Placeres culposos
Placeres culposos
Por: Maribeth Garcia
PROPUESTA INDECENTE 1

AVA

El cadáver de mi esposo no termina de enfriarse, como tampoco las lágrimas se han secado en mi rostro porque nuevas lagrimas terminan por bañar mi piel, siento el pecho inflamado como un zepelín de tanto sentimiento encontrado, el dolor es grande con la pena que me acompaña volviendo mi corazón añicos, su muerte es tan resiente que lo único que deseo en este momento es morirme para estar a su lado. 

El peor día de mi vida no ha terminado cuando ya tengo a su socio ofreciéndome un trato que a mi parecer es completamente descabellado, sin sentido alguno y es una completa falta de respeto con el dolor y la situación tan dura por la cual que estoy atravesando.

Su partida me oprime el corazón, su muerte muele cada parte de mi ser, estoy tan triste y destrozada con su repentino fallecimiento que aún no logro procesar las palabras de este sujeto, me ha dejado sola con un desastre que ahora me toca enfrentar sin la más mínima idea de cómo defenderme, apenas lleva 24 horas de muerto, unos minutos de enterrado y el mundo ya se me viene encima con una mirada que estremece cada parte de mi ser. 

—No puedo hacer tal cosa—mi labio inferior tiembla—comprende por favor—limpio mis lagrimas—conseguiré el dinero para pagarte cada centavo que te debemos—ni siquiera sé de qué va esta deuda—solo dame un tiempo para conseguir el dinero.

—Con ventas de pasteles y postres al frente de tu patética iglesia no te alcanzara esta vida o la otra para pagar la deuda que tu marido tiene conmigo.

Trago con dificultad, no solo por sus palabras, su mirada recorrer mi cuerpo de una forma tan extraña que me causa repulsión, es severo al hablarme, su mirada oscura me aterra y todo lo que sale de su boca me pone a temblar.

—Escucha bien Ava—su dedo intenta tocar los míos, pero los quito ganándome una fuerte mirada que me congela—es la única forma de salvar a tu familia y tu patética comunidad.

El corazón se me detiene con sus palabras, con el tono que emplea, el semblante malvado que no disimula, su aura cargada de algo que no sé cómo describir.

—No tienes el derecho de hacer esto, legalmente no puedes simplemente desalojar a toda una comunidad.

Sonríe de una forma que hiela mi sangre.

—Construiré un centro comercial en este sector, o simplemente desalojare a esta gente de mis tierras, de mis casas —enfatiza —y a ti junto con toda tu familia se irán a vivir debajo de un puente, solo por mi capricho—me tira los documentos—soy ese hombre que puede hacer lo que se me de la gana solo porque quiere, pero en tus manos esta salvar a muchas familias, incluso la tuya. 

Me desconecto de la realidad, imposible que una persona pueda pasar por encima de las leyes de los hombres así porque si, ademas. 

— Y no pienses en herencia— es como si leyera me mente —todos los bienes de tu difunto esposo fueron a parar a mi cuenta y ni así logró saldar la deuda. 

Con mis manos temblorosas tomo los documentos descubriendo que ahora donde vivo, donde crecí y me crie toda mi vida, le pertenece a este ser tan malvado. 

Le miró esta vez a los ojos buscando un deje, un ápice de piedad, pero lo que consigo en sus ojos oscuros me hace sorprender de mi propio descubrimiento, parpadeo varias veces desviando mi mirada de nuevo a los documentos, el miedo me acompaña cuando vuelvo a posar mi vista en los papeles que en mi ignorancia no alcanzo a dimensionar el problema, leo y releo entendiendo una sola cosa. 

La casa de mis padres, está casa donde tengo tantos momentos hermosos vividos con mi familia, con mi esposo y vecinos allegados, incluso todas las del sector le pertenece a la constructora que maneja Draco, no entiendo como todos estos terrenos pasaron a su poder, no entiendo que negocios realizo mi esposo con este señor para vendernos y dejarme a merced del diablo.

—Esto es injusto, es una arbitrariedad, esto no puede ser verdad—me niego a mi realidad, no soy capaz de verle a los ojos, le temo demasiado—llevare esto al juzgado, la justicia estará de mi lado.

Escucho nuevamente su risa burlona, es tan cínica pero el hombre es veloz porque en menos de nada lo tengo tomando mi cuello y estampándome contra el estante donde están los recuerdos, los retratos que tengo con mi difundo esposo. 

—Escúchame bien princesa—las lágrimas se me salen del miedo que me provoca —soy un hombre de poca paciencia, me enerva tener que repetir las cosas, esperar saca lo peor de mí y soportar los problemas de los demás me exaspera, quieras o no esta es tu mejor opción así que no le des más vueltas a este asunto y firma, entrégate a mí, cásate conmigo.

—Noooo—su mano captura mi seno derecho y me remuevo aterrada de su agarre, los retratos caen fragmentándose en el forcejeo intenso de querer huir de su toque impropio, es pecado lo que hace. logro por un instante alejarme intentando correr hacia la puerta, pero su fuerza se impone dominándome contra la mesa—nooo auxili…..

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