ASESINO
Os preguntareis, ¿qué lleva a alguien a matar?
Puede que sea un acto de venganza, de justicia... o simplemente diversión.
Mi motivo es este último, vivo una vida aburrida, de modo que se me ha ocurrido mejorarla de una forma que muchos considerarán macabra, pero para mí es una idea magnífica.
Siempre he sido muy fan de las novelas policíacas, desde que tengo uso de razón me encantan las intrigas y sobre todo lo que más me gusta es poder introducirme en la mente de los asesinos. Por eso, mientras crecía no dejaba de leer libros, investigar sobre asesinos reales...
Aunque lo que más me apasionaba y sigue apasionandome es leer libros de Agatha Christie. Su mente es perturbadoramente buena, las ideas que tiene son maravillosas y sobre todo ha escrito un libro, oh, un libro fantástico que me encanta llamado “Los diez negritos”.
De modo que, cuando decidí empezar a jugar a las dos caras del juego, que es así como llamé a mis juego, me basé en este libro para hacerlo. Oh sí, los diez negritos es tan buena idea, escoger a nueve personas y juntarlas en la misma casa mientras las voy matando una a una de diferente manera, tal y como se relata en el libro.
Para el juego del asesino solo tengo dos simples reglas:
1º Si los jugadores descubren quién soy, ganan el juego y su gran premio será seguir viviendo.
2º Solo se admiten jugadores de más de dieciocho años. Nunca me han gustado los niños, son ruidosos, además no tienen la capacidad intelectual que se requiere para jugar.
HENRYLlego tarde a la comisaría, no sé cómo, pero me he quedado dormido, al apagar la alarma sin querer he seguido disfrutando de holgazanear otra media hora que no tengo. Me pongo delante del espejo y miro un momento mi imagen, llevo pantalones de vestir, una camiseta que se pega a mis músculos y una chaqueta. Mi pelo negro está peinado hacia atrás y contrasta con mis ojos azules. Me veo bien por tanto salgo de casa y me dirijo al aparcamiento donde está estacionado mi coche.Por si fuera poco, el tráfico en Madrid es infinito y me cuesta llegar a la comisaría más de lo habitual, por suerte tenemos aparcamiento reservado para los trabajadores, así que al superar el tráfico voy
—Ven aquí —grita la voz de un hombre a sus espaldas.No tuvo que girarse para ver qué se trataba de su padre, un hombre horrible que parecía un oso por su tamaño y que no hacía más que cosas malas. En su interior sentía miedo, sudaba por lo que iba a pasar, pero empezó a correr hacia el horizonte, esperando no ser visto o seguido.—Ven pequeña rata —volvió a gritar.Pero no dejo de correr, no, esa pequeña rata siguió corriendo hasta que ya no le quedaron fuerzas y cuando eso pasó se dio cuenta de que tenía al oso encima y lo que se avecinaba
HENRY—¿Qué mierda haces aquí? —pregunto cabreadisimo en cuanto le veo— ¿Quién le ha dejado entrar?—Solo estoy sacando unas fotos —se defiende el periodista subiéndose las gafas con gesto altivo.Ya nos conocemos y si los periodistas no me caen en gracia, este menos. Es un hombre alto y delgado con unos ojos marrones y el cabello rubio peinado siempre a la perfección hacia atrás. Siempre lleva gafas, pero las últimas veces que le he visto siempre son todas distintas, por lo que supongo que tendrá que tener una gran colección de gafas. A parte, siempre lleva un gesto en la cara como si fuese el mejor del mundo y los demás tuviésemos que arrodillarnos ante él, me da verdadero asco su cara y en más de una o
ASESINO—Por favor no —suplica ella mientras se echa hacía atrás, pero no tiene escapatoria, está llegando a la pared— haré lo que sea, pero no me mates.Y así sin más empieza a llorar, me paro un minuto a contemplar si siento algún tipo de remordimiento, pero no es así, por lo que me acerco a ella y le abrazo.—Tranquila pequeña —le consuelo mientras inyecto el cianuro directo a su corazón que palpita a mil por hora.Al ser el cianuro una droga potente y al haberla inyectado directamente en su corazón muere en el acto. En consecuencia, se queda colgando sin vida entre mis brazos. Es una pena que todo haya terminado así, aquella peque&n
HENRYHoy ha sido un día agotador, hemos encontrado nuevos cadáveres, por este motivo lo único que quiero es ir a casa y tomar una copa de vino, pero como soy consciente de que mi frigorífico está pelado tengo que ir al supermercado. Aparco el coche cerca de casa y me dirijo a pie hasta el super del barrio.—Henry —me llama Pilar, una anciana de ochenta y seis años muy maja, pero a veces un poco pesada— tienes mala cara Henry.Me fijo en su aspecto, es una señora que se cuida bastante para tener tantos años, lleva una camiseta de leopardo y una falda que le llega hasta los tobillos, la cual conjunta con unas zapatillas negras. Pilar vive sola y es muy independiente, algo que me fascina, ya me gustaría llegar a su edad tan bien como ella está.
ASESINONada más terminar de cantar cojo a la señorita Vera y le clavo la jeringa con el calmante. Es una pena pues quiero que me acompañe por su cuenta como la última señorita, pero esta ha ofrecido más resistencia y no me ha quedado más remedio que administrarle un pequeño calmante.Después arrastro su cuerpo por las escaleras hasta llegar a su habitación, con algo de esfuerzo le subo a la silla. Mientras espero a que despierte me fijo en la habitación que he escogido para ella, la tercera habitación.Es más grande que las anteriores, aunque sera la única que solo tendra un cadáver. Al entrar por la puerta lo primero que se ve es la gran cama en medio de la habitación, a un l
HENRY—Hoy vamos a tomar algo —me sorprende el inspector Mauro.—No estoy de humor Rafa —le digo intentando esquivarlo para dirigirme a mi despacho.Llevamos demasiado tiempo con el caso y me frustra la idea de no saber el siguiente movimiento del asesino.—Tienes mucha presión acumulada —dispara mientras me sigue al despacho para intentar convencerme— te vendrá bien que salgamos.—No me vendrá bien emborracharme —le aseguro mientras entro en el despacho y dejo la chaqueta en mi silla— Tengo que estar pendiente por si el asesino vuelve a matar.—Sabes que no lo va a hacer, hace tan solo un día que encont
Estaban los tres en la cocina empezando tranquilamente a comer el puré y el pollo frito que ella había preparado, cuando él se enfadó y empezó a armar una escena como hacía muchas veces.—Es que no puedes hacer nada bien —le gritó el oso a la mujer mientras esta lloraba y se tapaba la cara asustada por lo que el oso pudiera hacer.—Lo siento —balbuceó ella con la voz rota de tanto llorar— volveré a hacerlo, por favo