DIVIDIDA A LA MITAD.

Narrador.

Al llegar a la entrada de su casa, Paul seguía con la gran necesidad de ir tras Luciana, pero conociendo su temperamento, decidió no hacerlo, y terminó de entrar, donde su madre, tras verlo, abrió de más los ojos mostrando una impresión, pero no de buena gana.

—¿Te has dejado marcar?, Paul—, él quedó perdido, y se tocó el cuello, esa mordida se sintió diferente, pero nunca le pareció que fuera una marca, además según su creencia no debería verse nada que deje en evidencia su ayuda a la vampiresa. Pues para él era un favor lo que le hacía a Luciana, puesto que de esa forma ella no se escondía, y a él no le costaba nada darle un poco de su sangre.

—Madre, creo que estás equivocada, nadie me ha marcado o reclamado—, Paulina soltó un gruñido porque le molestó que él le quiera ver la cara de idiota.

Él trataba de tapar su entrepierna con ambas manos para que su madre no viera el gran bulto que tenía allí debajo, le avergonzaría que eso sucediera y mucho.

«Maldita erección, ¿por
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