Incertidumbres

¿Qué debía hacer? La estaba pasando muy bien junto a Miguel, al punto de querer seguir así. Deseaba no solo repetir aquello, sino volverlo parte de su vida misma.

Pero Boris no era ningúna ingenua, mucho menos tonta. Ella sabía perfectamente que por su condición social aristócrata, Miguel jamás se fijaría en alguien como ella. Después de todo Boris era una bastarda, cuyos padres jamás legalizaron lo suyo.

Eso la hizo vivir aislada de todo y de todos, y para rematar era una artista.

Bien sabía que la aristocracia, veía con muy malos ojos que uno de ellos se dedique a algún tipo de tema del arte, por considerarlo denigrante, ya que, a juicio de ellos, solo lo hacían quienes les gustaba compartir su cama con cualquiera.

Por tal razón llevaba todas las de perder con Miguel. No obstante disfrutaba del momento maravillosamente bien.

Amaba ésto y si al menos podía ser su amiga, sería un gran avance.

Mientras meditaba aquello, el pelirojo le sonreía. El lugar era perfecto, pero solo podía asistir si alguien como Miguel la invitaba.

— ¿En qué piensas Boris?

— Me encanta oírte llamarme así. Debo cambiarme mi nombre legalmente. 

— Eso es cierto.

Boris no podía evitar perderse en su dorada mirada de sol. Siempre le hubo gustado hacer eso, cada vez que estaba con Miguel.

— Me sorprendí al enterarme que habías sido contratada por la empresa teatral. Fue una grata sorpresa Boris.

Aquello hizo sonrojar a la joven, despertando una alegre carcajada en el pelirojo quien la tomó de la mano con intensa suavidad.

— Boris....me alegra haberte encontrado.

— Miguel...a mi también.

Boris retiró su mano del tierno agarre de Miguel con cierto pesar.

—¿Qué sucede mi sol?

— Siempre me llamaste así —contestó sonriendo el rubio — Eres el único que me trató como persona.

— A mí nunca me interesaron esas ridículas normas sociales sobre la bastardía. Yo prefiero evaluar a las personas según sean sus acciones.

Boris lo miró asombrado, en verdad no esperaba que Miguel siga conservando aquel pensamiento, luego de tantos años y mucho menos teniendo su estaus social.

— Y para mí, tú eres como el sol. Brillas con tu luz interior.

— Miguel

— Ahora dime ¿qué fue lo que te asustó en el teatro? Porque al vernos practicamente chocamos debido a que huías aterrorizada.¿De qué?

— Digamos que ese lugar me dá escalosfríos y ciertos sitios....

— ¿Te asusta el edificio del teatro? Pero si pasarás gran parte de tu vida allí.

— No sé si será gran parte de mi vida, pero sí planeo quedarme un tiempo. Y sí...me asusta.

Miguel quería traspasarla con la mirada, descubrir cuáles eran sus secretos más profundos. Boris empezaba a incomodarse ante su penetrante mirada, debido a que no se sentía digna alguien como él.

— En ese caso tendré que cuidarte — fue la repentina respuesta del pelirojo, dejando a la joven más que asombrada.

—¿Cómo dices?

— Lo que oíste — respondió Miguel con una sonrisa que elevó el calor en Boris.

La joven sonrió nerviosa debido a sus tantas inseguridades. Si tan solo pudiera saber que el pelirojo hablaba en serio, diferente sería su reacción.

Mihuel, por su parte, era conciente de la baja autoestima que padecía Boris debido a su condición de hija de madre soltera.

Aquello lo molestaba sobremanera, ya que siempre se sintió atraído por su sol. Deseaba verla libre de toda atadura prejuiciosa y felíz. Deseaba tenerla a su lado toda la vida. Ojalá su sol sienta lo mismo que él.

El tiempo voló y pronto tuvieron que volver a sus obligaciones. Pero cuando regresaron al teatro, Miguel le dijo que estaba más que dispuesto a repetir aquello. Boris sonrió felíz reconociendo que le encantaría.

Cada quien se fue por diferentes lados en el teatro. Miguel a su despacho a seguir con la montaña de papeles que tenía por delante, y Boris a retomar los ensayos junto a su maestro Luzbel.

De entre las sombras mismas apareció Luzbel observando a Boruto con dureza y a Miguel con odio intenso mientras pensaba.

"No permitiré que interfieras en ésto Miguel. Boris es mía"

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