Ethan Collins

  ¿Saben? A veces me preguntaba por qué estaba vivo, ¿Con qué objetivo vivir en un mundo donde no le importaba a nadie? Estaba rodeado de personas que me utilizaban a su antojo y francamente si yo muriera algún día... No les importaría, todos los días me obligaban a ir a esos sitios para envenenar a aquellos lo suficientemente estúpidos o curiosos para comprar la mercancía que yo les ofrecía.

  ¿Para qué estaba vivo?

  Y como cada vez que me hacía esa pregunta, la recordé a ella, la única persona que se preocupaba por mí, la única que lloraría o sufriría si un día los latidos de mi corazón se detuvieran, si un día yo dejara de existir. En un mundo donde mi madre me ignora y mi padre me usa como su esclavo, donde estoy en las calles todos los días, lidiando con traficantes, llevando siempre un arma conmigo y sabiendo que puedo llegar el momento en el que no pueda volver a casa. En un mundo donde mi vida peligra a cada instante. Yo solo estaba vivo para protegerla. Mi hermana quien sí tenía un futuro, quien aún sonreía con verdadera felicidad, quien aún conservaba la inocencia que yo había perdido hace mucho.Y solo por esa sonrisa es que yo había decidido que mi deber en esta vida era protegerla, pero falle.

  Nuestro mayor parecido era el cabello rubio y nuestra piel algo pálida, teníamos obvias diferencias físicas, en la forma de nuestra nariz o en sus cejas que eran más gruesas que las mías, pero la mayor diferencia eran nuestros ojos, ella tenía unos hermoso e impresionantes ojos azules, tan diferentes a mis ojos cafés o a los de nuestros padres. Aunque yo consideraba que su diferencia iba más allá de su apariencia, en sus ojos siempre había información corriendo, cientos de pensamientos ocurriendo tras esa cabeza  al mismo tiempo y estoy seguro que yo no podría seguirles el ritmo, pero aún más importante había una inocencia que yo creía perdida de la humanidad. Mi hermana con solo 13 años era la persona más inteligente y perspicaz que yo haya conocido, no había nada que no pudiera hacer con una computadora y el wifi del vecino y yo me había prometido a mi mismo ayudarla a cumplir sus sueños de ir a una buena universidad, de tener las oportunidades que a mí me negaron, por eso abandoné la escuela y visitaba los peores barrios de Brooklyn para vender la mercancía de mi padre, todo para que ella no tenga que hacerlo, nunca me había arrepentido de esa decisión hasta que mi trabajo le costó a ella esa hermosa sonrisa.

  De solo imaginar sus frágiles y delicados dedos que solo han sostenido lápices y presionando teclas de un computador sostener un arma me da náuseas, es mejor que yo lo haga, tal vez con 15 años me consideren un niño pero se manejarme en la calle, conozco la mente de las personas, se cómo manipularlos, se lo que piensan y cómo usar eso a mi favor. Había estado en las calles desde que tenía 12 años y creanlo o no yo me hice de mi propio nombre.

¿Drogas? ¿Armas sin registrar? ¿Información? Yo era tu hombre, los contactos de mi padre se volvieron los míos. Sus antiguos proveedores ahora eran mis socios. Y yo era conocido por mi apodo: Ghost.

  Se que parece algo casi imposible para un niño como yo tener los contactos o el poder que yo digo tener, obeter mi lugar no fue algo fácil o se hizo de un día para otro, las cosas realmente empezaron a cambiar hace un año y se fueron consolidando hasta hoy. Al parecer tenía un talento especial para meterme en la mente de las personas, era tan fácil para mí saber lo que deseaban, manipularlos. Creanlo o no, usar a las personas era más fácil de lo que muchos suelen pensar. Cuando sabes lo que desean todo se vuelve un juego de niños. Observar sus gestos, la forma en que sus pupilas se dilatan, la frecuencia con la que mueven sus extremidades o algo tan simple como el tono de su voz era todo lo que yo necesitaba para utilizarlos. Pero ni todos los trucos que aprendí en la calle me sirvieron a la hora de proteger a la única persona importante para mí.

  Si hoy me preguntas cuál fue el peor día de mi vida con sinceridad podría decirles que no lo sé, hasta ahora he vivido con un solo objetivo y por ese objetivo es que sigo viviendo y no es ninguna sorpresa para nadie que los peores días de mi vida sea cuando yo le falle a ella, a mi hermana Ava. Así que a mi parecer, yo tengo dos peores días de mi vida y ambos son tan horribles para mí que no puedo simplemente elegir solo uno de ellos. ¿Cómo podré dormir ahora? ¿Algún día llegaré a perdonarme por haberle fallado?. Yo era su héroe, maldición, un héroe que no pudo salvarla, la mirada de sus ojos nunca dejará mi memoria.

  Unos grandes ojos azules llenos de amor, admiración e inocencia, llenos de un brillo hermoso que yo deseaba proteger con todas mis fuerzas. Fueron reemplazados por unos ojos llenos de miedo, vacíos. Me miraron con miedo y juro por lo más sagrado que tengo. Juro por ella que nada me había dolido tanto como observar esos grandes ojos verme con miedo, los ojos que antes veían el mundo con fascinación ya no estaban, un cuerpo tembloroso y lleno de golpes acompañados de esa mirada rota y vacía, esa visión me perseguirá para siempre en mis pesadillas, en el fondo de mi mente hay una voz perversa que suena de forma muy inquietante como yo y que me dice una y otra vez; Esto es tu culpa, tú hiciste ésto. Le dijiste que la protegerías, le fallaste, le mentiste.

  Ese fue uno de los peores días de mi vida, ¿Quieren saber cuál fue el otro? Es muy fácil, cuando la abandoné.

  Dije que la protegería y falle, dije que nunca la dejaría sola ¿Y que hice? Dejé que esos bastardos me llevarán, debí saber que había algo mal, debí saber que nada que viniera de mi madre era bueno. Y hoy,meses después de prometerle que nunca la dejaría. Yo desaparecí. ¿Cómo sobrevivirá? ¿Dónde encontrará comida? ¿Qué ocurrirá con la escuela? ¿Qué pasa si alguien la lastima? Hoy vuelvo a odiarme a mi mismo como no creí posible, lo único que quería era cuidarla y aquí estoy, en un camión hacia un lugar desconocido acompañado de varios chicos que parecen tan perdidos como yo y con el horrible presentimiento de que no lograre salir.

  Aún recuerdo con una asombrosa claridad la primera vez que le fallé...

Las calles de Brooklyn me eran tan familiares como siempre, los callejones y los vagabundos que vivían aquí eran una visión común para mí. Observé los edificios deteriorados y la b****a a mi alrededor con satisfacción, al fin había logrado negociar con un proveedor importante por un gran cargamento, esto era justo lo que necesitábamos para pagar la deuda que tenía mi padre con uno de sus antigüos clientes. Íbamos a estar a salvó por primera vez en meses y Ava no tendría que dejar la escuela.

  Cambiaba con las calles de camino a nuestra casa más temprano de lo normal con la idea de darle las buenas noticias a Ava y a mis padres, pase por nuestra panadería favorita comprando los cupcakes de selva negra favoritos de Ava y unos de chocolate amargo para mí, cuando llegue a casa todo estaba inusualmente silencioso, automáticamente me tense, camine hacia la cocina porque era el camino más rápido para llegar a la habitación de Ava, pero ví que en la cocina estaba mi madre sentada frente a la isla de la cocina, no se movía en lo absoluto, me acerque a ella mientras dejaba la caja con los cupcakes en la mesa. Parecía tan ida que solo reaccionó cuando toque su hombro.

—¿Mamá? ¿Estás bien?— Mi madre no era de mis personas favoritas en la tierra, pero nunca la había visto así, eso me preocupó, que estúpido fuí. Ella también era culpable.

—Ethan... Qu... ¿Qué haces aquí‽ Es temprano— Un tono de voz irregular, unas manos que se retuercen y ligeras gotas de sudor que corrían por su sien, no había que ser un genio para saber que estaba horrorizada y yo no sabía que hacer, como siempre mi primer reflejo fue preguntar por ella.

—¿Dónde está Ava?— Seguía retorciendo sus manos, ¿En serio? ¿Qué m****a fue lo que hizo? ¿Por qué estaba tan asustada? —Mama, preguntaré esto una sola vez: ¿Qué le hicieron a Ava?— Ella seguía sin verme a los ojos, no me detuve a esperar una respuesta que sabía que no llegaría, golpeé la ensimera de la cocina con fuerza haciendo que ella se sobre salte al mismo tiempo que salí corriendo hacia la habitación de mi hermana ignorando la voz de mi madre que me pedía detenerme. Lo que ví en el pasillo me dejó helado.

Mi padre estaba hablando tranquilamente con él hombre al que le debíamos Miles de dólares, ¿Qué m****a hacía ese sujetó en nuestra casa?, Me acerque con rapidez hacía mi padre, cuando noto mi presencia lo ví palidecer a un ritmo alarmante y capté en su mirada el miedo, mis alarmas que ya estaban sonando desde que ví a mi madre en la cocina empezaron a enloquecer, ¿Qué fue lo que hizo para estar tan asustado de mí? ¿Qué le hizo a Ava? Mi visión se desvió hacia el hombre que lo acompañaba e hice una rápida inspección. Cuerpo sudoroso, mejillas algo sonrosadas, tenía los ojos algo dilatados, pero más importante aún, la bragueta de su pantalón estaba a medio abrir y logré captar en una de sus mejillas un gran rasguño al igual que en sus brazos había marcas de uñas. Mi visión se tornó roja, ante mi claramente había un hombre que recientemente había tenido sexo y por todo lo sagrado esperaba que la persona a la que tocó no fuera mi hermana, pero ¿Cuándo salen las cosas como quiero?.

—¿Qué hiciste?— Mi voz salió en un rugido estridente, lleno de irá, de odio, aún así no me respondió —¿QUÉ LE HICISTE? ¿QUE LE HICISTE A MI HERMANA? ¡CONTÉSTAME, MALDICIÓN!—

  ¿Qué obtuve? Silenció. Y eso fue lo único que necesite para saber lo que había pasado.

  La había entregado, había vendido a su hija, había vendido a mi hermanita. Se la entregó a un asqueroso traficante para saldar la maldita deuda en la que él nos metió. Esos hombres habían destruido lo que más amaba y yo no pude hacer nada.

  Ese día fue la primera vez que le fallé a mi hermana, fué la primera vez que la vi llorar. Fue la primera vez que me vió con miedo.

 Ése día habían destruido lo único que me importaba en el mundo y por eso yo los destruí a ellos.

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