Capítulo 1: Un pasado y una prima loca

                                       Aprender a cerrar los ciclos de la vida, es aprender a abrir el futuro.

Cristóbal Manckenzie

Los rayos del sol se cuelan por la ventana, ayer tuve un pésimo día y cuando llegue a mi departamento para descansar no lo pude hacer ya que mi padre insiste en querer volver a sus negocios.

Tengo un pasado terrible. A la edad de 17 años mi padre me enseñó todos los negocios ilegales, siempre he sido su hijo favorito ya que para él es más fácil tener gran poder de mí.

A la edad de 20 años comencé en la mafia estadounidense era una persona sin rostro para ellos, sólo sabían lo suficiente. Mi pasado me ha perseguido desde siempre, no es fácil salirse de la mafia, se toma mucho tiempo.

Pero necesito ocuparme de mis propios negocios, quiero ser una persona normal, no tener miedo al salir, no andar con un arma para protegerme, no matar a nadie, quiero ser una persona común y corriente.

Pero mi padre me propone regresar a trabajar con él y mi hermano, cosa que estoy negado hacerlo. Procedo de una jerarquía de mafiosos e hijo.

Pero bueno, tengo que ir a mi empresa y dejar mi pasado atrás. Entro al baño, me dispongo a darme un aseo, lavo mis dientes y procedo a ponerme un traje negro, camisa blanca y mis zapatos negros.

Salgo de mi departamento y busco mi auto, un Lamborghini, es mi favorito.

Salgo hacia la empresa familiar, así es como le llama mi padre pero nunca he estado de acuerdo porque esa empresa es mía. Yo he estado desde su inicio y ahora soy yo quien la dirige.

No me importa lo que digan los demás, siempre me he visto superior hacia los demás. Mantengo un orden en mi empresa no me gusta la impuntualidad, quiero que todo sea como yo digo, todo debe de estar perfecto.

Siempre escucho rumores sobre mi persona, que soy un egocéntrico, mandón, que siempre estoy enojado. Ofensas que para mí, no significan nada.

Llegó a la empresa y todos se ponen rígidos, se miran entre ellos con miradas tenebrosas. Pero adelantó mis pasos porque hoy no estoy en esos días que llegó cabreado.

Subo a mi piso y me espera mi secretaria.

--Buenos días señor Manckenzie-saluda con una sonrisa-. ¿Cómo le amanece?-pregunta.

--¿Cómo la pasaste anoche?-le pregunto-. Porqué siempre amaneces de mal humor ¿Cuál fue el motivo de ese saludo tan... Profesional?-pregunto enarcando una ceja.

--Trato con todas mis fuerzas de ser paciente y comprensiva. Pero siempre te encargas de tirar todo a la b****a-expresó haciéndose la ofendida-. ¡Pero sabes que primito! Vete a la m****a-dice.

--Prefiero la Carolina de siempre-revele-. Aunque a veces quiero tirarte desde la última planta por no ser una secretaría normal-le comentó.

--Eres el mejor primo que he tenido en mi vida-expuso con una sonrisa falsa-. Ahora quítate de mí vista, no estoy para bromas-confiesa.

--¿Hasta cuándo tengo que aguantarte?-le pregunto confundido.

--Sabes que soy la única que soporta tu sentido del humor y ni hablar de tu plan encabronado-responde-. Así, que te ubicas porque todavía no me voy-estableció.

--Te quiero prima-murmuré.

--Yo sin embargo te odio, me dan ganas de darte veneno en tu licor favorito y que tengas una muerte lenta, pero eso sí, antes de tu morir voy a necesitar que me pidas perdón de rodillas-me responde.

--Esas novelas te tienen la mente loquita-expresé.

--Un poco-murmuró.

--Un poco, bastante-revele-. Pasa a mi oficina con la agenda-le ordenó.

--Puedes ser un poco más sutil a la hora de m****r-responde-. Puedes decirme, pasa a mi oficina cuando te desocupe, por favor, y no se te olvide la agenda si no es mucha molestia-musitó con calma.

--Carolina Beatriz Belén Manckenzie, levanta ese trasero de la silla y ven directo hacia mí oficina-digo y volteo para caminar a dónde está mi oficina-. Ah. Y siempre debes de recordar la agenda-le comentó.

Cierro la puerta de golpe, siempre saca mi mal humor. Claro es mi prima hace lo que quiera, pero tengo que admitirlo hace muy bien su trabajo es la secretaría más completa que he tenido pero con el único inconveniente es que no me la puedo follar.

Carolina entra sin tocar la puerta. Pongo ambas manos en el escritorio para calmarme.

--Anda dilo-indicó-. Vas a estallar de la rabia si no dejas salir todo-agregó.

--Sabes que tienes que tocar la puerta antes de entrar, porque puedo estar en una situación comprometedora-respondo.

--Sí, sí, sé que te follas a la primera que te abre las piernas-anunció-. Pero en el acto sexual debes de ordenarle que dejen de gritar como perras en celos. ¿De verdad te gustan las gritonas? No es por nada pero esas gritan más de lo que hacen-criticó con los brazos cruzados.

--Deja de meterte en mi vida-le ordenó-. Estás para trabajar, no metas las narices dónde no te llaman y deja de criticar-digo.

--¡Oh por Dios! ¡Cristóbal quiero más, dame más! ¡No pares, Joder! ¡Tómame, tómame! ¡Ah! ¡Estoy casi!-exclamó imitando las voces-. En toda la empresa se escucharon, esas perras ladran como si les fuese acabar el mundo-murmuró con una sonrisa.

--Dime que tengo para hoy y te largas de mi oficina-le comentó con calma.

--Está bien jefe. No tienes nada importa, la verdad no sé a qué viniste, sólo a fastidiarnos la vida-susurró-. Pero en la noche estás invitado a una gala para recaudar fondos-expresó.

--¿Quién invita?-pregunto.

--Los medinas, específicamente la madre. Llamada Estela Medina-explicó.

--¿Es obligatorio ir?-le pregunto-. Hoy tengo planes-respondo.

--Si te estoy avisando por supuesto que es obligatorio. Puedes dejar a tus zorras por una noche y unirte a la causa de verdad lo necesitan-dice Carolina.

--Está bien-susurré.

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