Capítulo IV

Me siento para organizar bien las cosas pero, algo me interrumpe, o más bien alguien, con un visible enfado y con ganas de tumbar puertas

— ¿Qué coño te pasa? ¿Por qué me dejaste plantado? —entra gritando, alterado y muchos más sinónimos que se te puedan ocurrir, el inigualable Aarón.

—Primero que todo, cálmate, la que debe estar indignada aquí soy yo, ustedes están haciendo apuestas detrás de mis espaldas o por delante de mis narices. Yo no soy un juego aquí, soy una socia mayoritaria y se me debe tratar con respeto. Lo de esta mañana fue un poco de merecido por estar haciendo sus travesuras —dispuse autoritaria —, señor McDermott.

—Pero, de seguro si fuiste a cenar con Owen —bromea sarcástico.

—Tampoco. A ninguno se los voy a dejar pasar. Y si me vuelves a gritar, te vas despidiendo de mis recursos. Y sé que estoy cansada de decírtelo, y amenazarte con eso, pero, no voy a dejar que me alces la voz cuando yo mando aquí, yo vengo a trabajar, no para que me cojan como un juguete —respiro que me quedo sin aire —, y si me ven así, por lo menos véanme como un juguete valioso, difícil de conseguir —termino de agregar.

Con esto último lo saco de mi oficina y cierro la puerta tras de sí. Me recuesto encima de la misma y me acuerdo de que no he hablado con Owen para aceptar su cena y en verdad necesito despejar mi cabeza de tantos líos. Subo a la oficina de Owen y toco una vez que estoy allí.

— ¿Puedo pasar?

—Sí, adelante.

—Acepto tu propuesta a salir esta noche. ¿A donde iremos?

—A donde tú quieras Atenea, me haces un gran honor.

—Necesito un par de copas, así que vayamos a un bar, alguno bueno.

—Ya tengo en mente uno, ¿a qué hora te recojo?

— ¿Dime tú a qué hora debo estar lista?

—Te paso a buscar a las 8:00pm, vamos a cenar al restaurante de cerca del bar y luego brincamos allí.

— ¿Puedo llevar a mi amiga? No la quisiera dejar sola.

—Claro, mientras te sientas a gusto, todo perfecto.

—Una sola cosa —se me queda mirando con un brillo en los ojos —no le digas nada a Aarón, está muy cabreado por lo de esta mañana y capaz de que me arroje una botella en la cabeza.

Se comienza a reír Owen, tiene una sonrisa bella, como su rostro, cualquiera se enamoraría de él, es un chico dulce y atento. El chico especial para todas las que lo sueñan. 

Voy a buscar mi laptop, que en el camino a la oficina de Owen, la dejé en la parte de informática para que le arreglen lo que le falta en ella. La recojo una vez que llego allí. Me despido de Alexa y entro en el elevador. Bajo de éste y voy al estacionamiento en donde se encuentra Stone con mi auto.

— ¿Cómo está, Stone?

—Bien y usted señorita.

—Bien Stone, lléveme a casa. ¿Wilson se ha comunicado con usted?

—Sí señorita y me dijo que ya va a salir con Wanda hacia la casa.

—Gracias, Stone.

Entro al auto y le pido a él que ponga música en el trayecto a la casa. Salgo del carro y me adentro a mi gran hogar. Hay veces que me pregunto para qué quiero tanto si vivo solamente con cinco personas. Tres plantas, la planta baja que está compuesta por la cocina, que tiene dos puertas, una que va para el garaje y otra que va para la piscina y el mini – bar; en esta planta está también un comedor, un despacho y la sala. En la segunda planta están tres cuartos con baños, dos habitaciones para invitados y un baño en medio de ambos cuartos. En la tercera, se encuentran cuatro cuartos para los empleados de la casa, una biblioteca pequeña, y un lugar en donde allí vamos guardando la información que vamos recaudando. Esta habitación está bajo llave y solo la tenemos Wanda y yo. Busco a Wanda por la casa, la llamo, pues no la encuentro. Está en el sótano, me dice cuando me contesta el celular. Bajo allí, no sabía que teníamos uno. 

—Ponte bella, esta noche vamos a cenar con Owen y luego iremos a un bar.

—Está bien, ¿cuántas horas tengo?

—En dos horas nos vienen a recoger.

—No hay nada interesante aquí abajo, solo cosas viejas y más viejas.

—Normal, ¿subimos?

—Sí.

Ella fue a su cuarto ya que tenemos poco tiempo para alistarnos. Yo me baño, lavo, seco y plancho mi cabello, me maquillo sencillamente y en el armario busco el conjunto de ropa que me pondré. 

Al bajar, ya Wanda me está esperando junto a Owen. Éste está vestido elegante. Wanda tiene puesto un juego de blusa y saya blanca y negra y unos botines negros, mientras tanto, yo llevo puesto un vestido blanco que en su cintura se encuentra dividida en forma de cruz negra y un adorno de encaje del mismo color casi en el borde del final del conjunto. Lo combiné con un collar, unos tacones altos negros y por último, antes de la salir de mi habitación, cojo una cartera de mano azabache en donde llevo mi labial, mi celular y dinero. 

La cena la pasamos tranquila, entre temas triviales y risas. Acabamos de cenar, nos llevamos una hora aproximadamente. Cruzamos al bar, nos pusimos en una mesa, en lo que Owen buscaba un tequila sunrise para mí, una margarita para Wanda y un Gin tonic para él. Luego de haber pedido una cuarta ronda de nuestras bebidas, fuimos a bailar entre la multitud. Como quería bajar un poco el alcohol de mi cabeza, estoy bailando sin cuidado, hasta que choco con un chico.

—Disculp… —me interrumpo cuando giro y miro con quien tropecé —. Tú, ¿qué haces aquí?

—No, ¿qué haces tú —me señala —, aquí? 

—Yo vine a divertirme un rato, pero, no me quería encontrar a gentes como tú, Aarón.

— ¿Y cómo son las gentes cómo yo? —inquiere curioso.

—Insoportables, presumidos, egocéntricos y engreídos —le digo cruzando mis brazos —, pero, también son muy apuestos — ¡hay que estoy diciendo!, eso es el alcohol —pienso—. Me retracto de eso último.

— ¡No! —Contesta sonriente —, ya lo dijiste y todas tus palabras son verdad —pero, ¿qué le pasa a este chico?

— ¿Vas a aceptar todo lo que te dije, sin objeciones? —le pregunto asombrada.

—Sí —responde muy tranquilo

O él me está tomando el pelo o también puede ser efectos de estar borracho.

— ¿Cuánto has tomado, Aarón? —averiguo.

—No más que tú.

—Aarón, ven conmigo —lo arrastro hasta la mesa en donde estuve sentada.

Busco un pomo de agua en el mostrador. Regreso a la mesa en donde está Aarón y le ofrezco el agua. Llamo a Wanda, pero, no contesta. En mi bolso, no sé porque, pero, tengo un bloc de nota chiquito, de los últimos que me regaló mi padre y le dejo una nota encima de su bolso.

Wanda, discúlpame por irme así y sin buscarte, pero, tengo a Aarón borracho aquí, y me parte el alma dejarlo solo a su suerte y tampoco sé en donde vive. No quise decirle nada a Owen, pues quiero ver si puedo darme una oportunidad con él. Nos vemos en casa e invéntale algo a Smith, muchas gracias y te quiero un mil.

Salgo del bar aguantando a Aarón, llamo a Stone, que viene siguiéndome y cuando llega le dejo todo el peso del cuerpo de Aarón a él.

—Stone, directo a la casa.

—Pero, señorita…

—Stone, esto no está para discutir.

—Llévame a mi casa, Aixa —con esto o se desmayó o se quedó dormido.

—Señorita Atenea, seguimos con ir a la casa.

—Sí, Stone.

—Es muy peligroso.

—Yo informo al señor S si es lo que te preocupa. Él no me puede impedir ayudar a las personas, sean las que sean. El señor S sabe que siempre me preocupo por todos, aunque trato de esconder esa parte, me gusta ayudar a las personas que sufren o que están en problemas y si yo dejo a Aarón allí, va a terminar esto mal.

Pero, hay algo que ronda mi cabeza y es, ¿quién es Aixa? Mi prioridad ahora no es investigar eso, pero, si es bueno echar un ojo en ese tema. Cojo el celular de mi bolso y llamo al señor S.

—Buenas noches, señor S —lo saludo.

—Buenas noches Atenea, ¿qué se te ofrece?

—Dos cosas, la primera, para que sepa desde mi persona, estoy llevando a Aarón a mi casa, está muy borracho y ahora mismo se quedó dormido —o desmayado—. Lo segundo, es que necesito que me averigüe quien es Aixa, no tengo apellido pero, debe ser cercana a Aarón, pues la mencionó borracho y antes de quedarse dormido.

—Es un peligro Atenea tenerlo en tu casa, trata de vigilarlo o aunque sea deja que Stone o Wilson se quede afuera de tu puerta para que no espíe nada en la casa, y lo de Aixa, ahora mismo mando a que averigüen y te mando en un correo un documento con todo de ella.

—Gracias señor S y espero, el correo con ansias. Hasta mañana.

Cuelgo y veo que ya estamos llegando a la casa. Stone lleva a Aarón a mi cuarto, yo misma lo voy a vigilar, a lo mejor en sueños puede decir algo. Cada persona es diferente al dormir y vamos a ver como el joven McDermott duerme. De todas formas, Wilson y Stone, en tiempos intercalados, irán haciendo guardia por si acaso yo me quedo dormida. Le quito los zapatos, la camisa y los pantalones que lleva Aarón, para que duerma más cómodo. No sé porque lo hago, pero, es incómodo para mí dormir con ropa gruesa. Me siento en el escritorio para ponerme a realizar los trabajos nuevos que tengo pendiente en la compañía. Dos horas después llega un correo a mi laptop. Es del señor S.

De: Señor S

Para: Atenea Quinn

Asunto: Información de Aixa. 

Nombre: Aixa Jensen

Edad: Tenía 18 años.

Lugar donde nació: Londres, Inglaterra.

Lugar donde murió: Acapulco, México.

Muerte: Suicidio. La encontró un joven (que nadie supo su nombre) en un callejón, con las venas cortadas.

Delitos: Robo con armas, narcotráfico y delito informático.

No tiene ninguna conexión con los McDermott. Y estuvo prófuga, nunca la encontramos, alguien la tuvo escondida mucho tiempo, pues buscamos durante 4 años y jamás apareció. Por mi opinión, es muy raro que se haya suicidado, eso fue cosa del jefe que la contrató, pero, nunca supimos con quien trabajaba. Tu misión, además de la que tienes que averiguar, es ¿qué pasó con Aixa y la conexión que tiene con Aarón McDermott?, ¿entendiste Atenea? Cualquier duda me llamas, los demás datos te los paso luego en otro correo.

Señor S

Enviado de la ISA

Es una cajita de sorpresa Aixa Jensen y tan joven que es. Pero, ¿cómo llego aquí? Y lo más importante, ¿cómo acabó metida en todos estos líos y con qué narcotraficantes? Aarón comienza a decir cosas, me levanto y me pongo a su lado.

—Aixa, ¿por qué hiciste eso? ¿En donde estás? No te vayas, Aixa, nooo —lo despierto, no dice nada coherente y está teniendo una pesadilla.

—Ya —lo atraje hacia mí —, todo fue una pesadilla —me abrazó fuerte.

— ¿En donde estoy?

—En mi casa, estás borracho y no pude dejarte solo en el bar, capaz y cometías alguna locura.

Examina la habitación, obvio que tiene fotos mías y mis cosas y al parecer se da cuenta pues se separa de mí y se sienta.

— ¿Es tu…—no pudo terminar la palabra cuando miró que solo está en bóxers, lo que me causó gracia.

—Es mi habitación.

— ¿Hicimos algo?

—No, primero, no te hubiese dejado y segundo, venías dormido —comienza a buscar su ropa con la vista.

—No está aquí tu ropa, la mandé a lavar, ya debe estar seca, déjame buscarla, pues al parecer estás incómodo.

—No estoy incómodo, es sólo…

—No te preocupes —le interrumpo.

Me asomo en la puerta y le pido a Stone que busque la ropa de Aarón para que se vista. Al girarme está sentado con los pies fuera de la cama y no sé porque, pero, me quise acercar y sentarme a su lado. Pero, todo salió mal, una de las canicas del collar que se me zafó esta mañana está en mi camino y al resbalarme Aarón me quiso aguantar pero, le fue imposible, caímos al suelo los dos, él encima de mí y muy cerca para mi gusto de mi cara. Se fue acercando a mis labios y sus ojos que me llevan al cielo me miran pidiendo mi aprobación. Mi mente está separada de mi cuerpo, mi cerebro dice ¡No lo hagas! Mientras que mi cuerpo reacciona cada vez que el mira de mis labios a mis ojos suplicando. Más cerca está y la suerte está de mi parte cuando Stone toca la puerta para darme la ropa del susodicho. 

—Adelante Stone —Aarón se quita de encima de mí y se comienza a poner su ropa.

—Me voy a mi casa —anuncia cuando termina de vestirse.

—Deja que Stone te lleve, no tienes tu auto aquí, tienes que buscarlo mañana en el bar. 

—Gracias, pero, prefiero pedir un taxi.

—Haz lo que quieras, Aarón —abro la puerta y me asomo —. Stone.

—Dígame señorita.

—Lleve al joven a la entrada y espere a que llegue su taxi.

—No tienes que molestarte, Atenea.

—No lo hago por ti, sino porque Stone tiene que bajar de todas formas. Ya te puedes ir, Aarón. Nos vemos el lunes en el trabajo.

Al salir Aarón con Stone pude soltar un gran suspiro y me tiro a la cama. La puerta se abre.

— ¿Qué quieres ahora, Aarón? —expreso con tono aburrido.

—Soy yo, Atenea.

—A Wanda, disculpa —me levanto de la cama y doy unos golpecitos a mi lado para que se siente.

— ¿Qué pasó con McDermott?

—Nada.

—Atenea —comenta regañándome.

— ¿Por qué tienes que conocerme tan bien?

—Será los años que te conozco. Pero, no cambies de tema, cuenta que ocurrió entre estas cuatro paredes.

Le cuento todo, desde que veníamos por el camino hacia acá, cuando me llamó como Aixa. Le enseñé la otra misión que tenemos y lo que pasó luego. Wanda no para de reír cuando le cuento mi estúpida caída y como Aarón trató de agarrarme y al final terminó encima de mí rogándome que le dejara besarme. Luego de esto, ella me comienza a contar que fue lo que ocurrió en el bar.

—Entonces, él comenzó a buscarme, te buscó luego a ti y después fue que vistes la nota.

—Sí, y casi también la ve Owen.

— ¿La vio?

—No, le informé rápido que habías tenido que irte y que nos buscaste pero, no nos encontraste.

—Perfecto, pero,…—pongo una mano en mi cabeza —, se deben haber cruzado allá abajo.

—No, él se fue antes de que entrara y yo me encontré con Aarón cuando estuve subiendo las escaleras.

Solté otro suspiro. Wanda se dirige a su habitación luego de hablar unos detalles de las misiones y yo me acuesto a dormir. La semana que entra pasa veloz. Owen y yo nos hemos acercado más y hoy estoy arreglándome para la fiesta de beneficencia de la noche. Aarón y él vendrán a recogerme en una limusina, pero, de todas formas, Stone irá detrás de nosotros vigilando. Wanda entra a mi cuarto luego de que toca la puerta. 

—Vas a arrasar en la fiesta Atenea, estás —comienza a pensar —, deslumbrante. Dejarás a todos a tus pies.

Y es verdad, no seré modesta esta vez, el vestido me queda espectacular.

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