Capítulo 1

Nina:

No he parado de llorar desde que ha sucedido. Luzco terrible. Mi padre se ha ido de casa, aunque no por mucho tiempo, de eso estoy segura puesto que ha sucedido tres veces en el último mes.

Su problema con el alcohol va en aumento. Ha perdido su empleo, de nuevo, es la razón por la que ha explotado el día de hoy, fue despedido. Mi padre no ve, ni logra entender que yo me esfuerzo de maneras infinitas por sacarnos adelante. Por ser una familia normal. He tratado de mantenernos por este último mes con mis ahorros y un par de trabajos eventuales como niñera, pero primero se ha cansado y se ha ido.

Me detengo en la primera roca grande que veo. Mi cuerpo se hace un ovillo, las lágrimas no han cesado ni un poco. Siento el sabor metálico en mi boca y el dolor en mi cabeza que hace unos meses es tan común, no me deja en paz acompañado de un horrible sentimiento de incertidumbre me invade de pies a cabeza.

—¿Por qué?, ¿por qué a mí? —sollozo mirando de nuevo al cielo, pero nadie me responde… hace tiempo que siento que fui abandonada.

Mi cuerpo se relaja hasta que escucho una advertencia en mi cabeza, un ruido. Giro mi cuerpo pero no hay nada. Limpio las lágrimas con ambas manos ya que cubren mi rostro hasta casi impedir mi visión, sin embargo me doy cuenta de que lo único que estoy haciendo es esparciendo la sangre en mi rostro.

Trato de ponerme de pie pero me tambaleo, no puede estar pasando esto.

—Que m****a —me sostengo de la corteza de un árbol cercano. El aire limpio del bosque cala mis pulmones y sigo caminando a trompicones por el camino empedrado. No recuerdo en qué momento es que decidí salir a caminar fuera de casa, en el bosque que da a espaldas del lugar. Siempre adoré este bosque, vivir tan lejos de la ciudad fue para mí un alivio, aunque mi madre lo odiaba.

Me detengo un instante para poder tomar un poco de aire. Miro mis ropas empapadas de lodo y sangre que probablemente salió de mi frente y boca. Quien sea que me viera iba a pensar que soy una pordiosera o que acabo de matar a alguien.

Mis ojos siguen con trabajo el camino y es cuando me topo con un par de pies al descubierto. Alzo la mirada y frunzo el ceño, tengo que  pestañear varias veces para enfocar la mirada en algo que parece ser…

—¿Qué?, ¿Quiénes son ustedes? —digo al grupo de hombres que me miran.  Lucen algo extraños y llevan puestas ropas que parecen salidas de la película de Troya, pieles, cueros, lanzas, cuchillos… ¿Qué es esto?, escucho como susurran—. Me estoy volviendo loca, creo que…

Sacudo mi cabeza y pierdo el equilibrio cayendo al suelo. Mi brazo da justo en una de las piedras y no puedo evitar soltar un grito y  retorcerme del dolor, esto no puede ser peor.

—No podemos dejarla libre… — escucho como habla un hombre, están hablando mí mismo idioma. ¿Quiénes son estos hombres?

Me siento lentamente en el suelo empedrado y lodoso, mis ojos tardan en enfocar a aquellos extraños hombres disfrazados pero mis párpados pesan y al poco tiempo pierdo la consciencia.

◗◖◗◖◗◖◗◖

—Ha despertado —dice uno y yo niego

—¡Largo! —grito casi por impulso, y es cuando me doy cuenta que me miran extrañados, parecen un tanto confundidos, aunque no deben de estarlo más que yo. Una voz ronca se hace presente dejando a todos muy tensos.

—¡¿Qué es lo que está pasando? se han retrasado! —froto mis ojos y es cuando enfoco la mirada en un hombre de piel tostada, ojos verdes y delineados por abundantes pestañas y cejas gruesas, reitero mi incredulidad al ver lo apuesto que es, su rostro afilado, el mentón bien marcado con barba crecida y el cabello café claro solo lo hace ver más irresistible y totalmente fuera de este lugar. ¿Sigo en el bosque?—. ¡¿Qué han hecho?!

Me encojo involuntariamente al escuchar sus fuertes gritos. Todos los hombres susurran pero nadie dice nada, es hasta que un joven se pone frente al enorme hombre de ojos preciosos.

—La hemos encontrado, no la hemos tocado Anker, por mi madre que no la hemos tocado —los ojos profundos del que ahora sé que es Anker me analizan viajando de arriba abajo por mi cuerpo. Escucho sus pesados pasos caminando hacia donde me encuentro y me arrastro hacía atrás instintivamente.

—No te muevas —dice y mi cuerpo se tensa haciendo que los raspones duelan más.

—Yo no he hecho nada… yo… no hice nada, déjeme ir, no sé quiénes son ustedes y…

— ¡CALLATE! —su grito hace que me encoja aún más, haciendo que baje la mirada al instante y un escalofrío ya muy conocido recorre mi cuerpo. En mi mente solo aparece el rostro de mi padre—. La quiero.

Mis ojos se abren como platos al escuchar sus palabras y alzó la mirada casi de inmediato pero me niego varias veces de manera desesperada, no dejan de mirarme. No tengo idea de lo que quiere decir.

—¿Qué?, ¿cómo? —dos de los hombres con extrañas vestiduras se acercan a mí mientras trato de ponerme de pie, pero estoy tan alterada y asustada que tropiezo y justo antes de caer me toman por los brazos haciendo que grite y me retuerza del dolor debido a las golpizas de mi padre.

Ahogo un grito cada vez que me arrastran por el camino, choco varias veces con las piedras, los movimientos de estos hombres son muy toscos.

—¡TENGAN CUIDADO CON ELLA, IDIOTAS! —de pronto el maltrato desaparece, ahora son débiles y escasos tactos que guían mi camino. Me señalan el camino con las manos y llego hasta un lugar con 20, 30 o 40 hombres vestidos de la misma forma y la misma cantidad de caballos. ¿Estaré inconsciente?, ¿será todo esto producto de mi imaginación?

—Déjala aquí —dice Anker. Miro a mi alrededor y los hombres se retiran, no me atrevo a mirar de nuevo esos profundos ojos verdes, algo me dice que no debo hacerlo.

Aún con la mirada fija en el suelo mi vista periférica alcanza a ver como Anker toma algo de su caballo. Cierro los ojos rogando por que no sea un arma. Aunque si me hubiera querido matar lo habría hecho ya con la enorme lanza que lleva en la mano.

Veo como alza las manos y cierro los ojos abrazando mi cuerpo con mis brazos para esperar un golpe en el rostro, pero en cambio una fina manta cubre mi cuerpo, desde la cabeza hasta los pies.

Me estremezco al sentir como toma mi mano y me indica que sostenga la manta para que no caiga. Asiento torpemente mientras hago lo que pide.

—Vas a subir al caballo, ¿entendiste? —pestañeo varias veces y alzo la mirada de inmediato.

—¿Pa… para qué? —frunce el ceño y yo desvío la mirada al suelo—. No me haga daño por favor se lo ruego, no tengo dinero lo juro.

—No quiero tu dinero —dice casi burlándose—. Vas a venir conmigo.

—Por favor no…

—Vas a venir, o te voy a matar aquí mismo —muerdo mi lengua ahogando un sollozo, ¿y qué pasará con mi casa?, ¿con mi padre?, no tengo idea para que me quiere este hombre… ¿y si vende mis órganos? Todos son muy extraños—. Te subiré.

Cuando menos pienso me toma de la cintura y sube mi cuerpo al enorme caballo negro.

—Gírate —frunzo el ceño—. Hazlo.

Torpemente me giro dando la espalda a la cabeza del caballo, mientras el dolor en mi cuerpo se intensifica debido a los movimientos.

El hombre de piel tostada se balancea y sube con agilidad, dejándome de frente a él, más precisamente en su pecho cubierto por pieles y una armadura extraña.

—Te abrazaras de mí, no quiero que caigas —miro a mi alrededor, todos aquellos guerreros nos miran expectantes y en mi rostro no cabe más vergüenza y comienzo a llorar —. No llores y haz lo que te he dicho.

Me deslizo por la silla del caballo hasta colocar mis piernas por sobre las de él. Paso un brazo y luego el otro pegándome a su torso y oculto mi rostro en su fuerte pecho para seguir llorando. Por mí, por mi libertad y por esta situación tan extraña…

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