Capítulo 2

Comencé a escuchar al despertador sonar a lo lejos y luego el sonido se intensificó al grado de molestar a todo el vecindario; debería cambiar mi tono de alarma, es que era la única que lograba escuchar. «¡Mentira!» Con que mi celular vibrara ya me despertaba, pero la canción de Nicky Minaj, “Hey Mama” hacía que me levantara con ánimos de empezar el día, era algo así, motivadora para mí. No quería levantarme de la cama; el quedarme hasta tarde pensando en lo que sucedió ayer, fue mala idea.

—¡Hermanita! ¡Levántate, se te hace tarde! —Gritó mi hermano desde la primera planta, era obvio que él no vendría hasta mi cuarto a despertarme tranquilamente, jamás.

Me tapé la cara con la almohada o me golpee con ella, se que suena bastante violento. Me sentía tan devastada y era porque tenía que prepararme para ir a la universidad, además debía que hacer el mismo recorrido que ayer y las imágenes seguro me atormentarán. Me encanta ir caminando con mis cables colgando de mis oídos, pero ese día generalmente no tenía ganas de ir, quería solo quedarme y dormir.

— ¡Hermanita! ¿¡Acaso no te dije que te levantes!?

Me sorprendió Jasper quitando la manta, «estúpido».

— ¡Ya, ya me estoy levantando! ¿¡Lo ves!?

Él sólo me miró se dio la vuelta y salió de mi habitación; el sin vergüenza ya tiene unos 26 años y sigue dependiendo de mis padres: bueno, en realidad no, trabaja en un taller de autos con uno de sus amigos e le va muy bien, gracias a eso se pudo comprar un auto; también tiene una novia que no me agrada para nada, está con él porque le compra todo lo que ella pide, mi hermano se pasaba de tonto.

Inhale muchísimo oxígeno para empezar este día. Me fui al baño a cepillarme los dientes, mientras lo hacía recordé como se me presentó la imagen de ese tipo anoche también recordé esos ojos; son los más preciosos, como brillaban, como se cubrían por ese mar de pestañas negras. Suspiré enamorada de sus ojos. Salí del baño con la cara mojada, tomé mi toalla y me comencé a secar el rostro «su piel también era suave» pensé ¿¡Puedes dejar de pensar en eso ya!?

Busqué en mi armario lo que me iba a poner y me vestí como una perezosa; poniéndome un pantalón negro, mi abrigo rojo: que en realidad es de Jasper, pero él no se daría cuenta de que le pertenece, mis zapatillas blancas, una coleta en mi cabello y listo. Guardé mis libros en otra mochila que tenía, pero estaba un poco más vieja y algunas veces el cierre fallaba, además que era de una convención de anime: poseía letras en un color blanco con naranja, el nombre de “Naruto”. Por un lado, no tenía vergüenza de que me gustase el anime, pero por el otro, sabía que hablarían de mí y odio eso, odio que las personas se fijen en mí. Es por esa misma razón, que no llevaba ropa con algo referido al anime a la universidad, por el miedo al ¿Qué dirán?

Me puse la mochila y bajé a desayunar y antes de que tocará el anteúltimo escalón, logré escuchar a mis padres charlando con mi hermano lo hacían en un volumen que no era normal en las otras familias parecían una banda de rock, que cantan sin micrófono porque se cortó la luz; tan ruidosos como siempre. «¡Los McCoy!»

— ¡Buenos días, Rose! —me saludó mi mamá, acercándose para depositar un beso en mi frente.

Mi papá ni siquiera me notó en la cocina y mi hermano estaba que sonreía a todos. ¿Por qué estaría tan alegre? ¿Terminó con la plástica que tenía de novia? Entonces, yo también me pondré de buen humor. Era tan celosa por mi hermano, que no quería que ni mis amigas lo mirasen mucho.

—Buenos días. —Saludé sin ganas de vivir; era como si el chico de ayer me hubiera sacado todas mis energías, otra vez recordé al dementor, y sonreí tontamente. «¿Qué me sucede?»

—Hola ¿Cómo amaneciste? —mi papá saludó.

—Bastante bien, hasta que cierta persona fue a molestarme.

Miré acusatoriamente a Jasper, él se hizo del desentendido y sólo prestó atención a su celular.

—Déjame adivinar, ¡Jasper! —se unió mi mamá muy divertida, a la conversación.

—Pensé que ella se durmió otra vez. Ya no me preocuparé por ti, mala.

Me levanté y me acerqué a él para darle un abrazo, quien solo se quedó quieto al ver que lo iba abrazar.

—Ya está, heriste mis sentimientos —Dijo, mientras comía una tostada con mermelada de naranja.

Comencé a reír y me alejé de él. Tomé una tostada y salí de casa sin despedirme, empecé a caminar las diez cuadras no sin antes desenredar mis auriculares, es que la mañana no empieza sino escucho mi dosis de canciones. Mi rutina consistía; uno, llegaba a la universidad para comprar siempre el desayuno en uno de los Starbucks del campus: un café con leche y unas galletitas de avena; dos, sentarme a ver a los demás estudiantes, últimamente de dos universidades juntas, como el edificio de Ingeniería Química está en reconstrucción, teníamos que compartir campus, y la mitad del edificio. Por esa misma causa, es que veo muy seguido a mi amiga Laura: una chica muy popular dentro de ingeniería.

Llegué a la universidad e hice mi rutina. Me acerqué al puesto de comida, mientras esperaba a que me entregaran lo que encargué, comencé a observar a mí alrededor en eso me encontré con la presencia imponente de Hudson: se lo conoce por ser el más popular en mi carrera, bastante guapo, rubio de ojos azules oscuros, un cuerpo que gritaba «me la paso entrenando en el gimnasio» era del típico chico guapo y excelente en todo lo que hacía, tiene unos padres con la compañía más grande, dentro y fuera de esta ciudad. La empleada, me entregó mi desayuno y comencé a caminar a un asiento libre; eso estaba bastante difícil, ya que había muchas personas en el campus, cuando logré encontrarlo, me senté.

Hudson me miró y yo desvié mi vista para otro lado. Estaba mordiendo un pedazo de galleta, cuando me di cuenta que tenía su mirada sobre mí, casi me atoré con la galleta, tomé un sorbo grande de mi café, debía tranquilizarme, no creo que me esté mirando a mí, jamás sucedería eso. Me di la vuelta para mirar detrás, a quién estaba observando, pero no había nadie. Negué con la cabeza y otra vez me centré a mirar a los alumnos.

—Hola, tu nombre es Rose McCoy ¿No? —Preguntó alguien al lado mío, su voz era muy grave que me asustó.

Tiré mi vaso de café al suelo y quise gritar del enojo. Miré al que me hablo, y se trataba de Hudson, él estaba parado al lado mío, observándome de pies a cabeza. Me quedé en total silencio, todo enojo o ganas de gritar se esfumaron «¿Porqué me está hablando?»

—Hola, si ese es mi nombre ¿Necesitas algo? —Pregunté sin mucho interés a que me respondiera.

Me levanté con el vaso descartable a tirarlo al basurero, perdí la carga de mis energías. «¿Y a este qué se le dio por hablarme?» Me molestaban los chicos y no sé el porqué. Según mis amigas, es porque sé lo que pueden llegar a ser los tipos, sí, en eso tenían razón y eso se debía a que sufrí con mi ex novio.

—Solo quería conversar contigo. ¿Puedo sentarme aquí? —habló tan amable y con unas sonrisa tan impecable, no podía ser su colega grosera y negarle el asiento ¿no? «Sí, podía serlo».

—Sí, siéntate, ya me voy —Le respondí

Y la sonrisa que él tenía, se desvaneció. Debería aprender a tratar con más chicos así no sueno tan tajante; sin embargo, me encanta mirar chicos: ver sus facciones, el color de sus ojos, las sonrisas que llegan a noquearte tanto, que pasarías horas mirándolos, son como Ángeles intocables, muy venenosos al relacionarte con ellos, que sales tan destruida que ni con todo el amor del mundo tu corazón sanaría. Era bastante dramática, lo sabía. Es por eso que no habló con ningún chico y además, ya he sufrido bastante por uno.

Di un paso, cuando escuché la voz de Lina, una de mis mejores amigas.

— ¡Rose!

Ella venía caminando como si estuviera en una pasarela de moda. Siempre ella tan divina con sus rulos; vestía unos jeans de tonos celestes, una blusa blanca que se notaba muy poco por el gran tapado gris largo que le llegaban hasta las rodillas, debajo de sus rodillas la cubría unas botas de cuero negro, y no puede faltar su cartera que por ahora es imitación de Channel.

—Hola Lina —Hablé tan despacio y me acerqué a ella alejándome de Hudson, que su presencia me atormentaba un poco por el hecho de que todos nos miraban y eso era porque no era la típica linda con cabeza rubia que se lo ve siempre con él. Se quedó paralizado al ver a Laura, lo entiendo, a mí también me sucede.

— ¿¡Quién es ese chico!? ¡No puedo creer que le estés hablando! —intentó susurrar, pero no le salió porque gritó para medio campus, me quería meter bajo una piedra. «¡Ay, ya me había olvidado lo mucho que la odio!»

— ¿¡Puedes bajar la voz!?

Me acerqué a ella y en un abrazo le comenté quién era al separarme de ella tomó su teléfono y empezó a sacarle fotos, mientras él observaba la pequeña escena que estábamos armando.

— ¡Ya! ¿¡Que haces!? —le pregunté tratando de sacarle el celular.

 Ella sonreía como loca y no paraba de tomar fotos.

—Debo contarle a las demás que estás hablando con un chico totalmente guapo Rose. ¡No me detengas!

Me tomé de la cabeza y comencé a caminar hacia otro asiento a seguir desayunando, quería alejarme de ellos, ya todo el campus nos estaba prestando atención y eso era extremadamente malo. Me senté y la miré, ella estaba caminando con Hudson, hablando tan sonriente. Lo invitó a estar con nosotras «¿pero qué m****a le pasa a esta?» Lo peor sería que Anna y Juliet se enterarán de esto. Se burlarían de mí por años.

Cuando se juntan las tres son como los Ángeles de Charlie: una castaña, la otra con rulos morena y la última lacio, largo y castaña; las tres mega populares en sus universidades, decía “sus” porque todas estudian cosas diferentes, nos conocimos en la secundaría. Y bueno después estaba yo, que era el hombre, Charlie...

Llegaron hasta mí y reventaron mi burbuja de tranquilidad. 

— ¿Y comparten clases? —Preguntó curiosa Lina, yo negué sin hablar. 

—Sí, compartimos

Miré a Hudson al escuchar que contestó eso, sus ojos se pegaron a mí y justo le dio un poco de sol, hizo que el color de sus ojos celestes oscuros se convirtieran en unos bien celestes, aparté la mirada rápidamente. Era mentira, nunca lo vi en las mismas clases que yo.

— ¿Cuáles? —lo ataqué. 

Recibí un pellizco de Lina al notarme a la defensiva con él. Es que no tenía ganas de hablar con él. «¿No tiene chicas que conquistar?» pensé.

—DG2 y TEC2. 

Me quede callada, analizando y buscando en mis recuerdos si lo vi en esas clases, pero no recordaba nada acerca de él. No podía creer que compartimos esas dos clases, es decir, nos veíamos cuatro veces en la semana, bueno, él me vio. Eran diseño gráfico II y Tecnología II.

— ¡Oh! ¿Y qué tal es mi Rosita en esas clases? —preguntó Lina, rompiendo la tensión que se había creado. 

—Lina. 

Hablé con tono amenazante, ella sabía perfectamente que odiaba que me llamara así. 

—Es la mejor de la clase, los profesores siempre salen maravillados con ella. 

Podía sentir la mirada de Hudson sobre mí, pero yo estaba dispuesta en no mirarlo. No quiero caer en su encanto de niño bonito, no sé que busca al hablarme, pero es mejor mantener distancia con esta clase de chicos. 

Ellos siguieron hablando, yo no les presté atención a su charla muy animada, sólo me dediqué a seguir observando a las personas, eso me ayudaba a la hora de crear rostros: las distintas formas de nariz, de labios y de contextura física. Tengo varios sketchbook, llenos de rostros que no sé si los vi o son puros de mi imaginación. Estaba tan interesada en hacer mangas o cómics, que esa fue una de las razones por la que había empezado a estudiar diseño gráfico, a pesar de que mi carrera se trate de otros temas, me encantaría transmitir muchos sentimientos con los dibujos.  

Escuché como reía Lina con Hudson, me animé a observarlo: su cabello rubio se encontraba tan bien peinado, su piel tan blanca se veía suave y sus labios rosados y bastantes llamativos. Su mirada me pescó, entonces otra vez miré a otra parte, se parece al hombre que aparece en Pocahontas, ese tal John Smith, se me hacía muy parecido. Sonreí al pensar eso.

— ¿Qué te hace sonreír así?

Su voz grave, otra vez me hizo sobresaltar. Lo miré y lo tenía bastante cerca, sentado al lado mío. Me paré de inmediato y esté hizo lo mismo.

— ¿Acaso te molesto? —me preguntó él.

Asentí y luego me di cuenta de lo que hice, lo miré y negué repetida veces. Busque a Lina con la mirada y la encontré hablando con un chico. Yo quería correr. Miré mi reloj y me di cuenta que ya era hora para entrar a mi primera clase; siempre iba un poco temprano para desayunar tranquila en la universidad, por eso estaba tan despreocupaba por mis clases y al parecer todos hacen lo mismo, por eso estaba lleno el campus. Me di vuelta para saludarlo, pero solo me salieron balbuceos que ni él pudo entender, entonces me alejé caminando lo más rápido posible de él. ¡Diablos!

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