Cap° 4

En el pasillo…….

—¿Estación de policía?, acaso estás loco idiota, acabo de besarte no de cometer un delito, ni siquiera podría llamarse a eso besar ya que simplemente fue un rose inocente así que suéltame— grito mientras intentaba zafarse de su fuerte agarré.

“Vaya hasta que al fin dejo de fingir y saco sus garras como la gata callejera que es”, pensó para sí mismo Maximiliano arrastrándola con el al ascensor.  

Paul presionó el botón del primer pisó con rapidez.

—Que no me escuchaste, te dije que me soltaras idiota—

Maximiliano le lanzo una mirada fría, sin previo aviso la tomo por el cuello de su blusa y la azoto en el frío metal del ascensor.

—¡Angh! — gimió Tanying ante el dolor en su espalda ocasionado por el golpe, por primera vez en su vida comenzó a sentir cierto temor por su vida. Paul miro horrorizado la escena que se estaba llevando a cabo frente a sus ojos, sin saber cómo detener aquella situación. 

 —¿Idiota? ¡Ja!, sabes a quien estas insultando su mocosa de mierda— Hablo con la respiración pesada tratándose de controlarse así mismo, en su vida perfecta Maximiliano jamás había sido insultado por nadie de tal manera como lo estaba haciendo aquella chiquilla.

Los labios de Tanying se curvaron, mostrando una sonrisa forzada— Que hay de ti, ¿sabes quién demonios soy? grandísimo cabrón.

—¿Qué quién eres tú? — Dijo con burla desviando su mirada por la silueta delgada de Tanying, quien no evito estremecerse. Una vez que sus ojos volvieron a su rostro Maximiliano sonrió con burla: — Una simple gata callejera que busca llamar mi atención para meterse en mi cama—

En ese instante las puertas del ascensor se abrieron por lo que Tanying elevo su rodilla golpeando fuerte los genitales del hombre, Maximiliano soltó su agarre cayendo de rodillas al piso ante el fuerte dolor.

—Tendria que estar demasiado demente para fijarme en un animal como tú— Expresó, para luego salir con rapidez escabulléndose entre la muchedumbre de la salida. Tan pronto como salió del club, se subió a su automóvil y condujo a toda velocidad hacia la casa de sus padres. . Mientras conducía, Tanying siguió pensando en lo sucedido: por estar en la celebración de cumpleaños de su amiga, no asistió a la cena con sus padres y sus invitados, y aquello la tenía muy ansiosa. Recordó que su madre le había dicho, unos días atrás que no podría faltar a ese compromiso; sin embargo, no había hecho caso omiso y ahora realmente se arrepentía. Si no hubiera sido por aquel cumpleaños, no tendría que a ver pasado lo que vivió esa noche y no tendría que estar con tanta ansiedad encima.

Era consiente de las muchas locuras y todos los dolores de cabeza ocasionados a sus padres desde que había nacido; Tanying siempre había sido una niña problemática daba a las travesuras que hacía sin medir límites. Había hecho todo lo que quería, sin restricciones de ningún tipo. Pero su padre sabía que podía castigarla sin mucho esfuerzo. La mayoría de veces, sus castigos estaban destinados a asustar directamente a la chica.

 Mientras estaba conduciendo, de repente recordó algo y se dio una palmada en la frente. ¿Qué más podía esperar? No solo se había atrevido a rayar el parabrisas de su automóvil con lápiz labial, si no que se había atrevido a besarlo justo en el mismo día para rematar y aún peor lo había golpeado justo en sus genitales. ¿Qué diría su padre si esto llegaba a sus oídos? Así que era una razón más para que Tanying estuviera agitada. ¡Ay, por Dios! Estoy en problemas muy serios, realmente espero que no se entere de quien soy, y continuó orando en silencio.

 Cuando llegó a la casa, dejó escapar un suspiro de alivio al notar que ninguna luz estaba encendida.

 –Tal vez realmente no supo quién era, porque de saber ya hubiese llamado a mis padres, no es que salga continuamente en las revistas por ser hija de un empresario como mi padre y cuando eso sucede mi rostro siempre es editado aparte con los quince quilos de maquillaje que se encargan de ponerme como un payaso las maquillista para ocasiones de fotografías, hay una probabilidad del 75 % de que aparezca en dichas imágenes, además cuando le dije que no tenía idea de quien era yo se notó por sus palabras que no savia de mi existencia ¡Agradezco a Dios por eso! –murmuró. 

 Cuando entró a la mansión, vio a Marc de pie bajo una de las lámparas del jardín, vistiendo únicamente un pijama delgado. Estaba con los brazos cruzados, sin expresión alguna mientras la veía entrando. El corazón se le aceleró. , pensó ella para sí misma. Luego respiró hondo y lo abrazo.

 –Papá, lo siento, prometo que no volverá a pasar.

—Pensé que no volverías esta noche —suspiró, pensando que su hija se disculpaba por no haber asistido a la cena.

— ¿Entonces por qué estás aquí? —preguntó juguetonamente Tanying, apoyándose en su hombro, fingiendo que no pasaba nada.

 —Yo.... estaba dando un paseo—esa fue la peor excusa que se le ocurrió a Marc, dado que aún no tenía el corazón para contarle a su hija acerca de que tenía que casarse, y sobre el hecho de que toda la cena había terminado arruinada por su ausencia.

 Tanying se río —Tenía que venir, mamá no me lo perdonará. Pero Papá, también te eché de menos. 

 —Tanying Domale Dapane, ¿hay algo que tenga que saber? —dijo Marc, arqueando sus cejas. Su hija solo le decía que lo echaba de menos cuando hacía travesuras o necesitaba más dinero; no es que fuera tacaño, pero para su hija el dinero nunca le era suficiente, por lo que Mar ya sabía que con los no venía nada bueno.

 Tanying se dio cuenta de que su padre no sabía nada, lo que hizo que su corazón se sintiera aliviado, si eso significaba que tendría que hacer cualquier cosa para que toda aquella situación vergonzosa no llegara a oídos de su padre, lo haría. 

—No hay nada que no sepas de tu hija, papá— Aclaro 

—Entremos y descansemos un poco – tomó el brazo de su padre y caminaron hacia la villa, lentamente.

.....

Tanying era una estudiante de la clase quince del departamento de finanzas, economía y administración de la universidad Columbia de la ciudad de New York. Había más de ochenta matriculados en su clase; setenta y cinco de ellos habían pasado el examen de ingreso a la universidad mientras que el resto había logrado pasar gracias a sus influencias.

 La Universidad de Columbia de la ciudad New York estaba entre las dos mejores universidades a nivel nacional. Incluso, hasta Maximiliano Cash se había graduado en aquella institución. No era de extrañar que hubiera una larga fila de personas esperando inscribirse en esa universidad. Sin embargo, Tanying era una de las personas que había entrado mediante el uso de influencias.

 Mauricio Cárdenas, un profesor de física, estaba dando su clase. Colocó sus lentes encima de su nariz y miro por encima de ellos a sus estudiantes, de los cuales la mayoría estaba bostezando y tenía cara de sueño. De repente se escuchó un fuerte estruendo: el profesor había azotado un montón de libros encima del. El fuerte ruido hizo que la mayoría de sus estudiantes se despertaran y rápidamente se incorporaran.

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