mejor — gruñe el apellido, estoy parada a unos metros de su escritorio, así que cuando no habla, pongo mi mirada tras el escritorio y noto su cuerpo apoyado en el sillón suyo —Escribe — asiento al momento en que notó su rostro por completo y ya no solo sus ojos.

Yo lo conozco, se me hace tan parecido a…

No, es un chiste de mal gusto ¿Verdad?

Es él

¡Ay no!

Acomoda el celular en medio de la mesa y pone el altavoz dejando de verme solo segundos que parecen horas, un nido inmenso se arremolina en mi vientre que me hace doler con fuerza cuando baja la mirada al celular.

— Escucha Octavio — El inglés se me da bien, pero creo que me estoy enfermando de solo pensar que es él — Los de Italia hablan de 120.000.000 dólares, Rumania 50.000.000 dólares. Los proyectos Megacia y Nucia se están retrasando y los planos que según se realizarían en Londres estás haciéndolo en ese país donde te empeñaste a quedar, no estamos para aguantar todo lo tuyo, tu padre nos dio una fecha límite — anoto cada cantidad en la libreta. Apenas puedo respirar y anotar sin querer esconderme de él.

— Firmaron conmigo el contrato no con mi padre, claramente puse el límite de fecha, las presentaciones estimadas, el esquema computarizado y todas nuestras futuras reuniones, sino mal me equivoco — Habla mirándome, tiemblo a su mirada es fija, precisa, reconociéndome tal vez de anteayer, y la amenaza al tipo está cargada.

— Suecia, el día de la inauguración hablamos ¿Está bien? — le propone. No cuelgue, por favor.

— Perfecto, César, nos vemos allá — Toma el celular entre sus manos y cuelga.

Y cuelga, por segunda vez.

Dejó la libreta con todo escrito y le miro mientras espero que haga algo.

No puedo ser tan malditamente malaguera hoy.

Por eso su secretaria renunció, y yo pensando en ser la suya… ¿qué estaba pensando?

No sabía que era él.

— Buenos días — salude muy cortés aunque más bien no me tiembla la voz  ¿Aun puedo hablar?

Wow, simplemente no sé dónde sale lo valiente.

— Buenos días. — responde a sus modales con una sonrisa muy pequeña. Sentía desfallecer, sin esto me pasaba así, como sería en otras cosas.

— Por parte de la directora Alexa he venido a dejarle estos papeles, me pidió que los llevara ya que son muy... Importantes, necesito llevarlos firmados, por favor — quiero arrancarme los ojos, o la boca, cualquier cosa.

No por nada son la empresa de arquitectos más famosos de los que se habla en todo el mundo.

Lleva otro traje, mucho más formal de lo que esperaba ver.

— ¿Quién eres? — dice seco.

Ya me reconoció

Seguro que sí.

Respira... Y responde

— Ámbar, Ámbar Pirrie asistente de la directora Zagthep. Hoy es mi primer día…— Logró articular mis palabras a medias con tartamudeo notorio.

Sus ojos me quieren acuchillar al parecer.

— Bien. — Dice entre dientes mientras hojea la carpeta.

Espero impaciente

— ¿No tienes algo que decirme? — Pregunta irónicamente después de varios segundos que revisa los documentos de esa carpeta.

Rápido respondo

— No, señor — recalcó eso.

Miro a la pequeña pelusa de la mesa sin querer enfrentarlo pero nada, mejor me quedo callada para que no se me salga nada

No voy a retirar mis palabras de anoche, no puedo y ni quiero, aunque quiero que me trague un duende por verlo acá. Pero no discutiré aquí, con él.

No tengo porque, además no hice nada malo.

— Bien, Ámbar — dice y me exaspera su mirada en mí. — Tendré que solicitar una nueva secretaria por como has visto antes de entrar — dice como si nada. Espera ¿Qué?

Lo que pensé… ¿no se estará haciendo realidad?

Borro lo que dije, por favor.

Espíritus del cielo, no es dia en que me castiguen, por favor…

— ¿Usted lo hizo...? — trato de referirme a la chica que vi salir hace rato.

— No sabe soportar mi manera de trabajar, es incompetente — me encojo de hombros esperando que hable más, aunque no entiendo porque me dice eso, no sé nada de aquí — Tú serás mi secretaria — Dice de golpe, en orden.

Sin filtro

Sin anestesia

Me atragantó con mi saliva y mi garganta se seca de pronto.

¿Quién?

¿Yo?

Lo juro, ya no lo quiero, no lo vuelvo a pensar.

— ¿Yo? — me apunto a mí misma esperando que sea un chiste de él. Por ahí lo es, una muy terrorífica.

Toma la libreta donde hace minutos atrás escribí lo que me dijo que haga y el arrepentimiento viene.

Su ceño se frunce mientras ojea las únicas dos planas que escribí.

— Sabe inglés, eso te suma puntos — no debí escribir eso. Que tonta.

¿Por qué?

Además, ¿Puntos? Yo no quería méritos por mi trabajo, no por él.

— ¿Qué más sabes Ámbar? — ¿Por qué me pregunta eso a mí?

Yo no quiero ser su secretaria

No lo quiero

— Creo ... Creo que hay un malentendido señor, yo... — trato de hablar, pero no me deja terminar mis palabras y casi me lanzó a hacerle entender que no, es no.

Recién me están contratando y ... Ni siquiera quise algo con él.

Ni sabía... Dios que cosa.

Ni siquiera pense o imagine que él…

— Necesito una secretaria y te quiero a ti — me apunta — como mi secretaria — suena posesivo — Al fin y acabó trabajas para mi empresa, pero puedo hablar con mis empleados, y no habrá problema ya que te tienen como asistente y has pasado la prueba de Zagthep es llega a ser complicado, la conozco — recuerdo lo que leí en la puerta antes de entrar.

Presidente

Quiero pegarme a mí misma por ser tan... Dios, ¿Acaso yo sabía algo de esto?

¿Qué hago?

— Pero yo... — Al hacer un vago intento de hablar la mirada sería que vi anteayer llega de nuevo y esta vez no estoy lista para maldecirle como la noche esa.

El trabajo es trabajo

Tal vez quiere a alguien más, pero me quiere joder nomás

Pero yo, ya trabajó junto a la directora

Él es el presidente, puede hacer lo que quiera aquí y en la mismísima China.

Cierro mis ojos pensando en lo m*****a que es mi vida, hoy, todo justo hoy.

— La espero mañana a las 8:00 a.m. Le daré el número de la antigua secretaria para que se familiarice con el entorno, necesito que se preparé — quiero huir ahora mismo.

Vale si me disculpo tal vez…

No, tal vez lo haga con más ganas aún.

Pero no puedo

¿En qué me metí?

Abro mis ojos

—Si es por... — Me tira una tarjeta sin mirarme.

— El número y esa libreta es donde anotaras todo lo de las reuniones — sonríe altanero y caigo en cuenta que es por maldad.

— Gracias — digo de mala ganas

Respiro antes que lo ahorque.

¿Por qué él?

Entre los viejitos locos y sexistas de jefes que puede haber en esta ciudad, ni eso, en el país, aparece él, justo él.

Hasta lo maldije y todo.

Me debe odiar.

— Bonita letra — agradezco con un gesto claramente de disgusto en ella y casi saco la lengua sino fuera porque mantiene la mirada fija a la mía.

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