Papi ¡Ella es mi mami!
Papi ¡Ella es mi mami!
Por: Liny D. Reina
1. ¿Quién eres?

—¡Feliz cumpleaños Adele! — Exclamaron los señores Jones con una radiante sonrisa al poder presenciar el cumpleaños número quince de su hija. La felicidad en los ojos de la joven Adele era incomparable, había soñado por tanto tiempo llegar a tener la edad en la que sus padres se conocieron.

—¿Qué haremos hoy? — preguntó Jade acariciando la suave melena de su hija, su cabellera parecía ser hecha con hilos de oro, justo como su abuelo materno.

—Será una sorpresa, no podemos revelarle nada, y querida, eres terrible guardando secretos— se burló el mayor con demasiada ternura.

El trabajo de los señores Jones era un poco arriesgado. La señora había abandonado su trabajo para dedicarse a esa pequeña bendición que llegó como un milagro a sus vidas, más Henry, se dedicaba con mayor pasión a ser fiscal. Eso le había generado muchos enemigos, muchos que deseaban terminar con ellos a cómo diera lugar.

Durante aquel día de festejo, el celular de Henry no había dejado de sonar, interrumpiendo a cada instante el momento familiar que vivían, y que, lastimosamente, sería el último que pasarían los tres juntos. De regreso a casa y atravesando una autopista, el cielo comenzó a nublarse amenazando con regar la ciudad con la lluvia. El celular del señor Jones, una vez más comenzó a sonar, en este caso era una llamada con un remitente desconocido, no deseaba contestar aquel llamado, mas a causa de la insistencia de la señora, se tomó un instante para hacerlo.

El cuerpo de Henry se estremeció al reconocer la voz detrás aquella bocina. Se trataba de uno de sus antiguos compañeros y el responsable de la muerte de su amigo, Henry hasta entonces había ignorado cada una de las amenazas que recibía de parte de Broun y se armaba de valor para reunir las pistas necesarias para poder encerrarlo en la prisión. Los actos repugnantes que cometía Broun para asegurar su dinero y posición en la sociedad eran demasiado traumáticos para cualquiera con un estómago sensible. Todo esto inició como un pequeño plan de venganza en contra de su madre, una mujer que no respetaba la presencia de su marido, el cual, resolvía todas las cosas a la fuerza.

 Mientras la madre de Adele se dedicaba temerosamente a escuchar lo que Broun tenía ahora para decir, la joven Adele se percató de un sonido extraño en el automóvil, aquel sonido provenía de la parte delantera. La mirada perturbada de la señora se posó por unos leves segundos sobre su marido, terminando sobre su hija.

—Adele, baja del auto, ¡Ahora! — Exclamó con un tono tembloroso de voz en tanto su hija para observarla con confusión. Al Jade ver que Adele no se apuraba, se inclinó para lograr zafar el cinturón de seguridad que ella tenía.

—Ustedes dos, ambas deben hacerlo— sentenció Henry sin observarlas, su corazón latía a mil por hora, sabía que, si ellas no bajaban del auto, partirían con él. Esa era la primera vez que Adele los escuchaba así a ambos. Usualmente, ellos mantenían la calma para no preocupar a los que estaban cerca, pero, esta vez no lo lograron ¿qué clase de noticia se les dio para que actuaran de ese modo?

Jade terminó de cruzar desde la silla del copiloto hasta la parte trasera en la que se encontraba Adele, quien, sin comprender lo que sucedía había terminado de desabrochar su cinturón. La cabina del vehículo se inundó con un horrible aroma a gasolina, haciendo que la señora Jones cubriera el rostro de su hija con un pañuelo. Por más que intentaron abrir las puertas, estas estaban atoradas, esto ocasionó que la señora en el desespero rompiera una de las ventanas para hacer que la joven Adele se colara por ella.

Los ojos de la chica estaban llenos de lágrimas mientras su mente intentaba procesar todo lo que estaba sucediendo en ese corto lapso de tiempo. Ella rogaba para que fuese una simple pesadilla, sin embargo, el golpear su cabeza contra el suelo, le hizo comprender que no era una pesadilla, esta era la vida real.

El auto de los señores comenzó a avanzar alejándose de Adele, en eso, un automóvil que venía en una dirección contraria colisionó con los padres de la joven. Una llamarada inundó el auto y el rostro del que ocasionó el accidente quedó descubierto. 

La chica no podía levantarse, no tenía las fuerzas necesarias para lograrlo, entre tanto sus ojos se habían inundado por lágrimas. Había visto cómo sus padres dejaban ese mundo y no había tenido la posibilidad de despertarse. El sonido de una voz a lo lejos intentaba alertarla de lo que sucedía, pero esta era cada vez más lejana hasta que sus ojos cedieron. El joven de cabellera amarillenta que casualmente cruzaba por ahí, se apresuró a llamar a una ambulancia, sin saber que aquella chica era la hija de su héroe.

CINCO AÑOS DESPUÉS...

«Berlin-News reportando desde el lugar en el que dos autos colisionaron terminando así con la vida del fiscal Henry Jones y su esposa, la señora Jade Jones. Las autoridades están investigando acerca de este desafortunado suceso y le enviamos un gran abrazo a su familia» 

—¡Oye!— se quejó Adele con su hermana que había acabado de apagar la TV —lo estaba viendo— se cruzó de brazos.

—Adele, han pasado cinco años de eso, por favor, no te tortures más viendo la misma noticia una y mil veces— alegó su hermana con un poco de dolor en la voz.

—Yo también debería haberme ido con ellos— desvió la mirada —si mi madre…— fue interrumpida.

—Tu madre decidió salvar tu vida ¿No es lo que cualquier buen padre haría?— se sentó al lado de la menor —Sé que duele, aún me duele la partida de mis tíos, pero me dejaron a mi mejor amiga como compañía. Ver esa noticia una y otra vez no hará que el responsable cruce por esa puerta y diga: «Yo le quité la vida a tus padres, vengo a ser castigado» ¿O lo hará? 

—Detesto que tengas razón— bufó la menor —es injusto que hayan cerrado las investigaciones de ese caso— abrazó sus rodillas.

El sonido de un camión deteniéndose al frente de su casa las sacó de su pequeña discusión, la mayor, como acostumbraba a ser la más sociable de ambas, se levantó para saber de qué se trataba.

—Al parecer tendrás nuevos vecinos— murmuró sin despegarse de la ventana —es un camión de mudanza, pero no veo a nadie más ahí cerca.

Horas más tarde y después de que Adele obligara a su hermana a alejarse de la ventana, el sonido del camión alejándose inundó la casa.

—Así que el tipo que está frente a mi casa es mi nuevo vecino— dijo Adele analizando la situación, Mónica, su hermana, la cual estaba sentada al lado, asintió en silencio.

—Es bueno que te presentes con él, que hagas amigos— añadió tomando un sorbo de café.

—No quiero— respondió la menor sin darle ningún tipo de importancia —no saldré de casa nunca más— susurró.

Mónica se quedó en silencio por un momento, estaba buscando dentro de ella las palabras indicadas para decir, pues dentro de una semana ella se iría de viaje y Adele se quedaría sola, una vez más.

—No te preocupes por mí, estaré bien— dijo dándole un suave golpe en su hombro a la mayor.

Adele sabía que lo menos que debía hacer era retener a su hermana consigo, además viajar a Australia había sido su sueño desde que tenía memoria. Según la costumbre que había cuando alguien se mudaba a otro vecindario debía llevar un obsequio y presentarse con sus vecinos. Mónica estaba esperando conocer a aquel misterioso personaje que viviría al frente de su hermana menor, pero Adele por su parte buscaba la manera de escapar del lugar porque no le apetecía conocer a nadie más.

—Iré a mi habitación, estoy cansada— habló para dirigirse a su habitación.

—¿No te presentarás al vecino?— preguntó Mónica  y Adele negó sacudiendo su cabeza con seguridad.

Minutos pasaron y la noche había llegado, la puerta de la habitación de Adele se abrió mostrando a su hermana bastante furiosa.

—¡¿Puedes creerlo?! ¡Nunca me abrió! Estuve diez minutos tocando la puerta y no salió— gritó dejándose caer en la cama.

—Todos tenemos intereses diferentes, hermana— respondió sin darle importancia.

Aparte de ella y sus padres adoptivos no deseaba hablar con nadie, incluyendo el hecho de que en su trabajo no era necesario intercambiar numerosas palabras con el resto de las personas. Adele trabajaba como escritora y para suplir sus «necesidades sociales» estaban sus personajes, en ocasiones era divertido poder escucharla discutir con ellos por las decisiones que ella misma les imponía.

Mónica había luchado toda la semana en conocer al vecino, pero él la esquivaba eficazmente, era increíble, lo único que la menor hacía era reír a causa de la frustración de aquella chica. La hora de la dolorosa despedida había llegado, Adele debía ser fuerte, si no lo hacía, Mónica decidirá quedarse y perderá esa gran oportunidad.

—Te echaré de menos enana, por favor conoce al vecino por mí— se abalanzó a abrazar a la rubia, la cual rio ante su desespero e impotencia.

No había necesidad de decir que Adele no se esforzaría en lo absoluto para conocer a aquel misterioso vecino, ella sacudió enérgicamente la mano mientras se despedía de su mayor que subía al taxi. Adele había desarrollado cierto miedo por los autos, que extrañamente se había desarrollado años después del accidente de sus padres. Al regresar a casa, ella observó inconscientemente a la casa del vecino y una pequeña silueta se dejó ver por un instante ¿La estaban observando? Se preguntó negando poco después: «Ha de ser solamente mi imaginación».

A la tarde siguiente el timbre de casa comenzó a sonar, nadie acostumbraba a visitarla y el mensajero dejaba todo en el buzón, el timbre sonaba una y otra vez ¡Era bastante molesto! Estaba el día oscuro y nublado, al parecer caería algo de agua.

—¿Quién es?— preguntó Adele mientras abría la puerta.

—¡Aquí señorita!— Dijo un niño con una suave voz mientras daba tironcitos de su suéter.

Los ojos de ese niño brillaban con una gran intensidad, sí, puede que no se interesara ella en conocer a otras personas, pero los niños eran su más grande debilidad, se inclinó hasta quedar a su altura y con una sonrisa en sus labios el niño dijo:

—Tu nombre es Adele… ¿Cierto?— asintió bastante confundida.

—Sí pequeño, es mi nombre ¿Cómo lo sabes?— lo despeinó un poco.

—Es un secreto— sonrió observando a todas las direcciones.

La situación actual estaba espantando a la chica. El firmamento decidió soltar el agua que retenía y sus nubes comenzaron a luchar las unas con las otras, él se asustó por los relámpagos que iluminaban la entrada quedando entre los brazos de Adele.

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