CAPÍTULO 01| HEAVEN DAVIS

Heaven

¿Alguna vez han sentido esa necesidad de agarrar a una persona, que quieren mucho, por el cuello y apretarlo hasta que deje de respirar debido a que están en un punto de perder la paciencia? Es decir, no matarlo, pero sienten como esas ganas de tomar hasta la última opción para que esa otra persona se calle.

¿No? ¿En serio estoy a punto de perder la cordura yo sola?

Al parecer, sí.

—¿Y este? —de un momento a otro, sin darme cuenta, siento el teléfono chocar contra mi rostro. 

Cierro los ojos intentando mantener la paciencia que no tengo, y exhalo profundamente para no explotar, recordando que la persona a mi lado, es mi mejor amiga. Aprieto mis labios en una fina línea recta y debo contar hasta diez esperando no volverme una asesina tan pronto.

No cuando estoy a punto de terminar mi carrera. No pienso desperdiciar tantos años quemándome las pestañas para que la rubia de al lado me vuelva una asesina sangrienta.

Paciencia, paciencia dijo la tormenta.

—Juro por Dios que si vuelves a decir esas palabras, me tiraré de un puente —agarro el celular y se lo tiro— No —respondo por décima vez, con la esperanza de que deje el tema por el que llevamos peleando unas dos horas.

La mujer a mi lado frunce el ceño ante mis palabras y volteo un poco mi rostro para ver que se queda concentrada nuevamente en la pantalla de su celular. Suspiro un poco creyendo que no volverá a joder pero maldigo al haber celebrado antes de tiempo.

—¿Y el de acá? —nuevamente la misma acción.

Por favor, jefecito del cielo, ya llévatela.

—Tirarme de la ventana suena tan tentador —digo entre lamentos.

—¿Y este otro?

—Juro que empezaré a llorar.

—Este no está t-

—¡Estás a punto de alterarme los nervios, Paige, joder! —grito ya no soportando más su voz cerca a mi oído— Créeme que cuando te digo no es porque no me interesa ver tu maldito teléfono con fotos de hombres en él. ¿Lo captas? —pregunto ya desesperada porque me entienda.

Doy un manotazo al celular de mi mejor amiga apartando la estúpida foto que hay en él fuera de mi vista. En toda la tarde que llevamos pasando el rato en mi habitación, no ha hecho más que mostrarme fotos de chicos para decidir si me gustaban o no. 

Estaba a tal punto de estrés, que solo quería agarrar el teléfono y destruirlo contra la pared.

*Nos despertamos bravas, eh*

—Oh vamos Heaven, debes superar lo de Josh y salir nuevamente. —dice Paige quien se encontraba echada a mi lado, sobre mi cama— A este paso creeré que no lo has superado.

—Mira que la gente tiene derecho a ser estúpida, pero tú abusas de ese privilegio —digo con sarcasmo— Además, suerte que tanto tu comentario como el del resto de personas me valga una m****a —finjo una sonrisa en el rostro.

Mi amiga ríe acostumbrada a mi humor, sin entender que lo decía completamente en serio y bufo. Esto era la desventaja de que tu mejor amiga y tú tuvieran demasiada confianza. 

Ya no lograba mandarla a la m****a como me gustaría, o por lo menos no me tomaba en serio cuando decía que prefería cortarme la yugular antes de escucharla hablar sobre perfumes caros.

La confianza es un asco.

—¿Qué te cuesta conocerlo mujer? —me reprocha haciendo un mojín con sus labios.

Lo único que aparece en mi rostro es un gesto de desagrado. Solía usar esa cara cada vez que intentaba convencerme de algo. ¿Lo peor? Es que como estúpida solía caer todo el tiempo en ello.

—¿Además de perder mi tiempo? —pregunto con obviedad— No necesito tener más gente a mi alrededor. A las justas te soporto a ti —la señalo.

—Hey —se queja, lleva una mano a su pecho fingiendo indignación por mi comentario—, amas pasar tiempo conmigo —aclara y ruedo los ojos— Además, el tema de Josh aún no quedó tan "superado" para ti, al parecer —hace las comillas con sus dedos.

Y seguía la mula.

—¿Y quién te ha dicho que no lo he superado? —frunzo el ceño— No, peor aún, ¿quién te ha dicho que tengo que superarlo? Es decir, es Josh del que estamos hablando.

—Estuviste dos años con él.

—¿Y?

Alzo las cejas en un intento que siga explicándose.

—Entonces no entiendo por qué no quieres salir con este chico —se vuelve a quejar y coloca su teléfono frente a mi rostro— Está muy lindo.

Ruedo los ojos y arrancho el celular de sus manos con brusquedad, lo que logra hacer que se queje. Veo la pantalla del teléfono y no puedo evitar soltar un bufido por la estupidez que leo.

Hiciste match con Kai William.

Que asco.

*Hey, está demasiado lindo*

Cállate, conciencia. Hazme el favor.

Con el nombre del tipo frente a mis ojos, solo hace que mi mente vuelva al recuerdo del único ex novio oficial que he tenido. Josh Hertz, la mejor relación que he tenido hasta ahora —según Paige— y que por "tonta" lo dejé ir. 

Lo conocí debido a que era la nueva chica asocial de mi instituto. Cuando recién entré en ese lugar, la única persona con la que hablaba era Paige, aparte de que odiaba estar rodeada de gente. 

Cada vez que las personas se me acercaban, mi actitud cambiaba a una demasiada borde lo que los obligaba a alejarse de mí pues no encontraban sacar tema de conversación conmigo y esa era mi arma secreta. Siempre me molestaban por ser la chica nueva y lo peor, por ser extranjera.

 Ser alemana no fue fácil cuando recién llegué a Londres. No entendía nada del idioma y se me tornaba muy difícil poder aprenderlo. Haber tenido toda una vida en Alemania, aunque vida no podría decirse a lo que viví allá y todo lo que me obligaron a hacer. 

Por suerte, al ser una muchacha de 16 años, cuando mis padres me habían sacado al parque del vecindario para que según ellos, pudiera "socializar", otra chica llegó a mi lado para quitarme uno de mis audífonos al instante en que decidí quedarme leyendo un libro en una de las bancas.

Era obvio que, como buena chica asocial, odiaba que agarraran mis cosas sin mi permiso y mucho más cuando se osaban a tocarme sin ningún tipo de permiso de mi parte. Le quité mi audífono con fuerza y la empujé del hombro tan fuerte que logré tirarla al pasto.

Esto es mío —siseo entre dientes para colocar el auricular en mi oreja y volverme a sentar en el mismo banco sin tener las ganas de disculparme.

De reojo puedo ver como la rubia se pone de pie y se sacude el pantalón antes de acercarse nuevamente a mí, sentándose justo a mi lado, no respetando el espacio personal que yo tanto adoraba.

Eso me dolió. se queja la desconocida.

Pues me alegro, no se agarran las cosas de los demás —aclaro.

Hablas raro.

Ruedo los ojos al estar acostumbrada a escuchar los mismos comentarios todo el tiempo en la escuela. Bufo, cerrando el libro con molestia, al ser consciente que no me dejará leer tranquila a menos que la bote.

Tú eres rara contraataco.

Creo que se va a ofender por el ceño fruncido de su rostro pero nuevamente la muchacha rubia logra sorprenderme cuando en lugar de insultarme de vuelta, comienza a reírse como estúpida debido a mi comentario y yo más confundida no puedo estar.

Me agradas, seremos grandes amigas. me tenso cuando me abraza— Soy Paige.

Heaven.

Luego de esa tarde, había conseguido mi primera amiga o bueno, persona que no deseaba tenerla a veinte metros a mi alrededor. Supongo que el que pudiera soportar mi borde personalidad me hacía digna de respirar su mismo aire a un metro de distancia.

¿Cómo permití que Josh se acercara a mí? 

Esa es una muy buena pregunta y la verdad, no sé que contestarte. 

Josh y Paige eran mejores amigos, así que no me quedo más remedio que también compartir oxígeno con ese muchacho. Lo que no tenía en cuenta es que a pesar de mis intentos de pasar desapercibida con ropa holgada y estar lo menos arreglada posible, aún las personas del sexo opuesto me consideraba atractiva.

Eso sucedió con Josh.

Mi amiga se había dado cuenta que le gustaba a su mejor amigo e hizo de cupido. El chico estuvo detrás de mí desde los 17, todo un año cumpliendo caprichos míos, y eran caprichos porque trataba de alejarlo de mí de todas las maneras posibles, pero no se rendía el muy maldito.

Intenté de todo, lo juro, pero nada, el muchacho no se rendía. Hasta que harta de sus insistencias, acepté ser su novia hace dos años. 

Es decir, ¿quién no acepta después de 6 años de insistencias? Incluso no le interesó el hecho de que fuéramos a estar en distintas universidades. Utilicé la excusa de que la relación a distancia no funcionaría porque él se iría a otro país con su familia pero el tema "relación abierta" fue lo mejor que se le puso ocurrir a último minuto.

Nuestra relación fue ¿buena? No sabía como explicarlo. Por lo menos el sexo era bueno. Yo siempre había sido una mujer de afecto demasiado carnal. Me gustaba el sexo, mucho. Paige solía molestarme diciendo que era ninfómana pero no era así. Sólo que disfrutaba mucho mi sexualidad como para limitarme tanto.

Cuando empecé esa relación, obviamente no era virgen, lo había perdido mucho antes con un chico cualquiera. Fue solo para experimentar, sin sentimientos. No era buena recibiendo cariño por parte de otras personas que no sea yo misma. Ya ni me acordaba quién fue aquel muchacho.

Un minuto de silencio por ese pobre chico. Nunca sabremos su nombre.

A principios de este año, justo en mi cumpleaños, que fue en año nuevo, pasé las fiestas con Josh y su familia. Me sentía ansiosa y estresada por todo el tema de su familia queriendo estar alrededor mío. No pude, me sentía estresada así que no se me ocurrió más remedio que terminarle ese mismo día antes de tomar caminos separados debido a la universidad.

Sí, no era buena buscando momentos oportunos para ese tipo de situaciones, pero es que ya estaba cansada.

Paige me odió por unas cuantas semanas por haber roto el corazón de su mejor amigo, pero es que en realidad era su culpa. Ella trató de jugar a la celestina con los dos, solo que le salió el tiro por la culata. Desde que me conoció, supo que no era cariñosa, ni atenta y muy pocas veces me interesaba en las personas, aunque también fue mi culpa por no haber dejado las cosas claras desde el principio.

No puedo negar que Josh fue un gran apoyo en los momentos que me sentía demasiado vulnerable emocionalmente. Aunque nunca le contaba mis problemas, él estaba ahí y se lo agradecía. Siempre trataba de demostrar lo fuerte que era, pero incluso siendo la mujer con el caracter más duro del mundo, hay aquellos momentos que te debilitan. 

Estaba bien soltera, no tenía que preocuparme por hacer sentir mal a la otra persona por mi actitud y era meramente tranquilizador.

Pero eso no duró mucho pues mi querida celestina —nótese el sarcasmo— quiso aparecer de nuevo. La idiota de mi mejor amiga me había creado una cuenta en Tinder, sin mi autorización, creyendo que seguía prendida de mi ex novio. Una relación de dos años de la cual fue una total pérdida de tiempo para mí. Sinceramente cuando cortamos me sentí más aliviada que triste. 

Supongo que la rutina es mucho más fuerte que lo que uno puede llegar a sentir por alguien.

*O fuiste una perra de m****a que jugó con sus sentimientos*

—No entiendo por qué pierdes el tiempo con esa tontería —empiezo a reclamar, devolviéndole el celular.

—Para que tu nombre signifique "cielo", eres un ser muy cruel.

—Culpa a mis padres, no tenía criterio cuando nací para poder elegir mi nombre —hago una mueca— Y no se que tiene que ver eso con mi nombre.

—Es porque supuestamente estar en el "cielo", es sinónimo de bondad y buenas vibras —ladea su cabeza a un lado— Y tú lo único que causas es miedo. —responde inocentemente.

—Lo tomaré como un cumplido —me burlo.

—¿Puedes intentarlo por lo menos? —vuelve a rogar— Él chico esta muy guapo.

Saca nuevamente el tema de las citas y la cara que le dedico no es para nada amigable.

—¿Ya ves que sí das miedo? —pregunta, nerviosa.

—¿Y por qué tu no sales con él entonces? —me cruzo de brazos.

—Tengo novio, ¿se te olvidó?

—Pues... —me quedo callada cuando veo ahora la mirada que me da.

No es que a Adrian Preston se pueda llamar el mejor novio del mundo. Para mí solo era un tipejo que tuvo la suerte de consquitar a mi amiga y es que como no lo iba a hacer, si le cumplía cualquier capricho que se le ocurría. 

Paige se sentía toda una princesa y bueno, ¿quién soy yo para meterme en su relación? Mi deber era estar ahí para ella, siempre. Y también apoyar las ideas que se le ocurrían aunque éstas terminaban siendo estúpidas e incluyéndome.

—¿Adrián? Estamos hablando de Adrían, ¿sabes?

—Sí, sé como se llama mi novio, Heaven.

—¿Entonces?

—Que la infidelidad es mala.

—Siempre y cuando la otra persona no se entere. —me encojo de hombros— ¿No te dijeron que las mujeres tienen habilidades de volver amigos al ganado? Lo hacen los hombres, ¿por qué las mujeres no?

—¿Eso no hizo Madeleine el año pasado, en una fiesta?

—Esa mujer fue una genio —sonrío.

—Si tu concepto de genio es que tu novio se vuelva mejor amigo de tu amante, debes estar mal, mujer.

—La chica supo jugar bien con los dos lados sin que se enteraran. Eso es un talento que no todas tienen. Además los hombres también lo hacen pero no tienen el suficiente intelecto para evitar que los descubran —admito— Culpa de ellos, no nuestra —aclaro, encogiéndome de hombros.

Paige está a punto de replicar mi poca importancia en el tema, cuando unos toques en mi puerta la interrumpen. Mi madre se asoma con una sonrisa y una bandeja entre sus manos donde habían dos emparedados y vasos con jugo.

Siento como la incomodidad aparece de inmediato en mi cuerpo y comienzo a rascarme la piel del cuello al sentir la ansiedad de tener a mi madre en mi espacio personal. Simplemente no podía soportarlo, era un tema que no se había eliminado así intentara un montón de cosas.

Tener a mis padres a mi alrededor no me gustará. Nunca.

No después de lo que pasó.

—Seguro tienen hambre —habla mi madre dándose pase al interior de la habitación, empujando la puerta con su cuerpo. Entra con una sonrisa.

—Yo sí y mucha —responde mi mejor amiga al lado— Soportar a su hija requiere demasiada energía, señora Davis —ruedo los ojos ante su comentario.

Paige salta de mi cama y ayuda a mi madre. Yo no me muevo de mi sitio y suspiro. Me empiezo a apretar las uñas contra mi palma.

—Heaven —llama mi madre y mis alertas se encienden cuando veo que se sienta sobre mi cama—, ¿ya pensaste en cambiar de carrera?

Otra vez con lo mismo.

La miro seria e intento controlar las ganas de responderle de mala manera al seguir insistiendo con el mismo tema desde hace unos meses, cuando se enteró que volvería a la universidad después de congelar mis estudios hace unos años. 

Una rehabilitación solía tardar unos cuantes meses.

Por suerte papá estaba de viaje porque si no, tendría a los dos todo el tiempo detrás de mí. Aunque de igual manera él era mucho más comprensivo con el tema. Él sabía que amaba mi carrera y que por ningún motivo dejaría de estudiarla. 

Lamentablemente mi madre no lo entendía.

Sin responder, salgo de mi cama y agarro la cajetilla de cigarros que se encontraba en mi cómoda. Abro mi ventana y me siento en la camilla que hay junto a esta, enciendo el primer cigarrillo, y exhalo conteniendo el humo en mi sistema para poder relajarme.

—Heaven, sabes que no puedes hacer eso.

Volteo a verla.

—No me matará ahora, no te preocupes.

—La doctora acordó contigo que dejaras eso para no incrementar tu ansiedad.

—Yo nunca dije que sí. Tú lo hiciste —boto el humo por mi nariz, logrando que mi madre bote un suspiro resignándose a que no le haría caso.

Siempre he sufrido ansiedad y estrés debido a hechos que ocurrieron en mi pasado y llegaron a incrementar más en estos últimos tres años. Solía fumar demasiado desde que sentí por primera vez el efecto que causaba la nicotina en mi cuerpo, aunque obviamente empecé a experimentar con otras sustancias que lograban que el efecto quedara más tiempo en mi sistema.

No estaba orgullosa pero era algo que no quería dejar de sentir.

Mis padres ya estaban cansados de recriminarme todo el tiempo. Las incontables veces que iba a rehabilitación para eliminar todo rastro de droga en mi sistema era una pérdida de tiempo pues siempre volvía a la misma m****a. Ellos no desistían de ganar dinero en ello pero ya no es mi culpa.

Era ya pan de cada dia que nuestras discusiones terminaran siempre en lo mismo. Me quitaban los cigarros y me escapaba por semanas, hasta que me llamaban diciendo que me los entregarían si volvía a casa.

Es por eso que mi padre se había rendido, pero Elizabeth Davis no.

—¿Cambiarás de carrera o no? —pregunta otra vez y sentía como la respuesta me ahogaba.

—Mamá no estudiaré medicina como lo quiso Nate. Debes superarlo, ya.

—Pero hija, esa carrera es muy hermosa. A tu hermano le hubiese gustado que-

—¡Pero él no está! —grito, cansada.

—Heaven... —intenta meterse Paige.

—Por si no te diste cuenta, él no está desde hace seis años. No pienso estudiar algo que él quiso porque no es lo que yo quiero. ¡Supéralo ya o vive con la decepción! ¡Tú decides! —termino por decir y quedo con la respiración agitada.

Rápidamente noto los ojos de mi madre cristalizarse por las lágrimas que se le acumulan en ellos. Maldigo internamente y tiro el cigarro que tenía en la mano por la ventana para agarrar mi cabeza y cerrar los ojos. Suspiro e intento calmar mi intranquilidad por la maldita discusión.

—Lo siento, no quise decirlo así —me disculpo después de estar minutos en silencio.

Vuelvo mi mirada hacia mi ventana y saco otro cigarro de la cajetilla para encenderlo.

—Está bien —susurra mi madre.

Ella aún no entendía que odiaba hablar sobre ese tema, siempre me tenía que presionar con lo que quiso que hiciera mi hermano cuando estaba vivo. La herida aún no cerraba a pesar de todos estos años y ella siempre lo sacaba a flote, incluso dolía más al recordar que no sabía toda la verdad.

—Seguiré con mi carrera te guste o no. Yo me pago mis estudios así que respeta mi decisión de una vez —siseo entre dientes intentando sonar lo más calmada posible.

—Sólo quise-

—No vuelvas a sacar este tema. Sólo me falta un año y no tiraré todo lo que he estudiado por la borda sólo porque no lo quieres aceptar.

—Lo siento, hija.

—Sólo... ya déjalo estar, mamá.

Ella asiente pero no dice nada más. Yo tampoco estoy dispuesta a seguir conversando así que decido a sólo fumar lo que queda de mi cigarrillo. Paige con obvia incomodidad trata de aligerar el ambiente.

—Mire... señora Davis, tengo una sorpresa para usted —habla con emoción fingida.

La mirada de mi madre se dirige al celular de mi amiga y su rostro muestra confusión pues claramente aparecía la foto de un muchacho en el aparato.

—¿Y ese muchacho?

—Ese será el nuevo novio de Heaven —dice Paige demasiado entusiasmada para mi gusto.

Otra vez mi madre se dirige a mí y ruedo los ojos.

—Paige quiere que tenga una cita por lo de Josh.

A pesar de que ella nunca lo había visto, si sabía de su existencia. Esa fue una de las razones por la que terminamos. Nunca lo quise presentar con mi familia y era algo que Josh me reclamaba todo el tiempo. 

—¿Y vas a salir? —pregunta mi madre con ligero asombro.

—¿Alguna vez he tenido oportunidad para no hacer lo que a esta loca se le cruza por la mente?

Paige voltea a verme con una sonrisa parecida a la del Joker.

—¿Eso es un sí?

—Eso es un "para que me dejes en paz" —aclaro.

Termino el cigarrillo y lo boto por la ventana.

—Ahora mismo me pongo a hablar con el chico.

Agarra su celular y teclea como loca.

—Bien, pero tengo una condición.

—No serías tú si no dieras condiciones para algo.

*Tiene razón.*

Ay, tú cállate.

—Tú... —la señalo—, vendrás conmigo.

—¿Ah? —dice con confusión.

—Le dirás a ese tipo que lleve a algún amigo. No pienso estar sola entre tanta gente que no conozco.

—Heaven, si sabes lo que es una cita, ¿cierto?

—¿Y acaso me has visto con cara de que me importe? —remedo el mismo tono que usó.

Page rueda los ojos y no me vuelve a mirar, veo a mi madre caminar hacia donde estoy y la realidad, me sorprendía realmente su presencia. Es una mujer muy hermosa, teníamos el mismo tono de cabello, sus ojos eran grises y los de mi padre, verdes. Yo había sacado los ojos ámbar verdosos.

En realidad, me parecía demasiado a ella...

—Has vuelto a tener pesadillas, ¿cierto? —dice a mi lado con su mano sobre mi cabeza.

No otra vez.

—Me escuchaste... —murmuro.

—No es que nuestras habitaciones estén tan lejanas, hija —aclara— Sé muy bien que no me estas diciendo toda la verdad Heaven, podrás haber engañado a tu padre pero a mí no. Y sé que ya han pasado seis años pero al parecer para ti sigue estando muy presente.

—No me interesa engañarlos o no. Yo ya dije todo lo que pasó. Desde hace seis años lo vengo repitiendo siempre y si no quieres creerme, pues no es mi problema —mi voz sale más dura de lo que quise— Las pesadillas vienen y van. No es nada del otro mundo —la escucho suspirar y regreso la vista a mi ventana.

—Algún día comprenderás todo lo que intento hacer para ti —dice antes de depositar un beso en mi cabeza.

No respondo. No quería volver a tener esa debilidad que me ponían en evidencia cada vez que tenía esa pesadilla. El día que mi hermano murió. El día que...

—Heaven —la voz de Paige me hace voltear a verla y me doy cuenta que mi madre ya se ha ido.

—¿Qué? —pregunto limpiando disimuladamente una lágrima que caía por mi mejilla.

—Creo que tenemos una cita doble —murmura, coqueta.

Llega hasta mi lado y yo vuelvo a sacar otro cigarrillo. Lo enciendo y lo dejo entre mis labios mientras Page me da su teléfono.

Kai William: Hola 5:23pm

Heaven Davis: Hola, guapo. 5:23pm

¿En serio?

Volteo a mirar a mi amiga para mostrar mi desagrado y ella sonríe con inocencia.

Kai William: ¿Te apetece quedar algún día? 5:24pm

Heaven Davis: Claro, pero tengo una condición. 5:24pm

Kai William: ¿En serio? 5:24pm

Heaven Davis: Debes llevar a un amigo contigo y yo llevaré a una amiga. 5:27pm

Heaven Davis: No me gusta salir a solas con un desconocido. ¿Aceptas? 5:27pm

Kai William: Si con eso salgo con una preciosura como tú, pues claro. 5:30pm

Heaven Davis: Perfecto, ¿te parece el viernes? Pásame la dirección. 5:30pm

Kai William: Si, ¿conoces la cafetería Presto? 5:31pm

Heaven Davis: Obviamente, te veo a las 5pm 5:31pm

Kai William: Listo, nos vemos. 5:32pm

Termino de leer la conversación y le entrego el teléfono.

—Esto me sigue pareciendo demasiado estúpido —boto el humo en la cara de mi amiga.

Esta se queja y me golpea.

—Para ti todo es estúpido.

—¿Cuándo volverá el estúpido de tu novio? —digo remarcando la palabra "estúpido" haciéndola cabrear.

Vuelvo a dar una calada a mi cigarro.

—Ya te dije que no le digas así —se agarra el puente de la nariz— Llega en dos semanas. Por favor no te metas con él, ¿si? Ya hasta le das miedo.

—Mejor, se mantiene alejado.

Mi celular vibra en mi cama, doy una última calada a mi cigarro y lo vuelvo a botar por la ventana. Me dirijo a mi cama y agarro el artefacto, tengo un mensaje, lo leo y al instante sonrío a medias.

—Oh no, no, no, no. —dice Paige dirigiéndose a mi lado y tratando de quitarme el celular— No volverás a hacer eso.

—¿Qué cosa?

—Tu sabes a qué me refiero Heaven. Le prometiste a tus padres que-

—¿Y cuando yo he cumplido las promesas que le digo a mis padres? —frunzo el ceño.

—No puedes hacer esto de nuevo. Ya van dos veces, Heaven. ¿Cuándo entenderás que esto algún día te terminará matando?

Su cara de preocupación lo decía todo.

—Si sabes que es algo inofensivo, ¿cierto? Lo tengo todo controlado.

—Desde hace varios meses llevas consumiéndolo Heaven y recién saliste de rehabilitación. Debes dejarlo ya —dice seria— Suficiente tienes con los cigarros y ahora esa porquería.

—Lo tengo controlado —digo entre dientes— Ya mejor vete. Vas a empezar con tus reproches maternales de nuevo y de verdad no tengo tiempo ni ganas de escucharte.

Paige bufa y resignada agarra su bolso y se va tirando un portazo que seguramente mi madre ha escuchado. Pero que fastidio resultaba ser mi mejor amiga a veces. Agarro mi celular y llamo al contacto del mensaje. Dos timbradas y me contestan.

Pequeña sanguijuela —dicen al otro lado de la línea—¿A que te gustó mi mensaje? —ríe.

—¿Cuánto tienes? —pregunto, directa.

Tres.

—¿Dónde estás?

En el lugar de siempre, princesa —anuncia y cuelgo sin responder

Coloco mi celular en el bolsillo de mi casaca y salgo de mi habitación. Bajo las escaleras y noto aún a mi madre en la cocina.

—Voy a salir —anuncio.

—¿A dónde?

—Saldré con Ryder.

Mi madre hace una mueca cuando escucha el nombre y entiendo el por qué. A ninguna madre le gustaría que su hija salga con un tipo sabiendo lo que hacen.

—Heaven... —empieza a decir.

—Ya tengo 25 años, sé lo que hago —digo antes de que empiece con lo de siempre— Solo te vengo a avisar para que no te quedes esperándome —me apoyo en el marco de la cocina con los brazos cruzados— Pronto volveré a la universidad y no tendrás que preocuparte más por mí.

—Hija-

—Mamá basta, ¿si?

—Pero...

—Adiós. —digo sin más y salgo de mi casa.

Suspiro tratando de quitar toda la tensión que hay sobre mí desde que todo empeoró. Llego donde mi motocicleta y subo, doy una mirada rápida a mi casa y sé que ahora mi madre está llorando.

Siempre es lo mismo.

Cada vez que salía de casa por la misma razón, mi madre no aguantaba la tensión y lloraba. Una vez, cuando me olvidé las llaves de mi moto, la encontré sollozando en la cocina con una foto de mis abuelos en la mano. Aún no olvido esas palabras que pronunció en ese instante.

"He tratado de protegerla de todo esto, pero es imposible. Lo lleva en la sangre."

Lo que nunca llegué a entender es sobre a que se refería con "todo esto". Mi madre era consciente de mis vicios pero sentía que había algo más que eso. Algo más de lo cual no era partícipe pero dejé de tomarle importancia hace mucho.

Prendo la moto y arranco hacia el lugar donde puedo olvidar toda esta m****a aún sabiendo que no está bien. Sabiendo que no debería hacerlo. Pero es imposible. Necesito dejar de pensar por un momento que fui la culpable de esa noche.

La noche donde todo se fue a la m****a.

[***]

Aspiro toda la línea blanca que se encuentra en la mesa de este maldito lugar. Me pica un poco la nariz pero me limpio, vuelvo a sentarme recta en el sillón y tiro mi cabeza hacia atrás para empezar a sentirme relajada.

Un mundo donde no había problemas. 

Ni llantos. 

Ni dolor. 

Ni culpa.

Mi cuerpo parece anestesiado por la sustancia que acabo de consumir. Mis ojos se cierran un poco por la paz que sentía en ese momento y no quería que nadie pinchara esa burbuja. Maldición, se sentía tan bien, pero no duró por mucho, lamentablemente.

—Sinceramente no pensé que vendrías. —dice Ryder a mi costado.

Giro mi cabeza y lo miro.

Un hombre guapo de 33 años, rubio de ojos celestes, mandíbula perfecta y unos labios gruesos, perfectos para morder y chupar. Alto y musculoso, tales como me gustan, su cuerpo está cubiertos por algunos tatuajes en sus brazos, pechos y parte de su cuello.

Lo conocí a los 19, dentro de un grupo de "amigos". La atracción física fue inmediata al momento de conocernos. Luego de mi relación con Josh, vine hacia él. Siempre le tuve ganas pero me enseñaron la fidelidad y el honor desde pequeña, así que tuve que respetar mi relación.

*Que irónico. A Paige la incitas a ser infiel.*

Incito, más no obligo.

Follé con él unas cuantas veces pero luego de un tiempo, me aburrí.

Corté todo tipo de relación sexual con Ryder en el momento en que mi mente ya no tenía tiempo por preocuparse por sexo de una noche. Obviamente a Ryder no le gustó para nada el que cortara dicha relación de "follamigos" pero a pesar de que ya no lo hacemos, este pequeño vicio es el que nos une.

—¿Y eso por qué? —pregunto.

—La última vez que lo hiciste, no fue nada bueno, Heaven. —dice repitiendo la misma acción que había hecho yo hace unos segundos— Y pensándolo bien, no puedes seguir haciendo esto.

Como olvidar el día que tuve una sobredosis por tercera vez. Ryder se había asustado demasiado y yo también, creía que ya no tenía salvación. Por suerte, me llevaron al hospital a tiempo y debido a que era mayor de edad, no tuvieron que llamar a mis padres. De la que me había salvado.

—Ya vete a la m****a Ryder, tú eres el que me llama —molestia se nota en mi voz.

—Lo sé y odio tener que hacerlo. Eres una niña Heav, no deberías estar haciendo esto —suspira.

—Te recuerdo que tengo 25 años.

—Cuando te conocí era unas niña —aclara— Una que sabía mucho más de este mundo de lo que me pude imaginar.

—No creías que era tan niña cuando empezamos a coger —me burlo.

—Pues créeme que no tenías cuerpo de niña —muestra una sonrisa pervertida— Pero hablo en serio cuando digo que ya debes parar.

—Ya estoy a punto de ir a la universidad y ya no tendré tiempo para esto —señalo todo lo que hay en la mesa.

Sobres de cocaína se encontraban esparcidos, además de unos porros de marihuana y unas cuantas cervezas.

*Menuda fiestecita te has tirado.*

"Heaven" no es el mejor lugar para una chica. Siendo sincera, no era lugar para nadie en absoluto. ¿Por qué lo digo? Por la simple razón de que este es un escondite para poder seguir con tus vicios de m****a que no te llevarán nunca a nada bueno.

*Vaya, nunca lo hubiese imaginado.*

Ya, cállate, maldita sea.

*Me callaré el día en que te mueras. Oh cierto, ya estás cerca a ese final.*

Este lugar tiene muchos años abandonado pero los drogadictos de la zona lograron amueblarlo para que se vea un poco más ¿decente?

*Decente para drogadictos. Que ironía.*

Tenía muebles viejos que la gente botaba porque estaban demasiado feos pero aquí por lo menos nos servían. No había luz así que se las ingeniaron al colocar una luces rojas por el lugar. Si no supieras que este es un lugar para vicios fácilmente podrías creer que es un prostíbulo.

—Es irónico que tu nombre signifique "Cielo" y este lugar sea todo lo contrario.

—Ya eres la segunda persona que me lo dice.

—No puedo dejar que sigas haciendo esto Heaven. No pienso cargar con la muerte de otra persona por esta m****a.

—No soy Samantha, Ryder, yo si sé controlarme.

Me encuentro ya irritada de que las personas piensen que no puedo hacer esto a mi manera. La hermana de Ryder murió el año pasado por sobredosis. Aunque la conocí siendo toda una drogadicta sin dicha de salvación, me caía bien. Me dio un poco de pena cuando falleció. Era la única chica, además de mí, que venía a este lugar. No éramos las grandes amigas, pero cuando estábamos sobrias, teníamos buenas charlas sobre cualquier tema en particular.

—Eso mismo dijo ella.

Ryder se tira hacia atrás con una cerveza en la mano.

*Y mira que bien muertita está.*

Eso fue cruel.

*No puedes reclamarme, tu tampoco eres nada sutil.*

Vuelvo a mi posición inicial y cierro los ojos tratando de no sentir culpa de lo que hago por mis padres. No necesito sentirme más m****a de lo que ya me siento. Pero joder, no podía dejar de pensar en ellos. Sé que estaba siendo muy egoísta al actuar como ahora. Sentía pena por ellos pues ya habían perdido un hijo.

Claro está que no querían perder otro.

*Pero a la señorita le da totalmente igual.*

¿Por qué siempre debes ser tan correcta?

*Soy tu consciencia imbécil, ¿qué esperabas?*

Minutos pasan y siento el cuerpo de Ryder más cerca al mío. Su respiración en mi cuello logra hacerme entender lo que quiere hacer. 

No pasa ni dos segundos cuando su labios empiezan a esparcir besos por mi zona expuesta. Una de sus manos acaricia mi abdomen y empieza a subir lentamente causándome cosquilleos en mi zona inferior.

—Ryder, no... —murmuro— Estamos demasiado drogados —trato de detener su mano.

—Sólo quiero intentar algo —aclara y dejo que me tire sobre el asqueroso sillón mientras que él se mantiene sobre mí.

Pierdo todo tipo de decisión en el momento en que desprende el botón de mi pantalón y dejo que me lo baje junto a mis bragas. Desnuda de cintura para abajo, coloco su chaqueta debajo de mi culo para no tocar el sofá y me coloco en mejor posición para estar bajo de él.

—¿No que no? —pregunta, burlón.

—Joder, sólo hazlo.

Una sonrisa traviesa aparece en su rostro y yo sólo puedo moder mi labio inferior con fuerza cuando veo bajar su cuerpo hasta que su rostro queda justo frente a mi sexo. Siseo y jadeo bajo en el instante que siento su respiración sobre mi clítoris. 

Estoy a punto de reclamar que demore tanto pero justo en ese momento una lamida sobre mi sexo me sorprende causándome un fuerte gemido. 

Bien. A la m****a con el "no contacto sexual" con este hombre.

Me dejo hacer y deshacer como él quiera. Mi mano derecha se alza justo sobre su cabello cuando siento que debo llevarlo a mi ritmo y el idiota no se queja. Cierro mis piernas con su cabeza sobre ellas y el sonido de sus lamidas junto a la pentración de su lengua sólo logra excitarme aún más.

—Mierda... —maldigo cuando siento el placer acumularse en mi vientre.

Mis caderas comienzan a moverse mucho más rápido a la vez que sus lamidas incrementan en su velocidad. Ryder chupa y muerde con fuerza pero sin hacerme daño, como me gusta. Como él sabe que me gusta y el grito que sale de mi garganta me causa verguenza a la vez que me importa una m****a.

Mis piernas tiemblan y quiero alejarme pero el rubio no me deja porque me agarra de la cadera con fuerza siguiendo con su tortura, alargando mi orgasmo y los espasmos que le siguen.

Mi pecho sube y baja con rapidez. Paso una lengua por mi boca y río como idiota al ser consciente que he vuelto a caer en este círculo tóxico sexual con el idiota que ahora saborea su boca en mi cara.

—Deliciosa como siempre —murmura y sigo riendo hasta que escucho el cierre de su pantalón.

Mi cuerpo se tensa y bajo la mirada hacia dónde está su mano que se encuentra a la altura del botón de su jean. Alzo la mirada hacia Ryder que me ve con el ceño fruncido seguro por el gesto que tengo en el rostro.

—¿Se puede saber qué haces? —pregunto, confundida.

—No me dejarás a medias, ¿cierto? —cuestiona como si fuese obvio y alzo las cejas.

—Te recuerdo que tú quisiste lamerme el coño —digo sin verguenza— Nunca te ofrecí nada a cambio —aclaro, apartándome de él, volviendo a vestirme por completo.

*Drogada pero no pendeja.*

—Heaven, ven aquí —habla con dureza.

—He dicho que no —me levanto, molesta— Me voy. Gracias por el orgasmo, bonito.

Agarro mi celular y mi chaqueta que se habían quedado encima de una silla, camino hacia la salida mostrando un poco de seguridad en mi decisión.

Joder, un poco de sexo oral y el idiota ya se toma atribuciones que no le pertenecen.

—Sales por esa puerta y no vuelves a saber de mí ni de tu vicio —vuelve a hablar, a mis espaldas y sé que intenta amenazarme.

Río por sus palabras, negando con la cabeza. Está muy equivocado si cree que por sus estúpidas amenazas puede tener control sobre mí. Yo ya no soy la niña débil de antes, a mi no me vuelven a tratar como si fuera poca cosa. 

Me podrán joder una vez, pero nunca dos veces.

Giro lentamente con una sonrisa en mis labios.

—Suerte que no soy una adicta como tu hermana.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo