Una Sola Dirección
Una Sola Dirección
Por: Frida Ono
PRÓLOGO

Después de un largo y tedioso día escolar lleno de tareas regresaba a casa bastante cansado y fastidiado esperando con ansias ver la mesa decorada con una cena especial preparada con dulzura y a su maravillosa mujer esperandolo, sin embargo al llegar a esta misma en lugar de sorprenderse para bien se horrorizó, la mujer que amaba yacía en el suelo del primer piso mientras que su prometida se encontraba en la parte superior asomada por el pequeño balcón observando la escena. 

Este lo único que pudo hacer caminando lentamente hacia el lugar fue gritar el nombre de su amante sin obtener respuesta ya que esta se hallaba sobre un charco de sangre, sin rastros de vida.

— Anel, ¡Mi reina por favor despierta! — puso sobre sus piernas el cuerpo de la mujer solo para terminar confirmando lo que ya intuía, había muerto al instante debido al golpe que se llevó pues la altura entre el segundo piso y el primero era de aproximadamente unos dos metros, caída a la quizá hubiese sobrevivido de no haberse golpeado con la esquina de una mesa en la cabeza —. Maldita mujer — susurró este tocando el vientre de su amante —. ¡¿Qué has hecho?!

La prometida estaba en shock onservando la escena horrorizada mientras trataba de entrar en razón, con dolor en su cuerpo se apresuró a tomar el teléfono que se había caído en la habitación y llamó a una ambulancia, aunque para ese momento ya era demasiado tarde. 

El hombre derramaba lágrimas desconsolado sobre el cuerpo de la mujer que tenía cuatro meses de embarazo, pero con un vientre poco más abultado para esa etapa. Se lamentaba no haber estado ahí para ellos, su pequeño bebé murió antes de poder nacer, pero ¿en realidad quería verlo nacer?. 

— Esto es obra tuya Sofía, tú en el tiempo que te pedí jamás la trataste como se debía, Anel siempre quiso estar bien contigo por ser mi prometida y esposa, en cambio tú, la agrediste anteriormente y ahora la mataste, los asesinaste a ambos. 

Ella bajaba las escaleras lentamente intentando no flaquear ni caer, se arrepentía de no haber dicho la verdad en su momento, ¿Cómo pudo ser tan tonta al permitirlo? Y ¿cuáles serían las consecuencias de su silencio? 

— Yo no la tiré — dijo susurrando —. Ella, ella se lanzó por el barandal, ellos, eso era lo que querían — tartamudeo en cada palabra debido a los nervios. 

El hombre se levantó dejando a su amante en el suelo con mucho cuidado, no iba a permitir que hablara mal de ella aún estando muerta. Tomó por el cuello a Sofía y la levantó unos centímetros del suelo hasta quedar frente a frente. 

— Escúchame con atención — dijo entre dientes —. Esto no se quedará así Sofía, eras mi mejor amiga siempre estuvimos juntos, nuestros padres son mejores amigos pero eso se acabó, no habrá más familia Arango para el mundo, aquí se acaba todo. 

— Basta Andrés, me estás lastimando — las manos de él se aferraron a su delgado cuello aún más que lo anterior mientras las delgadas manos suyas apresaron los Fornido brazos del hombre, aquellos que ejercían presión. 

— ¿Qué? Estás demente, mereces morir de la peor manera, merecías morir ese día, ahora me arrepiento de haber llamado a la ambulancia. 

La llevó en el aire hasta pegarla contra la pared donde cayeron sobre ella los cuadros de ambos, unos en donde se veían felices, donde la maldad del mundo no pudo alcanzarlos hasta aquel día. Toda su infancia habían estado juntos, ahora estos se habían hecho añicos. 

Sofía se sentía terrible al escuchar sus deseos, ella jamás pidió seguir con vida y tampoco tenía ganas de hacerlo, tanto que incontables veces intentó quitársela. 

— Andrés, por favor — Sofía comenzó a toser —. A mi familia no la lastimes — buscaba la manera de encontrar un espacio para respirar pero su agarre se afirmaba tras cada palabra pronunciada por ella —. Por la gran amistad que alguna vez tuvimos, sólo cumple ese deseo. Me apartaré si es lo que quieres. 

Ella sabía que rogar no servía de nada en ese momento ante la furia del hombre y estaba segura que debía hacer un intento por más patético que este fuese, si bien no ayudaría de mucho, no perdía nada con intentarlo.

— Tú no pensaste en nuestra amistad al asesinar a Anel y a mi hijo, ahora yo no me detendré para hacerlos pagar. Tú y toda tu maldita familia pueden pudrirse en el infierno. 

La ambulancia llegó y sólo así él la soltó, esta cayó al suelo desconsolada, tenía conocimiento de hasta que punto podía llegar su esposo cuando estaba realmente molesto, ahora la amante se hallaba a media sala sin vida y todo apuntaba a que ella la había asesinado entonces no tendría escapatoria. 

... 

Dos días después se realizó un entierro en grande, familia, amigos, periodistas, todos presentes para despedir a una gran mujer ante los medios, Anel Marie Larrea, hija de un hombre común y una madre que era igual a ella con grandes ambiciones, a corta edad se había convertido en la imagen principal de la televisora más grande del país, pero también en la mujer con más escándalos al ser acusada por compañeras de su trabajo tras acostarse con el dueño de la televisora para conseguir varios trabajos, moría a sus veintisiete años. 

Por otro lado Andrés Beckman, hijo único del Ceo mas importante de la ciudad, accionista mayor de la cadena más grande de cerveza en el país, comprometido por sus padres al nacer para una mejor cooperación empresarial con Sofía Eliza Arango, hija del segundo mayor accionista de la empresa, ambos sabían que una oportunidad como esa no había que dejarla pasar y en qué mejores manos quedaría Cerbeck que en la familia, eso sin mencionar la voluntad de su difunta madre.

Sofía Arango, una joven con un futuro brillante y prometedor puesto a prueba por la muerte misma, sin aspiraciones más allá de ser feliz y con bastantes dificultades a través de su desarrollo. 

Los dos tendrán que superar las pruebas que les depara el destino, sin embargo cuando este ya está escrito, lo único que queda es esperar paciente a ser devorado. 

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