BUITRES 1

AVA

A primera hora ya estoy parada al frente del edificio donde Edmond tiene su oficina de abogados, vestida de negro como debe ser, ingreso al edificio saludando al vigilante que amablemente me abre la puerta. 

—Buenos días —saludo, a pesar de tener el mundo destrozado, nadie tiene la culpa de mis problemas.

—Buenos días señorita. 

Le regalo una sonrisa caminando directo hacia la recepción, donde una rubia con cabello rizado me observa al acercarme y también me regala una sonrisa que es paño de agua tibia para cómo me siento.

—Buenos días—ella me devuelve el saludo —vengo a una cita con el abogado Edmond salamanca.

—Identificación por favor —busco en mi cartera mis documentos y los presento, en repuesta la chica me entrega un carnet que utilizo pasando por el sensor que activa el mecanismo. 

La registradora me permite el paso y tomó el ascensor que me guía al piso doce donde se encuentra la oficina de la única persona que me podría ayudar con este problema

Ya había venido aquí antes con mi difundo esposo, siempre me había dicho que cualquier tema legal confiara en su único amigo. 

No tengo más opción porque no pienso firmar eso que Draco me exige, me vuelvo chiquitica de solo pensar estar a merced de ese demonio frio y calculador.

—¿Buenos días en que puedo ayudarla señorita? —ya tiene nueva secretaria, la anterior me conocía por lo que no demoro en responder el porqué de mi presencia.

Mi esposo me decía que Edmond es muy mujeriego, no tiene compromisos y aunque siempre mostro respeto delante de mí, nunca paraba de decirme que tuviera cuidado con él.

—Siga por favor señora Ava, el abogado la espera.

—Gracias.

A unos pasos esta la oficina y respiro profundo antes de tocar la puerta donde segundos después escucho la voz de Edmond

—Adelante.

Al verme rápidamente se acerca para darme el sentido pésame, recordar aflora todos mis sentimientos.

—Discúlpame por no estar en ese momento, pero estaba muy lejos de aquí—me guía a la silla que corre para que me siente—su muerte fue repentina y muy impactante.

—Según el reporte perdió el control del auto y se chocó contra un poste de la carretera.

Me ofrece un pañuelo cuando mis lagrimas se desbordan y me obligo después de unos minutos a controlarme, debo ser fuerte.

—¿Qué sucede Ava? Pregunta cuando me ve más tranquila—te noto un poco preocupada.

Le enseño los documentos que lee por un largo rato, o eso me parece, estoy desesperada por una respuesta rápida que me saque de este problema, Draco no sale de mi cabeza enfriándome el aliento.

Recibo un mensaje de W******p perteneciente a un número desconocido, abro mientras Edmond continúa observando los documentos y disimulo el impacto al leer lo que dice el mensaje.

«Te quiero hoy mismo en mi mansión, si no vienes en 4 horas voy por ti»

Su amenaza me pone a temblar y las palabras de Edmond terminan por hundirme al poso de las decepciones.

—No tenemos oportunidad Ava—mis esperanzas se derrumban llevándome cada vez más hacia el—Cristóbal en pocas palabras le vendió el alma al diablo, se llenó de ambición en un proyecto que claramente iba en quiebra, y no solo eso Ava, involucro a todos en la comunidad donde le entregaron sus propiedades

—Esto no puedo ser—estoy impactada con todo eso que sale de su boca.

—Ava no puedes negarte a la realidad, Cristóbal estafo a todos sus vecinos, vendiéndoles un proyecto fantasma, todos ellos embargaron sus vienes con el banco que maneja la familia Mac Donald, no hay salida de esto y sea lo que sea que te exijan, tendrás que acceder o pueden enviarte a la cárcel.

Cada palabra es como si me enterraran algo afilado y caliente en el pecho, lloro sin poder evitarlo, la asesoría de Edmond era mi única esperanza de escapar de sus brazos, ahora me dice que no tengo más opción que acceder a sus caprichos.

—¿Dios que voy hacer?

Se acerca cuando observa que me derrumbo, descargo mi llanto en su pecho y sus manos se mantienen en mi espalda baja pegándome más a su cuerpo, no le veo nada de malo, es una buena persona.

—Escúchame Ava—su agarre se vuelve asfixiante—puedo ayudarte, se lo que quiere esa familia y si te portas bien conmigo te protegeré—el tono que emplea me desconcierta y para cuando quiero alejarme me abraza con más fuerza—solo tienes que acostarte conmigo.

¿Qué?

—Yo te protegeré, tengo dinero y nada te faltara—lo empujo indignada limpiándome las lágrimas—escucha eres una mujer hermosa que no tiene por qué pasar necesidades, yo puedo darte lo que quieras.

Tomo mi bolso y corro espantada queriendo abrir la puerta, pero su fuerza no lo permite y termino acorralada con mi rostro contra la madera y su cuerpo pegado al mío, su respiración en mi cuello eriza mi piel y la mano que se desliza por mi vientre desata más pánico.

—Me gustas Ava—dice—me gustaste desde el primer día en que te vi y siempre pensé que Cristóbal era un idiota suertudo por tenerte.

—Suélteme por favor—suplico envuelta en miedo.

—Ahora que tu esposo murió puedes tener algo conmigo.

—Ni en un millón de años—respondo con mis lagrimas bañar mi rostro, y me aferro a mi bolso con fuerza queriendo que esto acabe—porque haces esto—reprimo el sollozo—eres el mejor amigo de Cristóbal, soy la mujer del hombre que acaba de fallecer, hombre que llamabas hermano.

—Nadie es amigo de nadie cuando de sexo, amor y pasión se trata—sus manos bordean mis caderas—y eso es lo que justamente despierta Ava, eres esa manzana prohibida que todos quieren morder.

—Aléjate de mí—tiro mi cuerpo hacia atrás pero él se impulsa hacia adelante acorralándome de nuevo—no me toques

—Ava conociendo a Draco va a destruirte lentamente—el solo hecho que lo nombre pone a temblar mis piernas—soy tu mejor opción—corre el cabello que recae hacia adelante, descubriendo la piel de mi cuello—pero veo que ya marco territorio.

—Déjame ir Edmond, te lo suplico.

—Vendrás a mi

Sonríe dándome un espacio que no desaprovecho para abrir la puerta y salir corriendo literalmente de este lugar, reclamo mis documentos buscando un poco de aire para mi sistema, limpio mis lagrimas caminando sin rumbo fijo abrazada a mi bolso como si pudiera protegerme sobre la avalancha que se me viene encima.

Miro el reloj que marcan las horas que corre en mi contra acelerando los latidos de mi corazón, sé que vendrá por mí, pero no soy capaz de ir hacia él, ¿quién se acerca al fuego cuando sabe que quemará? No puedo ir, no quiero ir, tengo miedo de todo esto donde me siento sola en un callejón sin salida, pensé que Edmond me ayudaría, pero resulto un cobarde igual a ese hombre, que solo aprovecha la oportunidad para sacar ventaja.

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