Capítulo 1

Seis años después.

Charlie.

—Mami—abrí los ojos para ver a Kai vestida para ir a la escuela—ya tengo que ir a  esperar el autobús—ella me sonrió mostrándome la ausencia de sus dos incisos frontales, sonreí mis ojos se cerraron y tomó todo de mí volver a abrirlos cuando ella volvió a llamarme; estaba agotada, había estado trabajando hasta la madrugada las últimas dos semanas, monitoreando constantemente los sistemas de alerta del Cinturón de Fuego, las placas habían estado moviéndose, acumulando presión y haciendo que algunos volcanes presentaran actividad, no es que fuese algo nuevo, pero siempre había que ser cautelosos cuando esto se presentaba. Además, llevaba días preparando junto con mi jefe la intervención que tendríamos en el congreso sobre el impacto ambiental en estos últimos años, que se llevaría a cabo en el centro de convenciones el fin de semana.

 La cama empezó a moverse y Kai se subió a mi lado peinando mi cabello con su manita retirando los mechones que cubrían mi rostro, intenté girarme, y mi   cuerpo entero protestó.

—Puedes seguir durmiendo mami, solo quería verte, —levanté la cabeza y dejé un beso baboso en su mejilla, ella continuó masajeando mi cabello y su sutil caricia  estaba haciendo que me quedara  nuevamente dormida  cuando escuché su vocecita —Te amo mami, pero tengo que irme o me dejara el autobús—obligué a mis párpados a per manecer abiertos mientras estiraba mi brazo y apretaba a mi amor chiquito por la cintura a mi lado, Lizzie mi compañera de apartamento la llevaría hasta el autobús, normalmente ese era mi trabajo excepto cuando registrábamos alguna actividad sísmica o teníamos que entregar informes. Entonces Lizzie hermana menor de Ryan quien vivía conmigo hacía tres años la llevaba antes de ir a la universidad.

—Te amo luna de mi vida. —dije recitando a Khal Drogo. Mi pequeña sonrió y luego se bajó de la cama, a lo lejos escuché como le decía a Lizzie que yo estaba de nuevo dormida.

Una vez escuché la puerta del departamento cerrarse intenté quedarme nuevamente dormida pero el sueño parecía haberse esfumado, así que me giré quedando boca arriba y tomé mi celular de la mesa de noche, buscando alguna notificación del señor Cheung, del centro de emergencias o del Observatorio Vulcanológico, el volcán Kilauea había estado expidiendo una pequeña nube de vapor debido al movimiento de la placa del pacífico, el protocolo de emergencias estaba activo a pesar de que el volcán estaba siempre activo. Debido a que no tenía ningún mensaje, navegué un poco en redes sociales, tenía una cuenta de I*******m con mi segundo nombre y apellido, ahí subía algunas fotos de Kai para mis padres que se habían separado después de veinte años de un infeliz matrimonio y Ryan.

Entré a Twitter y las noticias sobre la cumbre del fin de semana hacían parte de las tendencias, esperaba que por primera vez en estos siete años pudiéramos hacer algo valioso, pudiéramos abrir los ojos de los políticos del mundo y que se dieran cuenta que este es el único planeta que tenemos y que estaba en nosotros cuidarlo.

El calentamiento global nos afectaba a todos, pobres, ricos, negros o blancos, los del norte y los del sur. Si no hacíamos algo ya, pronto no tendríamos un mundo para vivir, dando un suspiro resignado apagué mi teléfono y en cambio decidí ver un poco de televisión, hice zapping unos cuantos minutos hasta llegar al canal que había prometido bloquear una vez.

CNN estaba trasmitiendo una entrevista que le habían realizado al doctor Cheung hace un par de días, yo había estado tras bambalinas, apoyando a mi amigo y jefe en silencio.

No había sido fácil mi comienzo en Honolulu, menos cuando me enteré que Kai venía en camino, el doctor Cheung había perdido a su hija en un accidente automovilístico años atrás,  y luego su hijo se había ido a vivir a Australia decir que él y su esposa se convirtieron en una especie de padres para mí era quedarme corta, en poco todo el tiempo que he estado en Honolulu  él se ha convertido en la persona que quiero llegar a ser profesionalmente hablando, es mi maestro, mi guía.

Una vez la entrevista terminó paso el canal buscando algo más que ver, pero lo único que llama mi atención es una repetición de la temporada dos de Juego de Tronos en HBO, me acurruco entre las mantas, la habitación está en tinieblas y el aire acondicionado tiene la temperatura perfecta, me quedo dormida justo en el capítulo en el que Khal Drogo pierde la vida.

Cuando despierto es más de medio día y mi estómago gruñe porque no he comido más que un emparedado de la máquina expendedora del trabajo y un café negro de la misma máquina, ignoro a mi estómago y en cambio reviso mi celular una vez más, no tengo notificaciones, pero le envío un mensaje a Will preguntándole por los reportes del Cinturón de Fuego. Él responde con dos emoticones sonrientes, su propia manera de decirme que todo está bien. Me doy una ducha rápida notando que tengo menos de una hora para tener la comida de Kai lista y en la mesa. Cuando termino de desenredar el nudo que es mi cabello salgo directo hacia la cocina, me quedan treinta minutos antes de tener que salir a esperar el autobús.  Lo único que puedo hacer en ese tiempo es macarrones con queso, afortunadamente mi hija los ama.

Inserté una cápsula de café colombiano en la cafetera y mientras se hace, el apartamento se llena de su aroma, amo el café, no sé vivir sin al menos un par de tazas al día, enciendo la estufa, coloco el agua a hervir y saco los macarrones, el queso mozzarella y la crema de leche. Una vez la cafetera termina el ciclo tomo mi café girándome hacia el ventanal, me encanta ver el cielo desde aquí, tan azul, majestuoso y en calma, siempre en calma. La ventaja de vivir en pisos altos es esa,  la tranquilidad que te da estar lejos del suelo donde se filtran los sonidos de las calles, los turistas y lugareños. Hubiese deseado poder quedarme con el piso veinticinco que es el último piso de este edificio, pero Kai se enamoró de este departamento y tenía un clóset adicional en el cuarto principal que simplemente adoraba.

Volteo la mirada hacia la estufa y veo el agua hirviendo, agrego la pasta y sigo disfrutando de mi taza de café antes de abrir el tarro de galletas y robarme un par.

Veinte minutos después la salsa está lista y la pasta también, me coloco unas Converse viejas y tomo mi celular de la habitación antes de bajar al primer piso para esperar a Kai.

—Doctora Hunter—Tyler el conserje me saluda al verme, le devuelvo el saludo empujando la puerta de vidrio y sentándome sobre la banca fuera del edificio.

Reviso mi correo, desde el celular contestando algunas cosas de trabajo, Will me manda un meme por W******p  de la Mona Lisa con el cabello revuelto gracias al último movimiento sísmico de la placa de Cocos, ahí estaba el buen Will sacándole el lado divertido a todo.

Nuevamente abro mis redes sociales, tengo una cuenta en F******k, sin fotos, ni nada que lo haga parecer realmente mío, algunas veces hablo con mi madre por Messenger o con Ryan, la relación con mi padre es inexistente desde que dejó a mamá por una mujer veinte años más joven que él.  En otras ocasiones simplemente lo busco a él, le ha ido bien estos últimos años, ha sido enviado a muchas partes del mundo para cubrir desastres naturales o eventos internacionales, es polifacético, práctico, audaz, siempre parece estar seguro de sí mismo y no ha cambiado mucho desde la última vez que nos vimos en el juzgado, sigue viéndose malditamente sexi. Con esos ojos azules que me hacían sumergirme en un mar de reposo y su cabello rubio rebelde. Aunque me dije a mí misma que no volvería a buscarlo, en más de una ocasión he googleado su nombre, solo para decirme que una vez fue mío y que ahora parte de mi felicidad también se la debo a él.

El bus se detiene justo en la parada de enfrente y veo a la miss de Kai ayudarla a bajar, guardo mi celular en el bolsillo trasero de mis jeans y me agacho para abrazar con fuerza a mi pequeña maravilla de la naturaleza.

—Mamiiiiii

—Luna de mi vida —le digo perdiéndome en ese sutil y delicioso aroma que solo ella posee.

No fue fácil decidir qué hacer cuando el periodo me faltó y la prueba de embarazo arrojó positivo, no podía llamar a Nathaniel, teníamos un acuerdo, tampoco quería volver, no quería arruinar su carrera más de lo que podría arruinar la mía, así que pensé en abortar, pero cuando estuve en la clínica recostada en la camilla me di cuenta que no podía hacerlo aun si ello me costaba todo por lo que tanto había luchado. No me arrepentía, Kailani era la luna de mi vida, era mi sol, mis estrellas y mi razón de vivir.

****

Nate.

—No entiendo por qué tienes que ir tú. — Alcé la mirada de la ropa que debía escoger para mirar a mi novia con un puchero sentada en la cama.

Conocí a Jess dos años atrás, cuando la vi lo primero que pensé es que nadie podría soportarla, es un poco mimada, un poco antipática, pero tenía un cuerpo de infarto y yo era un hombre soltero y con una vista perfecta.

No buscaba una relación, ella tampoco y lo que comenzó como un poco de sexo casual y sin compromiso fue dando paso a la complicidad, rápidamente descubrí que debajo de la modelo  de Victoria Secret mimada y antipática existía una mujer que me entendía, que comprendía lo que era apoyarse en el otro para lograr un fin, la complicidad dio paso a muchas cosas más y en un mes daría el sí acepto por segunda vez.

No era que me llamara mucho la atención hacerlo, pero lo tenía todo con ella, compañía, buena conversación, sexo increíble y era la envidia de más de uno de mis compañeros.

—Nathaniel…

—Porque me han enviado bebé, simplemente por eso. —me decidí por el traje azul y luego fui hasta el clóset a buscar un par de trajes más.

—Vamos a casarnos en un mes, hay que terminar de organizar los detalles. — arqueé una ceja a mi prometida a la par que ella hacía un nuevo puchero mientras empacaba un par de trajes que extraje del clóset en la maleta, realmente que Mike se partiera una pierna y no pudiera ir a la cumbre ambiental de Honolulu era una bendición caída del cielo que no pensaba desaprovechar, prefería mil veces el trabajo antes que tener que elegir manteles en blanco hueso o blanco marfil que para mí son lo mismo, la verdad no le veo diferencia alguna.

—¡Nate! ¿Siquiera me estás escuchando?

—Sí nena, te estoy escuchando, no tendré vacaciones hasta después de la boda, ahor a mismo soy un trabajador más del canal, Mike está en el hospital. — solo Mike intentaba hacer  surf sin entrenador cuando no sabía si quiera montar una tabla.

—¿Qué no puede Julius reemplazarlo? — había un pequeño deje de molestia en su voz, pero nunca le daba a Jess mas atención de la que necesitaba. Por eso era que funcionábamos.

—Vamos Jess, solo será una semana linda, luego puedo ayudarte a escoger el tono exacto de las rosas.

«Trágame tierra y escúpeme en cualquier parte del mundo»

—No lo digas como si fuese un sacrificio, tenemos que escoger las cosas juntos cariño, así nuestro matrimonio será largo y duradero. —quise resoplar, pero no lo hice, porque realmente no conocía ningún matrimonio largo y duradero, mis abuelos se habían divorciado, mis padres también lo habían hecho incluso yo había estado casado por un par de meses y amaba a Charlotte Hunter como nunca he amado a una mujer, sin embargo, el amor no fue suficiente.

En cierta parte agradezco que ella hubiese tomado la decisión por los dos. Lo último que supe de ella era que estaba trabajando en Isla Grande. No hubiésemos funcionado a la distancia y definitivamente no me veía como columnista del Hawaii Reporter amaba mi trabajo, amaba estar en el lugar de la noticia, trasmitir en vivo y poner nerviosos a los políticos corruptos.

—¡Nathaniel!

—Sí, cariño...

—Prométeme que después que regreses de Hawái pondrás todo tu empeño en la boda. —se levantó de la cama caminando hacia mí y luego cruzó sus brazos alrededor de mi cuello. Dejé la ropa sobre la maleta y llevé mis manos a su pequeña cintura. Me gustaba muchísimo Jessica, habíamos estado juntos los últimos dos años y vivíamos juntos hacía ocho meses, nuestra boda sería en la casa de los Hamptons de sus padres en una ceremonia con más de 400 invitados.

No pude evitar recordar mi boda con Charlotte, estábamos tan ebrios que solamente recordaba haber llegado a la capilla, sé que mi boca estuvo mucho tiempo en la suya mientras Elvis nos declaraba marido y mujer.

—¿En qué piensas?

—En que me encantaría regalarte un par de orgasmos nena. Pero tengo que estar en el aeropuerto en media hora y el tráfico está un poco pesado a esta hora. —Acaricié la mejilla de mi novia y solté sus caderas luego de darle un beso —prometo ser más partícipe de todo lo relacionado con la boda. —ella sonrió y por un segundo me vi comparando su sonrisa con la de Charlie, quité esos pensamientos de mi cabeza, había pensado mucho en Charlotte el día de hoy, quizá porque hacía seis años ella me abandonó por cumplir sus sueños...

Me pregunto si realmente los cumplió.

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