La esposa de la muerte
La esposa de la muerte
Por: Rilijik
Capitulo 1

Los seres vivos hemos existido por miles y miles de años, en cualquier forma de vida o especie, pero siempre existentes, que con el paso del tiempo fueron evolucionando y con esto nuevos seres que se hicieron llamar hombres pensantes, iniciando la domesticación y caza de animales y el descubrir de un sinfín de cosas, tanto buenas como malas. 

Poco a poco el mundo que alguna vez fuera dominado en un principio por tan solo bestias y animales fue tomando forma, claro que evolucionar hasta la era actúal tomó años, miles de años, pero el renacer de un nuevo mundo trae consigo consecuencias, maldad, enfermedades, ambición de poder y avaricia, hicieron la guerra, la esclavitud, el racismo, pero también crearon leyes para hacer la vida un poco más justa, aunque en ocasiones fuera imposible, también crearon religiones a quienes les dieron un dios que nadie había visto y solo se rumoraba que existió hacía miles de años pero que nadie en la actualidad lo había visto.

 Solo aquellos que se creían superiores a los fieles seguidores de la religión, decían tener supuestamente un gran acercamiento con el señor de los cielos y eran ellos quiénes comenzaron a dirigir a aquellos que los seguían, diciendo que estaba bien y que estaba mal, comenzando hacer jerarquías en dónde dejaba dudas de si ser humilde era la verdad de Dios.

La gente siempre queriendo imponer las reglas a los demás, aquél que tiene más poder es el que decide por los demás, siempre a su conveniencia, la gente era egoísta, soberbia, mentirosa, envidiosa e inhumana entre ellos mismos, además de asesinos, pero había un ser a quien no le importaba quiénes eran unos y otros, o a qué generó, religión y política pertenecían, ese ser solo iba por ellos tarde que temprano, algunos se iban antes que otros pero al fin de cuentas todos terminaríamos igual.

Podían celebrar la vida, pero también lloraban la muerte. La muerte ¿Qué era la muerte? ¿por qué debían de morir los seres queridos? Una pregunta que todos nos hacemos y se venía haciendo desde tiempo atrás, pero para algunos la vida de otros no valía nada, se mataban unos a otros sin tener el más mínimo tiento. Guerras sin fin, llevadas por estúpidas ideas o por el simple hecho de tener creencias religiosas diferentes o bien por apoderarse de la riqueza de algún otro país y así hacer matar  y padecer a miles de inocentes sin piedad.

Pero tras la existencia de todos también existió un ser, un ser invisible, el cual era encargado de llevarse cada vida, de arrebatar ese último aliento de cada ser humano, ella era el único ser con el poder de llevarlos a ese otro lugar que ni siquiera ella conocía, pues siempre aguardaba frente a esa enorme puerta en color blanco cuando dejaba allí las almas, para poco después marcharse de nuevo y cumplir con la enorme lista que guardaba dentro de uno de sus bolsillos invisible y con la cual recorría el mundo entero para buscar ésa vida que sería  concedida a otra en otro nuevo cuerpo.

Ese ser, era la muerte.

La muerte no era feliz, era fría, carecía de emociones y de expresiones. 

Fue y era testigo de cada injusticia que se cometía, ella sabía todo, si alguien pudiera verla y escucharla sabría toda la verdad de todas las verdades sobre el mundo.

 Con el paso de los años se fue convirtiendo para los vivos en un ser despreciable al cúal le temían, pero la mayoría no dejaba de ser imprudentes en muchos casos provocando accidentes acusando así su muerte y otras la buscaban al suicidarse.

Por eso conforme la muerte de las personas iba causando impresión en la humanidad la comenzaron a imaginar, preguntándose muchas veces ¿en como podría ser ese terrible ser cruel que terminaba con la vida?

Pronto le dieron una imagen tétrica, un cuerpo de esqueleto descarnado, cubierto con una túnica negra que sólo le dejaba descubierto el rostro, en su mano le pusieron una guadaña y la muerte se preguntó ¿donde diantres la habían visto?  Por supuesto que la muerte no se alegro de aquella imagen tan fea y tétrica que le asignaron, ella no era así. Gracias a eso fue aún más temida por todos, pero salvo que con el paso del tiempo algunas personas comenzaron a idolatrarla, por que según ellos la muerte concedía algunas de sus peticiones, pero realmente ella no era nadie y no hacía nada por ellos, en sí, ella no tenía un don especial más que el solo poder arrancar la vida, los milagros que según la muerte les realizaba era producto de ellos mismos, gracias a sus grandes deseos de conseguir lo añorado.

Y así, de esa manera la muerte se hizo de una horrible imagen para algunos y de una loca manera ser adorada por otros.

La muerte miraba en sus rápidos y fugaces recorridos dentro de los museos los cuadros de hermosos y divinos ángeles pintados al óleo mostrando y reflejando paz, mientras que a ella le pintaron de una manera cruel ¿Qué acaso ella no los llevaba al verdadero descanso luego de una  larga vida o de una dolorosa enfermedad?  ¿porqué a ella le habían asignado el papel de villana y el eslabon más bajo? Ella, tan solo era una mas de la creación del universo. Con los años se acostumbró a que la mirarán de esa manera, pero era su deber llevar vidas para que dieran paso a otras y durante toda su existencia jamás se había topado con algún ser de luz, le estaba prohibido ir más allá de donde se movía diariamente, sólo escuchaba la voz de su superior, al cual no podía mirarle nunca y debía mantener la cabeza inclinada cada que le hablaba de algún lugar del cielo. 

La muerte iba de un lugar a otro sin descanso, ella realmente no sabía que era descansar, no tenía en sí ningún sentimiento, no sentía nada por nadie, pero si sabía que era el odio, el rencor, el enojó y la irá, lo podía ver en el rostro de cada una de las personas en el lugar de cada muerte de alguien y en todas, ella era la culpable, pero la muerte no hacía más que su deber. La muerte siempre recogiendo vidas en carreteras, viviendas, pero sobre todo en donde más recogía vidas era en los campos de guerra y los hospitales, una rutina muy conocida para ella, pero esta vez cuando pasaba por un largo pasillo blanco y escéptico como la mayoría de todos los hospitales, algo por primera vez llamo su atención.

Jamás en su eterna existencia se había detenido a mirar algo o alguien, nunca había mirado un amanecer o una noche con sus estrellas por que simplemente no tenía tiempo, en todo lugar tenía que estar y fijarse en esas pequeñas cosas que ofrecía la vida, para ella no tenían ningún sentido, sin embargo para todo aquél que estaba a punto de perderse de todo esa parte agradable del mundo era lo más triste y horrible que podía haber, sobre todo si se era joven como en la persona que la muerte posó sus ojos aquella mañana.

 Por un momento ignoró su lista, para tomarse unos segundos y sólo mirar a la joven de ojos grises que apareció de repente en su campo de visión, al detenerse miró los ojos más bonitos que jamás había visto durante toda su existencia, tenían algo especial, pero la muerte no sabía descifrar que era porque simplemente no sabía de sentimientos o emociones agradables, sólo sabía de lo desagradable que ella resultaba para el resto de los vivos. Sin embargo la muerte miró con fascinación aquel rostro y aquellos ojos, parecio que por ese instante no existía nada más que la jóven que miraba atraves del cristal, pero como acostumbraba volvió a su realidad y se marchó para continuar con su deber.

Rebeca, ese era el nombre de la joven en quien la muerte posó sus ojos, Rebeca sintió un escalofrío cuando  fue observada por la muerte en esos breves segundos y se acurruco más en el sofá en el que estaba, mientras dejaba que el tratamiento corriera por sus venas, era su segunda quimioterapia, aún tenía cabello pero ya comenzaba a caer de a poco. Le habían diagnosticado cáncer poco más de un mes cuándo sintió una bolita en el seno derecho mientras se exploraba, hacía poco que su madre le había aconsejando que se autoexplorara y nunca espero encontrarse con algo, Rebeca se creía sana, llevaba una vida saludable y su madre pocas veces le dejaba comer comida chatarra y sin embargo había resultado enferma de ese terrible mal, antes de de ir al médico estuvo ansiosa, pero eso no fué tan malo como cuando le dijeron que aquella bolita era un tumor maligno y que debía de ser operado antes de que creciera y fuera avanzar más y fuese más difícil combatir las células cancerígenas, obviamente después de la cirugía tendría que tomar algunas secciones de quimioterapia pero que estaría bien en algunos meses.

Rebeca era acompañada por su madre durante el tratamiento, la vida de su familia cambió desde el momento en que le dijeron que tenía cáncer, fue una noticia que no esperaban y mucho menos sus padres. Lloró y lloraron cada quien a solas y en silencio, ninguno se mostró débil delante de otro y las lágrimas derramadas no quitarían su mal, así que sus padres dejaron de hacerlo para darle ánimos a Rebeca que se encontraba muy afectada, ya que su vida cambiaría totalmente.

 Estaba a punto de graduarse de la Universidad, había terminado de hacer su servicio hacía a penas unos días antes de enterarse que estaba enferma, tenía 23 años y se le hacía injusto que ella tuviera cáncer, no quería verse calva y fea para el día de su graduación ya que seguramente así estaría para cuando llegará esa fecha.

Rebeca tenia dos hermanos Fernando el mayor y Lucía la menor, ambos se sintieron tristes por lo de su hermana y por ello no sintieron celos cuándo desde aquel día sus padres comenzaron a volcar toda su atención sobre su hermana, algunas cosas en casa habían comenzado a cambiar, todos parecían hacer las cosas con cuidado, como si alguno de ellos se fuese a romper por decir o hacer algo, pero todo era debido a la situación de enfermedad que se vivía en casa.

La primera quimioterapia trajo vómitos horas después, sus padres y no solo ellos habían estado ansiosos cuando la habían visto con náuseas y después dirigirse a vomitar en su habitación. Cuándo ellos se habían sentado a comer Rebeca no les acompaño, no se le apetecía y ellos tampoco le obligaron, el oncólogo les había dicho que no le obligaran, pero que comiera cuándo tuviera ganas de hacerlo y que debería comer cinco veces al día en pequeñas porciones y así fue como comenzó su vida con cáncer.

Su padre era quien las llevaba al hospital para que recibiera su tratamiento contra el cáncer, él debía ir atender una de las dos librerías que tenían, ese era la manera en que ellos desde hacía algunos años les sustentaba la vida y ahora con la enfermedad de Rebeca más que nunca tenían que estar en servicio.

Su madre Carolina estuvo acompañándola hasta que terminó el tratamiento, volvieron a casa en taxi, las primeras horas Rebeca no sintió ningún malestar, pero ya por la tarde Rebeca comenzó a sentir náuseas, que dieron paso a arcadas y finalmente al vomito, su madre sintió angustia al verla pero ya sabía que sería un proceso normal, pero aún así no dejaba de preocuparse, de sentirse impotente y triste por no poder evitar el malestar de su hija a quien cuido hasta que dejó de devolver el estómago y se quedó dormida.

-¿Cómo está? ¿se ha sentido mal? – fue lo primero que preguntó Augusto a su esposa al llegar a casa.

-Pues está dormida, cuando recién llegamos no se sintió mal sino mucho después, en la tarde. Cómo la vez pasada.

-¿Qué problemas tuvo?

-Nauseas y vómito.

-¿Dónde está?

-Se ha quedado dormida, parece agotada cada que termina de vomitar.

-Me imagino, esta bien que descanse.

-Si, su oncólogo me ha dado unas hojas en la cual explica el proceso del tratamiento contra el cáncer. Las hojas que me prometió la otra vez.

-¿Ya las has leído?

-Solo leí un poco.

-¿Dónde están?

-Ahora te las traigo.

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