Noche 3

La bestia

Cuentan que existe un bosque en donde todo aquel que se adentra en él desaparece, tal vez pensaras que es la clásica leyenda acerca de un monstruo, engendro o fantasma que no permite que alguien entre en sus dominios, y que todo aquel que se atreve a poner un pie en sus tierras termina muerto. Pues déjame darte toda la razón, pero con el cambio que es lo que yo vi.

Emma era una chica de 16 años muy bella, perdió a su padre durante la guerra del siglo, su abuela constantemente le decía que al igual que la gente se perdía dentro del bosque existían excepciones, que algunos eran especiales.

- Las personas que tienen algo que perder desaparecen en su interior, pero a aquellos que han olvidado el sufrimiento y que son capaces de remplazarlo con valor, si entran encuentran algo que perdieron sin darse cuenta. – Le dijo su abuela.

- ¿En serio abuela? – Contesto Emma.

- Si.

- Genial, cuéntame abuela ¿yo puedo entrar en el bosque sin perderme?

- ¿Tal vez? – Contesto con entusiasmo la abuela.

Emma pensó con profundidad la idea de adentrarse durante toda la noche.

Cuando amaneció ella entro al bosque, camino y camino hasta que una bestia la encontró, era un gran animal con cuerpo de león y cabeza de dragón, con grandes alas en su lomo.

Emma se desmallo por el cansancio, lo último que vio fue a la bestia acercándose a ella.

La bestia la tomo y la llevo a su guarida, donde la rodeo con sus alas hasta que despertó. Ella espantada se apartó de la bestia.

- ¿Qué eres? – Pregunto asustada Emma.

- Soy el guardián del bosque, es mi deber ayudar a aquellas personas especiales a salir de aquí. – Contesto la bestia.

Emma no tardo en comprender las palabras de la bestia, no le haría daño, con el fuego que salía de su boca creo frutas para que ella se alimentara y recuperara su fuerza, su sabor era dulce, eran jugosas. Pasaron los minutos y ella estaba lista para partir, la bestia no podía volar a pesar de sus enormes alas, se marcharon caminando.

Ellos pasaron por una montaña de huesos, Emma preocupada le pregunto a la bestia.

- ¿Qué es esto?

- Son los huesos de aquellos que se atrevieron a entrar y no eran especiales. – Contesto la bestia.

- ¿Tú los mataste? – Volvió a preguntar Emma, pero esta vez no era preocupación lo que sentía, era miedo.

- Si.

Un gran silencio adorno el lugar. Entre los huesos resaltaba un hermoso collar dorado.

- Este es el collar de mi padre, mi madre se lo regalo cuando partió a la guerra con la esperanza de que volviera, pero no lo hiso. ¿Tú lo mataste? – Dijo Emma, quizás con lágrimas en los ojos.

- Si, recuerdo ese día, un grupo de soldados entraron en el bosque, pero solo eran humanos comunes, ellos no eran especiales como tú, tuve que hacer algo, deshacerme de ellos, usarlos de ejemplo para evitar que la gente siguiera entrando, dejé con vida a 10 de ellos para que les advirtieran a aquellos que quisieran entrar. - Contesto la bestia.

Emma corrió y corrió hasta que tropezó, golpeo su cabeza con una roca, murió al instante.

Cuentan que el espíritu del bosque castigo a la bestia por matar al padre de Emma y haber provocado su muerte.

El alma de Emma se unió con el bosque, ahora cada vez que alguien entra logra salir, aquel bosque aterrador dejo de serlo, cuentan que escuchan la voz de una mujer que los protege, que los guía a la salida.

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