Capítulo V

—Ya es hora de que bajes, tus dos galanes te esperan en la sala.

—Gracias Wanda. Esperemos que todo salga como lo planeamos.

—Suerte.

Bajamos en dirección a la sala. Allí me esperaban Scarlet, Stone, Wilson, Owen y Aarón. Están sentado los chicos en el sofá y los dos están vestidos muy guapos. Al sentirme se levantan y se quedan los dos inmóviles mirándome. No pensé que les daría tan fuerte cuando me viesen.

—Chicos, cierren la boca que les va a entrar una mosca —se burla Scarlet.

—Disculpa, Scarlet —contesta Aarón de primero.

—Atenea —comenta Owen —hoy como siempre le haces honor a tu nombre, eres una auténtica Diosa.

—Muchas gracias y tú también estás apuesto.

— ¿Podemos irnos? —pregunta Aarón y si escucho bien, un poco molesto.

—Sí, Aarón. Y no te pongas celoso, igualmente estas hecho un galán.

—Yo no estoy celoso, es que quiero ya llegar a la fiesta.

—Verdad, son tus padrinos los que organizaron esta gala, seguramente los quieres ver.

—Por eso mismo.

Salimos de casa y treinta minutos después llegamos al salón en donde se está realizando la fiesta. Bajamos del auto y cuando subimos las escaleras, un fotógrafo nos tomó una foto a los tres juntos. Entramos, todo es inmenso. Todo es de cristal, pero, muy bello por cierto. Camino con Aarón y Owen a mis costados y mientras vamos avanzando me va presentando a personas muy importantes en esta rama de la publicidad y otras que han negociado con las empresas. Son tantos nombres que ya no me acuerdo del primero que me presentaron. Una señora de unos 40 años más o menos se acerca a donde estamos.

—Aarón, querido —seguramente es la madrina de Aarón, Annette —. Owen, ¿cómo estás?, y esta jovencita bella debe ser su nueva socia, Atenea si no me equivoco.

—La misma.

—No sé cómo puedes trabajar con estos dos chicos.

—Sólo es acordarles todo el día que ya el machismo se acabó y que me deben respetar. Con esas cositas ya los tengo tranquilos.

—Aprenderé de ti.

—Madrina, puedo hablar con usted.

—Claro Aarón, vamos a ver a Adrien y ya de paso lo saludas.

Cuando ya no hay rastro de Aarón me giro a donde está Owen.

—Voy a la barra a buscar una copa, te traigo algo para ti.

—No, después voy yo. 

Cuando ya me estoy por ir, me llama Owen.

—Atenea —asiento —En la noche te quiero hacer una propuesta, por eso le comuniqué a Aarón que nos vamos los dos juntos.

—Está bien.

Me dirijo a la barra, me siento en una butaca y pido una copa de vino tinto. Al lado mío se sienta alguien y cuando me giro, está Annette.

—Sírvame lo mismo que la señorita —le pide al barman.

—Está bien, señora.

Nos entrega las copas y cuando pienso irme, Annette me llama.

—Atenea, ¿pudieras quedarte un momento aquí?

—Si claro, dígame para que soy buena. 

—Primero, llámame de tú y segundo, quisiera hablar de su asociación con la empresa y la relación que tiene con Aarón y con Owen.

—Disculpa Annette, no quisiera hablar de trabajo aquí, sin duda le responderé lo que quiera en la oficina. Y de mi relación con Aarón y con Owen es estrictamente profesional en el trabajo. Fuera de éste a Owen lo estoy conociendo y con Aarón me llevo bien pero, no soy de salir mucho con él, ni tampoco le he dado la libertad como para que tengamos algo más que una amistad. 

—Aceptaré su respuesta. ¿Qué día puedo irla a verla a su oficina?

—El que usted desee de Lunes a Viernes.

—Por favor todos vayan sentándose en sus puestos para comenzar la subasta —anuncia un señor por un micrófono delante del salón en donde se va a realizar la subasta para recaudar fondos.

— ¿Vamos? —asiento y nos dirigimos hacia el lugar en donde debemos entrar.

En la puerta hay un joven con traje.

—Buena suerte señorita, tome —me da una tableta con un número, el 69 es éste. Me rio por lo bajo por la coincidencia.

—Gracias.

Entro y busco con la vista a Owen, casi todos los puestos están ocupados, menos tres. Justamente de los tres que quedan, dos son de los señores Da Silva pues tienen un cartel con sus nombres. El que está libre se encuentra al lado de Owen. En la silla hay un listado de las cosas que se están vendiendo y las que se están alquilando.

—Damas y caballeros, podemos comenzar —estallan los aplausos —. El primer lote en ofertarse es un anillo de oro, aquí les traigo la muestra —entra una chica con el anillo, está de lo más hermoso, ese será mío —. Empecemos la puja en 5 mil dólares.

—5 mil dólares.

—Gracias señora.

—10 mil dólares.

—10 mil para la señora del número 15. 10 mil dólares a la una, 10 mil dólares a las dos.

—20 mil dólares —exclamo yo.

—20 mil para la señorita del número 69. 20 mil dólares a la una, 20 mil dólares a las dos, 20 mil dólares a las tres. Vendido a la bella señorita del número 69.

Me levanto de mi asiento para que las personas me viesen. Los demás lotes fueron demasiados buenos y con cosas y lugares muy bellos. Este lote que comenzó me interesa.

—El séptimo lote en ofertarse es una semana en la casa de la playa situada en la Playa América en España. Comencemos la puja con 15 mil dólares.

—15 mil dólares.

—Gracias señor.

—20 mil dólares.

—35 mil dólares —exclamo nuevamente yo.

—35 mil nuevamente para la señorita del número 69. 35 mil dólares a la una, 35 mil dólares a las dos, 35 mil dólares a las tres. Vendido a la señorita del número 69. Y con este último lote acabamos la noche de hoy. Pueden pasar al salón de baile, y disfrutar del resto de la noche.

Con esto, busco el anillo y luego salgo del lugar; en la puerta me espera Owen.

—Bailamos, Atenea —me ofrece su mano.

—Por supuesto.

Nos adentramos a la pista de baile, la canción que suena es movida. Cuando se acaba la canción unas de las personas que han hecho negocios con la empresa, llama a Owen y tuvo que irse con ellos a atenderlos.

—Por fin te dejó sola Owen, ¿puedo invitarte un baile?

—No creo que sea buena idea.

—Solo es un baile, no creo que tu novio se enfade.

—Owen no es mi novio, y ¿por qué no? —termino aceptando.

Fuimos a la pista de baile, la canción que comienza a sonar es lenta. ¿Por qué me pasa esto a mí? Él pasa sus manos por mi cintura y yo entrelazo las mías alrededor de su cuello.

— ¿Estás saliendo con Owen?

—No, nos estamos conociendo.

— ¿Si te pidiera que fueses su novia, aceptarías?

—Todavía no lo tengo claro.

—Sabes que la semana que compraste en la subasta, la casa es mía.

—No lo sabía.

—Aquel día en tu habitación, ¿no sentiste nada cuando estuvimos a puntos de besarnos? — ¿por qué tuvo que hacer esa pregunta?

—No sentí nada —se separa de mí y se va.

Voy detrás de él, en verdad sí, después de aquel día, no he dejado de soñar con volverlo a tener tan cerca. Sale al balcón por lo que llego a ver a lo lejos, seguramente a tomar aire. Voy acercándome a él silenciosamente para ver que dice o que hace.

— ¿Por qué tuvo que comprar ella la acciones? ¿Por qué siento esa sensación cuando estoy cerca de ella? ¿Por qué tiene la vida que jugarme una mala pasada?

—Aarón —lo llamo para que deje de hablar.

—Atenea —sus ojos se le iluminaron —. ¿Desde cuándo estás allí?

—Ahora mismo llegué.

— ¿Para qué viniste?

—Aquel día en mi habitación, ¿sentiste algo cuando estuvimos a puntos de besarnos? —se queda callado unos minutos que para mí son eternos.

— ¿Por qué no? —me responde con otra pregunta, que mal me cae cuando hacen eso.

—Sé más preciso Aarón.

—Te lo demuestro.

— ¿Cómo?

—Así.

Está acercándose a mí, poco a poco, la misma sensación de hace una semana, casi a la misma hora. Y nuevamente nos interrumpen, pero, esta vez es Owen y no Stone. 

— ¿Interrumpo algo?

—Claro que no Owen.

—Te estoy buscando desde hace un tiempo, ¿nos vamos?

—Está bien —me giro a donde está Aarón y lo miro, nos quedamos con las ganas que sentimos por averiguar que sensaciones nos produjo aquella noche. 

Caminamos hasta llegar a la puerta de la entrada, yo ensimismada en mis pensamientos y Owen a mi lado. Me coge fuerte de la mano y me arrastra hacia un lugar no transitado. 

— ¿Qué pasa Owen?

— ¿Dime qué pasa entre tú y Aarón?

—Nada Owen.

— ¿Por qué entonces están tan juntos ustedes estando allá en el balcón?

—Es imaginación tuya, estábamos hablando normal.

— ¿Entonces si hago esto lo aceptaras? 

— ¿Qué cosa?

—Esto —se acerca a mí y me besa.

Al principio no reacciono, fue tan repentino que me demoro en seguirle el beso. Se separa de mí y nos quedamos mirando.

— Atenea, quisiera que fueses mi novia. Llevamos tiempo conociéndonos y estoy seguro que tú al igual que yo sentimos lo mismo.

Me quedo callada, en estos momentos no tengo claro mis sentimientos, pero, tampoco voy a tener algo con Aarón, mi misión es concreta y no puedo desviarme. Además, estoy segurísima que ni él ni yo sentimos nada, entonces sí le voy a dar una oportunidad a Owen. Merezco ser feliz después de todo.

—Acepto ser tu novia —le confieso sonriente y nos volvemos a besar.

Se escucha como Adrien Da Silva llama a todos y nosotros dos nos dirigimos allí.

—Muchas gracias a todos por venir, la fiesta ha sido todo un éxito y llegamos a recaudar 210 mil dólares para las asociaciones —todos aplaudimos —. Esperemos que para la próxima fiesta de recaudación lleguemos a más. Pueden seguir divirtiéndose —todos se fueron dispensando y Owen y yo con las manos entrelazadas vamos a donde están Annette y Adrien Da Silva para despedirnos.

—La fiesta estuvo espectacular, pero, ya es hora de que me vaya, si nos disculpan, Owen y yo nos retiramos.

—Por supuesto y que bueno que te gustó la fiesta, me entero que es la primera que vienes de la empresa. Espero, que nos veamos pronto y que nos conozcamos mejor —me comenta Adrien.

—Mire, si quiere, puede venir con su esposa, ya que ella también gustaría conocerme más y no solo lo personal, sino, también en el ámbito profesional.

Owen me lleva a mi casa, lo invito a pasar pero, me dice que le surgieron unos problemas y que no puede quedarse, será para la próxima. Antes de que se marche nos volvimos a besar. Se sienten tan cálidos sus labios. Entro a casa luego de que Owen se fuese y allí me espera Wanda.

—Cuéntame todo.

—Soy novia de Owen —Wanda emite un gritito —Pero, eso no es todo.

— ¿Qué más?

—Aarón está loquito por mí también.

— ¿Y no sientes nada por él?

—Nada.

— ¿Ni lo más mínimo?  

—Ni lo más mínimo —por qué miento si en el fondo si quise besar sus labios cuando estábamos en el balcón los dos solos.

— ¿Segura?

— ¿Podemos dejar el interrogatorio?

—Claro, pero, esta no te la voy a dejar pasar.

Scarlet entra a la sala con dos vasos de jugo de mango y dos platos de frutas. 

—Señorita le preparé esto, pues debe tener hambre, y para que la señorita Wanda no se ponga celosa, le traje lo mismo.

—Muchas gracias Scarlet, ya puede retirarse a dormir, yo friego las vasijas —le indica Wanda —o sino, mejor que las friegue la enamorada nueva de aquí —las tres nos reímos. 

Scarlet se va y Wanda me comenta que el Señor S la ha llamado pues yo no contestaba y es cuando me acuerdo que tengo el celular en silencio. Al buscarlo en mi cartera lo saco y lo prendo. Tengo 4 llamadas perdidas y dos mensajes. Las llamadas son del Señor S y antes de ver los mensajes le timbro al señor para saber que es lo que pasa. 

—Señor S.

—Por fin contestas Atenea, te tengo una noticia buena y otra mala.

—Dígame la buena —me cuenta, me pongo muy contenta y se la digo de paso a Wanda —y la mala.

—Que no has encontrado nada y ya han pasado más de dos semanas de que llegaste.

—Señor S discúlpeme, pero, tengo que buscar las cosas a fondo. Hasta ahora en verdad no he encontrado ningún error ni nada, si encuentro algo o si Wanda encuentra algo es seguro de que le avisamos en el momento.

—Está bien, mantenme al tanto de todo.

—Y usted también de cómo van las cosas allá.

Cuelgo y Wanda todavía está con una sonrisa de oreja a oreja y contagiosa pues yo también sonreí. Nos abrazamos pero, nos tuvimos que separar cuando el celular de Wanda sonó, es un mensaje.

— ¿Quién es?

—El señor McDermott, o sea, el papá de Aarón.

— ¿Qué puso?

Mañana la espero, en la oficina, hay una reunión muy importante en la tarde y no tienen preparado nada.

Me acuerdo que no he visto los mensajes y les hecho un ojo. El primero que me aparece es de Owen, dice: 

Buenas noches, que descanses.

—Pero, que tierno.

— ¿Qué pasó?

  

—Mira —le muestro el celular con el mensaje.

—Que novio más bueno conseguiste, espero, que duren mucho.

—Gracias, amiga.

—Yo voy a subir a mi cuarto, vamos y ya te quedas en el tuyo.

—Deja llevar los platos a la cocina, lavarlos y subimos, ¿eh?

—Está bien, déjame ayudarte.

Luego de fregar y subir a mi cuarto, me quito el vestido y me doy un baño. Al salir y ponerme mi pijama mi celular suena. Otro mensaje llega. El mensaje pendiente y el que llegó ahora, son de Aarón y ponen:

¿Te gustó el beso de Owen?

Cómo no respondes, voy a pensar que tu también te quedaste con las ganas.

Llega otro mensaje diciendo:

Mañana te voy a visitar para que elijas cuál de los dos besos te gusta más.

Lo llamó, a mi no me gusta esto de mensajitos, prefiero ser directa y concisa y que de mi propia boca salgan las palabras. Pero, todo se vio afectado cuando le marco y el celular da que está apagado. 

Al otro día me despierto con un ruido en la ventana. Me levanto y me asomo para ver que es lo que pasa en mi ventana. Me asusto cuando veo una sombra por detrás de las cortinas. Al abrirlas está Aarón allí. 

— ¿Qué haces aquí?

—Lo que te prometí ayer.

—Tú estás loco.

—Sí, pero, por hacer esto —se acerca a mí rapidísimo, pero, todavía tengo bien los reflejos y me alejé lo más veloz posible.

—No Aarón, ayer seguramente te distes cuenta que estoy saliendo con Owen, no le puedo hacer esto.

—5 segundos antes de que él te pidiera que fueras su novia nos íbamos a besar, ¿cómo debo entender eso?

—Como algo que no debía ocurrir, en verdad yo quiero a Owen y él me quiere a mí.

—No, ahí estás equivocada, Owen no te quiere, él te puede hasta llegar a amar y tú solamente lo quieres y no cómo novio sino cómo amigo.

—Yo si lo quiero como novio, ¿cómo te atreves a insinuar lo contrario?

—Porque si no —se acerca a mí y toma mis manos, no me puedo soltar aunque trato con todas mis fuerzas —, no estuvieras temblando, tu corazón no se encontraría tan acelerado como lo está ahora y tu respiración no estuviera agitada. 

Y es verdad, ¿por qué me pasa esto?, yo quiero a Owen, todavía es muy temprano para decir que lo amo, pero, él no me provoca esto cuando estoy cerca de él. ¿Será que me ocurre porque esto es prohibido? Pensemos que es eso y no otra cosa. 

—Lo mejor es que te vayas y esta vez, sal por la puerta principal.

—Me voy, pero, esto no se va a quedar así. Owen no merece una mujer cómo tú, eres mucho para él.

— ¿Y tú si estás a mi altura? —asiente y suelto unas carcajadas —. No me hagas reír Aarón, además, es tu amigo, él debe ser feliz con quien lo haga feliz, y eso voy a hacer yo.

—Pero, tú no serás feliz.

— ¿Qué sabes tú? A lo mejor somos tan felices que nos casamos y formamos una familia.

—Atenea, no sueñes tanto, tú formarás una familia conmigo.

—No sueñes tu Aarón y acábate de ir.

— ¿O qué? Llamaras a tu chofer para que me saque.

—Buena idea.

Llamo a Stone para que suba. A los segundos alguien toca la puerta y le pido que entre. Es Stone.

—Llévate a Aarón.

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