Asthon
«Asthon, Asthon… despierta». Desperté sobresaltada y oí un zumbido proveniente de algún lado. Era aterrador como si hubiese un panal de abejas dentro de aquel lugar y las paredes comenzaron a rugir. Sacudí la cabeza intentando quitar el sonido atronador, levantarme y correr hasta no escuchar más los gritos implacables que se colaban en mi mente. Me di cuenta de que no estaba en la caverna, me encontraba en una cama. Aunque en ese momento no podía pensar en ello. Finalmente logré incorporarme y salir a gatas, pero trastabille y caí abruptamente. Acababa de caer encima de un cuerpo. De un cuerpo que, puesto que no había reaccionado en absoluto al golpe, tenía que estar muerto. O, quizás yo misma lo había matado al caer con mi voluptuoso cuerpo sobre él. Porque a pesar de medir un metro sesenta, era talle cuarenta y ocho. Lo que era bastante para alguien de mi estatura. Poco a poco comencé a recuperar el sentido y pude verAsthonDe pronto sentí como estiraba su cuerpo debajo de mi, desperezándose como si saliera de un profundo sueño, y yo sospeche que si bien se estaba despertando físicamente, su sistema nervioso todavía no había despertado aún, por lo que se encontraba en ese transe que experimentamos cuando nos hemos desmayado. Sus pupilas eran oscuras y muy grandes, como si se las hubiesen dilatado con gotas para examinarle los ojos. Entonces caí en la cuenta de algo muy importante.«¡Oh, estaba despierto y yo estaba sentada a horcajadas encima de él! ¡En bragas!». Sin dudas hasta el más santo, podría mal interpretar la situación. Sentí como el calor subía por mi rostro, estaba sentada sobre su regazo, preguntándome cuán glorioso sería perder mi virginidad con él. No me podía imaginar lo que estaría pensando aquel hombre, y difícilmente podía culparlo por ello. Me hallaba colocada de manera íntima como si quisiese aprovecharme de él, con las rodillas a los la
CalebSalí de mis pensamientos para voltearme a ver a Asthon que se encontraba a unos cuantos pasos de mi. Ya llevaba su propia ropa. Los vaqueros maltratados por las rocas de la caverna y el top negro. Había atado su cabello en una trenza y parecía lista para partir.Probablemente sería lo mejor, su rostro un poco redondeado, sus enormes ojos que siempre me miraban con curiosidad y su suave piel eran demasiado para resistir la tentación. Más aún después de haberla tenido tan cerca, de haber sentido su deseo devorándome como una llama fuera de control. Había intentado controlar mis impulsos animales y casi había tenido éxito, pero no sabía durante cuanto tiempo más resistiría la necesidad de tirarla al piso y arrancarle la ropa.—Logré comunicarme con mi amiga, está mucho más tranquila. Es una suerte que tuvieses WiFi aquí —frunció ligeramente el ceño.—Bueno, quiero creer que soy solitario, pero no salvaje, quizás no tan refinado como una princesa com
AsthonColoqué una mano sobre mi boca para no lanzar un gemido de horror, cuando vi una sombra de lobo convertirse en la silueta de un hombre de anchos hombros. Cerca se escuchó el disparó de un rifle y mi cuerpo se estremeció como una hoja en el viento. El terror que había en aquel sonido era el eco del sentimiento que se revolvía en mi interior. Malditos cabrones. Otra cosa más que echarle en cara al estúpido engreído de Caleb, hasta ese momento no había conocido el miedo auténtico. Cada minuto que transcurría era como una horrible pesadilla. Desde que escapé de la cabaña había que tenido que permanecer escondida, calada hasta los huesos y con mis perseguidores pisando mis talones.La silueta titubeó, pero no se detuvo. Se escuchó otro disparo y un gruñido gutural corto el aire frío de la tarde. Esta vez, la silueta no lo dudó. Cuando estuvo más cerca, pude reconocer en su semblante el de un lobo en el fragor de la lucha, la cara ligeramente de
AsthonLa cueva se había sumergido en un profundo silencio, ese silencio pesado que se puede sentir después de una batalla. Sentía la frente perlada de sudor y la garganta seca, como si no hubiese bebido agua durante días. A duras penas podía entender lo que ocurría y de no haber sido por el desconocido que me tomó del brazo, me habría quedado allí paralizada sudando, calada hasta los huesos y reprimiendo los incesantes deseos de vomitar.Caleb meneó la cabeza. Levantó la mano hacia el desconocido y luego la dejó caer sobre su vientre.—¿Puedes hacer algo? —Le pregunté con urgencia al ver como la sangre continuaba fluyendo. Apartando la sensación de estar dentro de un sueño.—Eso creo. Ayúdame a girarlo. —Paso su mano por debajo de su cabeza. —Soy Ziú, a propósito, el mejor amigo
AsthonCaleb, se encontraba perfectamente bien, fuera lo que fuera que había hecho, estaba segura de que estaba dando resultado. Ziú prendió una hoguera en el centro y se sentó junto a Caleb que a pesar de mis ojos en blanco se había acomodado a mi lado y me traspasaba con la mirada, siempre de arriba abajo, con descaro, y no disimulaba cuánto le gustaba lo que veía. Y yo no podía hacer otra cosa que sonrojarme por su osadía. De no ser porque aún estaba convaleciente, lo habría puesto en su lugar de inmediato.Me bastaba con mirarlo para que mi mente entrara en un año sabático instantáneo. Nunca había conocido a un hombre tan irremediablemente posesivo.Hacía aflorar lo peor en mi, hundiéndome en un nivel tan primitivo y animal como el suyo. Luego de haber despertado, comenzó a comportarse como si fuese de su propiedad, bajo el pretexto de que intentaba protegerme. Por lo que quería lanzarme sobre él y darle de puñetazos. 
CalebMuy cerca, marchaba agazapado en la oscuridad un escuadrón de 30 draugers hambrientos. Avanzaban en silencio a través de la niebla. Empuñando dagas de plata ancestrales. Con ojos atentos y músculos tensos. Algo recorrió mi cuerpo al reconocer el cabello corto de quien los guiaba.Nicolas Drago.Qué malnacido. No sabía porqué la buscaban, pero algo me decía que el motivo no era que Asthon fuera aparentemente la última de su especie, debía haber algo más, ¿pero qué? ¿Por qué era tan importante para todos tenerla? Desde que Asthon había puesto un pie en Yorkshire podía apostar que no era el único que se había dedicado a merodear en su búsqueda, sin embargo esto ya era sorprendente.Nicolas Drago era uno de los draugers antiguos, con el poder de controlar mentalmente no sólo a los mortales, si no a otros seres oscuros. Una sola gota de su sangre podía salvar a cualquiera de la muerte y podía entrar en cualquier me
AsthonNo podía decir que estuviera inconsciente, aunque por un corto periodo de tiempo , no tuve conciencia de lo que ocurría. Me «desperté», por así decirlo, al tropezar con una roca en la oscuridad, luego que Caleb me pidió correr sin mirar atrás cuando aquellas bestias de rostro humano llegaron en cuestión de minutos. Resbalé y me detuve en la hierba húmeda.Olfateé el aire. El fuerte aroma al bosque cuando estaba pronto a amanecer y un suave perfume de florecitas que provenía de una mata a mis pies.Me toqué la cabeza. No había dolor, ni una gran cantidad de sangre. Por lo tanto, era seguro que no me había golpeado la cabeza contra una roca como creí en un primer momento.Aunque si tenía el rostro magullado por las ramas de los abedules se me habían clavado en el pelo y me
CalebEl gritó desesperado estremeció el bosque. Dejé caer el cuerpo del drauger sin vida junto al de su compañero y corrí en dirección a donde provenía el alarido agonizante.Cuando llegué a lugar contemplé horrorizado que Nicolas estaba sobre Asthon con los colmillos clavados en su cuello. Había tomado su nuca para poder beber mejor y se encontraba extasiado, ajeno a todo lo que lo rodeaba.La furia me envolvió cuando comprendí lo que estaban haciendo aquellas bestias ladinas que nos habían dispersado, nos estaban distrayendo.Rugí, el sonido retumbó a través del bosque, luego rajé con mis garras los troncos de los robles, hendiéndolo en toda su longitud. Después clave mis garras en la espalda del maldito cerdo y se lo quité de encima de un solo golpe.Tom&eacut