Asthon
El autocar se detuvo con una brusca sacudida que hizo que saliera disparada hacia delante. Mi boca chocó con el marco metálico del asiento que tenía delante. Por lo que lancé una mirada airada al apuesto, pero nada brillante novio de mi amiga que reía entre dientes y me pregunté cómo era posible que todas las personas que estaban a mi alrededor fuesen capaces de prever el momento en que tendría lugar una parada súbita, mientras yo nunca podía hacerlo. De hecho dudaba que tuviese el instinto básico de supervivencia. Saqué del bolso su estuche de maquillaje y, como era de esperar, vi que mi labio inferior ya había empezado a hincharse.
«Bueno, eso tal vez atraerá a un hombre», pensé mientras hacía que el labio sobresaliera todavía un poquito más antes de seguir obedientemente a Santana y Kellan que parecían no poder despegarse mientras se movían por la estrecha salida. ¿Puede que a los hombres les gustasen los labios carnosos?—¿Se te ha vuelto a hinchar el labio, Ash? —Santana frunció el ceño—. ¿Es que no te pones el cinturón del asiento? ¿Estás segura de que te encuentras bien?Trate de fingir que no había oído ninguna de sus preguntas al tiempo que arrastraba mis pies por el césped que parecía recién cortado como en el resto de lugares que habíamos visitado.—Me encuentro perfectamente. Es sólo que quiero ir a dar un paseo por mi cuenta, a ver si encuentro. “Ya sabes”— conteste, fingiendo que no notaba el ceño fruncido, ni la mirada de preocupación de mi amiga. Como era de esperar, Santana empujo a Kellan hacia los escalones de la entrada, liberándose de su agarre de forma violenta. —Ve tú delante, cariño—le dijo a su novio que respondió con un mohín infantil que prácticamente me obligó a poner los ojos en blanco—. Necesitamos un momento entre chicas. —dijo tomándome del brazo mientras Kellan desaparecía dentro del pintoresco edificio que no me parecía embrujado ni por asomó. Me condujo hasta un banco de piedra y tomé asiento junto a ella.—Hay un hombre para ti, Ash —aseguró una vez que las dos estuvimos sentadas. — Y créeme que no tienes la necesidad de ir a seducir a algún hombre que aunque con un acento sensual, probablemente esté casado o tenga barriga de bebedor.Abrí mucho los ojos. No esperaba esa honestidad brutal de parte de ella. Para Santana era muy fácil porque era una latina ardiente con piernas de modelo que podía tener al hombre que desease. —¿Cómo sabes que es eso lo que estoy buscando?Santana sonrió y sus ojos castaños destellaron en su rostro dorado. —Tú escucha a tu amiga: tu problema es que eres demasiado temerosa y no te gusta arriésgate. No niegues que te he invitado cientos de veces a salir y nunca aceptas. —¡Por qué vas con tu novio! —Me cruce de brazos —Estoy cansada de ser el mal tercio. Las cejas de mi amiga se elevaron.—Eso no es cierto y aunque así fuese. Tu podrías ir con nosotros y elegir al hombre que deseases, pero todos te parecen insuficientes o aburridos —dijo negando con la cabeza —. El problema no son los hombres, Ash. —Quizás tenía razón y yo culpaba a todos menos a mi, — pero vamos a hacer un trato. No quiero echarte a perder el viaje llevándote con cara larga de un lado a otro. Tú no tienes ninguna necesidad de andar pegada todo el rato a nosotros. Si es lo que deseas puedes ir a buscar a ese británico guapo que te haga perder la cabeza. Y después de que lo hayas conocido, asegúrate de que tu cabeza siga fuera de lugar durante los próximos siete días —concluyó significativamente. —Pero si tu plan no funciona dejaras que te presente al amigo de Kellan.—¿El que trabaja en un gimnasio? —rezongue.
—Ese mismo, siempre pregunta por ti y es muy mono. Yo no le veo el problema. —Pero es que no creo que pueda conseguir a nadie para ser sincera . —Deje escapar un resoplido lleno de frustración—. Ya llevo años buscando al hombre digno o dispuesto a tu sabes… —Tu virginidad … ¡Oh! Santana se torció de risa. Mientras yo torcí el gesto.—¡Qué vergüenza! No puedo creer que acabe de decir eso. A eso me está llevando la desesperación a ofrecer mi virginidad como una muestra de humus en el pasillo de comida vegana. —No tienes por qué avergonzarte. Ya quisiera yo ser virgen y haberme guardado para Kellan. Creo que él es el indicado y ahora me arrepiento de haber practicado todas las posiciones del Kama Sutra antes de conocerlo. Santana suspiró.—Puede que no tengas nada de lo que arrepentirte. Él te quiere por lo que eres y tú la pasaste bien o eso parecía. —Es verdad —Me abrazó con ternura —. Ves lo genial que eres. Yo queriendo consolarte y la que termina consolándome eres tú. —Creo que los sesenta hombres con los que tuve una cita no estarían de acuerdo con eso —la miré a los ojos —sabes que no soy virgen a propósito — dije malhumorada—. Lo que pasa es que no consigo encontrar un hombre que me haga estremecer con solo verlo, y estoy empezando a pensar que el problema soy yo. Quizás espero demasiado. Puede que sea porque quiero algo como lo de mis padres. Quizás estoy esperando algo que ni siquiera existe. Algo irreal. Luego de expresarlo en voz alta. Entendí cual era el problema, nunca, ni una sola vez me había sentido dominada por el deseo. Mi padre me había dicho hasta el cansancio que lo de ellos se había tratado de una pasión arrebatadora, que les había impedido pensar. Mi madre era virgen y junto a él experimento el amor más salvaje e intenso que una mujer pudiese sentir. Mi padre siempre decía que ella se negaba a aceptar lo que ocurría porque era algo así como prohibido, ella era una estudiante modelo de gran fortuna y él repartidor de pizzas. Pero finalmente la lujuria y el amor que sentían el uno por el otro salió completamente fuera de su control. Supongo que luego no fue suficiente para mantener una familia. Ahora que por fin lo pensaba me di cuenta que nadie era suficiente por una simple razón. Quería vivir lo que vivió una madre que nunca conocí. —¡Entonces debes buscar eso! —exclamó Santana, sacándome de mis pensamientos —. Eres demasiado joven y hermosa para renunciar a la esperanza. Nunca se sabe cuándo puede aparecer el hombre ideal. Mírame a mí, por ejemplo —dijo muy segura—. Pensé que no iba a poder estar con nadie luego de lo del video sexual que subió el idiota de mi ex . Pero encontré el amor y no puedo estar más feliz. Kellan no solo me quiere por mi cuerpo, también me ama por lo que soy. No tengas demasiada prisa por entregar tu virginidad, Ash. Encuentra a un hombre que valga la pena. Encuentra a un hombre con el que tengas ganas de hablar hasta altas horas de la madrugada, un hombre con el que puedas discutir cuando sea necesario hacerlo, ese hombre que te corte la respiración y te haga sentir la carne de gallina cuándo te toque.—¿Qué me corte la respiración? —repetí dubitativamente.—Confía en mí. Cuando encuentres el hombre apropiado, enseguida lo sabrás. En las entrañas, lo sentirás en la sangre, en tu corazón. Satisfecha por haberme dado en que pensar, Santana me abrazo ligeramente antes de levantarse para ir a comprobar si esa pintoresca casona estaba en realidad tan encantada como decían. Tenía razón por supuesto, no podía regalarle lo más precioso que me quedaba a cualquier aparecido que me susurraba bonito al oído y tampoco podía esperar el amor de cuentos de mis padres. Al fin de cuentas eso tampoco resultó del todo bien. Un hombre que me acelere el pulso. ¡Buf! Tal como estaban las cosas, me podría conformar con que me llevasen a cenar. Comencé a caminar pensando en las palabras de Santana y en mi reciente revelación, en un intento de aclarar mis ideas en una de esas caminatas solitarias que tan bien venían, hasta que me sentí muy cansada para haber caminado solo por unos cuantos metros. Me detuve a descansar un rato en lo alto de la pequeña colina de rocas a la que acababa de subir y me di cuenta de que había caminado mucho más de lo que creía, desde allí ni siquiera podía ver la casona, ni el autobús que habían aparcado a unos metros de la casona encantada, en un pequeño hostal en donde pasaríamos la noche. Después de haber descubierto que no podía entrar en la habitación hasta después de las excursiones, y decidida a mantenerme alejada de las tiendas de chucherías que se estaban llevando el dinero que me quedaba, cogí mi mochila y compré una botella de agua, tomando a último momento un chocolate con almendras y partí hacia las colinas para una excursión. Las colinas que se elevaban sobre el llamado triángulo del misterio eran pliegues rocosos, de tonos dorados y el grupo de rocas sobre el que me encontraba se extendía a lo largo de casi un kilómetro, elevándose en escarpadas colinas y descendiendo abruptamente sobre las construcciones. La subida había sido bastante dura, pero disfrute de el aire fresco y el silencio después de haber pasado tanto tiempo atrapada en la atmósfera cargada del autocar.No se podía negar que Inglaterra era hermosa. Luego de atravesar cautelosamente lugares cubiertos de hiervas, rodeado matorrales espinosos, admirado las bayas de un intenso color rojo y de haberme lastimado en reiteradas ocasiones con los erizados de pinchos. Me senté a admirar las hojas de los brezales que ascendían y se fusionaban con el púrpura de la ladera cubierta de brecina. Me senté en una roca para estirar las piernas y coloque la cara al sol para disfrutar de la tarde. Nuestro coordinador me había dicho que nuestro grupo cenaría pasadas las 7:30 en un módico restaurante que estaba frente al hostal. Por lo que aún tenía bastante tiempo para disfrutar de la calma que me proporcionaba la naturaleza. Claro que a menos que el Señor Darcy apareciera caminando entre la maleza para declararme su amor, presentía que no encontraría un prospecto adecuado. Aún así me conformaba con no soportar clientes insatisfechos con sus préstamos, los arrumacos de mis amigos y los intentos de mi madrastra por congraciarse conmigo. Comencé a reír sola al pensar en que Santana estaría dándole la lata a su novio con mi repentina necesidad de conseguir pareja. Probablemente lo haría llamar a todos sus amigos para ver cual estaba disponible a nuestro regreso. Sospechaba que Kellan estaría rebuscando candidatos por debajo de las piedras con tal de satisfacer sus pedidos. Santana había sufrido mucho con todos sus novios. Pero kellan a pesar de no ser nada brillante la amaba con locura y ahora en la paz de los paramos podía sentirme feliz por ellos.Asthon—Estás muy sola, caperucita —murmuró suavemente un hombre más cerca de lo necesario.Me sobresaltó su tono grave y la frialdad de su voz.Cuando me di la vuelta lo vi sentado en una roca a escasa distancia de donde me encontraba con una sonrisa ladeada y una mirada azul eléctrica. Llevaba una chaqueta de cuero negra que se ajustaba en sus brazos, era alto y evidentemente fuerte. ¿Podía decir que aceleraba mi corazón? Definitivamente sí, aunque no estaba segura que de la manera que deseaba.—Yo… no estoy sola —Dije tratando de no mostrar el terror que comenzaba a recorrer mi espina dorsal. —Mi grupo esta muy cerca de aquí.—¿De verdad? —Se burló —. Que extraño, yo no veo a nadie. Solamente a ti… —Se levantó y caminó lentamente hacia mí.Yo también me levante con cautela, rogándole a mis músculos agarrotados que respondieran cuanto antes. El extraño me miró con curiosidad, recorriéndome una y otra vez con la mirada.
AsthonEstaba muy segura de que sería un mujeriego, de esos que amanecen en una cama diferente cada noche. Desee darme la vuelta para poder observarlo mejor.—Si continuas mirándome así no podre contenerme durante mucho tiempo, Caperucita—murmuró sin siquiera mirarme —vas a lograr que nos atrapen… Y te aseguro que no es eso lo que quieres. Una sola bala de esos mercenarios y no podré protegerte.¿Protegerme?Me sentí avergonzada. Huía de él hacía sólo unos minutos aterrada y ahora estaba allí deseando que no me soltara y con cientos de pensamientos lascivos agolpándose en mi mente. Sin duda debía ser un desajuste hormonal provocado por la gran descarga de adrenalina. ¿Pero que había querido decir con eso? Me moría de ansias por tocarlo un poco.No, basta de pensar de forma poco decorosa. Tenía que concentrarme en salir de allí…, pero su aroma era muy tentador…—¿Vas a decirme quien eres? — El cálido vah
CalebDefinitivamente no estaba teniendo un buen día o ¿debía decir que no tenía un buen año? Como se decía cuando estabas arrastrando tu trasero por el espeso bosque en mitad de la noche con una humana inconsciente a la que uno de los vigilantes nocturnos había alcanzado con una de sus balas de plata. De estar allí conmigo, Anya se hubiese partido de risa. Pero no estaba y sólo estaba yo defraudando nuevamente a las únicas personas que confiaban en mi.Mi brazo también estaba sangrando, lo que complicaba aún más las cosas. Salir de la caverna en mi forma humana cargando a una chica que a pesar de ser muy pequeña pesaba más que un oso había sido un desafío.Por suerte mi herida era superficial y no dolía demasiado. Aún así tenía el presentimiento de que no estábamos solos. Un sonido atronador traspasó el aire frío de la noche a través de los árboles. Quería creer que los vigilantes habían ido tras Ziú, pero no podía estar seguro de nada. Me apoyé unos segundos s
Asthon«Asthon, Asthon… despierta».Desperté sobresaltada y oí un zumbido proveniente de algún lado. Era aterrador como si hubiese un panal de abejas dentro de aquel lugar y las paredes comenzaron a rugir.Sacudí la cabeza intentando quitar el sonido atronador, levantarme y correr hasta no escuchar más los gritos implacables que se colaban en mi mente. Me di cuenta de que no estaba en la caverna, me encontraba en una cama. Aunque en ese momento no podía pensar en ello. Finalmente logré incorporarme y salir a gatas, pero trastabille y caí abruptamente.Acababa de caer encima de un cuerpo. De un cuerpo que, puesto que no había reaccionado en absoluto al golpe, tenía que estar muerto. O, quizás yo misma lo había matado al caer con mi voluptuoso cuerpo sobre él. Porque a pesar de medir un metro sesenta, era talle cuarenta y ocho. Lo que era bastante para alguien de mi estatura. Poco a poco comencé a recuperar el sentido y pude ver
AsthonDe pronto sentí como estiraba su cuerpo debajo de mi, desperezándose como si saliera de un profundo sueño, y yo sospeche que si bien se estaba despertando físicamente, su sistema nervioso todavía no había despertado aún, por lo que se encontraba en ese transe que experimentamos cuando nos hemos desmayado. Sus pupilas eran oscuras y muy grandes, como si se las hubiesen dilatado con gotas para examinarle los ojos. Entonces caí en la cuenta de algo muy importante.«¡Oh, estaba despierto y yo estaba sentada a horcajadas encima de él! ¡En bragas!». Sin dudas hasta el más santo, podría mal interpretar la situación. Sentí como el calor subía por mi rostro, estaba sentada sobre su regazo, preguntándome cuán glorioso sería perder mi virginidad con él. No me podía imaginar lo que estaría pensando aquel hombre, y difícilmente podía culparlo por ello. Me hallaba colocada de manera íntima como si quisiese aprovecharme de él, con las rodillas a los la
CalebSalí de mis pensamientos para voltearme a ver a Asthon que se encontraba a unos cuantos pasos de mi. Ya llevaba su propia ropa. Los vaqueros maltratados por las rocas de la caverna y el top negro. Había atado su cabello en una trenza y parecía lista para partir.Probablemente sería lo mejor, su rostro un poco redondeado, sus enormes ojos que siempre me miraban con curiosidad y su suave piel eran demasiado para resistir la tentación. Más aún después de haberla tenido tan cerca, de haber sentido su deseo devorándome como una llama fuera de control. Había intentado controlar mis impulsos animales y casi había tenido éxito, pero no sabía durante cuanto tiempo más resistiría la necesidad de tirarla al piso y arrancarle la ropa.—Logré comunicarme con mi amiga, está mucho más tranquila. Es una suerte que tuvieses WiFi aquí —frunció ligeramente el ceño.—Bueno, quiero creer que soy solitario, pero no salvaje, quizás no tan refinado como una princesa com
AsthonColoqué una mano sobre mi boca para no lanzar un gemido de horror, cuando vi una sombra de lobo convertirse en la silueta de un hombre de anchos hombros. Cerca se escuchó el disparó de un rifle y mi cuerpo se estremeció como una hoja en el viento. El terror que había en aquel sonido era el eco del sentimiento que se revolvía en mi interior. Malditos cabrones. Otra cosa más que echarle en cara al estúpido engreído de Caleb, hasta ese momento no había conocido el miedo auténtico. Cada minuto que transcurría era como una horrible pesadilla. Desde que escapé de la cabaña había que tenido que permanecer escondida, calada hasta los huesos y con mis perseguidores pisando mis talones.La silueta titubeó, pero no se detuvo. Se escuchó otro disparo y un gruñido gutural corto el aire frío de la tarde. Esta vez, la silueta no lo dudó. Cuando estuvo más cerca, pude reconocer en su semblante el de un lobo en el fragor de la lucha, la cara ligeramente de
AsthonLa cueva se había sumergido en un profundo silencio, ese silencio pesado que se puede sentir después de una batalla. Sentía la frente perlada de sudor y la garganta seca, como si no hubiese bebido agua durante días. A duras penas podía entender lo que ocurría y de no haber sido por el desconocido que me tomó del brazo, me habría quedado allí paralizada sudando, calada hasta los huesos y reprimiendo los incesantes deseos de vomitar.Caleb meneó la cabeza. Levantó la mano hacia el desconocido y luego la dejó caer sobre su vientre.—¿Puedes hacer algo? —Le pregunté con urgencia al ver como la sangre continuaba fluyendo. Apartando la sensación de estar dentro de un sueño.—Eso creo. Ayúdame a girarlo. —Paso su mano por debajo de su cabeza. —Soy Ziú, a propósito, el mejor amigo