Capítulo II

13 de diciembre de 2018…

Luego de encontrarme a mi padre con Wanda, voy al parque que está en la esquina de mi hogar. Me siento en el banco al frente del pequeño lago y al lado mío se sienta un chico. Al girar mi rostro veo a un chico rubio, ojos claro pero, lo que más me causó curiosidad es que su mirada no daba a entender nada y su seriedad me produjo un cosquilleo que ni se explicar. Se ve corpulento, su frente es lisa y su nariz es recta. Para terminar su rostro perfecto, su boca es delicada y sus labios son finos. Su piel es un poco tostada, está vestido elegante y parece educado, aunque no puedo comprobarlo si no le hablo.

— ¡Hola! ¿Cómo estás? —se queda callado —. ¿Cómo te llamas? —nuevamente se queda mudo —. Si no quieres hablar me lo dices y me callo.

Ahora los grillos cantaron, mejor me quedo en silencio, aunque no se siente incómodo, que es muy raro, puesto que todo conmigo es arduo. Me siento mal por estar sentada al lado de un extraño y que no emita ni un solo sonido. Lo miro para ver un pequeño detalle, ¿respirará? y sí, por lo que veo su pecho aumenta y disminuye en una pequeña proporción. 

—Mejor me voy, ya que usted no habla, no sé porque estoy todavía aquí sentada —me levanto y me agarra la mano el chico misterioso.

Con su otra mano saca algo de su bolsillo y me lo ofrece, lo miro, él se levanta y se va. Me le quedo mirando como tonta y luego que lo veo desaparecer observo la pequeña tarjeta.

—Así que el chico misterioso se llama Aarón McDermott —se me escapa una sonrisita —lindo nombre.

Actualmente...

—Claro, él fue el chico misterioso del lago. Pero, eso fue hace tiempo, y, ¿qué él hacía allí? No ha cambiado mucho desde que lo vi hasta ahora.

— ¿Negocios? —inquiere.

—A lo mejor.

Acabamos la charla, yo subo a bañarme a mi habitación en lo que Wanda termina de cocinar. Le marco al señor S para informarme de lo nuevo.

—Señor S, ¿algo nuevo?

—No, mantenme informado siempre Quinn, yo cuido todo por aquí.

Cuelga y le marco a Wanda para ver si bajo o me quedo en mi cuarto, tengo que preparar todo los papeles para mañana. Me contestó que ella me avisa cuando todo esté listo.

—Aarón McDermott… —toca la puerta Wanda interrumpiéndome y entra.

—Atenea, te buscan allá abajo.

— ¿Quién?

—Aarón McDermott.

—Hablando del rey de Roma —se me escapa una sonrisa —. Dile que me espere un momento Wanda.

Cierra la puerta tras de sí y yo me encamino al armario para buscar algo más seductor. Entre mis blusas escojo una blanca con un escote en forma de “V” y cruzada las tiras en la espalda y la combino con un short de mezclilla. Bajo las escaleras para ir a ver a mi objetivo.

— ¿En qué lo puedo ayudar, Señor McDermott?

— ¿Quería ver si me acompaña a cenar, para conocer más de usted? Ya que vamos a trabajar los dos juntos, creo que nos debemos llevar mejor, no como esta mañana. 

Miro a Wanda para que me diga con la mirada que debo hacer.

—No puedo Señor McDermott, tengo planes para esta noche, otro día será. Y por favor, lo acompaño a la puerta que tengo cosas que hacer.

— ¿Me está corriendo de su casa?

—Sí, pero, cortésmente.

Después de cerrar la puerta Wanda se echa a reír y yo la sigo. 

—Te quedó perfecto. Ya la cena está lista.

—Wanda mañana voy a buscar una ama de llaves, tú no te vas a encargar de todo. Tú también tienes tus cosas.

—Está bien, Atenea.

Cenamos, entre risas, vinos y al final nos pusimos a ver una película. Yo cojo mi celular, busco el número de Aarón McDermott y le mando un mensaje diciendo: 

A: Buenas noches, señor McDermott. 

A lo que él me responde:

A: Buenas noches, señorita Quinn, mañana nos vemos en el trabajo.

La peli está buenísima, pero, el sueño me vence y nos quedamos dormidas allí. Me despierto con un dolor en el cuello horrible, levanto a Wanda que está abrazándome y al parecer está igual que yo. En lo que ella se baña voy preparando el desayuno. Me alimento yo, y luego subo a mi habitación para bañarme y ponerme algo para ir a trabajar. Al final escojo una blusa de color azabache, unos jeans, un gorro que me regaló mi padre a juego con la blusa y unos zapatos azul claro. El gorro me lo puse encima de mi cabello suelto y planchado. Al bajar me encuentro a Wanda con su cabello recogido en una cola alta y con un vestido coral. Como ella no ha sacado la licencia yo la voy a llevar a trabajar.

—Hoy cuando te recoja a almorzar, vamos a coger ese tiempo para sacar tu licencia y comprar tu nuevo auto, Wanda. 

—Perfecto, Atenea.

Alrededor de 30 minutos nos demoramos en llegar, pues hay un tráfico espantoso. Dejo a Wanda en la entrada de su edificio y me dirijo al mío. Por una ruta diferente, menos compleja, que me puso el GPS, llego al edificio McDermott en 15 minutos. Subo al ascensor, pero, cuando éste se va a cerrar alguien lo detiene.

—Buenos días, señorita Quinn, llegó usted temprano hoy.

—Buenas, señor McDermott y sí, llegué temprano, ¿es habitual de usted llegar con retraso?

—No, fue el tráfico.

El ascensor se abre y salimos. Aarón me lleva a mi nueva oficina, es grande y con una vista fabulosa a la playa.

—Si desea algún cambio, la señorita Wells está a su disposición —yo lo miro con cara de que no sé quien es ella y al parecer me entiende porque se corrige —. Mi secretaria, ella estará trabajando para los dos por ahora, hasta que encuentre alguna secretaria para usted.

—Si quiero algo, yo se lo notifico a la señorita Wells, mientras tanto, no es necesario una secretaria para mí, me gusta hacer todo yo sola. 

—Son muchas cosas, no dará…—lo callo poniendo mis dedos en sus labios.

—Sí daré a basto, ya estoy adaptada, si no puedo, entonces le digo a la señorita Wells que me encuentre alguna. ¿Feliz?

Me sonríe y asiente. Luego de esto se dirige a su oficina y me deja a mí en la mía. Me siento y abro la laptop que tengo al frente y cojo los papeles que están al lado de esta. Mi celular suena, es el señor S.

—Buenos días, Señor S, ¿como usted está?

—Bien, Atenea, ¿ya está instalada?

—Sí, Señor S, ¿desea algo? Pues estoy en el trabajo en estos momentos.

—Solo es para saber cómo está usted, y si no tiene alguna dificultad.

—Si me hace falta algo o tengo algún problema, yo lo voy a llamar, ya no soy una niña chiquita, que deben estar cuidando a cada dos segundos. Yo sé que es lo que estoy haciendo. Si no me va a decir otra cosa, voy a colgar.

—Suerte Atenea.

Tocan la puerta, le pido que entre y pasa una chica rubia, alta, de piernas largas, de ojos oscuros y joven, por cierto, a mi cuenta debe tener unos 22 o 23 años de edad, ella, si mi mente no se equivoca, es la secretaria de Aarón.

—Señorita Quinn, yo soy la Alexa Wells, secretaria del señor McDermott y también de usted.

—Un gusto Alexa, puedes decirme Atenea, y a mí solo me servirá para cosas simples, el resto me encargo yo —pone cara de confundida —. No te preocupes, ya yo hablé con el señor McDermott y sabe mi decisión.

— ¿Se le ofrece algún café, té o agua?

—Un café, si necesito algo más, yo te llamo.

Ella me dice el número de su extensión y cuando viene el café, trae consigo un papel con las extensiones de las demás oficinas. No me di cuenta de que encima del escritorio hay dos teléfonos, uno es de la empresa que solo funciona marcando las extensiones que es blanco y otro negro para el exterior y encima de éste, en un papel, tiene puesto un número. Debe ser el del teléfono. Reviso los papeles nuevamente, espero, que ahora nadie me interrumpa.

—Son número, números y más números, y todo encaja, no hay nada mal por aquí.

Suena el teléfono blanco y veo que es la extensión de Alexa.

—Dime Alexa.

—Señorita, ¿necesita algo más? —me leyó la mente.

—Sí Alexa, ¿pudiera traerme todos los últimos papeles de contabilidad de la empresa a mi oficina? —Le pido —, y no me diga señorita, llámame Atenea.

—Está bien seño…—se corrige —. Atenea.

A los segundos trae unos papeles Alexa a mi oficina. Yo me pongo de nuevo a revisar más hojas y demoro horas y horas. Mi celular suena y me saca de mis pensamientos.

—Señorita Quinn.

—Atenea, ¿donde estás? —pregunta furiosa Wanda.

—Wanda —saco mi celular de la oreja para saber si es ella en verdad y ver la hora de paso —. Ahora mismo voy para allá, discúlpame. 

Cuelgo, cojo mi bolso, mis llaves y salgo. Llego al puesto de Alexa y no está, seguramente está con Aarón. Toco la puerta de su oficina y entro. Allí están los dos, pero, no como imaginé, están trabajando. 

—En dos horas regreso, voy a almorzar —les aviso.

— ¿Te acompaño? —me pregunta Aarón.

—No señor McDermott, voy con mi amiga, nos vemos luego.

Cierro la puerta y me dirijo al ascensor, toco el botón para llamarlo y espero, a que este abra. Me adentro a este cuando abre sus puertas y bajo a la planta baja. Salgo en dirección al estacionamiento, entro y enciendo el auto. Voy en busca de Wanda, está sentada en la esquina, en una cafetería. Me bajo y voy a donde está.

—Vamos a comer algo aquí primero, ya pedí dos pizza y dos batidos, el tuyo de chocolate, como a ti te gusta. 

—Gracias Wanda —le agradezco.

Un mesero llega con nuestro pedido, almorzamos tranquilas, pago la cuenta y nos dirigimos a lo que tenemos pensado desde un principio. En el camino le cuento todo lo que encontré en los papeles y ella me cuenta de cómo le fue esa mañana y que ya no tendría que volver hasta el otro día. 

En una hora sacamos la licencia y allí mismo, al lado de ese edificio, compramos el auto. Wanda va para la mansión y estando allí buscará a la nueva ama de llaves, y en camino a esta, pasa por el super mercado, para surtir bien la casa de alimentos. Luego ella se pondría a trabajar en sus cosas. Llego al negocio en 20 minutos y me encamino a mi oficina sin interrupción para terminar con los pocos papeles que me quedaban, pero, mi misión fue saboteada ya que me encontré a Aarón en el camino.

— ¿Llegaste? —pregunta.

—No, soy un holograma —comento con sarcasmo —. Claro que ya llegué si me vez aquí.

Sigo mi camino y cuando llego a mi oficina, por fin, le pido un pomo de agua fría a Alexa. Tocan la puerta y le pido que entre.

—No le pude creer a Aarón que en verdad está trabajando aquí una chica tan bella.

— ¿Usted es? —lo miro con una cara de desconcierto.

—Owen Smith, para servirle, soy abogado de la empresa y gran amigo de Aarón.

—Mucho gusto, señor Smith —me levanto de la silla y voy a donde está él —Atenea Quinn, socia de la empresa y me estoy encargando de contabilidad y negocios, sería de gran ayuda para que me explique algunas cosas.

—Primero que todo, me puede decir Owen, y cuando guste de algo, me llama que yo la voy a ayudar —me da un tarjeta en donde está su nombre y su número.

—Muchas gracias, y si no le molesta, ¿pudiera retirarse?, es que todavía estoy revisando algunas cosas y quisiera terminar temprano. 

—No es desagrado para mí. Me voy para que acabe —sale de mi despacho.

Cierra y me siento, pero, uno no puede estar tranquilo, puesto que en la puerta vuelven a tocar, esta vez es Alexa.

—Gracias Alexa por el agua. ¿Pudiera pasarme en esta memoria —le extiendo una —, los últimos negocios vigentes, y los que se han presentado y no pudieron aceptar por falta de dinero? Si no tiene número de teléfono, en su correo pídaselo y si tampoco tienen correo, búsquelo. Eso es lo último que le pediré por el día de hoy.

—Ahora mismo lo hago señorita —responde rápido.

— ¡Alexa! —le comento con voz de regaño.

—Disculpe, es que no me acostumbro, Atenea.

Horas después termino lo último que me falta y llamo al teléfono a Alexa.

—Alexa, ¿la laptop me la puedo llevar a casa o hay alguna otra cosa?

—En uno de los cajones hay una funda. Allá adentro hay otra que es para que trabaje desde su hogar —me cuenta poco a poco para que yo entienda —. Está conectada a la de usted del trabajo, así que lo que tenga aquí, se verá reflejado en la red de la otra y viceversa. 

—Gracias Alexa, ¿ya me tiene listo lo que te pedí?

—Sí, señorita, ¿algo más? —responde.

—No me llame señorita, Alexa, cuantas veces se lo tengo que repetir.

—Lo siento.

— ¿Aarón ya se marchó? —inquiero curiosa.

—El señor McDermott ya salió, su padre lo llamó urgentemente.

—Gracias nuevamente Alexa y ya se puede retirar, yo recojo la memoria cuando salga. 

Alexa accedió irse, yo terminé de cerrar la laptop luego de conectarla a la otra, paso por el escritorio de ella, cojo mi memoria y me dirijo a mi coche en el estacionamiento. Llego a la casa 20 minutos después de haber salido, dejo el auto en el garaje y entro por la puerta principal, pues tengo que ver si las cámaras de seguridad y el timbre funcionan bien. Solo llevamos tres días aquí y aunque me dijeron que todo está en orden, yo misma me tengo que asegurar que es verdad. Lo reviso y todo está perfecto. Al entrar, la cocina desprendía un sabroso olor. Me dirijo hacia allí y me encuentro con una señora mayor.

—Buenas noches, ¿usted es?

—Hola señorita Quinn, soy Scarlet Beckett, me mandó el señor S como su ama de llaves.

—Está bien Scarlet y puede llamarme Atenea.

Subo a mi cuarto, pero, allí está Wanda con unos papeles.

—Mira lo que encontré —me enseña unos documentos de contabilidad.

— ¿Qué es? 

                                              

—De la empresa del padre de Aarón. Son de contabilidad. 

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