Capítulo 5

Joel:

Apenas el pequeño cuerpo de Corina sale del salón me pongo de pie y camino con pasos pesados hacia el establo 4.

Al llegar me encuentro con un desastre de plumas por doquier y varios de mis hombres tratando de controlar a 4 gallinas que se han escapado de la vacunación.

—Joel, hemos tratado pero… —ignoro las palabras de Kevin y tomo a la primera. Con dos pasos más tomo a la segunda.

—¿Quieren que haga su trabajo?, porque me puedo quedar con su paga… —se esfuerzan por capturarlas y al cabo de un momento las gallinas están en su lugar.

El veterinario les coloca la vacuna y vuelven a las jaulas. Inspecciono el desorden y doy la orden de que limpien el espacio. Ahora me dirijo hacia mi caballeriza.

—Buen día, Joel —saluda el encargado

—¿Cómo está él? —digo refiriéndome a Jeff, mi caballo.

Tiene 3 semanas sin querer correr. Se ha comportado rebelde y ha golpeado a 2 de mis hombres, no sé qué es lo que le pasa… pero me preocupa, es mi Jeff.

—No ha mostrado mejora, sigue sin comer bien y de vez en cuando relincha, le he traído a la joven Ruby para levantarle el ánimo pero no ha respondido, parece estar deprimido.

—No lo comprendo, hace muy poco tiempo estábamos bien —camino hacia donde él está y le acaricio su pelaje. Es un hermoso caballo negro azabache—. ¿Qué te pasa he Jeff?, ¿estás molesto?, ¿quieres una chica?

Sus ojos reflejan tristeza. He ordenado un examen semanal por si lo que le ocurre es una enfermedad pero no es así, sus niveles están perfectos, es un roble…

Acerca su cabeza por la madera y bufa… está molesto y aún no comprendo el por qué. Me quedo un rato contemplándolo, haciéndole compañía.

Me niego a pensar que algo malo pudiera sucederle. Me pongo de pie y salgo con la convicción de que tengo que seguir trabajando, aún queda mucho día por delante.

No sé porque hoy la gente amaneció tan desubicada. Como Kevin sonriéndole a Corina… me ha molestado sí. ¿Por qué le habrá sonreído?, ¿será que ya se conocen?, ¿habrán hablado ya?... el odioso timbre de mi móvil suena y miro su nombre en la pantalla.

—No, por favor… —instantáneamente rechazo la llamada y vuelvo a colocar el móvil en la funda del pantalón. Camino hacia el establo 2—. ¡A trabajar señores!

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