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Las luces eran violentas, golpeaban aquellos ojos claros con una potencia desmedida, le tomaba un esfuerzo enorme conservar la mirada fija al horizonte, sin embargo, con la creciente impaciencia que ese espacio provocaba en él, una falsa sonrisa se formó en sus pálidos labios, fingiendo con experiencia una felicidad que era apropiada para la situación, permitía que su mente viajara de vez en cuando organizando los pensamientos más relajantes que llevaban su cuerpo a una tranquilidad máxima y así poder sobrellevar la situación como el valiente caballero que creían que era, pero, no todo era así de sencillo.

—¿Desde qué edad tocas el bajo? —La pregunta entro directamente en sus oídos llegando a su cabeza como una bofetada, lo saco de cualquier pensamiento extraño que estuviese disfrutando en ese momento, no podía fingir con su sonrisa, porque la pregunta era directa, iba hacia él. Aun con aquella apacible expresión, paso la punta de su lengua por sus resecos labios.

—Desde los quince años, aunque empecé a tocar guitarra a los doce, pero me apasione por el bajo y con él me case, como pueden ver. —Una que otra risita se escuchó en el público, mientras Tobías señalaba con su mano derecha su preciado instrumento, el cual reposaba a unos cuantos metros, listo para ser usado en una presentación que estaba a pocos minutos. A pesar de amar ser el centro de atención de vez en cuando, no quería serlo en ese momento.

—Todos ustedes empezaron a tocar casi a la misma edad, se podría decir que era el destino que los quería juntar desde hacía mucho tiempo. —El entrevistador tenía un traje azul brillante y una sonrisa tan grande como espeluznante que todos tenían que soportar, era de las expresiones que incomodaban a cualquiera. Ellos solo asentían con la cabeza mientras lo dejaban hablar, era sin duda, la peor entrevista a la que habían asistido y Tobías no veía la hora de salir corriendo de ahí.

Las luces continuaban siendo molestas, estaban en un punto de brillo que dejaba ciego a cualquiera, ninguno podía ver el público, lograban escucharlos aplaudir y gritar por verlos tocar, el instante que más esperaban ellos. Después de una pausa a comerciales, se habían acomodado cada uno en su instrumento para tocar, pero la noticia de que los pondrían a hacer el famoso playback los había sacado de su ánimo ligeramente positivo. Sin embargo, eran un grupo conocido por no hacer lo común.

—Esta noche, hay una sorpresa para todos ustedes. —Alcanzo a decir el vocalista antes de que apagaran todo y pusieran la pista del nuevo sencillo con el que habían logrado la fama que tanto deseaban. Ninguno se movió y la música continúo sonando, Tobías veía con incertidumbre a su líder, como no movía la boca, pero estaba moviéndose como siempre lo hacía sobre el escenario, tan rítmico y animado, a ninguno le importaba pasar la vergüenza de ser descubiertos llevando a cabo aquella práctica, Tobí no sabía cómo describir la sensación de estar parado con su hermoso bajo entre los brazos, sin poder tocarlo, porque esa había sido la orden de su líder, todos sabían cuál era el punto principal de aquel acto, cuando él reacciono vio a sus otros compañeros bailando en sus puestos, y se sintió contagiado, la energía que emanaban todos ellos era increíble y sentía que estaba en lugar adecuado.

Un silencio recorrió el espacio donde estaban, la gente ya no aplaudía, pues se habían percatado del playback, pero el ambiente en vez de ser sombrío, fue de alegría, todo contagiado por los miembros de la banda sobre el escenario, que disfrutaban de su propia música, aunque no la estuvieran tocando en vivo como tanto les gustaba hacer. Tobías se balanceaba en sus piernas y tenía los brazos al aire, era terrible para bailar, pero con tantas ganas de hacerlo, no iba a cohibirse. La canción termino y su líder tomo el micrófono con rapidez para gritar.

—¡Gracias por el apoyo! —Con la pierna derecha le dio un empujón al atril que sujetaba el micrófono, provocando que se desplomara al suelo creando un estrepitoso sonido, los demás hicieron lo mismo arrojando los instrumentos al suelo, Tobí dejándose llevar los imito a pesar de adorar su bajo, sabía que no le pasaría nada al objeto por un pequeño acto de rebeldía.

Los cinco se retiraron, ignorando los comentarios del presentador y los técnicos detrás del programa, solo querían salir corriendo de aquel lugar. Necesitaban tocar de verdad.

El pasillo hacia los camerinos fue eterno y más largo de lo que recordaban, los cinco chicos parecían alterados, aunque en esta ocasión, aquel que siempre estaba tranquilo caminaba rápido y se distinguía en su expresión el enfado, algo que no era habitual, el líder se caracterizaba por ser una persona relajada, que a pesar de las dificultades siempre encontraba algo positivo por decir y una sonrisa que agregar, esta vez no parecía ser así.

—¿Cómo es posible que nos pusieran en esa situación?, no volveremos a dar una entrevista en un programa que apenas nos conoce. —Habían llegado al lugar donde estaba su agente, sostenía entre sus manos una tableta electrónica donde pudo ver todo el espectáculo. El hombre era mucho mayor que todos los de la banda, pero no era capaz de lidiar con Jefferson enojado.

—Cálmate, primero que todo, pudieron solo hacer el bendito playback y todo estaría bien, saben que es por cuestiones de tiempo, niños malcriados.

—No, por dos simples razones, primero. —Jeff levanto su dedo índice frente a los ojos del agente—. La canción era uno de los temas principales, recuerda que son dos, y el programa eligió el que tiene de fondo el sintetizador, ¿viste el sintetizador instalado en el escenario?, ¡no!, la gente no es estúpida, se hubieran dado cuenta, y segundo. —Repitió la acción levantando el siguiente dedo—, no somos de ese tipo de grupos, tocamos o no lo hacemos.

Los demás se habían acomodado en los sillones para descansar de un espectáculo que no les había llevado nada de esfuerzo, solo veían la pequeña discusión de su líder con el agente, el segundo parecía sobresaltado, pero no tanto como el primero.

—Tienes razón, pero no puedo hacer nada contra las normas de los programas, los mal acostumbre a que tocaran con libertad cuando quisieran, pero deben saber que, en ciertas ocasiones, hay que hacer el playback.

—Tu no nos avisaste, ah… —Se rasco el puente de la nariz, no estaban pasando por su mejor momento y lo estaban dejando en evidencia ante el público. Jeff pareció relajarse, dejo caer su cuerpo en uno de los grandes muebles al lado de Tobías y soltó un suspiro que parecía de frustración, el manager se alejó de ellos porque era demasiado visible que quería asesinarlos por actuar como niños consentidos, pero ya no podía hacer nada al respecto, solo amortiguar la arena que se avecinaba.

—Chicos, discúlpenme, los hice actuar como tontos en el escenario, no debieron seguirme la idea. Me moleste demasiado. —Comento Jeff, los demás le restaron importancia, la banda era más que un espectáculo arruinado, los demás le sonrieron y comenzaron con las bromas y comentarios acerca de los titulares que tendría aquel suceso.

—¿De nuevo con eso? —El baterista de la banda, Harlam, se acercó a su compañero de grupo, Jareth que se encargaba de la guitarra eléctrica.

—Ah, por favor, déjame hacer esto. —Jareth había encendido un cigarrillo Belmont y lo apretaba entre los dientes mientras hablaba con su amigo, Harlam era de una estatura menor, así que debía descender un poco la mirada para poder captar sus expresiones de desagrado por el humo que desprendía con las caladas que le daba a ese pequeño objeto en su boca.

—Se suponía que ya no lo hacías, ¿recuerdas?, pero veo que mentías, como siempre.

—Hace bastante no lo hacía, así que no estaba mintiendo.

Jareth tenía el cabello tan negro como el carbón, brillante y despeinado, le gustaba usarlo como en la época ochentera, largo y despreocupado, lo hacía ver como el rudo del grupo y con eso, creí que debía cumplir con los estándares y regalarles a sus fanáticas, el kit completo de chico malo.

—Jeff se molestará si se entera.

—Jamás se enoja conmigo por esta m****a.

—Claro, porque él hace algo peor, se decepciona. —Su amigo arrastro la última palabra, como si quisiera provocarle algo de verdad con eso, para que soltara el cigarrillo, finalmente Jareth lo saco de sus labios, lo bajo y soltó el humo hacia arriba para luego suspirar.

—Que molesto eres. —Tiro el cigarro al suelo, lo piso y se acomodó la camisa de botones.

—Bien, así me gusta.

Harlam era muy diferente a su amigo, era dueño de un cabello rubio ceniza que le costaba arregla por ser tan ondulado, sus estilistas encontraban el punto medio entre peinado y desordenado que lo hacía ver bien en las presentaciones, caía por su nuca y su frente como adornos para su pálida piel, poseía la apariencia de un chico dulce, era delgado pero marcado en ciertos puntos estratégicos, se veía pequeño y a simple vista delicado, los del grupo se habían acostumbrado a cuidar de él aunque no lo necesitara, porque al final, Harlam siempre los rescataba a ellos.

Después del espectáculo que dieron en el programa, su manager los llevo a un restaurante para cenar, el ánimo del grupo era bueno a pesar de que acabaran de hacer el posible ridículo más grande de sus cortas carreras como músicos, eran jóvenes y emocionales, actuaban por impulso y el hombre que se encargaba de ellos estaba aprendiendo a combatir con las apresuradas decisiones que tomaban.

—Yo quiero pollo teriyaki. —Anuncio Jeff luego de haber tardado cinco minutos viendo el menú, no se complicaba la vida como sus amigos, que aún no se decidían por la comida que sería su cena de esa noche.

—Por favor, chicos elijan rápido. —Su manager era un hombre impaciente, luchaba en el interior por tratarlos bien, aunque lo frustraran la mayor parte del tiempo.

Después de un rato meditando los pros y contras de cada plato del menú, cada uno hizo su elección. Estaban en una mesa privada, para que no los molestaran mientras comían, los chicos estaban aprendiendo a lidiar con los fanáticos y su manager no quería que cometieran errores de principiantes, así que, si podía, los aislaba de los demás tanto como pudiera.

—Muchachos, ya saben que desde mañana empezara la gira, así que quiero que lleguen a dormir, que descansen tanto como puedan, debemos madrugar porque los horarios están marcados y no quiero retrasar la agenda. —Mientras el manager hablaba, los chicos asentían un poco distraídos porque ya estaban comiendo, era difícil captar su atención completa cuando había comida de por medio.

—Está bien, no te preocupes por eso. —Jeff fue el único en agregar algo para que el manager no se sintiera solo en esa conversación, además era el que estaba más cerca y lo escuchaba muy bien.

Había dos cosas que el grupo no hacía bien, escuchar y obedecer.

El piso que compartían era pequeño, el primer lugar donde decidieron convivir para crear su música, tenía cinco habitaciones enfrentadas y divididas por unas escaleras que los llevaba al primer piso donde vivía el casero, el suelo estaba alfombrado con un color marrón muy triste, paredes tapizadas con flores de un amarillo chillón, tenían un solo baño y comían en el comedor de la primera planta, no lo querían dejar aun porque era una parte que los ataba a la realidad, que les mantenía presente de donde habían salido, porque en el medio del espectáculo era muy fácil salir volando y dejar que los humos nublaran la cabeza.

Jareth se había quitado la ropa y se acomodó la pijama para descansar, tratando de seguir las indicaciones de su manager, su habitación era la más pequeña, en medio estaba una cama individual con sabanas de color gris, al lado una mesa de noche con una lampara sencilla que no iluminaba muy bien, el armario que contenía toda su ropa era de madera y pesaba demasiado, tenía muchos años encima así que nunca lo movía de su lugar.

—Jareth… —Escucho como lo llamaban detrás de la puerta, se estaba revisando los pies antes de esa pequeña interrupción.

—Pasa… —La puerta se abrió y detrás de ella apareció Jeremías, era el encargado de la otra guitarra en el grupo y el que menos destacaba de todos, un cabello castaño peinado hacia un lado, ojos marrón y estatura promedio, su mayor encanto era la sonrisa cuadrada que tenía y que pocas veces usaba. Jareth al verlo se quedó quieto en la cama, examinando su rostro para tratar de leer cuál era su intención con esa visita tan repentina.

—No puedo dormir.

—Supones que te dejare dormir conmigo.

—Siempre lo haces. —Jareth entrecerró los ojos, su compañero se acercó luego de cerrar la puerta y se tumbó en la cama boca arriba, la camisa blanca del pijama se le subió dejando al desnudo su abdomen y un poco de su pelvis, Jareth supuso lo que pasaba.

—¿Quieres atención? Pequeño Jeremías. —Se lamio dos dedos antes de pasarlos por la expuesta piel de su amigo, el otro no dijo nada, el silencio reino mientras Jareth bajaba los dedos hasta el borde del short.

—Hace dos semanas no hay atención. —Murmuro finalmente Jeremías.

—Hay que ser silenciosos, recuerda que los demás deben dormir. —Con cuidado Jareth se acomodó sobre Jeremías.

—Tratare de serlo.

Jeremías era más joven, tenía solo veinte años a diferencia de Jareth que tenía veinte y cuatro, además, contaba con una amplia experiencia en el ámbito sexual y desde que el castaño probo la miel que su compañero podía darle, no quiso dejarla, aunque se viera como un desvergonzado completo, no le importaba mientras obtuviera lo que quería.

                                                           ...

Jareth le había quitado la ropa con experticia y una velocidad que demostraba necesidad, él era más alto y fuerte, mientras que Jeremías carecía de músculos y fuerza, no le importaba abrir las piernas y recibirlo, porque se irían por varias semanas en una gira extensa donde la privacidad iba a ser lo que menos tendrían, así que por su mente pasaba la simple idea de acostarse con el chico que le gustaba esa noche.

—Jareth, espera… —Su amigo no era de los príncipes delicados que se tomaban el tiempo de preparar a su pareja, el pelinegro tenía manos pesadas, ásperas y grandes que abarcaban mucha de su piel y lo marcaba sin piedad, Jeremías siempre se arrepentía al día siguiente cuando el dolor reinaba por todo su cuerpo, pero siempre se decía que valía la pena si Jareth lo apresaba y devoraba. Lo veía con una furia indescriptible, Jareth le había metido en la boca parte de las sabanas para que no gritara mientras lo invadia con cierta crueldad, para él pelinegro el acto secual debía ser salvaje y él resultaba ser de los difíciles de complacer.

Jeremías se sujetó de la espalda de su amigo, tratando de buscar soporte, pero solo lo arañaba, en medio de la agitación y el calor, movía su cadera a un ritmo desesperado, el pelinegro hundió su rostro en la curvatura de su cuello y lo mordió en diferentes zonas, pocas veces lo besaba, pero eso no le importaba mientras lo disfrutara de otra manera.

—¡Ustedes dos!... Maldita sea. —Primero un grito y luego un susurro, la voz de Tobías detrás de la puerta los alerto, sin embargo, Jareth no se detuvo— Por todos los cielos, debemos madrugar, es la una de la mañana y puedo escuchar la maldita cama y sus asquerosos sonidos. —Tobías estaba decidido a arruinarles el momento por la rabia que sentía, que lo despertaran era de las cosas que el grupo evitaba hacer, porque Tobi se levantaba de mal humor.

Dentro de la habitación ninguno respondió, seguían moviéndose desesperados por llegar al climax, mientras Jeremías estaba rojo y algo alterado por la presencia de su otro compañero, Jareth parecía más excitado con la situación.

                                                                ...

—¿Qué está pasando? —Jeff se levantó y se asomó por su puerta desde el otro lado donde estaba Tobías golpeando.

—Jareth y Jeremías otra vez están haciendo ruidos y no me dejan dormir, llevan toda la noche en eso. —El líder salió del cuarto, tenía solo un bóxer puesto como pijama. Tomo a su amigo por los brazos y lo alejo del ruido, lo llevo a su habitación y lo hizo sentar en un pequeño sillón que tenía en un rincón.

—Puedes dormir conmigo si quieres, aquí no se escucha nada.

—El punto no es ese, que no respetan, me molesta que hagan eso, porque no lo hacen en el cuarto de Jeremías, está más lejos del mío. —Tobías podía hacer berrinches con tanta facilidad que a Jeff le causaba cierta ternura.

—Ya, mejor duérmete, sabes que esos dos son imparables y no se van a detener porque se los grites. Así que mejor durmamos. —Jeff tenía una expresión desagrdable, a Tobías le pareció ver reflejado dolor en esos oscuros ojos, algo le perturbaba cuando su amigo tenía esa mirada, tal vez estaba guardándose la ira de que hubiera dos compañeros irresponsables al otro lado del pasillo.

Su líder lo obligo a tumbarse a su lado en la cama, Tobías seguía enfurruñado, por suerte Jeff tenía una cama doble, había suficiente espacio entre los dos, no les costó mucho dormirse pues desde ahí no se escuchaba a la ocupada pareja.

Jeremías sabía que Jareth no lo quería más allá de la amistad y el sexo, eso lo tenía un poco destrozado, se sentía como alguien fácil y tonto por dejarse manipular por él, pero no podía evitarlo, se había fijado en la persona equivocada y eso acabaría con su paz mental en cualquier momento.

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