Cap° 3

     –¡Tang! –Gritó Emily mientras observaba desde la puerta– ¡Estuviste increíble, nena! – dijo orgullosa dándole unos golpecitos a su amiga en la espalda.

 Respirando de manera entrecortada después de haberse escapado, Tanying soltó un gran suspiro de alivio ya que logro cumplir el reto. Mientras tanto después del sorpresivo beso, Maximiliano se quedó petrificado en su asiento mientras que su rostro se oscureció como la noche, mientras veía a la chica salir de la sala 510 a toda velocidad.

—Paul— rugió, furioso.

—Si señor—

—La dejas escapar esta vez, te iras de vacaciones sin retorno—

Paul fue lo suficiente audaz para salir inmediatamente de la sala y comenzar a buscar aquella chica que había sido demasiado valiente como para desafiar a su jefe dos veces en el mismo día. Por otro lado, los otros dos hombres hicieron como si nada hubiera sucedido y siguieron jugando póker ya que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar la furia de Maximiliano Cash. 

De pronto un teléfono celular sonó, rompiendo el enorme silencio incomodo que se había formado.

—Maximiliano, como es posible que te hayas marchado de esa manera— La voz molesta del anciano Cash se oyó en la otra línea. El viejo estaba lo suficiente molestó por la vergüenza que su nieto le había hecho pasar en la villa de los Domale Dapane.

 Maximiliano no se molestó en responderle sin más finalizo la llamada. Estaba lo suficiente molesto como para tener que lidiar con su abuelo.

—Que día de mierda— resoplo con molestia.

(,,,)

¡Plasf!, el fuerte ruido resonó por todo él estudió de la enorme mansión Cash. Los pedazos del móvil cayeron en el pisó.

—Mocoso insolente— gritó con colera el anciano con su rostro enrojecido.

—¿Cómo se atreve a ser tan irrespetuoso?, no solo me hizo quedar en vergüenza ahora se atreve a cortarme la llamada—balbuceo, temblando de la ira, mientras que su respiración se hacía más pesada dificultando que el aire entrase normalmente a sus pulmones. Apenas dio un paso hacia la puerta principal se tambaleo perdiendo el equilibro su cuerpo arrugado y ya cansado cayo en el piso. 

Pronto la puerta del estudio se abrió, el mayordomo de la familia corrió hacia donde se encontraba el anciano.

—Señor sus pastillas— dijo colocándosela en la boca del viejo, para luego pasarle el vaso con agua que llevaba en sus manos. 

El anciano trago las pastillas con el agua, pronto su respiración se estabilizó por lo que con ayuda del mayordomo se sentó en el sofá. Este no preguntó el motivo de la crisis que había tenido ya que sabía que el único quien podía hacer que se enfureciera a tales grados era su nieto.

—Señor debería de tener mas cuidado, su salud no es tan buena— dijo el mayordomo, llamando la atención del anciano Cash quien entrecerró sus ojos al escucharlo.

—Ahora no Pedro, ese mocoso me saca fuera de mis cabales cada día su insolencia aumenta— reprochó en su defensa— Mejor dime que has averiguado de esa mujer con la que sabe andar mi nieto.

—Parece que el señor Maximiliano realmente esta enamorado de ella— confeso el mayordomo sabiendo a quien se refería el anciano.

—¡No!, jamás permitiré tal acto inmaduro— dijo el anciano con rapidez recio que su único nieto terminará cayendo por completo en las garras de dicha mujer que era todo menos digna para formar parte de la familia Cash.

—Averiguaste porque la hija de Marc no se presentó en la cena—

—Me informaron que la señorita Domale estaba en el club azfin celebrando el cumpleaños de una amiga—

—Parece que esto va hacer más difícil de lo que pensaba— murmuro el anciano con voz ya cansada.

**************

Dentro de la sala 501, Tanying se frotaba sus mejillas rojas y sentía que ardían de vergüenza. Eso era la cosa más loca que había hecho en su corta vida. Con el corazón agitado, su mente era un remolino de caos que se inundaba de pensamientos. .

A la edad que tenía Tanying, lo que había hecho era algo muy nuevo para ella. Algunas veces había coqueteado con algunos chicos guapos y musculosos, pero nunca se había atrevido a besar a alguno.

. Tanying estaba absorta y se había olvidado de todos los que estaban a su alrededor. 

De repente, Emily gritó: —¡Dios mío! —y todos sus compañeros se sorprendieron ante su repentino arrebato.

— ¿Qué te pasa, Emily? ¿Quieres acaso matarme de un susto? —dijo la cumpleañera, quien estaba a punto de beberse una copa de vino, pero que terminó derramando el líquido y se estaba dando palmaditas en el pecho para calmarse.

Emocionada, Emily se acercó a Tanying, quien todavía estaba absorta en sus pensamientos, y la sacudió por los hombros; —¿Sabes quién era ese hombre? — preguntó alarmada.

El tipo que había acabado de besar Tanying era un hombre con el que todas las mujeres soñaban y morían por él. Era joven, guapo, rico, poderoso, dueño de una gran empresa multinacional y si su vida no hubiera sido suficiente premiada ya, era el único heredero de la fortuna de los Cash.

—No, ¿quién es él? —pregunto Tanying, tratando de relajarse, mientras tomaba un trago de agua.

De repente la puerta de la sala se abrió y un hombre atractivo procedió a entrar –¡Maximiliano Cash! –Emily grito su nombre con mucha fuerza mientras miraba el rostro de su amiga. Se suponía que el nombre era suficiente para saber de quién se trataba, por lo que quería estar segura de que Tanying lo escuchara bien. El agua que estaba en la boca de la chica se derramó en el momento que Emily dijo el nombre de Maximiliano. Tanying comenzó a toser violentamente sin darse cuenta que había escupido el líquido en la cara de su amiga. En lugar de enojarse Emily de que la escupiera en la cara, se quedó atónita. Incluso Jeremy se quedó pasmado cuando escuchó el nombre.

— ¿Maximiliano Cash?, ¡maldición! Tang creo que ahora si metiste la pata, estas en serios problemas –dijo Jeremy, quien era hijo del dueño de una compañía financiera en la ciudad de New York, y a quien el nombre de Maximiliano golpeó sus oídos como el trueno de un rayo, por otro lado, quien no supiera de Maximiliano Cash tendría que haber vivido bajo una roca toda su vida. Aunque muchos sabían su nombre muy pocos conocían su rostro ya que en las revistas y en los medios de comunicación jamás revelaba su rostro y cuando eso pasaba su imagen podría durar minutos subida en línea para luego ser borrada. No era de extrañar que una chica como Tanying quien no vivía pendiente de los chisme o medios de comunicación como el resto de sus amigos no conociera su rostro.

 Aquel nombre tan familiar también hizo gritar a Karen White, la cumpleañera; —¡Oh por dios, Tang! ¡lo besaste! ¡Ooooh! Déjame besarte, porque es como estar besándolo a él— dijo su amiga tan alegremente, a lo que todos no pudieron evitar reír. 

Tanying reaccionó: tomó un puñado de servilletas y procedió a limpiar el rostro de su amiga, pero estaba demasiado avergonzada como para disculparse, mientras tanto Emily maldijo en voz baja; —¡Joder, Tang! ¡Mira lo que has hecho! ¡Mi cara! ¡Y mi cabello, todo empapado de tu saliva! —

Tanying le dio unas palmaditas en la espalda para consolarla.

Cua

salió corriendo tan rápido como pudo. Pero de repente Maximiliano la tomo de la muñeca y la jalo cerca de él, “Estoy frita” fue el primer pensamiento que se le cruzo por la mente, al reconocer aquella fragancia que hace momentos atrás le había parecido adictiva.

—Si que esta frita, pero del cerebro— respondió con sarcasmo Maximiliano quien había escuchado su pensamiento ya que la chica lo había dicho en voz alta.

Silencio absoluto, los murmullos y risas se silenciaron automáticamente mas nadie se atrevió a mover un solo musculo. Por otro lado, el rostro de la joven palideció como un papel, en el momento que sus ojos hicieron contactó visual. Si minutos atrás le había parecido familiar ahora por la luz de los pasillos pudo ver perfectamente sus rajos faciales, ¡Si!, el mundo era tan pequeño que de entre todos los presentes del club a quien beso tenía que ser el mismo hombre del centro comercial, Maximiliano Cash, a quien también lo había acabado de besar.

—No volveré a consumir tanto alcohol la próxima vez, lo prometo— susurro rompiendo el silencio que se formó en el ambiente, pensando en la posibilidad que el hombre quien la miraba con furia era simplemente parte de su imaginación.

—Solo estoy alucinando— se dijo así misma con una expresión aturdida.

Todos se tiraron miradas complicadas entre sí, antes los murmuro incoherentes de la chica; sin embargo, Maximiliano pensaba que la chica solo estaba actuando por lo que agarro con mayor fuerza su muñeca: —En la estación de policía podrás seguir con tu estúpida actuación — Apenas termino de decir estas palabras arrastro a la chica fuera de la habitación, seguido por Paul.

Al ver que su amiga había sido arrastrada por Maximiliano Cash todos temieron por ella por lo que Jeremy, Jixon y varios chicos corrieron tras ella, pero tan pronto como llegaron a la puerta varios hombres vestidos de negros bloquearon su salida.

—¡Quítense de mi camino!, o no me are responsable por lo que vaya a suceder— rugió Jeremy con enojó, al ver que ninguno se quitaba de la puerta lanzo un puño golpeando el rostro del tipo, por lo que los demás siguieron su ejemplo y comenzaron a golpear a los demás.

—¡Esto es guerra! — grito Emily a ver que sus amigos estaban peleando solos— todos contra ellos—expresó lanzando un pedazo de pastel en la cara del tipo que tenía agarrado por el cuello a Jeremy.

En un segundo todos estaban peleando unos a otros volviendo aquella sala que había sido decorada para un cumpleaños en un rin de boxeo, mientras que las chicas lanzaban cosas, los chicos peleaban a puño limpio.

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