Capítulo 5 Shayla
Me despierto de un salto cuando escucho el sonido de mi alarma en la mesita de noche a mi lado. Me acerco y busco mi teléfono; con los ojos aún cerrados, consigo encontrarlo y posponer la alarma. Ahh, silencio. Justo cuando estoy a punto de volver a dormirme, recuerdo que es mi primer día en mi nuevo trabajo y salte de la cama emocionada. Son las siete y cuarenta y cinco, y tengo que estar allí a las nueve. Satisfecha de tener tiempo suficiente, me arrastro hasta el baño para ducharme y prepararme.

Miro fijamente mi reflejo en el espejo mientras me cepillo los dientes. Los ojos color rojo por la falta de sueño y un fin de semana de consumo excesivo de alcohol me hacen parecer algo salido de la noche de los muertos vivientes. Después de una humeante ducha caliente y dos fuertes tazas de café, me sentía un poco mejor. Intentaba convencerme de que el revoloteo de mi estómago no eran nervios. ¿Por qué iba a estar nerviosa? Podría hacer este trabajo con los ojos cerrados. Uf, las mariposas vuelven a explotar en mi estómago al pensar en el trabajo.

Me estaba aplicando el rímel cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe y entra Jo con Aimee. Me sobresalto ante la intrusión y me mancho el párpado de rímel, arruinando la sombra de ojos que me he pasado diez minutos difuminando.

“¡¿En qué lugar de los siete reinos del INFIERNO has estado?!”, gritó Jo, mirándome con los ojos muy abiertos y el cabello revuelto por el sueño.

“¡Shayla, estábamos muy preocupadas! ¡Pensábamos que te había pasado algo horrible!”, me regaña Aimee.

“Dios mío, me han dado un maldito susto. ¡Y arruinaron mi rímel!”, refunfuño molesta, cogiendo un hisopo para limpiar la mancha negra de mi párpado.

“¡Olvídate del rímel! ¿Dónde coño estabas todo el fin de semana? Creíamos que habías traído al apartamento a ese tipo apuesto con el que te fuiste, pero no estabas en casa”, Aimee explica acercándose para sentarse en mi cama. “Entonces pensábamos que quizás habías ido a su casa, y que volverías el sábado, pero no apareciste, y tu teléfono estaba apagado”.

“¿Tienes idea de lo asustadas que estábamos de que estuvieras boca abajo tirada en una zanja en algún lugar?”, añade Jo, poniendo las manos en las caderas para mostrar su enojo.

“Debieron haber pensado en eso antes de dejarme irme con un desconocido. ¿En qué diablos estaban pensando al dejarme irme con un extraño?”.

“Parecían estar muy interesados el uno del otro, y él era todo un galán, así que pensamos que habías ido a conseguirte un poco de acción”, dice Aimee encogiéndose de hombros y sonriendo. “Hablando de eso, ¿cómo estuvo la acción? Debió ser bueno si él no te dejó salir en todo el fin de semana”.

“¡Oh, Dios mío!”. Agarro un cepillo y se lo lanzo, lo cual ella esquiva con habilidad, y sonríe bastante satisfecha de sí misma. “¿Saben por qué no volví el sábado? Déjenme decirles por qué: porque estaba en Las Vegas”.

“¿Las Vegas?”. Ellas dicen al unísono, y yo asiento con la cabeza. “O sea, en Las Vegas…”.

“¡Sí! ¿Las Vegas, o sea en Nevada, Las Vegas!”. Jo mira a Aimee, quien me mira fijamente, con la boca abierta. “No puedo recordar nada. Estaba tan borracha que, de alguna manera, terminé en un avión privado volando a los putos Estados Unidos”.

“¿Con ese tipo?”, pregunta Jo, con una mirada estupefacta.

“Sí, con ese tipo”, digo, poniéndome la camisa negra de encaje. “Esa no es ni siquiera la peor parte, oh no, se pone mejor. Elvis nos casó. Como legalmente casados”.

Silencio.

Ellas me miran boquiabiertas. “¿Tú… te casaste?” balbucea Jo, sacudiendo la cabeza. Asiento y me pinto los labios.

“Así que, espera, a ver si lo entendí bien. ¿Conociste a un tipo guapo en un club, que te llevó en su avión privado a Las Vegas y se casó contigo?”. Asiento con la cabeza, y ella se ríe en respuesta mientras se rasca la nariz. “¿Dime al menos que se acostaron?”.

“¡Aimee!”, exclamo, poniendo los ojos en blanco y lanzándole una botella de crema de rostro; ella se deja caer en la cama y se ríe con ganas.

“Shayla. ¿Quién es este tipo?”, pregunta Jo, y yo me encojo de hombros. Recojo su tarjeta de la mesa y se la entrego.

“No sé quién es. Solo sé su nombre, Tristan Cole algo”.

Jo se queda mirando la tarjeta y sus ojos se abren de par en par. “Oh, Dios mío. Shayla…”. Jo jadea, mirando la tarjeta en su mano y me mira a mí. “¡Tristan Cole Hoult! ¿Ese es con el que estás casada?”.

“¡De ninguna maldita manera!”, grita Aimee, poniéndose en pie de un salto y arrebatándole la tarjeta a Jo. “¡Sabía que lo había reconocido! Oh, Dios mío. Shay, ¿tienes idea de quién es este tipo?”.

Me encojo de hombros y sacudo la cabeza, mirando a las dos desconcertadas. “No, ¿se supone que debo saberlo?”.

“¡Em, sí!”, gritan las dos a la vez, sobresaltándome.

“¡Tú más que nadie deberías saberlo, Shayla! ¡Él es un arquitecto conocido y además es multimillonario! Es el Director Ejecutivo más atractivo y más deseado del país. Mira, este es él, ¿verdad?”. Ella me enseña una foto en su teléfono y yo asiento.

Frunzo el ceño y las miro. Me empieza a doler la cabeza otra vez. Por eso me resultaba familiar. Lo he visto en revistas. Oh, mierda. “Sí, es él”.

“¡Oh, Díos mío, perra afortunada!”. Aimee salta a mi cama. “¡No solo te acostaste con él, si no que además estás casada con un multimillonario, Shayla!”. Pongo los ojos en blanco y recojo mi chaqueta. “No puedo creerlo”.

“Jesús. No puedo lidiar con ustedes dos. Tengo que ir a trabajar. No quiero llegar tarde en mi primer día”.

“No te vayas. Ahora eres rica”. Aimee canta saltando en mi cama y bailando.

“¡Aimee, baja de mi cama! La acabo de arreglar”. Le agarre la pierna; la jalo, ella se cae y rueda fuera de la cama.

“¡Ay! Creo que me rompiste el trasero”. Ella hace un puchero y se frota el trasero con cuidado.

“Tengo que irme. Ya se me hace tarde. Arregla mi maldita cama”, digo tirándole la almohada a la cabeza y saliendo de mi habitación.

“Sí, Señora Hoult”, grita Aimee y suelta una risita cuando le muestro el dedo de en medio mientras me dirijo a la puerta principal. Ahora mismo no puedo ni pensar en todo el fiasco de Cole. Tengo la cabeza hecha un lío y estoy bastante segura de que aún estoy un poco borracha. Tengo que concentrarme en mi carrera si quiero llegar a ser una arquitecta. Apenas puedo recordar cómo escribir mi nombre en este momento. Nunca voy a volver a beber.

***

Llego al trabajo con cinco minutos de sobra. Por favor, no me pregunten a qué velocidad conduje para llegar a tiempo, porque estoy esperando unas cuantas multas por exceso de velocidad en el correo.

“Shayla”. Me doy vuelta al escuchar mi nombre y veo a la chica que me recibió la última vez que vine. Heather, creo que se llamaba.

“Soy Heather. Si ya estás lista, déjame darte un recorrido del lugar primero y luego podemos repasar la agenda del Señor Hoult para el día”.

“Sí, por supuesto. Me parece bien”. La sigo a través de las puertas de vidrio, y pasamos una oficina de planta abierta con varios cubículos elegantes, computadoras de alta tecnología con dos monitores que sirven para dibujar diseños.

“Así que este es tu escritorio, y ya sabes dónde está la oficina del Señor Hoult”. Asiento con la cabeza, sonriendo, mientras mis ojos se fijan en la oficina y ella continúa hablando de su agenda. “Él es muy peculiar y le gustan las cosas de una manera determinada. Por ejemplo, le gusta el café negro, con leche descremada a un lado, listo en su escritorio a las siete y cuarenta y cinco. A las ocho de la mañana se come un panecillo de sésamo con salmón ahumado y queso crema bajo en grasa”.

“Entendido”.

“Excelente. Un pequeño consejo útil, él trabaja demasiado, las veinticuatro horas del día. Así que, él a menudo está bastante malhumorado porque está cansado. Si ves que se afloja la corbata y se frota las sienes, significa que está molesto, no te acerques a él a menos que te llame. Si lo hace, no hables. Descubrí que asentir con la cabeza ayuda. No entres a su oficina sin llamar; espera a que te haga un gesto para entrar. ¿Entendido?”.

Miro la oficina vacía y trague saliva. Vaya, este hombre suena como un loco. Seguro que va a ser un placer trabajar para él. Sigo a Heather a la oficina abierta. “Bueno, creo que ya has entendido lo esencial del trabajo. Estoy segura de que los dos se llevarán muy bien. Él pronto saldrá de su reunión y podremos ir a presentarte a él”. Heather me explica mientras nos dirigimos a la zona de la cocina, donde hay máquinas de café y refrigeradores repletas de bebidas y estantes llenos de bocadillos. Al menos tienen consideración con sus empleados.

Estaba disfrutando de mi café de caramelo con leche y observando a la gente cuando Heather se me acerca. “Ya salió de su reunión. Vamos para que lo conozcas”. Asiento con la cabeza y la sigo hacia la oficina del Director Ejecutivo. Estaba realmente desconcertada cada vez que ella decía las palabras ‘presentarte’, como si no lo hubiera conocido en la entrevista. Tal vez se le había olvidado.

Entramos a la oficina donde tuve mi entrevista con el zorro plateado. El cuadro de la pared me llamó la atención, y lo estaba admirando cuando escuché a Heather decir mi nombre. “Señor Hoult, le presento a su nueva asistente ejecutiva, Shayla”. Me doy la vuelta y lo miro. Nuestros ojos se encuentran primero. Dejo que mi mirada estudie todo su cuerpo, y mi corazón se hunde en la boca del estómago.

“Tú”.
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