Capítulo IV: Hammdread: El Amanecer [Parte IV].

Capítulo IV: Hammdread: El Amanecer [Parte IV].

Rashir empezó a caminar hacia el armario, rápidamente Mishka salió del baño:

—¡Espera! —Lo detuvo (Ella estaba completamente desnuda y mojada)—¿Por qué no mejor vienes a la regadera?

Rashir extrañado al ver a su mujer completamente desnuda respondió:

—Oh. De acuerdo.

Mishka lo tomo de la mano y se lo llevo a la regadera. Rápidamente Phil aprovecho la situación y salió del armario cuidadosamente.

—Espera, déjame quitarme la ropa —dijo Rashir tratando de salir del baño.

Al mismo tiempo Phil daba pequeños pasos acercándose a la salida pero Mishka había dejado el piso mojado al salir de la ducha, haciendo que Phil se resbalara y callera de nalgas.

Rashir trato de voltear para ver que era ese sonido.

—No ¡Ven! —Le insistió Mishka metiendo a Rashir en la ruidosa regadera, la cual tapo un poco el sonido de la caída.

Phil se levanto rápidamente y metió su brazo debajo de la cama tomo toda su ropa y zapatos y empezó a caminar de punta pie hacia la sala, donde se empezó a poner  la ropa rápida y desesperadamente.

Luego de haberse puesto todo, para su suerte la puerta no tenia puesto el seguro por lo cual la abrió y salió fácilmente, volteo a su alrededor y vio que estaba un hombre fumando al final del pasillo. Phil corrió hasta su departamento.

Al entrar vio a su madre sentada en el sillón mirándolo fijamente con cara seria.

—¿Dónde estabas? —Pregunto su madre.

Phil con una cara aun angustiada respondió:

—Estaba dando una vuelta.

—Entiendo —respondió su madre algo seria—se que no es fácil la situación.

—Mama —hablo Phil muy en serio—lo que dijo Mishka era en serio.

—¿Lo confirmaste?

—Lo confirme —respondió rascándose la ceja y acercándose al sillón—y descubrí que era peor de lo que pensábamos.

—¿Cómo así? —Pregunto la madre acomodando sus lentes.

—Escuche a su marido —Phil se sentó en el sillón para continuar explicando—el, el… dijo algo sobre que convertiría este lugar en un laboratorio de anfetaminas.

—¡Dios mío Philip! —Respondió su madre con preocupación—¿Estás seguro de que escuchaste bien?

—Por su puesto mama —respondió Phil obstinado y haciendo gestos con sus manos—lo escuche y dijo que nos sacaría a todos de aquí.

Su madre lo miro impresionada y lamentada por lo que escuchaba.

Phil noto rápidamente la mirada agachada y de preocupación de su madre.

—Mama —Phil con tristeza pero al mismo tiempo tratando de calmar a su madre, le puso la mano en la rodilla para tranquilizarla y reconfortarla—cálmate mama, ya conseguiremos solución.

—¿Sabes hijo? —Pregunto su madre preocupada y con la mirada perdida hacia el piso—en un principio te dije que nos quedaríamos sin importar que… te dije que pelearíamos y esas cosas pero…

Phil solo se quedo callado y mirando el rostro trágico de su madre expresándose.

—Pero eran son tonterías mías… yo jamás te obligaría a que nos quedáramos aquí, sabiendo que tu correrás peligro —explico su madre triste y entre suspiros temblorosos—yo solo quiero que estés bien.

—Mama —Phil se levanto de su sillón y comenzó a acercarse a su madre—yo también quiero que estés bien, quiero protegerte.

—Pero… —a la madre se le empezaron a salir las lagrimas—siento que fracase.

La pobre mujer comenzó a llorar, a Phil se le aguaron los ojos al ver a su madre así y le dio un abrazo:

—No digas eso… tu no fallaste.

—No tuve que dejarte Phil —respondió su madre llorando y titubeando—yo sabía que tú te merecías algo mejor.

—Mama —Phil trataba de calmarla pero a medida que su madre lloraba, ella se iba derritiendo entre sus brazos (como si de un liquido viscoso se tratase)—mama ¡Que te ocurre!

Phil empezó a sentirse mareado y como si todo se moviese.

Repentinamente la voz de su madre empezó a atrofiarse y volverse más grotesca y grave:

—Yo se que tu lo mereces —el cuerpo de su madre se derretía tanto que ya empezaba a colgar por el piso (mientras hablaba con esa voz perturbadora)—no te deje nada, tu padre estaba enfermo.

Repentinamente la casa comenzó a temblar, y la cabeza de Phil comenzó a doler de una manera muy intensa, mientras que su madre se iba fundiendo lentamente con el piso como si fuese brea.

—No tienes por qué estar solo —le dijo la madre mientras se fundía con el piso—puedes quedarte aquí, pero no lo arruines, aquí estaremos bien… siempre lo hemos estado

El lugar empezó a tornarse cada vez más y más oscuro, y un intenso olor a azufre impregno el tembloroso departamento.

—¡Cállate! —Le grito Phil mientras apretaba la carne colgante y flácida de su madre, que se le resbalaba de las manos—¡Cállate! ¡No!

—Solo un poco más, solo un poco más —repetía su madre, mientras el departamento temblaba y dejaba todo completamente a oscuras.

Phil quedo a oscuras, consumido por un intenso calor que incrementaba con el pasar de los segundos, como si de un horno industrial se tratase, acompañado de ese potente olor a azufre que generaba ardor en los ojos y las fosas nasales, (la voz de su madre desapareció por completo).

—¡Cállate! —Grito Phil por última vez mientras le daba golpes al piso, antes de voltear y presenciar que estaba envuelto por la oscuridad absoluta—¿Dónde estoy?

—Estas en el Infierno —le susurro una voz infantil en la oreja.

—¡No! —Grito Phil aterrado y sin mover un solo musculo, mientras sentía el inmenso calor, que lo hacía llorar y sudar—no lo estoy.

—Mmmmm —murmuro la voz infantil en su espalda—ya se acabo… hasta la próxima.

Repentinamente Phil abrió los ojos, estaba en posición fetal en el rincón de una habitación blanca, con paredes manchadas de negro, estaba asquerosa y desordenada, una cama sucia y llena de polvo, un hueco en el techo de donde se filtraban goteras, el piso estaba agrietado y sobraban los frascos vacios de medicamentos por todo el lugar, acompañados de ratas y cucarachas que escarbaban en ellos. Phil tembloroso miro su mano y vio la jeringa vacía en ella, pudo ver sus brazos amoratados y llenos de punzones de aguja.

Sus venas estaban completamente templadas, cerca de él habían una cucharilla y un encendedor, al instante, Phil en ese estado deplorable se quebró en llanto y se postro a llorar, se podían escuchar claramente sus alaridos y gritos de dolor y sufrimiento, acompañados de lagrimas y suspiros rasposos que dejaban largas líneas de moco colgando por su rostro.

Luego de revolcarse en su miseria, Phil se levanto tambaleándose, con un terrible y palpitante dolor de cabeza, camino por el oscuro pasillo, hasta la habitación de su madre, al entrar pudo verla recostada boca abajo entre las sabanas, Phil se acerco a ella cuidadosamente y al tocarla, apretó su mano sobre ella, dando a revelar que esto no era su madre, sino mas bien eran un par de almohadas con una peluca gris, Phil siempre las dejaba así porque le hacían sentir bien, le ayudaban a no sentirse solo.

Phil dio un realista y cansado suspiro, y se fue de la habitación. Al pasar por el pasillo se podía ver claramente un cuadro a color, de su sonriente madre, la cual ya no estaba en este mundo. Phil  camino hasta la oscura sala de estar y llego hasta el sillón que solía ser de su madre, se sentó en el y prendió la televisión iluminando la oscura sala con su luz azul.

—Oh —dijo un perturbador payaso en blanco y negro mirando fijamente hacia la pantalla—¿Así que ya has despertado amiguito?  

Phil se quedo mirando con rabia el televisor, el payaso de igual forma lo miro.

—¿¡Pues qué esperas!? —Pregunto el payaso con su voz burlona—¡Es hora de la diversión!

Repentinamente se empezó a escuchar una música de circo distorsionada y macabra, detrás del payaso empezaron a aparecer un montón de adultos gordos disfrazados de animalitos, todos estos comenzaron a bailar al ritmo de la música, moviendo sus manos hacia arriba, de izquierda a derecha.

—¡Vamos! —Pidió el payaso sonriente mientras bailaba—¡Bailemos un poco! Ja, ja, ja, ja.

De los ojos de Phil empezaron a salir lágrimas, ya que este llevaba dias sin dormir, y la dilatación ocular era muy intensa.

Phil cambio el programa y un pastor Cristiano estaba predicando, con gritos a todo pulmón frente a una multitud de jóvenes.

—¡Y Dios dijo! —Grito el pastor a la emocionada multitud de jóvenes creyentes—¡Que se haga la luz!

Repentinamente la sala de estar comenzó a ser iluminada lentamente, por la cálida y amarilla luz solar, que pasaba por la ventana de la cocina.

Phil cambio de programa de nuevo.

—Los tiroteos reinaron a noche en el muelle de South Mary —dijo la reportera del noticiero de la mañana—un grupo de la pandilla de los Musos, esperaba un cargamento de drogas en el muelle de South Mary, el cual fue frustrado por el justiciero conocido como Hammdread, el cual entro y neutralizo a los integrantes de la pandilla, la policía llego a la zona logrando arrestar a mas de 30 involucrados, e incautando más de 900 kilogramos de una nueva droga conocida en las calles como Fush rojo, una sustancia alucinógena, altamente adictiva que pone al individuo en un estado de agresividad extrema, y más de 1 tonelada de otro nueva droga llamada Crimson KK14, una sustancia alucinógena…

—Noticias viejas —dijo Phil apagando el televisor y recostándose sobre el sillón y trato de cerrar los ojos y descansar, pero sus ojos no paraban de lagrimear y arder.

Poco tiempo después Phil estaba caminando de vuelta por las calles del barrio, el pudo notar que extrañamente la gente estaba algo agitada por el lugar, se escuchaban sirenas de policía por el lugar, cornetas de gente peleando en el tráfico, los vehículos por alguna razón pasaban más lento, aparentemente todos estaban así porque estaban viendo algo que había ocurrido en el negocio de Alberto.

Phil rápidamente al darse cuenta de esto, comenzó a trotar hasta el lugar, a medida que se acercaba a cada paso, podía escuchar a la multitud de gente que murmurar y especulaba. Al llegar al lugar tuvo que pasar entre la multitud de gente hasta llegar a una línea policiaca amarilla que impedía el paso de los curiosos, a un lado habían 5 patrullas de policía y una ambulancia, el pequeño negocio de Alberto estaba rodeado de oficiales algo impresionados que caminaban de un lado a otro, se les podía notar como disimulaban sus caras de impacto.

—¡Muy bien señores! —Grito un oficial acercándose a la multitud (haciéndole señas con las manos de que retrocedieran)—¡Por favor les agradezco que colaboren y retrocedan!

La multitud curiosa no paraba de especular y murmurar. Repentinamente abrieron la puerta del negocio, unos paramédicos sacaron en una camilla un cadáver tapado con una sábana blanca algo chispeada de sangre. Al instante los murmuros y comentarios del público se volvieron más audibles, Phil se puso algo pálido al ver como la policía se llevaba el cadáver de Alberto, era una abrumadora sensación, le parecía duro ver como podías ver a una persona un día y luego que desapareciera así tan abruptamente.

—Alberto —dijo Phil con lastima al ver como se llevaban su cadáver, él ni siquiera sabía que le habían hecho, también pensaba en cómo se abrían sentido su hija y su esposa.

Minutos después Phil salió de la escena con un rostro iracundo, caminando por el decadente barrio, lleno de drogas, pobreza, violencia y miseria, era como estar en el infierno, el caminaba esquivando toda la b****a que había por la calle, un increíble sentimiento de culpa impregnaba su ser, tenía esa sed de violencia y muerte que no sentía desde hace años, lentamente a su mente le empezaron a llegar esos oscuros recuerdos de cuando estuvo en Afganistán, recordó a todos los Talibanes que degolló con su cuchillo, recordó a ese niño al que le tuvo que volar los sesos con su rifle por tratar de cargar un lanzacohetes, recordó las poblaciones de gente inocente, decapitadas y masacradas por los grupos terroristas, en su mente aun podía recordar los cadáveres mutilados de niños y niñas que solo querían aprender a leer, mujeres que solo querían salvar a sus hijos, desfiguradas a balazos.

La mente de Phil comenzó a quebrarse con cada recuerdo a medida que caminaba por las calles. Poco a poco el calor del barrio comenzó a sofocar a Phil, tal cual como en Afganistán, lentamente ambos escenarios comenzaban a parecerse, comenzaban a tener algo en común, ambos sitios eran unos infiernos.

Repentinamente Phil pasó por un callejón, y un desnutrido y barbudo indigente de larga cabellera, con su cabeza tapada por un gorro de tela, que se encontraba tirado entre tobos de b****a, se le quedo mirándolo. Phil pasó de largo sin percatarse del sujeto.

—¡Oye!

Phil volteo al escuchar el llamado y vio al indigente de pie.

—Llevaba tiempo sin verte —dijo el indigente, hablándole como si ambos fueran viejos amigos.

Phil arrugo la mirada y detallo visualmente al indigente, vio sus ojos rojos gracias a una notable dilatación ocular, vio esos brazos amoratados de tantos punzones de aguja. Pero extrañamente Phil sabia quien era el sujeto.

—Si —Respondió Phil con frialdad y mirada seria—llevaba tiempo sin pasar por este lado del barrio.

El indigente comenzó a reír de forma burlona y nerviosa, mostrando su dentadura chueca, de diente amarillos y encías negras, que exhalaban un extraño olor a excremento y cigarrillo.

—¿Quieres? —Pregunto el sonriente indigente—tengo bastante.

Phil lo miro con seriedad, y se quedo callado por un segundo, antes de responder:

—No.

—Oh entiendo —respondió el indigente sin quitar la sonrisa del rostro—ya no vez cosas.

—No. Ya no las veo —respondió Phil rápidamente y con contundencia.

—¿Así que eso es parte de tu pasado?

Phil suspiro y se puso ansioso, pasando constantemente su mano por su boca, y soltando unas notables respiraciones.

—Claro.

—Entonces… —propuso el indigente hurgando entre su asqueroso saco—¿No quieres un poco?

—¡No! —Respondió Phil con un tono amenázate—¡Ya no quiero esa m****a!

—Vamos —insistió el indigente sacando una inyectadora llena de un liquido rojo—¿Vas a decirme a caso que ya todo está bien? Sé que a veces tienes esas ganas de un poco de acción.

—¡Cierra la maldita boca! —Le grito Phil alterado, señalándole con el dedo—¡Deja de hablar!

Repentinamente el indigente le clavo la inyectadora a Phil en el brazo y le paso una dosis, rápidamente las cosas para Phil comenzaron a distorsionarse y a oírse diferente.

—A veces vez la televisión y quisieras volver a ser el asesino de las películas ¿Cierto? —Pregunto el indigente, con su rostro distorsionándose y con una voz que se volvía mas grave—¿Quieres estar en paz pero no puedes? ¿Quieres una ilusión que te ayude a salir de este infierno así sea por un rato? ¿Verdad?

Phil no le respondió, empezó a ponerse sudoroso y ansioso, tal cual como un adicto.

—Esto puede ayudarte a descansar —explico el indigente hablando de la jeringa como si fuese lo mejor del planeta—podrás ver lo que quieras, podrás ser lo quieras.

—¡No quiero vivir en una maldita burbuja de ilusiones! ¿¡Entiendes!? —Le grito Phil alterado, pero al mismo tiempo rascándose, sudando y temblando constantemente a causa de la ansiedad—Se cómo funciona esto… soy feliz por un rato en esa burbuja, pero cuando la burbuja explote y yo me estrelle contra el concreto de la realidad…

El indigente se le quedo mirando con una sonrisa, mientras este le hablaba.

—Quedare muy lastimado —dijo Phil señalándolo con el dedo—y yo no tendré a nadie que me ayude a levantarme.

—Para eso esta esto Phil —respondió el indigente sonriéndole de forma macabra—para escapar un rato del Infierno en donde estamos condenados a vivir… ¿A caso se te olvida? ¿O es que la rutina te hizo creerlo?

—¿Qué? —Pregunto Phil arrugando la cara sin entender palabra alguna.

El indigente comenzó a reír de forma malévola, como si se estuviese topando con la inocencia de un niño.

—Estamos… —dijo el indigente extiendo sus brazos para mostrar su alrededor—En el Infierno.

Phil se quedo mirándolo boquiabierto.

—Todos somos almas condenadas a vivir el mismo infierno infinidad de veces —dijo el indigente con una sonrisa al mirar a su alrededor—Estamos en un sitio tan cruel, que el mismísimo Dios por misericordia nos dio esta droga… tenemos que pelear por ella, pero cuando la conseguimos y la consumimos, podemos vivir en paz por un instante, antes de volver a nuestra realidad infernal.

—Deja de decir estupideces —respondió Phil tratando de retirarse lentamente (tambaleándose y sintiéndose mareado).

—¡Vamos! —Ínsito el indigente—¡Camina! Iras de vuelta a tu apartamento ¿Cierto? Discutirás con el dueño del edificio, iras donde tu madre y hablaran, el día pasara rápidamente y al llegar la noche no podrás descansar, te quedaras en la oscuridad mirando ese maldito televisor…

Phil comenzó a ponerse pálido y boquiabierto al escuchar cada palabra y detalle proveniente de la boca de este indigente.

—Sentirás que estás perdiendo la cordura y que vas a morir —explico el indigente—pero cuando se haga la luz, seguirás estando vivo, y repitiendo lo mismo una y otra vez, rodeado por la miseria.

—¿¡Y como sabes todo eso!? —Le pregunto Phil de un grito, alterado—¿¡Me has estado siguiendo!?

El indigente se quedo callado y sonriendo.

—¿¡Ah!? —Pregunto de nuevo antes de alterarse y clavarle un empujón—¡Responde!

—No necesito vigilarte —respondió el indigente sonriente—todo estos rincones yo los conozco… de pie a cabeza, desde hace mucho tiempo.

Phil se le quedo mirándolo con rabia y le respondió:

—¡Cállate! —Le grito Phil con rabia, antes de advertirle por última vez—¿¡Dime como lo sabes!?

—Porque yo soy Satanás —respondió el indigente sonriéndole y mirándole con una mirada fría e inexpresiva—por eso conozco mis terrenos…

Phil se puso pálido al mirar a este indigente.

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