Capítulo 4

Corina:

He dormido genial. Miro el reloj entrecerrando los ojos. 5:45 am Poco a poco me pongo de pie.

No quiero perder la costumbre de salir a correr por las mañanas, probablemente sea temprano pero habrá alguien a quien pueda preguntarle dónde puedo ir a correr.

Lavo mi cara, los dientes y me coloco un pantalón deportivo y una blusa al cuerpo, mis zapatillas para correr y recojo mi cabello con una cola de caballo. Bajo las escaleras en silencio, Puedo escuchar algunos ruidos en la cocina.

—Buenos días —digo dirigiéndome a Tomasa

—Niña, ¿Qué hace despierta a las 6 de la mañana?

—Voy a correr un poco, ¿sabes dónde puedo hacerlo sin molestar a ninguna animalito o persona? —me dedica una dulce sonrisa mientras corta un pimiento verde.

—Kevin está en la entrada, puedes preguntarle a él.

Me dirijo entonces hacia donde está Kevin, el chico de la bonita sonrisa. Abro la puerta de la entrada y en efecto, lo encuentro rápidamente.

—Buenos días Kevin —digo un poco apenada

—Señorita Corina buenos días, que temprano… —me encojo de hombros

—Tomasa me dijo que podrías indicarme un lugar donde podría ir a correr sin molestar a nadie… —me mira extrañado

—Bueno… puede ir por todo el camino de la entrada, es bastante largo.

—¿Solo por aquí entonces?

—Así es —le agradezco la ayuda y comienzo a calentar, coloco mis audífonos y Alan Walker con “Faded” me ayudan a tomar el ritmo.

Comienzo trotando. Me encanta el olor que la tierra desprende. La brisa mañanera y los pequeños rayos de sol me alientan a apretar el paso. El tiempo se me pasa volando, he llegado a la entrada, doy media vuelta y continuo corriendo ahora en dirección a la casa de Adriana. En 45 minutos estoy en la puerta de la casa.

Estiro mis piernas y me apoyo en las rodillas para tomar aire. Detengo la música en mis oídos cuando veo a Kevin acercarse.

—¿Disfruto el recorrido señorita? —pregunta Kevin y yo sonrío

—Muy bueno —digo jadeando—. El lugar es hermoso, de verdad que me ha encantado.

—Me alegra saber eso —agradezco sus atenciones y me adentro a la casa mientras vuelvo a colocar la música.

Subo las escaleras rápidamente y me dirijo a mi cuarto cuando me encuentro con Joel. Pestañeo varias veces al verlo, dice algo pero no logro escuchar así que me deshago de los audífonos. Lleva puestos unos vaqueros y camisola a cuadros y claro… su sombrero.

—Disculpa, tenía los audífonos y no escuche —desvió la mirada al suelo

—Me parece raro verte despierta tan temprano, pensé que eras como mi hermana… —sonrío enrollando los audífonos en mis dedos en forma nerviosa.

—Me gusta caminar un poco por las mañanas —limpio una gota de sudor que corre por mi frente. M****a, me debo de ver espantosa. Mis pensamientos hacen que me sienta aún más incómoda.

—Bueno, iré a darme una ducha… —asiente y da media vuelta.

No sé porque su presencia me resulta tan intimidante. Bueno si, lo sé, es muy atractivo.

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—Buenos días —saludo a Matt e Yvonne

—Mi niña buenos días, ¿Qué tal has dormido?

—Excelente, muchas gracias —me dedican una sonrisa y vuelven a leer el periódico mientras desayunan. Yo aprovecho el tiempo y tomo mi móvil, no tengo ningún mensaje de mamá aún.

—Buenos días —escucho la voz ronca de Joel y mi cuerpo se tensa de inmediato, contesto el saludo pero sin mirarlo. Mis ojos están fijos en la fruta picada que hay frente a mí.

—Joel, ¿has visto ya a las gallinas?, he dado la orden para que separen a las más pequeñas y…

—En la mesa no se habla de trabajo Matt —interrumpe Yvonne, meto un trozo de melón en mi boca y comienzo a masticarlo —. Me ha dicho Adriana que te llevaría esta tarde al centro comercial…

Tardo un poco en darme cuenta que esas palabras van dirigidas a mí, carraspeo un poco y paso por mi garganta el pedazo de fruta.

—Sí, es que, no tengo mucha ropa para este clima ¿sabe?

—Me imagino, con el frío que hace en NY. Pero no te preocupes, el centro comercial está genial y encontrarás muchas prendas ya verás… solo hay que esperar a que esta niña se levante.

Le dedico una sonrisa y asiento para después continuar comiendo, cuando noto que Kevin se adentra al comedor.

—Joel, tenemos un problema con las gallinas y… —el chico de sonrisa dulce posa su mirada en mi y sonríe, le correspondo —. ¿Puedes venir?

Al volver la mirada me percato que Joel nos ve con el ceño fruncido, siento como me estoy enrojeciendo y vuelvo a tomar otro trozo de fruta.

—En un momento —contesta de forma seca, bebo un sorbo de jugo de naranja y termino mi porción de fruta, estoy llena.

—Gracias por el desayuno, subiré a esperar a que Adriana despierte… —los señores Baker asienten y noto aun molestia en Joel. Termino saliendo a trompicones y subo las escaleras rápidamente. ¿Qué le sucede?

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