Capitulo 5

UNA OPORTUNIDAD

María José

La clase de matemáticas se me hace eterna mientras observo el reloj de pared marcando las 9:45 am, siento que el tiempo no avanza y me estresa por que tengo hambre y mi estómago me pide a gritos una golosina.

Mi compañero de asiento es un nerd que hará el trabajo por los dos si le sonrió y soy gentil con él. Y es que no es por juzgar pero es un pendejo que se deja dominar por cualquiera, pues a mi han llegado rumores de intercambio.

Bostezo y me recuesto en el asiento. Me levanto sin soportar la tortura y pido permiso para ir al baño.

Los pasillos están desolados debido a que la mayoría de los estudiantes se encuentran en clase, y unos cuantos vagos que sólo vienen a divertirse permanecen en las canchas de fútbol o haciendo cualquier otro deporte.

Camino lento con temor a lastimarme el tobillo, y pronto llegó a la cafetería. Compró una empanada y perico para sentarme en unas de las mesas libres.

—Necesito información del sábado, dime ¿Que hiciste? —se sienta Anabelle a mi lado mientras toma su avena en cajita.

—Horrible... Después de que te fuiste me toco escuchar a Andrés fornicar en el baño de damas, le pedí que me llevara a casa y el imbécil estaba tan perdido que nos caímos y me he lastimado el tobillo, además mi madre me castigo y cero salidas a partir de ahora, por si fuera poco tendré que ayudarle todas las tardes en la repostería —Digo todo rápido y con ganas de llorar por mi desgracia.

—Algo similar me sucedió —dice con tranquilidad mientras come su gansito —Mi casa fue un caos después de encontrarme en ese estado.

—¿Te pegaron? —preguntó

—No, pero me han obligado hacer parte del los monaguillos.

—¿Que es eso? —Cuestiono mientras le doy la última mordida a mi empanada.

—Tengo que colaborar en la iglesia, con todo —hace una mueca de desagrado que me hace sonreír.

—¿De qué hablan? —Se acerca Andrés, se sienta junto a mí y bebe de mi perico para luego besar mi mejilla.

—De lo hermoso que gimes, cerdo —comenta Anabelle con malicia y no puedo evitar sonrojarme.

—Ya veo —dice pensativo y voltea a verme.

La escena que tengo frente a mi se lleva toda mi atención, Samuel abraza a Julieta y ambos se besan rápidamente. Todo parece en cámara lenta.

—No puedo creer que al fin se den la oportunidad —comenta Anabelle.

—Ya era hora, cansaban con su peleadera —opina Andrés.

Miro fijamente a Julieta transmitiéndole todas las explicaciones que me debe dar, ella simplemente sonríe inocente y niega con la cabeza.

—Me contaron —comienza Samuel —Que tu madre te pillo chupándosela a Nicolás.

Todos soltamos en carcajadas y Anabelle le lanza la caja de avena ya vacía al rostro.

—No seas imbécil Samuel, o tendré que sugerirle a Julieta que te dome.

Samuel detiene su risa y queda serio después del comentario de Anabelle mientras todos reímos al ver su reacción.

—¿Cómo les fue el sábado? —Se acerca Michael.

—María José está castigada, a mi me obligaron asistir a la iglesia, Julieta y Samuel ahora están juntos y Andrés... Hizo lo de siempre —explica Anabelle.

—A mi también me han castigado, a partir de hoy me transportó en bus —confiesa Andrés.

—¿Por que? —cuestiona Michael con su típica voz de desinterés.

—El sábado nos caímos y se rayo la moto, además quedo con una sola direccional. No pude ocultarlo a tiempo y se han dado cuenta.

—¿Nos caímos? —cuestiona Julieta .

—¡Ah! ¿No saben? —pregunta Anabelle con voz sarcástica.

—No —responde Michael seco y con poco interés.

—Iba con María José —confiesa Andrés.

—¿Te haz hecho daño? —Me pregunta directamente Michael.

—No pasó a mayores, gracias por preguntar —Le contestó amable.

—Se me olvidó mencionar algo más —agrega Anabelle —Mi madre me traerá y recogerá todos los días.

—Bueno, entonces Michael lleva a María José y Andrés te tocó estrenar bus —Dice Samuel divertido.

—Ja. Ja. Ja —Andrés simula una risa.

La campana suena, anunciando la finalización del breve descanso y todos con cara de fastidio se dirigen a sus salones.

Los imitó y Andrés me sigue.

—¿Podemos hablar hoy? —pregunta.

—¿De qué? —cuestiono en confusión.

—Es tan difícil decir si o no —comenta irritado.

—Está tarde estoy en la repostería, pásate y si estoy desocupada te atiendo —respondo enojada y aceleró el paso.

Mis siguientes clases transcurren con normalidad, hasta que llega mi último bloque, me toca la materia de religión y la comparto con Pablo, Andrés y Michael.

Y siempre me siento junto a pablo.

—Entonces... ¿Este viernes? —cuestiona mi compañero y me acerco a él para susurrar en su oído.

—Claro que sí, dime que prefieres ¿Con lencería o sin prenda alguna? —pregunto con coquetería mientras observo a Andrés que no deja de mirarme.

—Como quieras yo quiero, pero deseo tener el placer de dejarte desnuda —responde cerca de mis labios mientras intercala su mirada entre ellos y mis ojos.

Relamo mis labios para atraer su completa atención.

—Ya veremos —contestó y me alejo de él, vuelvo a observar a Andrés que me mira con mala cara y le subo los hombros en señal de "Que te importa" y se gira enojado.

Siento una mirada mucho más intensa y giro hacia atrás para observar mejor, y encuentro a Michael mirándome con detenimiento, niega con la cabeza y vuelve su atención al cuaderno.

Pero que le sucede a la gente hoy. Respiro fuerte y trato de resistir la siguiente hora.

***

La repostería se encuentra un poco aglomerada, por lo tanto no puedo atender a Andrés inmediatamente.

—Mi madre se aprovecha de mi —Me quejo ya dentro de la cocina.

—Debió tener sus razones para no venir —comenta Francisco en la cocina.

Tomó el pedido.

—¿Tu crees? —Alzó una ceja con incredulidad y él levanta sus hombros en señal de rendición.

Sabe perfectamente que mi madre lo hace a propósito.

Atiendo un rato más en apuros y después de las 5 de la tarde, la clientela a bajado.

Le indico a Andrés que se acerque a la barra y así lo hace.

—¿De que quieres hablar? —pregunto con indiferencia.

—Quiero que lo intentemos.

No formuló palabras para lo que me ha dicho, y no quiero equivocarme así que me aseguro.

—¿Cómo?

—Que quiero que tu y yo nos demos una oportunidad.

—No... Entiendo —Tartamudeo y me recrimino por ello.

—Me atraes María José y por lo que veo no te soy indiferente.

—Es cierto.

—Lo ves —dice con obviedad.

—Pero dame un poco de tiempo, necesito pensarlo.

—¿Pensar?

—Te conozco, creo que con ello lo haz entendido.

El simplemente me observa unos segundos sin decir una palabra.

—Nos vemos dentro de unas horas.

—No puedo salir de casa, estoy castigada ¿Lo recuerdas?

—Déjamelo a mi —dice ya de espaldas mientras camina hacia la salida.

Siento un vacío en el estómago que me recuerda lo que acabo de hacer.

Fue tan rápido.

Tan imprevisto.

No me lo esperaba.

Nunca pensé en la posibilidad de estar con él, y ahora se me presenta y me es casi imposible no aceptarlo.

Es una tentación que no quiero evadir.

Pero me asusta; conozco a Andrés, es un mujeriego y no quiero ser la novia engañada, pero tampoco quiero negarme inmediatamente.

¿Y si es diferente?

Si verdaderamente está dispuesto a intentarlo, yo también debería darme la oportunidad.

—¿En que tanto piensas? —pregunta Francisco mientras ambos nos organizamos para salir.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Claro que si —justo en ese momento entra la chica del aseo y le indico a Francisco que luego lo hablamos.

—Hola, Catalina —Saludo a la chica un poco mayor que yo.

—Hola —saluda amable.

—Hoy haz llegado temprano —comenta francisco.

—La madre de los niños que cuido salió temprano del trabajo, ¿Que tal las ventas hoy? —Catalina es de cabello negro y corto, es alta y delgada; con un rostro angelical y una sonrisa amable.

—Para ser inicio de semana nos ha ido muy bien —respondo.

—Mujer, sabes que te admiro mucho, tan joven y ya tan trabajadora —comenta Francisco.

—Pienso lo mismo —Agrego.

—Es obligación si quiero tener un futuro, necesito costearme el estudio y mi madre no tiene dinero para ello.

—Vas por buen camino.

—Nosotros nos vamos para dejarte trabajar —se despide Francisco y yo lo imitó.

Ya a las afueras de la repostería Francisco me pregunta.

—¿Que querías decirme?

—¿A que edad perdiste la virginidad? —preguntó sin tabú.

—A los 14 —dice tranquilo.

—¡¿Que?! —digo alarmada.

—Y de haber sabido que era tan bueno la hubiera perdido mucho antes —rio con su comentario y él me imita —¿Estas pensando en perderla?

—Si —Que Andrés me propusiera intentarlo no significa que deje desamparados mis culitos.

—Bueno, tal vez no soy el más adecuado para aconsejar pero lo único que puedo decirte es que te cuides, y si vas a tener relaciones sexual es que sea por que estas segura, no dejes que las personas te presionen. La juventud puede ser asfixiante.

Lo abrazo fuerte, para mi él es mi confidente, con él tengo una perspectiva madura que no me juzga como lo haría mi madre.

—Gracias —Es lo último que digo para comenzar a caminar.

—Sabes que cuentas conmigo.

El transcurso a casa es corto y pronto ya estoy en mi recamara. Mi madre me preparo la cena pero cuando llego, ella no se encuentra, mi hermana por el contrario parece un otaku, siempre viendo anime después de hacer los trabajos, por que hay que destacarle su responsabilidad.

—¿Donde esta mamá? —preguntó cuando me dirijo al baño.

—Salió con alguien.

—¿Con alguien?

—Si, con un señor, creo que la invito a cenar.

Paso de largo después de su respuesta y me quedo un momento pensando en quien podría ser. No suelo meterme en su vida amorosa, pero debo confesar que me interesa saber quien es el hombre.

Cuando termino de darme una ducha me envuelvo en la toalla y regreso a mi recamara, le hecho seguro a la puerta y comienzo a buscar mi pijama.

Me veo interrumpida por los golpecitos en la ventana, cuando observo de quien se trata sonrió.

—¿Que haces en mi casa? —pregunto mientras abro la ventana.

—Te dije que nos veríamos en unas horas —responde y se adentra a mi cuarto.

Tarde me doy cuenta de mi estado y me sonrojo, pero el parece disfrutarlo.

—Debiste avisar –le recuerdo.

—Si siempre que venga te voy a encontrar así, no esperes mensajes —contesta con una sonrisa maliciosa.

Me giro y le doy la espalda, voy directamente a mi closet pero Andrés rápidamente se posiciona a mis espaldas.

—¿Lo haz pensado? —Susurra cerca a mi oído causando cosquillas, y posiciona sus manos en mis hombros desnudos.

—Algo...—Respondo con dificultad ya que me da un beso húmedo en al cuello.

—Déjame convencerte —su voz es seductora y sus manos se dirigen al nudo de la toalla soltándolo y dejándome expuesta ante él.

El besa mi cuello y hombros de manera pausada y excitadora.

Sus manos se dirigen a mi entrepierna y se hace camino con sus dedos en mi interior. Cuando comienza con sus movimientos placenteros no puedo evitar gemir y recostar mi cabeza en su hombro.

Él me deja morder su dedo para acallar los gemidos mientras continúa masturbándome, lo hace rápido pero malditamente placentero.

Tomó las puertas del closet y me sujeto de ellas mientras siento una ola de placer acercarse.

Gimo fuerte cuando llego a lo que creo es un orgasmo y siento como los movimientos de Andrés se detienen para luego detenerse y girarme hacia él.

Me besa de manera apasionada y con desespero, en su beso siento la necesidad de sexo y el bulto entre sus piernas me confirma lo que ya se.

Lo toco por encima del pantalón.

—Detente —pide y quito mi mano rápidamente, alarmada de haberle hecho daño, o de que no le guste —Si empiezas no podremos parar —comenta.

—¿Entonces? —Cuestiono en un susurro.

—Piénsalo y luego hablamos —Son sus últimas palabras para luego desaparecer por la ventana.

Andrés me ha masturbado.

Y te ha encantado.

.

.

.

Culitos es sinónimo de "fletes, de pretendientes e.t.c"

¿Que tal el capitulo?

¿Una oportunidad?

¿Qué piensan al respecto?

Los quiero.

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