Capítulo III

Me despierto por la alarma de mi celular,  levanto, me baño y busco el conjunto que llevaré hoy en el armario. Me visto de negro completamente, una blusa con una saya y un chaleco y por último pero, no menos importantes, unas gafas para cubrir mis ojos de la luz. Hoy me levanté un poco más temprano, pues tengo que recibir a los dos choferes que, aparte de eso, son nuestros guardaespaldas.

—Buenos días, yo soy Atenea Quinn, el señor S me dijo que llegarían esta mañana. Mi amiga Wanda Miller también será su jefa. 

—Buenos días señorita Quinn, Miller, mi nombre es Gerald Stone y yo voy a vigilar su seguridad señorita Atenea. Él es Igor Wilson y será el guardaespaldas de usted, señorita Miller.

Le enseño a los nuevos guardaespaldas todo lo de la casa y nuestros autos. Para no levantar sospechas, decidimos que fueran nuestros choferes. Quiero conocer un poco más la ciudad, y todavía es muy temprano para entrar a trabajar, así que voy a caminar hasta el trabajo, no es muy largo el camino pero, tampoco es corto. 

—Hasta luego, Wanda —me despido de mi tutora.

Le doy a Stone varias indicaciones.

—Stone, cuando termines con lo que le pedí, lleve por favor mi auto a la empresa más tarde.

—Señorita, en cuánto usted salga yo la voy a seguir.

—No es necesario, Stone.

—Pero, señorita, es por su seguridad, si le lle… —le interrumpo poniendo mi mano enfrente de su rostro.

—Ya dije que no, y no me contradiga más —con esas palabras me doy la vuelta y salgo andando.

Saco mis manos libres y me los pongo para escuchar un poco de música en lo que voy caminando, siento paz conmigo misma, las personas van felices de un lado a otro. Las parejas tomadas de la mano afianzándose uno del otro. Los autos transitando por todos lados, y los bus con sus personas correspondientes. El clima no es caluroso pero, tampoco hace mucho frío. La música se detiene y supuse que es que me llaman. Para no sacar el celular del bolsillo del chaleco, respondo por los mismos audífonos.

—Señorita Quinn —contesto.

—Atenea Quinn, ¿qué estás haciendo? —Pregunta un malhumorado Señor S —. No te puedes exponer a andar sola, para eso te mandé los guardaespaldas.

—Pero, Señor S…

—Pero, nada —me interrumpe —. ¿Cuánto te falta para llegar?

—Alrededor de 15 minutos, ya estoy cerca —un poco de mentira ya que todavía me falta más.

—No lo vuelvas a hacer Atenea, sino todo va a ser en vano.

Cuelga y sigo caminando, en serio necesito un poco de aire y tranquilidad. Mi vida ha cambiado de la noche a la mañana y todavía no lo he procesado completamente. Mis días cambiaron, en vez de haber paz, solo hay tristeza, estrago y mentiras. ¿Por qué la vida es tan mala conmigo? Es lo que me pregunto cada noche antes de dormir. Llego al estacionamiento, ahí está Stone esperándome afuera de mi auto. 

—Señorita, el señor S mandó un mensaje para usted.

— ¿Otro?

—Sí —me mira un momento —Dijo muy serio, que otra que haga como esta y la intercambian.

— ¿Pero, es malo salir a caminar? —inquiero curiosa.

—Señorita, ya comenzaron a averiguar cosas, no pueden andar solas ustedes, es muy peligroso.

—Dígale al señor S que todo está claro, que no volverá a pasar.

Entro al edificio, espero, a que abra el elevador y me adentro a este. Subo hasta el último piso, salgo y me dirijo lo más rápido a mi oficina para no encontrarme con nadie. No es que sea apática, es solo que no quiero ver a nadie hasta que se me baje este enojo que tengo encima. El señor S sabe lo importante que es para mí esto. Como va a negociarme, si sabe el empeño que le he puesto a todo este trabajo. Marco a Owen por el teléfono blanco, necesito distraerme y él puede enseñarme más de todo esto y todos los negocios.

—Owen, ¿podrías pasarte por mi oficina? —solicito amable.

—Sí Atenea, ahora mismo voy —contesta alegre.

Espero, a que venga Owen, me cae bien. Cuando vino ayer a mi oficina y aunque comenzó con un comentario un poco inapropiado, me causa un poco de gracia, puesto que sé que ya Aarón habla con sus amigos, de mí. Unos toques en la puerta me sacan de mis pensamientos. 

—Adelante —anuncio.

—Estoy aquí Atenea, ¿en qué puedo ayudarte? —pregunta dispuesto a todo.

—Tenemos todo el día para que me enseñes todo de la empresa, desde que comenzaron hasta ahora. Y tenemos que terminar hoy, no va a ver descanso. ¿Aceptas?

—Claro, aunque vamos a pedir algo para almorzar desde ahora.

— ¡No me digas que eres tan flojito! —comento con un poco de gracia.

—No, pero, este cuerpecito —señala desde sus pies a la cabeza —, no se mantiene solo.

No pude evitar reírme.

—Por fin pude sacar una sonrisa de tus bellos labios.

—La última será —agrego seria en un instante.

— ¡No!, si te ves hermosa sonriendo.

—Está bien, siéntate y vamos a comenzar a trabajar.

Owen pide la comida en unos de los restaurantes cerca de la empresa, para que no las traigan a las 12:00pm. Estuvimos trabajando sin interrupciones, reímos, hablamos, la pasamos bien después de todo. Con Smith todo se pasa perfecto, él es un chico maravilloso y muy caballeroso, sabe respetar a una mujer y en estas pocas horas me lo ha demostrado. Aunque no empezamos muy bien y vino con un comentario machista, lo ha sabido enmendar. Cuando llega la comida, paramos para almorzar y rápidamente seguimos con el trabajo. Las horas pasan veloz, una tras otra, el ventanal de detrás de nosotros fue el que me indicó que había anochecido. 

—Creo que ya es hora de irnos, Owen. 

—Yo si lo creo, ¿te llevo a tu casa? —pregunta como to un caballero.

—No, tengo a mi chófer abajo esperándome —contesto cortés. 

Entro al coche, una vez que salgo del edificio, y le digo a Stone que me lleve a casa. Llegamos rápido, entro a mi hogar y voy directo a buscar a Wanda, es la única que puede suavizar este enojo. Toco la puerta e ingreso en su habitación.

—Primero, el pequeño conflicto en el estacionamiento, luego hablando de mí con el amigo y haciendo comentarios machistas y ahora una apuesta para ver cuál de los dos salía conmigo primero.

—Hey, calma chica, ¿de quiénes me estás hablando? —cuestiona confusa.

—De quiénes va a ser —expreso un poco sarcástica —, de Aarón y Owen.

—Explícame lo de la apuesta, ya que lo demás ya me lo contaste.

—Aarón y Owen hicieron una apuesta para ver quien cenaba conmigo primero.

— ¿Y cómo te enteraste? —inquiere curiosa.

—Unas miradas. Todo comenzó cuando…

§§§

—No, tengo a mi chófer abajo esperándome —contesto cortés.

—Entonces, ¿puedo invitarte a cenar?

—Eso sí lo acepto, tengo un hambre que me como hasta dos leones enteros. 

—Wao —se queda sorprendido ante mi inminente verdad. 

Tocan la puerta de mi oficina y emito un adelante. Al entrar me encuentro con un Aarón más informal pero, formal. Deben pensar que estoy mal, pero, no, lo que pasa es que tiene puesto su traje, pero, con la corbata quitada, los primeros botones desabrochados y la camisa remangada. 

—Voy al restaurante de aquí cerca a comer, ¿quieres venir conmigo? —me pregunta dispuesto a conseguir que vaya a cenar con él y de paso, conocerme.

—Ya es muy tarde, señor McDermott, Owen me invitó a cenar minutos antes. 

—Será entonces otro día —se gira a donde está su amigo y le da una mirada asesina —Hasta mañana, señorita Quinn —ahora Owen lo mira como si le hubiera vencido. 

Cuando sale y cierra la puerta me viro y me levanto de la silla en donde estoy sentada. 

— ¿Qué es lo que está pasando Owen? —creí que él es distinto a Aarón.

— ¿Qué es lo que pasa Atenea? —inquiere atónito.

—No me digas eso, vi las miraditas que se dieron los dos. 

— ¿Qué miradas? —vuelve a hacerse el tonto.

—Escoge: me dices o no voy contigo y me voy con él —se queda callado. 

Registro mi bolso en busca de mi celular, al final está encima de la mesa. En los contactos, busco el número de Aarón. Le enseño el móvil a Owen para que sepa que voy en serio, pero, sigue en silencio. Toco el ícono para llamar y llevo mi celular a mi oído. Al segundo timbre contesta. 

—Hola Aarón, te llamaba para... 

—Está bien —se rinde Owen. 

—...que mañana vinieras más temprano que necesito hablar unas cosas contigo antes de que lleguen los demás. Te espero, en la cafetería de al frente de la empresa.

Cuelgo y miro a Owen esperando a que empiece, pero, no lo hace, así que le doy una seña con las manos para ver si esta vez me hace caso. Me desespero, porque él no comienza y en mi cabeza ronda la pregunta: ¿por qué tanto misterio?

— ¡Acaba de hablar, Owen! —le grito, ya frustrada.

—Aarón y yo hicimos una apuesta para ver quien salía primero contigo —lo comenta tan rápido que no tuve tiempo de procesar mis movimientos y le metí una cachetada.

—Ahora por ser tan idiotas los dos, no voy a ir contigo y mañana en la cafetería le daré su merecido a Aarón.

Recojo lo poco que me quedaba encima de la mesa, la laptop y salgo de la empresa, lo más me jode de los hombres, es esa rivalidad y las ganas que tienen por pelear quien consigue primero a la mujer.

§§§

—Se me ocurrió algo para que te la desquites con Aarón —bromea Wanda.

— ¿Qué es? —pregunto indiscretamente.

—Mañana deja plantado a Aarón en la cafetería —expresa alegre.

Lo pienso un momento y en verdad me serviría cantidad hacerle esto.

—Está bien, acepto la idea.

Me despierto al otro día, con ganas de ya dejar plantado a Aarón en la cafetería. Me baño, busco ropa en el armario y encuentro una muy sexy. Bajo y desayuno rápido, ya que tengo que planear unas cosas antes de que lleguen los dos amiguitos. Entra Wanda a la cocina y me examina.

—Que bella vas hoy con ese vestido color vino, estás deslumbrante.

—Justo lo que quería —sonreí y me levanté de la mesa.

— ¿Te vas?

—Sí, tengo que preparar unas cosas antes de que los amigos lleguen a la empresa, suerte en tu día.

Llamo a Stone para que tenga el coche listo en lo que busco mi bolso. Subo al auto una vez que salgo de la casa para dirigirme a la empresa. 

—Buenos días, ¿el señor McDermott y el señor Smith ya llegaron?

—No, señorita Quinn.

—Cuando lleguen, díganle que suban a la sala de juntas.

—Está bien, señorita Quinn.

Entro al elevador hasta la sala de juntas y me siento esperando a que lleguen Aarón y Owen. Minutos después llega un muy cabreado Aarón a la sala y Owen con una cara de no haber dormido la noche anterior.

—Siéntense

— ¿Para qué nos juntaste aquí?

—Solo para advertirles que no habrá próxima vez con algunos de estos jueguitos, o si no, me voy. 

Salgo de la sala y bajo hacia mi oficina. Al pasar por el escritorio de Alexa, la saludo.

—Buenas Alexa, ¿pudieras llevar a mi oficina una taza de café?

—Buenas señorita Atenea, y sí, en un momento le llevo su café.

Entro a mi oficina y encima hay unos nuevos papeles y unas correspondencias. Entre los correos de la laptop hay una invitación. 

De: Annette y Adrien Da Silva

Para: Atenea Quinn

Asunto: Invitación a la fiesta de beneficencia 

Está cordialmente invitada a esta celebración, con motivo a recaudar fondos para los centros de beneficencia. Esta celebración se llevará a cabo el viernes 15 de enero del 2021 a las 8:00pm. Debe venir con un vestido largo.

Muchas gracias y espero, verla próximamente.

Llamo a Alexa, puesto que no sé quiénes son y al parecer ellos si me conocen.

—Alexa, ¿me puedes decir quiénes son Annette y Adrien Da Silva? —cuestiono sin saber.

—Son socios de aquí de la empresa y los padrinos del señor Aarón.

—Gracias Alexa.

Mi celular comienza a sonar, es el Señor S.

—Buenos días señor S, ¿qué se le ofrece?

—Bueno día Atenea, ¿algo nuevo en la empresa?

—Todo en orden por ahora, no hay ningún problema, voy a seguir investigando, pero, ya he revisado de todo.

—Quédate allí, pueden cometer algún fallo y por ahí lo cogeremos.

—Está bien, ¿algo más?

—No, hasta pronto Atenea.

Cuelgo y comienzo a revisar los papeles que tengo encima del escritorio. Tocan la puerta y le invito a pasar al que llama.

—Discúlpame por lo de ayer, ¿cómo te lo puedo recompensar?

—Ya lo dije esta mañana, no quiero nada Owen y discúlpame a mí por la cachetada que te di ayer. 

—Eso no importa, no me dolió —me le quedo mirando serio —sí, si me dolió. 

No pude evitar reírme, es tan chulo y muy cariñoso. 

— ¿Podemos salir esta noche, ya que mañana no hay trabajo? —Le invito —, podemos ir a un bar o a algún restaurante —sugiero.

—Déjame pensarlo, yo más tarde te llamo y te doy mi respuesta.

Él se retira de mi oficina y llamo a Wanda para que me dé su opinión. Suena varias veces y no me responde. La llamo nuevamente y vuelve a pasar lo mismo. Le marco una tercera vez y esta vez va directo al buzón sin timbre y nada. Me asusto un mil, llamo esta vez al señor S, a lo mejor él sabe algo o puede averiguarlo.  

—Señor S, hay un problema.

— ¿Qué pasa, Atenea?

—Wanda no me coge el móvil y estoy muy asustada —se me sale unas lágrimas —averigua algo Seth, si le pasa algo no sé que voy a hacer sin ella, es la única persona que me queda viva.

—Cálmate Atenea que si te ven mal, se darán cuenta. Primero que todo ya mandé a rastrearla y segundo respira Atenea, sé que cuando me llamas por mi nombre es que estas muy nerviosa. Voy a colgar, cuando tenga alguna información te aviso.

—Está bien señor S y disculpe por llamarlo por su nombre, sé que no le gusta que le digan así.

—No importa Atenea, estoy consciente de todo lo que te ha pasado y que debes estar demasiado mal, llamé a Stone, debe estar por llegar a tu oficina. Ve a tu casa y espera allí a Wanda.

—Gracias.

Unos toques en la puerta hicieron que en un milisegundo me limpiara las lágrimas y me recompusiera. 

—Adelante.

—Señorita Atenea, ¿nos podemos ir?

—Claro, déjeme terminar de recoger las cosas y nos vamos.

Al salir por suerte, que es lo menos tengo, no me encuentro con nadie. Llego a la casa en un momento y mi celular suena. Es Wanda.

—Wanda, ¿estás bien?, ¿algo te pasó? —pregunto rápido y nerviosa.

—No, estoy súper, lo que pasa es que estoy en una reunión importante y tuve que silenciar el celular, y ahora me di cuenta de que el móvil se apagó y lo puse a cargar. Cuando lo prendí al rato, vi tus llamadas y las del Señor S, ya con él hablé y me dijo que te llamara que estás muy preocupada por mí. No te vas a librar de mí tan fácilmente, Atenea —comenta lo último gracioso.

—Quisiera verte para saber que es verdad —agrego todavía con lágrimas en los ojos.

—Queda minutos para almorzar, quedamos en el mismo lugar de la última vez, ya yo voy a ir pidiendo las cosas que comimos aquella vez —expresa tranquila.

—Está bien.

—Y no sigas llorando, sé que ahora mismo te estás secando las lágrimas —y en verdad lo estoy haciendo.

—Ya —le anuncio para tranquilizarla —, nos vemos dentro de un rato.

Llegamos veloz a la cafetería de hace unos días y ya está sentada allí Wanda. Bajo rápido del coche, la levanto de la silla y la abrazo con una fuerza que casi le quiebro sus huesos.

—Hey, estoy bien, ya seca esas lágrimas y cuéntame, ¿por qué me llamaste? —pregunta calmándome.

—Necesito tu opinión.

— ¿Para qué? —pregunta nuevamente.

—Owen me pidió salir con él y no sé qué hacer, ¿qué tu harías?

—Dale una oportunidad, aunque no lo conozcas mucho, puedes conocerlo y si te gusta o te enamoras de él, pudieras andar con Owen. Aparte de eso, no me gustaría que tomaras lo que te voy a decir como algo mal o como que lo estas usando, pero, puedes también conseguir información importante a través de él.

—Sonó muy mal eso último, las cosas las conseguiré como pueda, sin involucrar, ni usar a nadie —comento un poco furiosa

.

Nos despedimos luego de terminar de comer y voy directo a seguir trabajando. La primera en recibirme es Alexa.

—Buenas tardes señorita, creí que ya no volvería. 

—Alexa, dígame Atenea y ¿alguien me buscó cuando yo no estuve? —indago.

—Nadie, pero, el señor McDermott está que echa humo por las orejas, la buscó por todos lados y si sabe que está aquí va a explotar.

—Bueno Alexa, haz como que no me has visto. Yo voy a terminar unos pendientes que tengo y me voy lo más veloz que puedo.

—Está bien seño… —la miro con cara de enfado —, Atenea.

Entro a mi oficina, busco los papeles que necesito y cojo la laptop que traje esta mañana para pasarle las aplicaciones nuevas que instalaron en la de la empresa. Además que casi se me olvida ir a ver al informático para que vea el error que tiene, pues no se me conecta una con la otra. Me siento para organizar bien las cosas pero, algo me interrumpe, o más bien alguien, con un visible enfado y con ganas de tumbar puertas.

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