Capitulo 4|Corazón roto

NATALIE

—¿Estás hablando en serio? —cuestiono Kris, asombrada —¿Aceptarás ir a ese desfile?

—Ya lo hice.

—Pero habías dicho que no lo harías ¿Qué fue lo que hizo hacerte cambiar de parecer?

—Mi padre.

— ¿El Sr. Collins te lo pidió? —pregunta confundida.

—No, sabes que papá no me obliga a nada.

—¿Entonces?

—Es solo que lo haré por él.

—Pero Nat, la línea de ropa que ellos presentarán en ese desfile es de otoño. La tuya es nueva, jamás has hecho una presentación con ella, porque apenas hace unos días acabas de terminarla —espeta —¿Les entregaras tu línea de ropa? Esa en la que has trabajado durante meses con mucho arduo.

Tenía razón, trabaje noche y día en esos diseños, sin descanso alguno, pero el ser diseñadora de modas era un trabajo duro y se que tarde o temprano llegaría el logro de mi esmero.

Solo tenía que seguir siendo constante y aprovechar estás oportunidades aunque sacrificara una parte de mi trabajo.

—Solo será una presentación, no será toda la línea. 

—¿Y crees que ellos se van a conformar con unas cuántos diseños? —continuo cuestionando Kris — ¿Y en dónde conseguiremos las modelos? El evento es en tres días, no alcanzaremos a contactar a ninguna.

—Avisaron, y dijeron que nos preocupáramos por ello, que ellos tenían las modelos —determine.

—Vaya, no creí que el director de W&D fuera tan amable. Ni siquiera hemos visto su rostro.

—Al menos ya lo ha visto,  pero no es necesario conocerle el rostro para tener una asociación con ellos. 

—Puede que en eso tengas razón ¿Pero como firmaras acuerdos o realizaras tratos con él si nunca se presta con su presencia? —Arqueo las cejas Kris y agrego — ¿Y que tal si es como el socio anterior? Un estafador, o quizás hasta un sicópata.

Mi amiga comienza hacerse una película en su cabeza. Después del fraude en el que metieron a mi padre, habíamos tenido confianza de todas las compañías que nos ofrecían sus firmas para alguna colección o algún nombre reconocido. Es por eso que mejor al final decidí y porque era lo que también prefería, hacer mi propia línea, mi marca.

Me llevo algunos años, dinero y mucho tiempo, pero valió la pena. Aún no era una marca muy reconocida. Las cadenas de modas reconocidas nos habían dicho que una vez que la registrará con mi seudónimo, debía buscar un patrocinó o alguien que me ayudara a mover la línea, y la mejor opción era en las pasarelas y eventos clasificados de modas.

Está era una oportunidad que no se debía dejar pasar. Después de que lo hablé con papá pude darme cuenta de eso, no era exactamente lo que estaba esperando, pero para comenzar era lo adecuado.

Apenas iba a cumplir un año que había creado mi marca, aunque ya tenía tiempo trabajando con ello, hasta ahora había logrado lo que tanto había soñado. 

Este era mi primer año presentado una de mis línea de ropa en un desfile de prestigio, dónde solo las marcar reconocidas y con firmas prestigiosas eran participantes.

Y sin conocer al que sería nuestro socio, dueño de D&W, sin averiguar más de su persona,  lanzaría sin nomás.

Y no es que no estemos informados de su compañía y de su personal, solo no investigamos de su vida privada, más allá de eso, sobre él.

****

Definitivamente hoy era un día de locos, todos corrían para todos lados, y Kris y yo no éramos la excepción. Miré la hora en el móvil ya que tenía la sensación de que era más tarde, tenía todo organizado pero el tiempo varias veces me gana.

Este día era importante y no podía estropearse, había arreglado todo en menos de dos días, y aunque fue muy corto el tiempo, logré organizar todo de una manera correcta.

Veo pasar a las modelos, pero mi vista solo se queda en una, como si mi mirada se perdiera en el diseño que traía puesto mientras mi mente viaja a ese lugar precioso, las montañas.

Ese diseño lo había elaborado con ideas raras que se suponía no debían volver a mi mente, pero era difícil no hacerlo. Todo lo que viví con él, lo poco o lo mucho, se me había quedado grabado, como un tatuaje en la piel.

¿Por qué me era difícil superarlo? Creía que ya lo había hecho, pero me di cuenta que no, cuando cree ese diseño. Era un conjunto, para las personas que les gustaba la aventura, el escalar montañas, pero de una manera menos intensa, que no perdiera su glamour y la temporada otoñal. 

Mi inspiración me llevaba allá de todo, por algo se decía que las personas más inspiradas siempre eran las que estaban enamoradas o eran porque habían sufrido un mal de amor. La mía era la segunda, porque en mí ya no quedaba nada de amor para esa persona.

Si continuaba haciendo y pensando en estas cosas, tarde o temprano terminaría en una clínica mental.

—Nat —la voz de mi amiga interrumpe mis pensamientos — ¿Qué te pasa? Llevas días así.

—¿Así cómo? —sacudo la cabeza, más que nada para retirar cualquier pensamiento de mi cabeza.

—Así — me señala —Distraída, perdida en tus pensamientos. Y quien sabe en qué tipo de pensamientos.

—No es nada, solo es del trabajo.

—Mentira... Te conozco muy bien.

Le hago un gesto y camino en dirección a los vestuarios, dejándola ahí. Pero ella corre detrás de mí.

—¡Natalie Collins! —me nombra firmemente —¿Qué estás escondiendo? —solicita insistente mientras me sigue —¡Por Dios Nat! Dímelo. Llevas días así, después de ese día del parque has estado rara ¿Qué sucedió allí? ¿O fue algo que te haya dicho tu padre?

Está estaba peor que el ministerio público, cuando interrogaban a los sospechosos o testigos. No quería contarle lo que había pasado en el parque, realmente no quería que nadie se enterará, lo mejor era dejarlo por la paz, pero también sabía que si no le contaba nunca me la iba a quitar de encima.

Me detengo enfrente de lo estantes dónde estaban mis diseños colgados, algunos en ganchos y otros en maniquíes. Hago como que me ocupo buscando alguna prenda, la verdad ya no era necesario que lo hiciera las modelos que iban a presentar mis diseños y estaban vestidas y listas, solo esperaban  que nombrarán mi marca para salir a la pasarela.

—¿Seguirás ignorándome? —persiste mi amiga.

Cuando estoy por girarme para responderle, alguien de los asistentes encargados del desfile llega para darnos un aviso.

—Señorita Collins, su línea sale en menos de 5 minutos. El subdirector a pedido que la llamé y lo acompañe a sentar junto a el, al frente de la pasarela —avisa el asistente —Si me hace el favor, yo mismo la llevaré hasta allí —señala.

Asiento, y dejamos que el asistente nos guíe hacia el lugar. Llegó en buen momento, suspiro aliviada y camino en dirección a los asientos que están colocados enfrente de la pasarela.

Con una sonrisa radiante y de alivio por tener algo de paz en lo que reste del evento. Kris ya no me interrogara por este día, ya será cuando lleguemos a casa, pero ya se me ocurrirá algo para seguir escapando de ella.

Cuando el hombre nos da la indicación de dónde sentarnos y dirijo toda mi atención a ese lugar, mi sonrisa se borra de golpe cuando miró a los hombres que están ahí presentes sentados y animados en una conversación. He notado una espalda y una cabellera conocida.

Pero esto no podía ser posible ¿O sí?

Uno de ellos levanta la vista y me ve, después hace una seña en forma de saludo. Es el hombre con el que hemos hecho los tratos, el que ha representado a su jefe este tiempo. Quiere que nos acerquemos, pero entre más lo hacemos disminuyó el paso.

Tengo miedo y no sé porqué razón.

—Bienvenidas señorita Collins y White —nos dice el hombre al llegar y ponernos frente a él. Pero mis ojos no dejaban de ver al hombre que estaba de espaldas a nosotras —Señorita Collins, le presento al nuevo socio, al jefe y el encargado de que este evento se realizará. El señor Kirgyakos —señala al tipo que tiene frente y él que nos está dando la espalda.

Al escuchar ese apellido mis ojos se abren, mi boca se seca, siento un nudo en la garganta, y me quedo paralizada, quedando plantada ahí. Al momento que ese hombre de cabellera castaña clara se gira, mi corazón galopa, de una manera que creería que pudiera romperse.

Pero eso ya era imposible, ese hombre anteriormente ya había acabado con eso, ya había hecho añicos mi corazón y era imposible que volviera provocar eso. Una vez que sus ojos y los míos se vieran después de cinco años, no sé porqué, sentí un dolor en el pecho.

Yo pensaba que ya no volvería a sentir nada, pero aún seguía doliendo, y no sabía el porqué.

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