PROPUESTA INDECENTE 3

AVA

Las oraciones, plegarias y el banquete se celebran detrás de la iglesia, nuestras creencias son muy diferentes, mientras que otros velan a sus seres queridos por una semana o más, nosotros cuando una persona parte no es motivo de tristeza porque está al lado de nuestro señor, sin embargo, lloramos y dejamos salir nuestro dolor con su partida, mientras una mesa está repleta de comida para que todos los creyentes se acerquen y coman.

Soporto la actividad perdida con un nudo en la garganta, el olor de Draco lo siento como si estuviera a mi lado, cierro mis ojos y aprieto las manos debajo de la mesa no queriendo llorar, el recuerdo de sus besos, su lengua pasar por mi cuello, la forma descarada con la que toco mis senos y acaricio la piel de mis aureolas me repugna.

Es un asqueroso, un cruel y despiadado que no tuvo reparo en tocarme sabiendo por la pena tan grande que estoy pasando, ¿Quién en su sano juicio hace algo semejante? Solo un desquiciado, una persona sin escrúpulos.

—Era un buen esposo y vecino hija—la señora Margarita es una de las personas más antiguas del condado—te cuidara desde el cielo, rezare demasiado por él, pero sé que ahora mismo está gozando del paraíso.

—Gracias señora—no sé qué más responder.

Nosotros somos una comunidad religiosa con costumbres arraigadas, intento cumplir con los mandatos de Dios para vivir siempre en gracia del señor, es muy importante para mí seguir no incumplir ninguna de estas reglas, es pecado, me condeno y cuando llego a faltar busco penitencias que me ayuden a absuelvan de la culpa.

Ahora mismo me siento sucia, indecente, mi esposo debe estar muy decepcionado de mí, unas horas de enterrado y ya otro hombre a tocado mi cuerpo, soy una pecadora Dios, las lágrimas se me salen, y todos piensan que es por mi esposo, en gran parte es así, pero ahora mismo, en este momento me siento una…

—Hija—nuestro pastor me saca de mis pensamientos—si deseas desahogarte puedes hablar conmigo hija—el pastor de nuestra iglesia es un hombre santificado que vive en casamiento como lo manda la ley, es un hombre ejemplar, justo y siempre tiene las palabras justas para levantarte el ánimo—ven mañana a la iglesia—acaricia mi mano que tiembla con el recuerdo de Draco—te escuchare hija mía.

Necesito confesarme y una penitencia, el hecho de haber sentido calor en mi parte intima por un hombre que no es mi esposo, es un pecado imperdonable, no puedo seguir viviendo con esto, los ojos azules del pastor Fernando son cálidos, me observan con ternura, no como esos ojos oscuros, su forma de mirarme era deshonrosa.

—Lo hare pastor, créame que lo hare—le digo limpiando mis lagrimas con mi mano libre, su toque no me incomoda—necesito sacar esto que quema dentro padre.

—Oh hija—sollozo con fuerza, llamando la atención y recibiendo un abrazo por parte de mi hermano—ven mañana y sé que te sentirás mejor.

—Necesito hablar pastor, tengo algo atorado en el pecho, pero mañana no se abre la iglesia, es jueves y ayunamos pastor—suelta mi mano

—Estaré solo para ti hija, puedo hacer una excepción contigo por el momento tan duro que estas pasando.

No me parece raro, el pastor siempre es muy cordial, siempre preocupándose por el cuidado de cada uno de sus feligreses.

—Está bien pastor—tomo su mano para besarla —gracias por su apoyo.

Mas personas se acercan y para cuando todo termina solo quiero meterme debajo de las cobijas, no sin antes quitarme su olor, sus besos y las caricias que aun cosquillean con asco en mi piel.

—Quiero dormir—dejo la Pashmina en la mesa—voy a mi recamara.

—¿Puedo quedarme? —pide mi hermano—además te ayudo a recoger este reguero, ¿Qué paso hermana? —lo dice por los fragmentos de vidrio y los retratos en el suelo—¿quieres que los bote.

—Solo recógelos por favor—le digo con el pecho cargado— y no necesitas pedir permiso, saben que esta casa es su casa.

Respondo subiendo las escaleras con los documentos en las manos sin mirar nadie, quiero descansar, necesito apagarme un momento para poder pensar con claridad, no puedo dejarme de ese señor, no puedo firmar sin darle la pelea.

Abro la puerta y tiro los documentos en la cama, me quito los tacones, busco la pijama en el closet tirándola también a la cama, comienzo con lágrimas bañar mi rostro a desasir los botones del vestido pero mi hermana Arya ingresa y me cubro con las manos.

—Perdón no demorare—asiento, sé que me quiere, pero es muy dura conmigo muchas veces—no quería hablarte como lo hice hermana, te amo y de verdad siento lo que estas pasando en estos momentos.

Me derrumbo en su hombro llorando, sacando esto que me quema con miedo de contarle lo que sucede, acaricia mi cabello mientras intenta tranquilizarme.

—Estoy aquí contigo—toma mi rostro y anclo mi mirada a su suya—somos hermanas, somos inseparables—corre el cabello que recae al frente—soy tu hermana mayor. —nota algo en mi cuello cuando tira el cabello atrás—¿Ava que es esto que tiene aquí?

El miedo se dispara y retrocedo cubriendo lo que sea que tengo ahí.

—¿Eva que es eso? —insiste caminando detrás de mí, llego hasta el espejo para mirar que tengo y siento que el aire me falta cuando en mi cuello yace un chupetón del tamaño de Asia, «me marco», «el degenerado de marco»

—¿Ava?

—No lo sé—grito alejándome de ella—no sé y vete que quiero estar sola.

—No puedo creer Ava—se acerca con una mirada que me intimida cuando se asusta con sus propias conclusiones—tú y ese señor.

Niego cubriendo el morado.

—Eres una promiscua—grita asustada de su propio hallazgo—una hipócrita, inmoral—niego porque no soy nada de eso—tuviste encuentros pecaminosos con ese señor el mismo día que entierras tu esposo Ava—sus conclusiones me parten en dos—degenerada, sinvergüenza, indecente.

Caigo en la cama con el rostro ardiendo porque sin preverlo la palma de su mano me golpea con tanta fuerza, sin ningún tipo de consideración que por primera vez pruebo el sabor metálico de mi sangre.

—Sucia—camina de un lado a otro mientras lloro tirando mi cabello negro a un lado—eres una vergüenza Ava.

—déjame explicarte por favor—me incorporo temblorosa—no es lo que piensas.

Me acerco, pero vuelve a darme otra cachetada que deja ardiendo mi rostro, sus golpes no son nada dolorosas, no se comparan con el dolor que ocasionan sus palabras.

—No me toques que me das asco—me rechaza fragmentando más mi corazón—mis padres van a saber de esto.

—No Arya no—me arrodillo suplicándole—que no se enteren por favor, déjame explicarte hermana te lo suplico.

—¿Que vas a explicarme? —su mirada son puñaladas en mi corazón—que tenias encuentros con ese hombre incluso cuando tu esposo estaba vivo—niego arrodillada mientras su mirada y palabras mi acribillan—eres una deshonra para la familia.

—Arya no—tomo la punta de su vestido desesperada al ver que se acerca a la puerta—déjame arreglar esto, pero no le digas nada a mis padres por favor, por favor Arya, eres mi hermana—rodeo su cintura con mis manos estando arrodillada—no te comportes como mi enemiga y dame una oportunidad, te necesito mas que nunca hermana, no sabes por lo que estoy pasando.

—Suélteme—me empuja alejándose de mi—no diré nada porque confió que recibirás el castigo por parte de nuestro señor—su mirada duele demasiado—que decepción Ava, eres una mentira.

Sale dejándome más que destrozada, perder a mi esposo y ahora el amor de mi hermana son dos golpes en menos de 24 horas que me avasallan como si recibiera el impacto de un planeta, lloro sin saber que hacer tirada en el piso no sé por cuánto tiempo, me siento desorientada, perdida, sola, sucia, tantos sentimientos que hacen emerger más lágrimas de mis ojos.

Me levanto después de un tiempo al sentir el malestar de estar tirada en el piso y la posición, me dirijo a pasos lentos con más lágrimas en mi rostro y al quedar desnuda y bajo el agua restriego mi cuerpo queriendo no solo quitarme el olor de ese hombre, si no la maldición que recibí en cualquier momento.

«Perdóname señor» es pecado pensar de esa forma, estas son pruebas del señor, debo afrontarlas con valentía, pero me siento perdida en este camino, los minutos pasan y salgo del agua al notar la piel de mis manos arrugadas.

La toalla cubre mi cuerpo mientras me desplazo hasta la cama, aplico las cremas a mi cuerpo y me pongo la pijama metiéndome a la cama, solo quiero descansar, dormir, para despertar de esta pesadilla.

—Edmon—de repente el mejor amigo y abogado de mi esposo se me viene a la mente—Edmon puede ayudarme.

Alcanzo el teléfono de la mesa de noche, abro la cojonera buscando la libreta y su contacto guardado en ella, marco el numero rezando que se encuentre y que pueda atenderme, es mi única salvación.

—Edmon—escucho la voz gruesa detrás de la línea.

—Edmon con Ava—le hablo—discúlpame por hablarte a esta hora Edmon pero necesito de tu asesoría.

—Ava mis condolencias y discúlpame por no ir al entierro, lo siento mucho de verdad, apenas acabo de llegar a la ciudad, pero pensaba hablarte más tarde.

Explica y no debería de hacerlo.

—Esta bien—el recuerdo provoca mas lagrimas—no te preocupes, pero podemos vernos mañana, podrías atenderme por favor.

—Si no tengo problema, ven a mi despacho a primera hora.

—Gracias Edmon, hasta mañana.

—Hasta mañana Ava.

Cuelgo la llamada con una esperanza, no puedo simplemente rendirme sin dar la pelea, miro el retrato que tengo en la mesa de noche y es el día de nuestra boda, por primera vez esta habitación se siente demasiado grande, la soledad me da miedo, pero más miedo me da la propuesta de Draco, sus intenciones y esa forma descarada de mirarme.

Me hago bolita en la cama dejando que las lágrimas mojen la sabana, sus palabras muelen algo dentro, le temo, todo el me da pánico «ayúdame amor mío, ayúdame a salir de esta» le pido cerrando mis ojos, quiero solo descansar, agradezco que mi hermano no venga y si mis padres no han venido a recriminarme es porque mi hermana no dijo nada, eso es bueno porque mañana será un nuevo día, una oportunidad para arreglar las cosas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo